Promesa de Placer (relato homosexual - voyerista)

Ok, esto estaba dedicado a una amiga que siempre tuvo este tipo de fantasía, tiene yaoi (sexo entre hombres) y un poco de voyerismo con algo de participación de una mujer, para los que no les gusta, por favor no lo lean, para los que sí buscan este tipo de cosas, denme consejos para mejorar, please! Espero lo disfruten!
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Summary: Una promesa de cumpleaños es llevada muy lejos…

Promesa de placer

- ¡Que no! -escuché desde el pasillo. Otra vez debían estar peleando. Puse los ojos en blanco e intenté no hacer ruido mientras me acercaba.

- ¡Claro que sí! -gritó mi novio con mucha fuerza. Un quejido de su amigo se escuchó luego, seguido por una risa abierta y grave, una que conocía demasiado bien. Sonreí y me quedé en la puerta de su habitación, que permanecía entreabierta. Miré por la rendija que quedaba, observándolos dentro. Estaban luchando, como tantas veces acostumbraban hacer de pequeños.

James tenía el brazo alrededor del cuello a Alan, y reía entre dientes haciéndole una llave casi mortal. El otro muchacho cerraba los ojos de vez en cuando pero no hablaba. En realidad, apretaba los labios intentando no hacerlo.

- Vamos, dilo -apremió mi novio con tono soberbio, de nuevo luciendo esa sonrisa que me erizaba la piel.

- ¡Bien! -respondió Alan con la voz rasposa por la presión en su cuello. James aflojó la presión de inmediato, dejando que el morocho tomara algo de aire. Me relajé un poco, Alan estaba comenzando a tomar un alarmante color morado.

- Bien, ¿qué? -preguntó, aún sin soltarlo.

- Bien, te ves genial sin camisa -respondió el otro, tomando un violento color rojo.

- Lo sabía -murmuró James. Hasta entonces no había notado que no llevaba nada puesto. Bajé la mirada a su pecho y me quedé mirándolo por unos segundos. Era típico de él obligar a los demás a que le dieran la razón. Y más aún si se trataba de halagarlo.

En realidad, sentí lastima por el pobre de Alan. Quizás James no lo notara, o no quisiera notarlo… pero yo sabía lo mucho que su amigo lo quería. Lo mucho que lo amaba. Alan cayó al suelo jadeando con dificultad, y pude ver la forma en la que ocultaba su rostro de su amigo, esperando que no notara lo avergonzado que estaba.

Quizás para James sólo fuera un juego, pero sabía todo lo que podía causarle a él lo que hacían. La forma en la que se rozaban sus cuerpos al luchar. Incluso aunque en realidad no significara nada.

- James… -murmuré despacio empujando ligeramente la puerta, para hacerles saber a ambos que estaba ahí.

- Hola Ela -respondió él con el mismo tono de siempre. Aquel que hacía que se me erizara la piel y se me atragantaran las palabras. Le sonreí y noté como Alan bajaba la vista de nuevo mientras él se acercaba a darme un corto beso en los labios.

Hice una mueca cuando Alan se puso de pie y comenzó a caminar fuera.

- Alan -lo llamé. Dejó de caminar, pero no me miró, solo volteó ligeramente su cuerpo para no darme la espalda. Estaba de pie a medio metro de la salida, y al ver su perfil, pude notar lo que el abrazo de James había provocado en su cuerpo. El bulto en sus pantalones era demasiado pronunciado como para que estuviera relajado-. ¿Podrías cerrar la puerta un segundo? Necesito hablarles a ambos.

- Claro -musitó cerrándola y quedándose quieto por un segundo.

- ¿Sucede algo? -me preguntó James en voz baja. Hice una mueca. No había nadie más en la casa, así que este sería el momento perfecto.

