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Compendio III
(Nota de Marco: Al parecer, esta historia se alargó demasiado, por lo que me veo obligado a partirla en 2. Disculpen los inconvenientes.)
LA JUNTA 24: DOMINIO III
Tardé diecisiete minutos en redactar el correo electrónico: tres reescrituras, dos sorbos de café barato de la oficina y un error tipográfico accidental en el que “recuperación de información financiera” se autocorrigió a algo mucho menos profesional y enrredado. Lo borré con una mueca y me recosté en mi silla, cuyo cuero crujió bajo mi peso. El reloj de la pared hacía tictac muy fuerte. Demasiado fuerte.
Esta vez, las órdenes venían de arriba. Nuestra directora general, Edith, me nombró jefe de equipo, supervisando la planificación, la informática y las finanzas para ayudar a solucionar los problemas y el lento rendimiento de nuestro software financiero. Así que juro que esta vez mi convocatoria a Cristina fue legítima. Sin juegos sexuales. Sin humillaciones. De verdad, centrada en el proyecto. Sin embargo...
Sus tacones resonaban contra el suelo de mármol mucho antes de que llegara. El sonido era agudo, decidido, como un metrónomo contando atrás hacia algo inevitable. Cristina entró, con sus curvas moviéndose imponentes dentro de una falda lápiz azul marino que apenas contenía sus caderas. Arqueó una ceja al ver mi escritorio, con el café intacto que aún estaba allí, ahora tibio.

• Estás nervioso. – concluyó al verme, dejando caer una carpeta sobre la pulida superficie de caoba. - ¿Es porque Cassidy se unirá a nosotros?
Sus labios se doblaron, casi imperceptiblemente, en los indicios de una sonrisa, pero yo lo noté. Ella no lo diría. Podía sentir que Cristina estaba a la vez asustada y emocionada por venir con Cassidy. Durante las dos últimas reuniones en mi oficina, la “obligué” a hacer cosas obscenas con otras mujeres. Y utilizo comillas, porque a ella le encantaba ser mi sumisa. Supongo que ese es el secreto de las relaciones amo/sumisa: los sumisos ocultan sus verdaderos deseos bajo la máscara de que sus amos “les obligan” a hacer cosas que no admitirían abiertamente que les gustan.
Cassidy no llamó a la puerta. La puerta se abrió con un gesto teatral, revelando su sonrisa con una blusa de corte vaquero remangada, cuya tela se tensaba contra sus pechos.

o ¡Vaya, vaya! - dijo con voz arrastrada, apoyándose en el marco de la puerta con la arrogancia tejana que le caracterizaba. - Tres es una fiesta, ¿No?
(Well, well, Three’s a party, ain’t it?)
Sus ojos verde uva se movieron rápidamente entre Cristina y yo, captando la tensión como chispas entre cables eléctricos. Cristina exhaló bruscamente por la nariz, apretando los dedos alrededor del borde de la carpeta.
El aire olía ligeramente al perfume de vainilla de Cassidy, dulce y sencillo, que contrastaba con el aroma más intenso del jazmín de Cristina. Cassidy entró tranquilamente, con su coleta balanceándose como un péndulo.
o Así que ese ha sido el verdadero nombre de mi bombón todo este tiempo, ¿Eh? - Golpeó mi placa con una uña , y el tintineo resonó. - Marco.
(So that’s been my cutie pie’s real name all along, huh? Marco)
Saboreó la palabra, lenta y deliberadamente, como si estuviera probando su peso. Luego se inclinó sobre mi escritorio, deliberadamente demasiado cerca, y susurró:

o Supongo que te debo un agradecimiento por haber salvado a mi equipo en aquel entonces. - Su aliento era cálido contra mi oído.
(Guess I owe you a proper thank-you for saving my team back then.)
Me reí suavemente.
- Intenté decírtelo muchas veces, pero tú seguías poniéndome nuevos apodos. - La miré suavemente a los ojos, esos coquetos ojos color iris verde uva, que brillaban con algo entre diversión y hambre. - Pero no hace falta que me des las gracias. Tú y tus amigos hicieron todo el trabajo, no yo. Yo solo pasaba por allí.
La mentira fue fluida, ensayada. Ambos sabíamos que el ciberataque los habría destrozado sin mi intervención. Cassidy sonrió, entendiendo el juego.
• ¿Por qué lo hiciste? - interrumpió Cristina bruscamente.

