Larpal: Entrenamiento y formación de putas 2

En la selección de probabilidades la gente siempre elige dos caminos posibles como indispensables. O trata de llegar a ellos, como sea. Y yo, Carolina, vivía en el más o menos, la escala de grises y lo indeterminado... Tomás, ese que me había tratado tan mal había llegado a mí vida porque yo lo había buscado. Pero como llegué a él de nuevo?, por qué estaba pensando en él? Me había despertado a mitad de la noche, mejor dicho: Un mosquito me había despertado. Los hombres tienen cabeza de mosquito cuando se calientan. Quizás me había mostrado demasiado fácil para Tomás y el pobre pensó con cabeza de mosquito. Quizás yo tenía la culpa. ¿Cómo lo conocí? Ah, si. En el relato anterior no fuí del todo sincera. Antes de la situación de la garganta profunda, habíamos tenido relaciones, pero habían sido otra cosa… En otro tono.

Estábamos en una fiesta, en su casa. Yo había llegado temprano, como dos horas antes. No sabía que cuando decían a las diez de la noche, querían decir a las doce. Todavía no lo sabía. Entonces estaba él sólo abstraído frente a la computadora y la casa gigante, con patio y pileta, vacía. Parece que los viejos vivían de viaje. Yo me acomodé en un sillón, me ofreció algo para tomar y luego me dió la espalda pidiéndome disculpas. Tenía que contestar algo del chat y yo tan poco interesante. Aunque él podía estar ausente por otro motivo, podía imaginarlo: Una mina que veía seguido y no le daba bola. Qué mierda pensar ahora que estuvo conmigo por resignación o calentura, aunque ya a esta altura ya entendí tantas cosas, estuve con tantos flacos por esa cuestión física tan pura y primitiva, tan fuerte… Lo importante es que en ese momento todavía no pensaba así.

Tomás no me había calentado a mí. No. Él que me había calentado era un flaco que se llamaba Marcos. Apenas me acuerdo. Tenía el pelo negro y lacio. Estábamos metidos en la pileta, yo tenía el vestido floreado, me había tirado vestida. Claro, era una de esas fiestas dónde había mucho alcohol. Y yo quería demostrar algo como que no era tan inocente…porque se me notaba mucho que era una recién llegada.

-Te queres hacer la superada pero es lo que hacen todas las que vienen a la ciudad y dicen “mirá yo ya la tenía clara de antes”, qué tendrán claro, no? Esas… Las otras -Decía ese flaco, Marcos y me miraba con ojos tiernos y asomando una sonrisa de agrandado compasivo.

-Y a vos qué te importa qué?

-Qué quieren vender, que son trolas reventadas? Igual siempre hablamos de las otras, no de vos. – Sonrió.

-Que tarado. - Lo dije y lo pensé. No sé porque, quizás era una idiota. En todo caso a Marcos yo lo estaba calentando sin hacer nada. Nadando.

Me miraba fijo y me hablaba más que las palabras.

-Sos divertida. No te tenes que hacer más la loca de lo que sos. Ahora con qué vas a salir vestida?- Dijo y “UY! LA REPUTAMADRE!” pensé yo, la idiota del momento.

-Así. Qué? No te gusta? - Solté a la histérica a pasear un rato. Ya está, había cagado mi vestido, mi noche se terminaba ahí. Quienes estaban... a ver: Marcos, Tomás, un amigo drogón que se llamaba Lucio o algo así. Una chica que estaba con él que se llamaba Anabel y era muy gorda. Y “LA PUTA!”, la novia de Marcos por lo visto. Acababa de llegar. Estaba maquillada y hermosa y él se acercó a la orilla para darle un tierno beso en los labios.

-¿Qué te pasó? Te caíste? - Me dijo ella y se mostró preocupada.

Luego Tomás buscando ropa por la casa, luego las chicas ofreciéndose a volver a sus respectivas casas. Luego yo quedándome con Tomás fumando entre sábanas, algo deprimida por mi idiotez. Había pensado en volver a casa, pero no. Tenía ganas de algo. Y con esa bata y Tomás algo cálido y yo borracha.