- Bueno… -comencé a responder mientras me sentaba en el sofá. Alan se acercó lentamente y se sentó en la cama intentando disimular la pequeña erección que aún conservaba. James se sentó en el apoyabrazos del sofá donde me encontraba y subió las piernas al asiento para encararme. Mientras subía las piernas, observé los músculos de sus abdominales contrayéndose y endureciéndose por el movimiento. Cuando desvié la vista noté que Alan miraba lo mismo que yo.

Le sonreí de lado y tomé aire para hablar cuando él bajó la vista, avergonzado de que lo atrapara mirando a su amigo de esa forma. No entendía cómo mi novio no lo notaba.

- Bueno, yo quería… -tragué en seco y James buscó mi mirada agachándose un poco. Lo miré- ¿Recuerdas lo que hablábamos ayer? -susurré en su dirección. Negó lentamente con la cabeza, con la mirada perdida, pensando en lo que le decía-. Lo que me preguntaste anoche -solté en voz aún más baja, mirándolo con intención.

Sus ojos se abrieron como platos y desvió la mirada a Alan con intención, por apenas una fracción de segundo. Asentí con la cabeza y lo miré por un momento.

- Dijiste que podía pedir cualquier cosa -susurré en apenas un siseo. Me había dicho que por mi cumpleaños podría pedir cualquier cosa que quisiera, pero como no teníamos mucho dinero, la propuesta había sido algo sucio. En cristiano, me había dicho que podíamos hacer cualquier cosa en la cama. Lo observé frunciendo el ceño, confundido.

- Cualquier cosa, pero no… -su voz se fue apagando. Miró a Alan por un segundo y tragó en seco, considerándolo. Podía verlo en sus ojos. La posibilidad abriéndose paso en sus pensamientos. Al ver ese atisbo de duda, volteé mi mirada a Alan, cuyos ojos habían quedado atrapados bajo el escrutinio de los de James.

- Alan -lo llamé de nuevo, y noté lo difícil que le fue el simple hecho de apartar la vista. Tragué en seco cuando sus ojos azules se clavaron en los míos con una mueca de duda. Me ofreció una media sonrisa. Se había transformado en uno de mis mejores amigos con el tiempo, y aunque ninguno de los dos lo había dicho en voz alta, ambos sabíamos lo que sentía por James.

Dudé un segundo antes de seguir con todo el asunto. Pero cuando observé con detenimiento su lastimosa sonrisa, simplemente no pude evitarlo.

- Sabes que dentro de poco es mi cumpleaños ¿cierto? -asintió con la cabeza-. Bueno, anoche James me dijo que me daría lo que quisiera. Que eso debería ser un cumpleaños -sonrió indicando que sabía a qué me refería, así que seguí, con un poco más de confianza-. Lo que quiero te incluye -solté luego de buscar las palabras adecuadas.

- No lo entiendo -dijo negando con la cabeza. Su cabello oscuro cayó en sus ojos por el movimiento.

- Verás, Alan -interrumpió James mirándolo con más atención, su tono tan sereno como siempre-. No dispongo del dinero para hacerle los regalos que me gustaría hacerle, así que fui lo suficientemente idiota como para hacerle esa promesa… en la cama -concluyó. Los ojos de Alan se abrieron como platos, y su rostro enrojeció de nuevo mientras su mirada volvía a mí. Sentí mi propio rostro colorearse un poco, justo antes de levantarme.

- Les propongo algo -solté poniéndome de pie y caminando hacia la mesa de noche de James. Abrí la pequeña puerta y saqué la reluciente botella de whisky que habíamos comprado hacía poco-. ¿Qué tal si lo discutimos con un par de tragos? -pregunté luego, agitando la botella en el aire.

La vista de Alan no se despegaba de mí. Sus ojos inquietos y su mirada acusadora no me dejaban en paz. Pero los de James no parecían juzgarme. No parecía molesto, aunque sí quizás un poco dolido.

Unos cuantos tragos después, el ambiente ya no era tan tenso. James no se había vuelto a poner su camiseta, y Alan se había desprendido de la chaqueta fina que llevaba, al igual que yo con mi pequeño saco de tarde.