Sus dedos se tensaron contra el borde de la carpeta, clavando ligeramente las uñas en el cartón. La pregunta no era sobre gratitud, era un análisis de decisiones.
• ¿Por qué los ayudaste? No era tu trabajo. No le debías nada a TI. - Su voz era tensa, inquisitiva.
Casi podía ver los engranajes girando detrás de sus ojos delineados con sombra oscura: ¿Cuál es su intención? La misericordia corporativa no tenía sentido para ella. No sin condiciones.
Me incliné hacia delante, apoyando los codos en el escritorio. La madera estaba fría bajo mis antebrazos.
- Porque había que hacerlo. - Mi tono era pragmático, pero mantuve su mirada hasta que ella parpadeó primero. - Si IT cayera, lo siguiente sería la nómina. Luego la logística. Entonces, tendríamos una crisis en todas nuestras operaciones mineras.
Cristina abrió los labios, dispuesta a discutir, pero Cassidy silbó en voz baja, interrumpiéndola.
o ¿Están cogiendo? - preguntó Cassidy con naturalidad, como si fuera “¿Cómo está el clima?”.
(You guys been fuckin'?)
Cristina y yo nos quedamos paralizados en el acto, rojos como tomates. Cristina apretó la carpeta con tanta fuerza que el cartón se arrugó de forma audible. Sus nudillos se pusieron blancos.
• ¡N-no!... ¿Qué... qué te hace decir eso? - balbuceó Cristina nerviosa, con la voz quebrada en la última sílaba.

Tragué saliva con dificultad, sintiendo cómo el calor me subía por el cuello. Cassidy puso los ojos en blanco y se echó la coleta por encima del hombro con un movimiento de muñeca.
o ¡Por favor! ¿La forma en que ustedes se miran? Como si alguien les hubiera cambiado su café por jugo cachondo. – Sonrió sencilla, balanceándose sobre los talones y metiendo las manos en los bolsillos.

(Please! The way you two look at each other? Like someone swapped your coffee with horny juice.)
El movimiento tensó la blusa sobre su pecho.
o ¿Tú también quieres follártelo? - soltó inmediatamente. Cristina hizo un ruido como el de una tetera ahogada. - Porque mi cariño tiene una grandota.
(You wanna fuck him too? Cuz’ pookie’s packin’ a big’un.)
Cristina tragó saliva y se puso roja.
• Bueno... él... me ha estado castigando. - dijo finalmente, abriéndose. - No he... no he sido una “chica buena” ... así que... él se ha estado acostando con otras delante de mí.
Aunque Cassidy la miró sorprendida, después se echó a reír.
o ¡Por Dios, Crissy! Y apuesto a que lo has estado mirando como un coyote buscando presa después de tres días, ¿Verdad, cariño?
(By golly, Crissy! And I betcha you've been starin’ at him like a coyote looking for game after three days, ain’t I right, sweetie?)
Cristina se sonrojó aún más, lo que lo confirmaba, y Cassidy aplaudió encantada.
o ¡Jo-jo! ¡Por eso caminabas como si tuvieras un cactus en la falda cada vez que salías de su oficina! - Me guiñó un ojo, mostrando los dientes. - ¡Qué malo eres, jefe!
(Oh-ho! So that’s why you’ve been walking like you’ve got a cactus up your skirt every time you leave his office! Real mean, boss!)
Cassidy se inclinó hacia delante, con los codos apoyados en mi escritorio y el escote presionando contra el borde. El aroma a vainilla se intensificó.
o ¡Vamos, osito, no mientas! Crissy tiene las tetas más grandes de toda la maldita empresa, y sé que las has estado comiéndote con los ojos desde el primer día, igual que las mías.
(Now, sugar bear, don’t lie! Crissy’s got the biggest tits in this whole damn company, and I know you’ve been eye-fucking ‘em and mine's since day one.)
Su sonrisa se amplió cuando Cristina contuvo el aliento y sus pezones se endurecieron visiblemente bajo la seda de su blusa.

o Entonces, ¿Qué esperas? No es que ella te esté diciendo que no. - Lanzó una mirada a Cristina, que ahora se mordía el labio inferior con tanta fuerza que podría sangrar. - A menos que... ¿Te guste más verla retorcerse que verla correrse?
(So what’s the holdup? Ain’t like she’s sayin’ no. Unless… you like watchin’ her squirm more than you like watchin’ her cum?)
La verdad era fea y deliciosa: sí, así era. La humillación de Cristina era su propio placer retorcido, y el mío, por poder. Pero la franqueza de Cassidy desveló algo crudo en el aire, como arrancar el envoltorio de plástico de algo prohibido.
- A decir verdad, mi mujer se enteró hace unos años, durante una fiesta de la empresa, de que a Cristina le gustaba jugar a ser dominatrix con Maddie, de Recursos Humanos. - Respondí, con mi verga ya despierta bajo los pantalones.
Cassidy soltó un silbido bajo, con los ojos brillantes de picardía.
o ¡Vaya! ¿Te refieres a Maddie, la rubia cuarentona que parece modelo de Playboy? ¿Esa tipa de tetas gigantes? - Se dio una palmada en la rodilla, riendo. - ¡Maldición, vaquero, te has montado todo el rodeo!