-Hacemos algo? - No sé si lo dije yo o él, ¿importa? Se acercó a mis labios y comenzó a besarme, primero pausadamente, luego introdujo su lengua y puso una mano en mi pecho. Una mano inexperta. Su lengua íba lo más profundo que podía y su otra mano, se metía en mi ropa interior. Yo estaba mojada de cuerpo y alma. Me introdujo un dedo, luego otro y otro. También me besó en el cuello, pero como se movía ahí abajo debió pensar que yo era una actriz porno. Seguía metiendo dedos. “No importa la cantidad” Le susurre en el oído, para que olvidara esa obsesión pornográfica de ensanchar las cosas. Además entendía que si me dilataba en exceso quizás no lo disfrutaría como corresponde. Él era un chico normal. Tenía un pene promedio. Ya la tenía bien parada. Se me vino encima y cogimos. No puedo contar más nada porque acabó enseguida y dejó el cuarto para tirar el forro. Lo escuché caminando por la casa y como la luz de la luna iluminaba el cuarto pensé que eso era el amor.

Cuando volvió a la cama yo estaba insatisfecha, le bajé los boxers y me metí su pene flácido en mi boca. Él no dijo nada pero sentí que se endurecía de nuevo, ventajas de la juventud. Seguí hasta sentirlo duro, el sabor del semen me causaba algo de asco pero trataba de no tragarlo, lo confundía con mi saliva y así caían los chorros asquerosos de mi boca, que me apuraba a limpiar con las sábanas. Cuando estuvo bien duro le puse un forro y me monté encima de él. Supuse que eso retardaría su orgasmo y lo hizo. Empecé a moverme y sentía como venía a hacía mí el placer de sentirlo bien duro adentro mío, rozándome el clitorís con su piel y en lo profundo de mi. El sabor del semen aún andaba en mis labios, en mi barbilla, en mis dientes y llegaba a mi nariz sin importarme. Estaba ahí de sentirme una con las cosas, dejando de pensar y todo lo que pasaba era la transpiración de ir cada vez más rápido cuando sentí como el forro se expandía adentro mío. Él había acabado de nuevo.

-Puff!, eso estuvo buenisimo. – Dijo y me corrió para ir a lavarse.

Así había empezado y era perfecto. Hasta que se puso pesado y me di cuenta de que yo no le generaba nada. Por esa razón se arriesgaba tanto a perderme, pensaba, en mi inocencia, y esa escena de la garganta profunda… Me había generado un asco profundo por su persona. Dejé de verme por un tiempo, como conté en el relato anterior, pero no fue “para siempre”, quise que así fuera.
Para continuar mi relato debo continuar con las correcciones de una memoria un tanto atolondrada o que trata de entender esa fractura en mis recuerdos.

Si supieran donde estoy. Me despierto todas las mañanas y me pregunto, ¿Cómo llegué acá?
La explicación aparece en ráfagas imprecisas y, a veces, las cosas se presentan más prolijas y conservadoras de lo que realmente fueron. Como si mi personalidad fuera más perfecta de lo que es. Como cuando contamos algo y olvidamos nuestros defectos para mostrarnos lo mejor posible porque sentimos que quizás se nos escapa la profunda verdad de lo que somos. En mi caso: Una puta.
Luego de la charla con Mabel comencé el programa. No sabía como lo pagaría. Ellos me dijeron que eso luego se hablaba.

Habían pasado un par de días y estaba yendo al gimnasio religiosamente. También venía el personal trainer, un tipo fornido y tímido. O más que tímido callado, decía sólo lo que consideraba estrictamente necesario: “A ver, dobla un poco más las piernas.”, “No, así no”. Y me tocaba muy suavemente. Él deportivo y yo también. Ambos sudados. Yo con calzas, pensaba si no lo estaba seduciendo de algún modo, si no era peligroso que viniera a mi casa, que estemos sólos, sino podríamos coger algún día. Todo eso pensaba. Pero el tipo era frío, preciso, como si estuviera ajustando un reloj.
Al mes fuí a sacarme las fotografías. Llegué al lugar y no era nada del otro mundo. Cámaras aquí y allá. Reflectores, gente trabajando. El fotografo se limitaba a dictarme actitudes, poses, y a pedirme un cambio de vestuario cada tanto. Yo sacaba mis labios, me ponía a gatas, en cuatro, sacaba un poco la cola, hacía todo lo que me pedían. El trato era amable.