- Pues yo creo que es una gran idea -insistí. Los tres permanecíamos en el área del sofá. Alan se había movido cerca para no tener que levantarse para buscar más licor, y había terminado sentado a mi lado en el piso, mientras que James se había deslizado hasta quedar de espaldas en el suelo, con la cabeza apoyada en mis piernas.

- ¿De verdad quieres un trío? -me preguntó de repente, sin pelos en la lengua. Sentí la sangre acumulándose en mi rostro. “No” pensé. En realidad lo que quería era ver coger a mi novio y a mi mejor amigo, pero no podía decirles eso en voz alta, así que simplemente asentí. James miró a Alan con intención, y éste solo se encogió de hombros en respuesta.

Lo observé incorporándose y mirándome con atención. Sus ojos viajaron por un segundo hasta Alan. De verdad parecía nervioso. Jamás lo había visto de esa forma, y al verlo claramente excitado con la simple idea de unirse a nosotros -a James- en la cama, no pude evitar comenzar a mojarme.

Lo miré mientras escuchaba el líquido de la botella casi vacía agitándose cuando James daba un trago más, y luego lo sentí besando mi cuello. Dejé caer mi cabeza hacia atrás al sentirlo. Sus tiernos y cálidos labios recorriendo mi piel. Suspiré, y mi primer instinto fue cerrar los ojos, pero no lo hice. La mirada fija de Alan no me lo permitía. Sus ojos me perforaban, buscando una explicación, algún sentido para lo que sucedía.

Una de mis manos se perdió en el pecho marcado y los hombros anchos de James, y éste soltó un pequeño gemido en respuesta cuando la bajé hasta rozar su erección por encima del pantalón. Noté como Alan daba un respingo en respuesta, como si intentara con todas sus fuerzas evitar abalanzarse sobre él. Y probablemente eso era justo lo que hacía.

Los dedos de James se paseaban libres por mi vientre. Se había encargado de subir mi blusa lo suficiente para tener acceso a la mayor cantidad de piel posible. Tuve que concentrarme para ser capaz de identificar la expresión de mi amigo: era una mezcla de ansias y miedo. Tomé su mano lentamente y la arranqué de su rodilla, donde sus dedos se habían clavado, para luego colocarla sobre la de James.

- Sólo déjate llevar -susurré en su dirección. Guiñé un ojo y asentí para infundirle algo de confianza. Quería que supiera que yo sabía lo que pasaría si él se dejaba llevar. Si abandonaba todos los disfraces, todas las máscaras, y finalmente mostraba lo que quería.

Ambas manos se pasearon por mi piel mientras los labios de James seguían quemando la piel de mi cuello, de mis hombros y de lo que sobresalía de mi pecho por el pronunciado escote que llevaba. No parecía reparar en la mano de Alan sobre la suya, ni en que a él no le importaba en lo más mínimo recorrer mi cuerpo.

Cuando su boca subió a la mía, nos fundimos en un beso profundo, deseoso, lento. Al alejarse, miró a Alan como esperando que hiciera lo mismo, pero éste solo se quedó quieto, mirándolo. La tensión de Alan era más que visible en sus ojos, en la rigidez de su cuerpo y en la su miembro, que marcaba un increíble bulto dentro de sus pantalones.

Lo vi tragar en seco y yo misma me encargué de acomodar sus manos -que ya se encontraban juntas- para que sus dedos se entrelazaran. James me miró de inmediato con los ojos reclamando una explicación, pero me limité a tomar su otra mano y apoyarla suavemente en el pecho de mi amigo. Éste cerró los ojos con el contacto. Parecía que explotaría de un momento a otro.

James vaciló mirándonos a Alan y a mí alternativamente. Tragó con dificultad y su ceño se frunció.