(Well, butter my biscuits! You mean Maddie, the forty-something bimbo who looks like she models for Playboy? That giant-tittied broad? Hot damn, cowboy! You’ve been ridin’ the whole damn rodeo!)
Cristina se puso rígida y sus uñas cuidadas se clavaron en sus propios muslos.
• ¡Espera! - susurró con voz temblorosa. - ¿Quién te contó lo de Maddie y yo?
Su pecho se agitaba y sus pechos se hinchaban peligrosamente contra las costuras de su blusa. Me reí suavemente. Al parecer, Cristina no me había oído la primera vez.
- Mi mujer. Incluso se enteró de la apuesta que habías hecho sobre quién me llevaría primero a su cama. - respondí sonrojándome ligeramente. - Y no fueron las únicas. De hecho, le dije a Maddie que estaba siendo acosado sexualmente, pero como soy un hombre, ella lo ignoró claramente.
Cassidy se rió a carcajadas al oír mis palabras.
o ¿Así que también te has estado tirando a esa rubia?
(So you've been bumping uglies with that blonde babe, too?)
• No solo a ella. - respondió Cristina por mí. - También se ha estado tirando a mi asistente, Ingrid.

o ¿En serio? - preguntó Cassidy en tono burlón. - ¿Y quién ganó la apuesta, bombón? ¿Con quién te acostaste primero?
(Really? An' who won the bet, sugar pie? Who did ya sleep with first?)
Cristina también se mostró intrigada por la pregunta. Tragué saliva, dándome cuenta de que iba a ser “uno de esos días”.
- Mi asistente, Gloria. Pero después de trabajar dos años para mí. - respondí finalmente.

Ambas se sorprendieron por mi respuesta, pero Cassidy parecía encantada.
o ¿Y sigues follándotela, marinero? - preguntó Cassidy, guiñándome el ojo en tono juguetón.
(And ya still fuckin' her, right, ya sailor?)
- Sí. - respondí sin rodeos.
• ¡Pero yo creía que era la novia de tu amigo Nelson! - preguntó Cristina sorprendida. Cassidy estaba en la gloria con los chismes.
- Ella pensaba que tenías una aventura con él cuando lo sacaste de mi equipo. - La miré con molestia. - Gloria quería vengarse con sexo... y nunca dejamos de hacerlo.
• ¡Pero no tuvimos nada! - respondió Cristina tensa.
- ¡Lo sé! El propio Nelson me lo contó. - respondí, sintiéndome avergonzado.
A Cassidy claramente le encantaba. Aplaudió y saltó sobre las puntas de los pies con alegría infantil.
o ¡Dios mío, esto es mejor que las telenovelas de mi madre! - exclamó, abanicándose dramáticamente.
(Sweet baby Jesus! This is better than my mama's soaps!)
El movimiento hizo que su coleta se balanceara violentamente, rozando el hombro de Cristina, que se estremeció como si la hubieran quemado. Cassidy se quedó repentinamente inmóvil, entrecerrando los ojos con mirada depredadora. Su sonrisa se volvió maliciosa mientras nos miraba a las dos, sacando la lengua para humedecerse los labios.
o Entonces... ¿Quieres compartirlo? - preguntó con naturalidad, como si estuviera sugiriendo qué pedir para comer.
(So... wanna share him?)
Cristina se quedó boquiabierta, la carpeta se le resbaló de los dedos y cayó al suelo con un ruido sordo.
o Te dije que las chicas se comportan como yeguas en celo delante de sementales como él. -continuó Cassidy, encogiéndose de hombros con indiferencia. - ¡Y él es un gran bronco con unos cojones enormes, Crissy!
(I told ya ladies act like horny mares in front of stallions like him, and he's a big bronco with huge cojones, Crissy!)
o Si no quieres probarlo, por mí está bien. Apuesto a que tiene una de esas vergas que te dejan dolorida al día siguiente. - Me guiñó un ojo, con sus ojos verde uva brillando.
(If you don't wanna try him, fine by me. I bet he's got one of those cocks that leaves you sore the next day.)
Cristina emitió un sonido ahogado en la garganta, sus mejillas se sonrojaron mientras su mirada se desviaba hacia mi regazo, donde mi erección se tensaba contra la tela de mis pantalones. El aire de la oficina se volvió más pesado, denso con feromonas y el choque agudo y dulce de los perfumes, hasta que el silencio se rompió con el inconfundible sonido de las uñas de Cristina raspando contra el escritorio de caoba mientras se agarraba a él para mantener el equilibrio. Cassidy sonrió con aire burlón y extendió la mano para recorrer con un dedo el antebrazo tembloroso de Cristina.
o ¿Sabes? - preguntó, bajando la voz hasta convertirla en un susurro conspirador. - Siempre me he preguntado qué tipo de ruidos hace una reina corporativa cuando la destrozan.
(Y'know, I've always wondered what kinda noises a proper corporate queen makes when she's gettin' wrecked.)
Antes de que Cristina pudiera reaccionar, las manos de Cassidy se posaron en su cintura, rápidas como una serpiente que ataca, y con un movimiento fluido, le arrancó la blusa de la cintura de la falda. Cristina jadeó, levantando instintivamente los brazos, no para defenderse, sino para facilitarle el acceso a Cassidy mientras le quitaba la seda de la piel.
o ¡Jesús, jalapeños saltarines! - susurró Cassidy, mirando abiertamente cómo se liberaban los enormes pechos de Cristina, que apenas contenía el encaje blanco de su sujetador.