-Carolina, quisieramos sacarte algunas fotos en ropa interior. Si no tenes problema.

-Soy medio tímida para esas cosas.

-Es importante, necesitamos ver tu cuerpo, de hecho es probable que, de continuar el programa, te tengan que hacer un examen médico y para eso te vas a tener que desnudar. Es parte de lo mismo. No las vamos a publicar.

-Yo preferiría no hacerlo. – Dije y los hombres empezaron a guardar todo.

-Terminamos entonces.

-Con las fotos nomás, no?

-Si… aunque es difícil que puedas continuar con el programa si no te podemos sacar fotos en ropa interior.

-Está bien.

-Queres hacerlo?

Asentí. Tenía miedo. No quería echarlo todo a perder así.

-Puedo pedir que se vayan?

-Los técnicos?

-Si es posible.

-Está bien. – El fotógrafo aceptó quedarse sólo conmigo y me sacó las fotos que quiso. Al principio yo estaba con temores, pero me había afeitado bastante la noche anterior. Algunas fotos de mi cola me preocupaban, sabía que el tipo estaba eligiendo ángulos complicados. Pero no serían publicadas, era sólo para conocer mis atributos. – Si seguís con el programa es probable que te tengas que afeitar lo más posible, te va a dar más seguridad. – Me dijo él como leyendo mis pensamientos.

Terminé, me cambié y me fuí.

Esa noche Mabel me llamó a casa.
- Querida, este viernes hay una fiesta en la casa de tu tío, él está en la ciudad. Te recomiendo que vayas con alguien. No vas a querer que él piense mal de vos.
Pero yo no tenía con quien ir y terminé llamando a Tomás. No era lo más recomendable pero alguien. Y no podía llamar a Tomás para pedirle el teléfono de Marcos. Además apenas había visto a ese Marcos. A ese tal Marcos.

Cuando entré al auto de Tomás la música estaba fuerte.

-Tendrías que agradecerme que estoy de traje, tú tío es un tipo bien. Yo lo respeto. – Decía y respiraba agitado. Ahí nomás me di cuenta que estaba pasado de merca. “Es lo que hay” me dije y salimos para la fiesta.
El lugar estaba lleno de autos caros como nunca había visto y los vestidos. Y todo. En un costado estaba mi tío con una copa en la mano.

-Buenas noches, señor, mi padre le manda saludos. – Mi tío miró a Tomás confundido, con el entrecejo fruncido, evidentemente incomodado por las impertinencias del pendejo. – Somos los Oscariaga.

-No me suena. Podes irte?, quiero hablar con mi sobrina.
Tomás sonrió y se fue.

-Cómo estás Tío?

-Ese pibe con el que viniste parece un boludo pajero y merquero. Estás con él?

Fue de las primeras cosas que me dijo mi tío esa noche. Haberlo traído a Tomás no había sido una buena idea, defiinitivamente. Ya tomado no para de mirarle el culo a algunas minas y eso se nota. Sobre todo si el tipo es un idiota.

-Si... Bueno, no tanto. Mabel me dijo...

-Mabel piensa como su concha vieja. Vos tenes una concha joven y tenes que pensar como tú concha joven. No debería importarte quedar bien conmigo. Si estás sola cuál es el problema? Mejor que traer a ese pelotudo es. No te quepa duda.

-Bueno...

-Tampoco te quiero asustar. Ya pensaste qué vas a hacer de tu vida?

-Estoy con la facultad y estoy viendo de entrar a un callcenter, pero no me convence.

-Esa no es vida. Está lleno de boludos detenidos en el tiempo, esperando un llamado, obligados a no hacer nada por nadie, ni siquiera por ellos. Cuando no son obligados a romperle las pelotas a la gente que los trata para el culo, con toda la justificación del mundo. Pobres boludos. Ahí se castiga a la gente.

-Pero de modelo no me siento en forma.

