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La complicidad prt 2

Así pasaron varios meses con esta complicidad que cada vez fue aumentando más y más. Al principio era solo espiar en el baño o dejarle alguna tanguita usada para que se desahogara, pero poco a poco las cosas se fueron calentando.
Mi hijo empezó a pedirme más: que si podía dejar la puerta más abierta cuando hacíamos el amor, que si le avisara con anticipación para que se preparara mejor, incluso me preguntó si podía grabar algún video para verlo después.  
Yo, que ya estaba metido en esta locura y me excitaba una barbaridad imaginarlo pajeándose pensando en su madre, accedí a todo. Una noche, después de una cena normal donde los tres actuábamos como si nada, le mandé un mensaje a mi hijo: "En 20 minutos, puerta entreabierta, luz baja.". 
Él respondió con un simple "Gracias pa". Su madre estaba cansada del día, pero yo la empecé a calentar en la cama con besos y caricias, hasta que se prendió como siempre. Empezamos despacio, yo la besaba en el cuello mientras le quitaba la ropa, y ella gemía bajito. Sabía que él estaba ahí, asomado por la rendija de la puerta, y eso me ponía como loco. 


La puse boca arriba, le abrí las piernas y empecé a chuparla despacio, escuchando sus suspiros. De reojo vi la sombra de mi hijo moviéndose, seguramente ya con la pija en la mano. Después la volteé, la puse en cuatro y empezamos a tener relaciones, como a ella le gusta. Los gemidos de se madre llenaban el cuarto,y yo empujaba pensando en que mi hijo lo veía todo: las tetas de su madre balanceándose, el culo abierto, mi verga entrando y saliendo. En un momento, para calentar más la cosa, le dije a ella en voz alta: "Estás hermosa hoy,amor, te gusta así?".


 Ella respondió caliente: "Sí, dame más...". Sabía que él escuchaba todo, y eso me hizo acabar como nunca, llenándola adentro mientras imaginaba que mi hijo se corría al mismo tiempo afuera. Al día siguiente, mi hijo me buscó en privado, todo nervioso pero excitado. "Pa... anoche fue increíble, lo vi todo. Mamá está... uf, no sé cómo decirlo. Gracias por dejar la puerta abierta". Yo le sonreí y le pregunté: "¿acabaste viéndonos?". Él se puso rojo pero asintió "Dos veces... no pude parar". Le palmeé el hombro y le dije:"Tranquilo, hijo. Si querés más, solo pedímelo. Pero esto queda entre nosotros". 


Los pedidos empezaron a subir de tono. Me pidió fotos de cerca de la concha de su madre después de que yo acabara adentro, para "ver cómo queda". Al principio dudé, pero una noche lo hice: acabé en ella, salí despacio y le saqué un par de fotos con el celular mientras ella dormía plácidamente. Se las pasé y el pibe casi se muere de la excitación. "Pa,sos el mejor... no sabés lo que es esto para mí". Pero lo que realmente cambió todo fue una tarde que su madre salió de compras y nos dejó solos a nosotros dos. Mi hijo me miró y, con voz temblorosa, me dijo: "Pa... ¿y siun día... no sé, si mamá supiera? ¿O si... yo pudiera tocar aunque sea un poco?".Me quedé helado un segundo, pero la calentura ya me tenía dominado. "Eso sería cruzar una línea grande, hijo. Pero... no sé, capaz si se da natural...".


 Él me miró fijo: "Vos también te excitás con esto, ¿no?Te vi anoche, teniendo relaciones más fuerte que nunca sabiendo que yo miraba". Tenía razón. Esa confesión mutua nos acercó más. Empezamos a hablar abiertamente de lo que nos calentaba o excitaba: a él, el cuerpo de su madre, sus tangas, imaginarla gimiendo; a mí, la idea prohibida de compartir eso con él, de verlo excitado por lo mismo que yo amaba de ella. Pasaron unas semanas más, y un fin de semana que llovía mucho, los tres estábamos en casa aburridos viendo una película. Su madre estaba con una remera holgada y shorts cortos, sin corpiño, las tetas marcadas. Yo veía cómo mi hijo la miraba disimulado, y me excitaba saberlo. En un momento, ella se levantó a buscar algo a la cocina, y él me susurró: "Pa... mirá cómo se le marca todo". Yole respondí bajito: "Sí, está hermosa tu madre, ¿no?". Esa noche, cuando ya ella estaba medio dormida en la cama, le empecé a hacer masajes" inocentes" que se fueron calentando. 


Ella se prendió rápido, y empezamos a coger despacio. Le dejé la puerta más abierta que nunca. Mi hijo entró sigiloso y se quedó al lado de la cama, en la oscuridad, mirándolo todo de cerca. Yo lo vi, y en vez de parar, lo hacia más fuerte. Él se sacó la pija y se pajeaba a medio metro de nosotros. Su madre gemía con los ojos cerrados, sin darse cuenta. Cuando acabé, salí de ella y, en un impulso loco, le hice seña a mi hijo para que se acercara más. Él se acercó temblando, y yo, sin decir nada, le tomé la mano y la guie para que tocara apenas la concha húmeda de su madre, que aún dormida, estaba mojada. Él tocó, sintió el calor, la corrida mía mezclada... y se corrió en el acto, salpicando un poco la sábana. Esa fue la noche que todo cruzó el límite. Al día siguiente, mi hijo me miró diferente, como pidiéndome más. Y yo... yo sabía que esto ya no tenía vuelta atrás. La complicidad se había convertido en algo mucho más intenso, y lo peor(o lo mejor) es que nos encantaba a los dos. Solo faltaba ver si algún día su madre se enteraba... o si, en el fondo, ya sospechaba algo.

2 comentarios - La complicidad prt 2

55mecan +1
Tremendo!!!
+10
Muy caliente todo
diegoprey +1
Terrible +10...divino morbo 😉...hay continuación?...