- ¿Esto es lo que quieres? -me preguntó. Asentí con la cabeza observando su reacción. Quitó la mano de la de Alan y medio volteó su cuerpo para alcanzar la botella. Se tomó de un trago el resto de alcohol y se limpió la boca con el brazo antes de mirar a Alan. Antes de que pudiera hacerle la misma pregunta que a mí, mi amigo ya estaba cubriendo su boca con la suya. Los ojos de James no se cerraron, solo se quedó quieto, demasiado quieto.

Pensé en encargarme de relajarlo un poco, y paseé mi mano por su marcado vientre antes de bajarla muy despacio. Cuando rocé su miembro sobre la tela sus ojos se cerraron, y cuando comencé un lento y tortuoso masaje, su erección se volvió más obvia y sus labios comenzaron a moverse. No parecía realmente dispuesto, pero tampoco asqueado con la idea.

Noté que una de sus manos se acercaba dudosa al torso de Alan, y cómo éste se impresionó cuando los pálidos y fríos dedos se colaron por debajo de su playera por cuenta propia. Casi pude escuchar los latidos de su corazón golpeando en su pecho. Me incorporé y doblé mis piernas debajo de mi cuerpo para no encontrarme en medio de ellos, y observé la forma en la que se besaban.

James se había permitido separar los labios, y a medida que mi mano se volvía más ruda sobre su endurecida verga, sus labios reclamaban más del sabor de Alan. Sentí un cosquilleo recorrer mi bajo vientre cuando sus lenguas se encontraron. Y luego me quedé quieta y con los ojos bien abiertos cuando James se separó de los labios de Al y quitó su camiseta sin ningún cuidado, casi con desesperación.

Miré el pecho de Alan, y la forma en la que volvió a la boca de James con tanta ansiedad, que sus movimientos no parecían ser lo suficientemente rápidos.

- Espera -murmuró mi novio con un jadeo, separándose de nuevo por un segundo. Por un momento pensé que cancelaría todo, que me llamaría pervertida y saldría horrorizado de la habitación, pero cuando su mirada se posó en mí, una oleada de calor me recorrió de pies a cabeza. El fuego en sus ojos era casi tan evidente como cuando nosotros éramos quienes nos besábamos.

Se retorció para tomar con ambas manos el borde de mi blusa y la quitó pasándola por encima de mi cabeza. Me besó por un segundo luego mientras desabrochaba mis pantalones, y después de un momento me miraba fijamente al quitarlos.

- Aguarden -musitó poniéndose de pie, apoyándose en el hombro de Alan para mantener el equilibrio. Se tambaleó ligeramente y caminó despacio hacia la puerta. Sacó la cabeza y miró en todas direcciones antes de salir.

Alan soltó el aire que guardaba en sus pulmones y se llevó las manos a la cabeza respirando con dificultad.

- ¿Qué rayos está sucediendo? -preguntó con la voz ronca pero en un susurro. Le sonreí y cuando abrió los ojos su mirada era de agradecimiento. De gratitud. Me encogí de hombros y ambos nos sobresaltamos cuando James abrió la puerta de repente. La cerró tras de sí y le puso el seguro. Lo miramos acercarse con algo en la mano. Al principio no supe identificarlo, pero en cuanto lo hice, sentí mi rostro coloreándose. Era un pepino. Me mordí el labio al ver el tamaño y la forma. Era bastante normal en la punta, pero se ensanchaba considerablemente al llegar a la base. Si había estado mojada, ahora ni hablar.

- No quiero que te quedes sin festejo -murmuró contra mi oído, luego de agacharse para besarme de nuevo. Soltó las cosas que llevaba y comenzó a besarme con más ganas. Una de sus manos se enredaba en el cabello de mi nuca, mientras que la otra se paseaba libre por mi cuerpo, haciendo que separara las piernas. Tragué en seco cuando sus dedos se colaron por debajo de la única prenda que me quedaba, mis braguitas violetas, y gemí cuando comenzó frotar mi botón con firmeza. Definitivamente, sabía lo que me gustaba.