-Carolina. Mirame. Vos SOS una concha joven y hermosa. Que no te intimide nada. Nada puede más que una concha joven. Tenelo claro. Si no lo tenes claro vos, acá, te pasan por arriba. Tomá tus decisiones, que ninguna vieja con billetera te diga nada.

Tenía razón pero él era el de la billetera. Él también se estaba haciendo el boludo seguramente. O no. La impresión que me había dado ese video suyo, en una fiesta como esta. Qué tipo de persona era?

-Cómo voy a pagar el programa?

-Qué programa?

-Mabel me metió en un programa, para hacerme modelo, me dijo que vos querías que yo me ganara todo, que aprenda.

Mi tío sonrió.

-Y? Tuviste que pagar algo?

-No. Todavía no.

-Esa Mabel es una vieja conchuda, te hace la cabeza. Es buena en lo que tiene que hacer pero nada más. Yo voy a andar por la ciudad. Venite mañana a mi oficina y vamos a hablar, por ahí te conseguimos un lugar más acorde. No… Mejor te paso a buscar yo, tengo que hacer algunas cosas antes.
Lo abracé y el sonrió y ya no me incomodó tanto verlo tan soez, me pareció que la ciudad lo ponía así.
Ya se había hecho tarde y busqué a Tomás para irnos pero se me hizo difícil. Lo encontré al final de unas escalinatas, estaba vomitando. Al lado de él estaba Marcos, nos había venido a buscar.

-Me llamó para que los viniera a buscar. – Me dijo y le sonreí. – Echo mierda quedó. Vamos?

-Dale.

Ya en el auto empezamos a hablar, con Tomás despatarrado en el asiento trasero.

-Y? Qué andas haciendo de tu vida?

-Trabajo en un callcenter. Estoy viendo de trabajar en una agencia de mi tío como modelo, pero no me da el físico.

-No sé porque pensás eso.

Reí. Él rió.

-No sé por qué te reís.

-No soy un minón.

-Quién te dijo que no?

-Digo no soy la típica mina de dos metras de altura, esquelética.

-Eso no quita que no seas un minón. No sos un cliché, un estereotipo. Pero sos un minón.

-Sos un boludo. – Le dije sonriendo. Y él me miró. Y sonrió.

Me dejó en mi casa y me dió su número de teléfono.

Me desperté temprano para depilarme y ponerme bien. Habíamos quedado para vernos a la tarde. Ya está. Estaba jugada. Fuí a la peluquería, para estar bien bien linda, y sexy. Para eso me puse una blusa con manga murciélago que me llegaba a la mitad del muslo. Sin medias y con una tanga bien finita. Sabía que mientras caminara por la calle íba a estar medio zarpada, pero íba a ser poco, me íba a tomar un taxi y listo. Quería coger con ese pibe. Eso quería y estaba dispuesta a conseguirlo.

Llamé a un taxi y llegué a la casa de él más rápido de lo que había pensado. Estaba muerta de la ansiedad. El edificio donde vivía esté flaco era imponente. Y su piso ni hablar. Era más como un duplex, con piscina, parte cubierta, parte descubierta. En fin, demasiado. Me dijo que estaba sólo.

-Podrías hacer como Tom Cruise.

-Por?

-Lo del flaco sólo con la camisa y los lentes, que canta.

-Ah, si. Je- Rió y yo también. – Veo que viniste bien vestida.

-Si… qué vamos a hacer, vamos a salir? – Yo estaba nerviosa, decía cosas así, para que él me dijera, lo que me diijo:

-No. Digo, estoy sólo, vamos a estar más cómodos acá creo. Me esperás un segundo?

-Si, claro.

-Ponete cómoda.