(Jesus jumpin' jalapeños!)
Las copas se tensaron bajo su propio peso, y la tela se hundió peligrosamente donde sus pezones presionaban contra el delicado material. Cassidy silbó, en voz baja y con admiración, antes de extender las manos para ahuecar el pecho izquierdo de Cristina con ambas manos y apretarlo experimentalmente. El gemido que escapó de los labios de Cristina fue involuntario, y se detuvo a mitad de camino cuando mis propios dedos encontraron su pezón derecho a través del encaje y lo pellizcaron con fuerza.
Cassidy no pidió permiso. No lo necesitaba. Las respiraciones rápidas de Cristina y la forma en que sus caderas se sacudían hacia adelante cuando los dientes de Cassidy rozaban su pezón expuesto lo decían todo. Observé, fascinado, cómo las rodillas de Cristina temblaban, cómo su armadura corporativa se disolvía bajo la atención áspera y juguetona de Cassidy.
o Sabes a bourbon caro. - comentó Cassidy contra la piel de Cristina, mientras su lengua trazaba lentos círculos alrededor del pezón endurecido.
(Y'all taste like expensive bourbon.)

Cristina gimió y enredó los dedos en la coleta de Cassidy, no para apartarla, sino para atraerla más hacia sí. El contraste era obsceno: las uñas pulidas de Cristina clavándose en el hombro bronceado de Cassidy, su blusa perfectamente entallada abierta como una bandera de rendición. Cassidy le sonrió, con los labios brillantes por la saliva.
o ¿Sigues fingiendo que no quieres montarlo, cariño? - Acompañó la pregunta con un mordisco lo suficientemente fuerte como para hacer que Cristina jadease.
(Still gonna pretend ya don’t wanna ride him, darlin’?)
Mi verga palpitó en respuesta, atrapada y dolorida contra la cremallera. La respuesta de Cristina llegó en forma de un tembloroso asentimiento, con los ojos cerrados mientras las manos de Cassidy se deslizaban hacia abajo para desabrocharle la falda. La tela cayó a sus pies, revelando unos muslos ya húmedos por la excitación. Cassidy soltó un silbido bajo.
o ¡Dios todopoderoso! - exclamó arrastrando las palabras, y le dio a Cristina una palmada seca en el culo lo suficientemente fuerte como para dejarle una marca roja.

(Lord almighty!)
El sonido resonó en la oficina, mezclándose con el gemido de sorpresa (Y excitación) de Cristina.
o ¡Eres una maldita obra maestra! - declaró Cassidy, dando un paso atrás para quitarse la blusa.
(You’re a goddamn masterpiece!)
Los botones se desabrocharon con imprudente abandono, revelando un sujetador amarillo de encaje que apenas contenía sus modestas curvas. A continuación, se quitó los pantalones cortos, con la mezclilla enganchándose momentáneamente en sus caderas antes de caer para revelar unas piernas tonificadas y una tenue franja de rizos rubios que asomaba por sus bragas. Mis dedos se crisparon contra mi muslo hasta que llegaron a tronar: cada centímetro de ella era perfección bañada por el sol, hasta las pecas que salpicaban sus clavículas. Ella me pilló mirándola y me guiñó un ojo, arqueando deliberadamente la espalda para que sus tetas se tensaran contra el encaje.

o ¿Te gusta lo que ves, jefe? – preguntó femenina. Desafiante. Cautivadora.
(Like what ya see, boss man?)
Cristina contuvo el aliento a mi lado. Sus dedos temblaban sobre mi rodilla, en una mezcla de nerviosismo y expectación. Cassidy se dio cuenta y sonrió con aire burlón, inclinándose deliberadamente para desatarme los zapatos, con el trasero balanceándose tentadoramente cerca de la cara de Cristina.
o Quizá deberías relajarte, Crissy. - bromeó, con su aliento caliente contra mi espinilla mientras me quitaba el calcetín con los dientes. - No hay lugar para los nervios cuando estás a punto de tragarte una verga tan bonita.

(Might wanna loosen up, Crissy, Ain’t no room for nerves when you’re ‘bout to swallow a dick this pretty.)
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