Apreté los ojos y olvidé por completo que Alan nos observaba cuando tres de los dedos de James, se hundieron dentro de mí sin previo aviso. Le clavé las uñas en la espalda, pero solo hizo que su dedo pulgar se dedicara a masajear mi clítoris de nuevo. Me relajé un poco y lo sentí sonreír contra mi piel. Se alejó, irguiéndose sobre sus rodillas, y me quejé cuando quitó su mano. Iba a reemplazarla con la mía, pero vi lo que se proponía.

Tomó el pepino y le colocó un preservativo rápidamente, para luego mirar a Alan.

- Quítale las bragas -casi ordenó. Y así lo hizo. Me las quitó en unos segundos. Lo ayudé levantando la cadera, y más tarde despegando los pies del piso-. Aguarda un segundo -dijo en dirección a Alan, y luego volvió a mí-. Realmente no lo entiendo, pero créeme que quiero que disfrutes -susurró con la voz ronca en mi oído, justo un segundo antes de empujar con fuerza el pepino en mi interior. Jadeé ante la sensación y disfruté de la forma en que mi vagina se abría conforme seguía empujando.

- Está frío -me quejé. Aunque lo disfrutaba. La diferencia de temperatura entre el objeto y yo realmente me desconcertaba, haciendo que me mojara más y más.

- Lo sé. Es tu trabajo calentarlo -me dijo, y luego se alejó, dejando el pepino ahí clavado, quieto.

Se volvió hacia Alan y lo atrajo hacia sí posando una mano en su nuca. Lo besó con desesperación. No tenía idea si lo estaba fingiendo o si realmente lo disfrutaba, pero vaya que yo lo estaba disfrutando. Bajé mi mano lentamente hasta el pepino, que sobresalía ligeramente de mi cuerpo, y lo toqué, con intención de moverlo frenéticamente.

James no me miraba, pero se separó de Alan y chasqueó la lengua en desaprobación.

- No lo toques -indicó. Solo entonces volteó hacia mí-. Es mío. Sólo yo puedo moverlo -me mordí el labio y subí mis dedos a mi clítoris, frotándolo lentamente mientras miraba a mi novio a los ojos. Él sonrió y volvió a lo suyo con Alan. Paseó una mano por su pecho y luego la bajó lentamente hasta alcanzar su verga. Al momento de sentirla, tan endurecida, tan tensa, se alejó unos centímetros de su rostro y lo miró con curiosidad. Aunque no tuvo tiempo de formular ninguna pregunta, ya que Alan lo estaba imitando.

Había bajado su mano también, y ahora lo masajeaba libremente, como siempre había querido. James cerró los ojos y soltó un gemido que pareció salir del centro de su pecho. Al parecer, Alan era bastante bueno frotándola. Podía ver con claridad la erección de James creciendo en sus pantalones, ansiosa por mucho más que la mano de la que disfrutaba.

- Quítate los pantalones -pidió Alan de repente. James me miró como si se tratara de un acto reflejo. Yo contuve el aliento y bajé la intensidad con la que me masturbaba. Si seguía de esa forma, mirándolos, y con ese enorme pepino dentro, no tardaría en venirme. Y quería esperar. Quería estar completamente atenta para verlos. James su puso de pie y se bajó los pantalones y la ropa interior de una sola vez, dejando que su palpitante verga saltara, casi golpeando a Alan en el rostro. Mi amigo sonrió y la rodeó con su mano. Era más que sufriente para mantener a cualquiera satisfecho. Lo que más me gustaba era el grosor. Era casi irreal. Incluso más ancha que el pepino que ahora me dilataba poco a poco, haciendo que me mojara cada vez más.

Antes de que James pudiera siquiera saber lo que sucedía, su miembro ya estaba completamente dentro de la boca de Al. Me estremecí como si fuera mí boca la que invadía, y alejé mis dedos por un segundo. Era demasiado verlos de esa forma.