Dijo y se fue a algún cuarto. Yo me quedé en el living. Pensé, que podía ir haciendo? No tenía tanto tiempo. Lo de mi tío era a las cinco y eran las tres. Era raro juntarse a esta hora. Evidentemente ninguno de los dos trabajabamos, o no lo suficiente. Igual no era lo que más me incomodaba, debía resolver algo. Algo. Me lo íba a garchar. Eso era. Lo íba a calentar al mango. Así que me coloqué en el medio de uno de los sillones del living y abrí bien las piernas, coloqué mis piernas sobre la mesita ratona que había en el medio y las dejé bien abiertas. Descalza o con los tacos?, más abierta o menos abierta? Elegí cruzarme las piernas. Con los tacos puestos y las piernas abajo. Sino íba a quedar como una puta. Me lo quería garchar, pero también me gustaba. Me gustaba más que Tomás. Entonces quizás no debía garcharmelo…Un rock crudo y cincuentoso sonó por los parlantes asustándome y Marcos apareció de un costado, deslizándose, como Tom Cruise, estaba muy gracioso, estaba vestido igual. Bailó un poco, hizo el ridículo y pronto comenzó a mover la pelvis y me mostró que la tenía enorme. No estaba parada, pero se marcaba en sus slips ajustados como acomodada a un costado. La puta madre, esa cosa me íba a reventar.

-Qué pasó? Viste algo?

-Si…-Dije entre risas- Se te nota mucho.

-Viste? Es incómodo, por eso yo no uso. – Dijo y se sacó los calzoncillos.
Tuve que mirar hacía un costado, como un acto reflejo. Era mucho, estábamos a plena luz de día, era muy pornográfica la situación.

-Qué pasa? No te gusta?

-Es un poco mucho, no te parece? – Dije mientras sonaba el rock de fondo.
Marcos apagó la música, cuando volvía a verlo estaba poniéndose los pantalones.

-Perdoname pero para mí estaba muy claro que venías para esto. Digo, te vestís así, a esta hora de la tarde, que sé yo.

-No, no. Está bien. – Dije y él se acercó a mí con los pantalones aún sin abrochar.

-Está bien o está mal? Qué queres hacer?- Y dió unos pasos más hacia mí.

-Yo estoy con ganas.

-Estás con ganas. Si. – Le dije, aún sin poder mirarlo.- Pasa que no me esperaba… esto, así. – Reí torpemente.

-Pero estás caliente?, digo, queres…?

-Si. Si quiero. – Mientras sutilmente me sacaba los zapatos para luego abrir mis piernas apoyándolas en la mesita ratona. – Vení. – Quise se acercara para besarlo y que me cogiera de una vez.

-Mirame.
Todavía no podía mirarlo, pero lo hice. Lo miré a los ojos. Me indicó con ellos que mirara abajo. Yo asentí.

-Acercarte.
Él se acercó con la misma postura de brazos en jarra, como indignado y como indicándome que hiciera otra cosa. Quería que le muestre más? Tomé mi tanguita y me la saqué abriendo aún más las piernas. Levanté mi blusa un poco más y me mordí el labio.

-Va a hacer falta más que eso para pararla, es grande. – Y era cierto lo que me decía, así, blanda y todo me la podía meter. Ya se había bajado los pantalones y se había puesto frente a mí. Sus piernas a los costados de las mías, parado en el sillón, su miembro en mí cara. Lo tomé entre mis dedos y comencé a masturbarlo. Me lo acercó a los labios y le dí algunos besos. Me lo metí en la boca y sentí como crecía. Era enorme. Realmente. No sabía si crecido me seguiría entrando, sólo la cabeza, él comenzó a empujar hacia atrás. Empezó a respirar fuerte. Yo le acariciaba los huevos y pronto me di cuenta de que no tenía vello púbico, estaba completamente afeitado. Por ahí el tipo era un profesional.

-Mirá, se me hace tarde.

-No me vas a dejar así?

-No, no. Tengo que ir a un lugar…- Dije y me la metió de vuelta en la boca, pero masturbándose freneticamente. Me di cuenta de lo que quería y lo aparté – Hey! No me vas a acabar adentro!

-Y qué esperabas?

-No me gusta.

-Vení…tranquila, probalo, cualquier cosa lo escupís. – Acercó la cabeza de su pija y comenzó a disparar chorros de esperma hacía el interior de mi boca. Algunos cayeron en mi pelo, otros sobre mis tetas. Unos poco en la boca. Los escupí, como acto reflejo.

Le pedí pasar al baño y me fuí.

Llegué a casa apuradisima, tuve que pedirle al taxista que me deje a unas cuadras porque había un tránsito de mierda y podía llegar a tardar media hora en dar la vuelta a la manzana. Caminé apurada y en el semáforo me acomodé el pelo ansiosa esperando que me diera luz verde, enseguida me di cuenta que me estaba levantando demasiado el vestido y cuando empecé a cruzar un vientito me debe haber dejado bien expuesta porque sentí como se me levantaba la blusa por toda mi falda, revelando quizás que no tenía ropa interior.
Llegué a mi casa y me cambié lo más rapido que pude. Pantalón de traje, saco, camisa, formal y punto. Al ratito sonó el timbre. Era mi tío. Había decidido pasarme a buscar. Bajé apurada. Estaba en limusina el tipo.

-Me pareció mejor venir a buscarte de una así probamos una cosa.
Me dijo y fuímos a un lugar donde hacían una especie de casting, ahí me hicieron pasar de una ya que venía con mi tío y me sacaron algunas fotos.
En la limousine mi tío me dió unas pastillas. El paquete decía “Larpal”.

-En realidad no íbas a entrar al programa. Las fotos no dieron el resultado que esperaban pero qué saben… No podes decirle a nadie que estás tomando esto. Salió de unas pruebas que estamos haciendo. Te lo doy a vos porque veo que hay algo de esto que te gusta, que quizás es lo que realmente te gusta y te van a ayudar.

-Pero qué es?

-Nada importante. Te ayuda a tonificar los músculos más rapidamente, pero vos seguí haciendo todo lo que hacías como siempre, digo si queres. Andá al gimnasio, al personal trainer, hace todo eso y tomate una de estas por día. Te va a ayudar. Mientras podes trabajar como secretaria, a menos que quieras hacer otra cosa. Eso lo vas manejando vos. Para mí no hay nada más importante que hagas lo que vos queres, entendes? – Dijo y me tomó las manos y me miró a los ojos – Sabes por qué? Porque estás en edad, no hay edad mejor para esas libertades, este momento no vuelve más, y si yo gané todo lo que gané para garantizarte esto, que así sea entonces.

Dijo y nunca me sentí tan cerca de mi tío como en ese momento.

-Gracias. – Le dije y lo abracé.

-No hay de qué nena.

Cuando llegamos a casa me dijo

-Venite mañana a la oficina a la hora que creas más conveniente, pero no dejés de ir al gimnasio, ni nada de eso, si?

- No hay problema.

A la noche había quedado con Marcos. Estabamos los dos re calientes así que fuí a la casa, tomamos unas copas y me llevó al cuarto.

-Espero que te guste.

-Ah, mira vos- Dije, haciéndome la interesante y en la oscuridad del cuarto me saqué toda la ropa. – Te importa si me desnudo?

-Para nada. – Él me esperaba acostado. Yo me había puesto encima suyo dominadora y con la luz de la ciudad entrando por los grandes ventanales. Era la única iluminación que teníamos. Yo me había dejado la minifalda que llevaba puesta pero ya me había sacado la ropa interior. Él deslizó una mano y acarició mi sexo.- Depiladito… Lindo.

-Te gusta? – Le dije y lo acosté de un beso de lengua bien profundo.

-Es de putas depilarse así, sabías?

-Queres que sea tu puta? – Le dije yo mientras le sacaba la camisa. Ya sentía su sexo bien grande en el pantalón, lo desnudé y rocé mi sexo con el suyo, provocándolo.

-Metetela.

-Queres que me la meta así?

-Dale

Yo le sonreía provocadora, pero la idea de hacerlo sin forro me inhibía un poco.

-No te parece que te falta algo?- Le dije mientras lo masturbaba con una mano.

-Tenes razón. – Dijo él y se levantó dejando su miembro sobre mi cara. Instintivamente empecé a chuparsela.

-No me refería a esto.

-Cómo que no? mirá que grandota que se pone por vos.

Y la verdad no sé si era por mí pero estaba gigante.

-Chupamela bien así me pongo el forro. – Me dijo y entendí, estaba en estado “morcilla”, pero era tan grande. Ya durante la tarde había estado un rato parandosela. Empecé a acariciarle los huevos, bien depilados. Con un hilo de baba aún colgando entre mis labios y su sexo le hablé.

-Esto también es de estrella porno.