Después de un momento, James gimió, cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás. Su mano se movió hasta la nuca de mi amigo, su amante, y lo dirigió para que se moviera más rápidamente y para hundirse aún más en su garganta.

Al cabo de un minuto, la verga de mi novio estaba en todo su esplendor. Palpitante, venosa, hinchada. Se me hizo agua la boca solo de verla. Tomándolo aún de la nuca, James alejó a Alan y se arrodilló, besándolo con mucha más urgencia que antes. De todos modos, de vez en cuando podía verlo arrojando miradas a mí, a mis piernas abiertas, a mi cuerpo temblando por la excitación.

Sus manos fueron hasta el cinturón de Alan. Lo desabrochó, quitándolo luego de una sola vez. Lo dejó caer a un lado y bajó los pantalones para liberar la erección de Alan, que ya no parecía ser capaz de soportar la prisión. Él suspiró al sentir la mano de James, dudosa sobre su extensión, y luego se dejó caer hacia atrás, quedando de espaldas en el suelo. James terminó de sacar sus pantalones, justo como había hecho conmigo, y luego me pidió que sacara sus boxers.

Primero lo miré como preguntándome de qué demonios hablaba, pero cuando tomó otra de las cosas que había traído, comprendí de nuevo lo estaba haciendo. Era un pote con crema. Me incorporé con dificultad, ya que era difícil moverme con lo que se mantenía clavado en mi cuerpo, y quité la ropa interior de Al, con un poco de su ayuda.

Volví a tenderme en mi lugar, con mi cabeza sostenida por la parte baja del sofá, y noté que James ya había cubierto la mayor parte de su verga con la crema. Me relamí los labios al pensar lo bien que se sentiría Alan con ese trozo de carne dentro. Claro que le dolería, no lo negaba, pero seguro lo disfrutaría. James buscó a su alrededor y encontró un almohadón del sofá. Lo tomó y lo puso debajo del cuerpo de Alan, haciendo que sus caderas quedaran un poco elevadas.

Observé su rostro por un segundo: se veía un poco asustado, pero más que nada, se lo notaba excitado. Excitado al punto en el que pensé que se correría con solo un contacto. James junto sus piernas y las hizo a un lado, haciendo que la mitad de su cuerpo quedara ligeramente de costado, mientras que su rostro aún apuntaba al techo. Había alejado las piernas de Alan de mí, haciendo que tuviera una mejor vista de su apretado agujerito.

James llevó sus dedos a mi boca mientras intercambiaba una larga mirada con Alan. Hice lo que sabía que debía hacer. Los lamí y chupé, dejando la mayor cantidad de saliva posible en ellos. Me mordí el labio cuando los alejó de mí, y comenzó a masajear alrededor del culito de mi amigo. La mano libre de James fue hasta mi entrepierna, y siguió con lo que yo había detenido. Masajeó mi clítoris lentamente, al mismo ritmo que jugaba en la entrada de Al.

Me estremecí cuando vi como uno de sus dedos se perdía dentro del cuerpo de mi amigo, y casi me corro cuando noté que manipulaba su próstata con delicadeza. La misma delicadeza que sabía sacar a relucir al masturbarme, o al chupármela.

Alan gimió y James empujó otro de sus dedos, comenzando un movimiento sutil, pero que hacía que Alan jadeara y arañara el piso. Me mordí el labio cuando los quitó, por que supe lo que se avecinaba. Se posicionó con cuidado, pero rápidamente en la entrada de Al y empujó.

Mi amigo cerró los ojos, apretándolos, pero James se detuvo un segundo. Solo había alcanzado a entrar la cabeza. Noté en el rostro de James lo mucho que lo sorprendía estar disfrutándolo. Porque lo hacía, lo disfrutaba, podía verlo en su mirada. Se mordió el labio con fuerza, quizás canalizando el impulso de embestir a Alan de una sola vez, y buscó su mano. La rozó para deshacer el puño en el que se había convertido, y luego entrelazó sus dedos. Alan abrió los ojos y lo miró con curiosidad. James tampoco apartaba la vista.

A penas un movimiento de cabeza de Al fue suficiente para que James siguiera penetrándolo, lento y constante. Cuando noté que había entrado más de la mitad, Alan volvió a cerrar los ojos, y James perdió el control. Arremetió con todo lo que tenía, arrancando un grito ronco de la garganta de mi amigo.

La respiración de ambos estaba más que entrecortada, pero James continuaba presionándose contra él, ahora para que sus rostros quedaran más cerca. Apoyó su mano libre en el rostro de mi amigo y éste lo miró con los ojos algo llorosos.

- Lo siento -murmuró James-. Sabes… sabes que eres importante para mí ¿cierto? -le preguntó-. Eres mi mejor amigo -agregó, por lo que Al sonrió y movió su cabeza para besarlo en los labios.

- Adelante, muévete -le indicó. James frunció el ceño un poco.

- Aguarda -respondió, y la mano que no sostenía la de Alan buscó algo a tientas a un lado, cerca de mí. No comprendí lo que hacía hasta que tomó el pepino y lo movió con brusquedad, primero sacándolo casi por completo, y luego enterrándolo en mí de nuevo, de una sola vez, provocando que me corriera casi instantáneamente. Grité y clavé mis dedos en el sofá, encima de mi cabeza. Antes de verme obligada a cerrar los ojos, noté la sonrisa de satisfacción en el rostro de James.

Cuando el orgasmo se disipó lo suficiente como para permitirme abrir los ojos, mi novio ya había comenzado un lento vaivén de caderas, hundiéndose cada vez más profundamente en el cuerpo de Alan. Él perdía el aliento de vez en cuando, pero no se quejaba. Supuse que no lo haría aunque le doliera como mil demonios.

Cuando estuvo completamente dentro, me miró de nuevo. Apretaba los dientes, conteniéndose.

- Ven aquí -casi ordenó. Me mordí el labio y me acerqué un poco. Cuando estuve más a su alcance, me tomó de la nuca mi me besó, pero luego su mano bajó por mi cuerpo y volvió a tomar el pepino. Se me puso la piel de gallina, pero no dije nada, solo me recosté a un lado de Alan y lo miré. James rodeó con su mano entera el objeto que me invadía y lo quitó lentamente. Cuando volvió a meterlo, su mano chocó contra mi cuerpo, haciendo que me estremeciera.

Comenzó a meterlo y sacarlo en la misma velocidad en la que embestía a Alan. Noté cuando él se corría, pero estaba demasiado concentrada como para prestarle demasiada atención. James siguió moviéndose por un momento, y aumentó el ritmo con el que me penetraba, al igual que hizo con Alan. Me corrí solo de la forma en la que se tensionaba su mandíbula, anticipando el orgasmo.

Él continuó moviéndose por un segundo más, y luego embistió con más fuerza mientras se corría. Supe en el segundo exacto en el que comenzaba a correrse porque la respiración de ambos, tanto de James como de Alan se detuvo al mismo tiempo, y abrí los ojos para observarlo.

A partir de entonces, pasamos mas tiempo con Alan. Incluso más del que ya pasábamos. Ahora, además de pasarla genial juntos hablando y pasando el rato, también nos divertíamos en la cama de vez en cuando.

Claro, que para mi próximo cumpleaños, no estaba segura de si James se atrevería a hacerme la misma promesa. De todos modos, ya tenía pensadas un par de opciones, solo por si lo hacía.


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Ok, eso es todo, dejen coment, no sean forros

1 comentario - Promesa de Placer (relato homosexual - voyerista)

quitokiki


Excelente !!!!

Promesa de Placer (relato homosexual - voyerista)
La mejor forma de agradecer la buena onda que se recibe es comentando, al menos al que te comenta.
Yo comenté tu post, vos... ¿Comentaste el mío?
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