-Yo a vos te dije que tenía concha de puta, no de estrella porno.

-Bueno, es lo mismo. – Le dije yo mientras alternaba su pija en mi boca y lo masturbaba con otra mano.

- No es lo mismo, mirá. – Dijo y me metió la pija bien adentro de la garganta, tanto que empecé a atragantarme y lo corrí con la mano.- Ves? Una estrella porno se la manda entera, una puta mediocre la chupa como vos.

-Me estás diciendo puta… y mediocre? – Le dije sonriendo y empecé a metermela bien adentro.

-Ah, queres aprender?

-Claro, quiero ser tu estrella porno. – Le dije, sonriendo y él me agarró y me recostó sobre la cama, metiendo su cuerpo entre mis piernas, ya listo para penetrarme, pero corrigió mis piernas y se las puso en los hombros. Así la penetración era bien profunda. “mierda” pensé, “me va a reventar”.

Me la empezó a meter y yo estaba tan mojada que no daba más.

-Ves?, me dijo y me sacó sus piernas para tumbarlas hacía un costado, él estaba a un costado de mi cuerpo y con una mano me hundía el monte de venus y con la otra introducía dos dedos en mi sexo. Así empezó a mover sus dedos y yo no daba más. Me hizo sentir en las nubes, una, dos veces y seguía. Toda mi piel se contraía, mis músculos, apenas podía respirar el aire del placer y mi mente que se íba.- Ves como acabas?...Sabes qué? Me está calentando demasiado verte acabar… ahí voy- Me dijo y desperté al día siguiente entre sabanas que aún olían a sexo. Me la había metido sin preservativo, estaba segura, porque había sentido su cabeza rugosa y luego nada, más tarde me había llenado de semen. Eso podía recordarlo pero también recordaba risas. Varias risas.

-Anoche te guardaste todo, yo te recomendaría que te tomes una píldora del día después o algo de eso. –

Dijo Marcos saliendo del baño, ya empilchado como para ir a trabajar.

-Qué pasó anoche?

-Estás hecha bolsa… Estabas muy caliente. Me empezaste a montar y no parabas de acabar, yo la tenía durisima. Tocaron el timbre y vos decías que no podías parar, así que hice pasar a mi amigo, se bajó los pantalones y se la empezaste a chupar, yo no lo podía creer, así me hiciste acabar y ahí él te empezó a dar, vos le decías “dame todo” y él pobre no se pudo aguantar mucho más. Ahí me la empezaste a chupar a mí y él te empezó a tocar. En fín… Estuvo muy bien…. Le dije a mi amigo que querías ser puta y te dejó ésta plata- Me alcanzó unos doscientos dólares - Sos demasiado calentona sabías?
No lo podía creer. Me había drogado o algo. No tenía sentido. Agarré mi ropa y me fuí. Salí corriendo. No recuerdo bien. Recuerdo que el portero me saludó y yo salí tan despeinada, tan “hecha concha” que no había duda.

Cuando llegué a casa lloré. Sonó el teléfono varias veces, dejé que el contestador atendiera.

-Hola Carolina, soy yo Marcos. Te llamaba para decirte que era un chiste, tuvimos relaciones y nada más... Quería decirte eso porque por tu reacción supuse que por ahí habías entendido mal. Eso nada más. Espero que estés bien. Cualquier cosa llamame.- Atendí

-Qué era un chiste?

-Lo del otro flaco… Pero no puede ser que no te acuerdes de nada. Es muy raro.

-No me hagas esos chistes. NO ME ACUERDO! No quiero verte… no me llames. Si? – Todavía estaba acongojada.

-Escuchame lo que si es cierto es que lo hicimos sin protección, quizás deberías tomar algo para no quedar embarazada.

-Eso te preocupaba, no? – Dije y corté.

Tomé la pastilla que me dió mi tío. Me bañé y esperé a mi personal trainer.

4 comentarios - Larpal: Entrenamiento y formación de putas 2

Verocontreras
Excelete post, la historia viene increible
sebabas
Verocontreras dijo:Excelete post, la historia viene increible


Si si deacuerdo


Sebabas!
07oso
Genial historia, quiero saber mas