Desde la última pelea que tuvimos y pudimos arreglarnos todo marchaba perfecto en nuestras vidas, él cumplió su palabra y buscaba siempre la manera de tener más tiempo para mí, para vernos.
Al estar su esposa embarazada no podía estar todo el tiempo detrás suyo como antes y él aprovechaba eso para decirle alguna mentira y escaparse conmigo toda la tarde.
Le decía a mi tía que estaba necesitaba quedarse hasta tarde en su oficina o incluso salir a otra ciudad por temas de su trabajo. Que todo lo hacía por ella y la bebé que pronto tendrían. Con esa excusa podíamos darnos el lujo de pasar a veces la noche entera juntos en nuestro "nidito de amor".
Los meses pasaban y la verdad ya nos estábamos pasando de infieles jejejj, cada vez pasaba más tiempo conmigo que con mi tía. Ya para mi tía era un secreto a voces que él la engañaba, y por la forma en que miraba en las reuniones familiares era más que evidente que sospechaba de mí.
Yo sólo le sonreía hipócritamente como diciéndole -Sí tía, yo soy la putita que se anda comiendo a tu marido-.
Pero el karma pega fuerte y un día me tío me dió la peor noticia que podía darme justo después que terminamos de hacer el amor.
Mientras nos vestíamos para salir a comer algo me empezó a contar que le estaban ofreciendo la dirección de un corporativo muy importante en otra ciudad, su vida cambiaría totalmente para bien; sólo que lejos de aquí...
Después de escuchar las palabras de mi tío cuando me dijo que al día siguiente se mudaría a otra ciudad me quedé completamente muda.
Sentí un dolor como nunca antes lo había sentido en el corazón, Como si me lo pisaran. Estaba completamente inmóvil por la noticia.
Dime que estas bromeando, si eso es, es una broma; tú siempre tan gracioso...-
Dije mientras tenía una risa nerviosa, sin embargo mis lágrimas comenzaban a correr.
No bromearía con algo tan delicado chiquis... quería decírtelo pero nunca encontraba la manera-
-No quiero que sufras ni que llores y menos por mí, tú sabes que no lo merezco; no merezco tus lágrimas- Me decía mientras la tristeza invadía su rostro.
-Ah no querías destrozarme el corazón...- le respondí.
-¿Tienes idea de lo que siento Alejandro?-
-Me estas destrozando el corazón con esto, debiste decírmelo para, para… ¡No sé! Pero debiste decírmelo-
-No te quiero perder- Le dije llorando mientras me acercaba a él y lo abrazaba.
-¿Yo no soy suficiente razón como para que te quedes?- Le grite aún abrazándolo.
Mi cara tocaba uno de sus costados mientras lloraba y el correspondía a mi abrazo lo cual me hacía llorar aun peor. No me imaginaba sin sus abrazos, sin sus caricias y sin su compañía.
-Si estuviera en mis manos me quedaría contigo chiquis para siempre, lo sabes-
-Pero tú tienes toda una vida por delante, y yo una responsabilidad aún mayor- refiriéndose a su bebé.
-No puedes atarte a un sentimiento, no será la primera vez que te enamores-
-Siempre estaré para tí aunque este lejos, siempre pensare en tí y siempre sabré que te llevo en mi corazón, pero debes aceptar como son las cosas-
-No alejandro!- lo interrumpí.
-No, no me dejes, no te vayas- Le dije apretando los dientes y abrazándolo más fuerte.
Tu crecerás, te enamoraras de muchos otros chicos, pero sobre todo serás feliz; vas a ver que sí chiquis- Me decía tratando de calmarme.
-¿Y crees que eso me hace sentir mejor?-
-¿Crees que con eso voy a tranquilizarme? -
-Entiende Alejandro yo te amo ¡Te amo!-
Le decía llorando y apretando los dientes para no derrumbarme.
-Todo el maldito día solo estoy pensando en tí, mis libretas están llenas de tus iniciales-
-Me he entregado a ti tantas veces que ya no pienso en nadie más-
Le gritaba ya con la cara llena de lágrimas.
No sabes cuánto me odio por esto, ódiame si quieres estoy de acuerdo con eso pero no sufras más por mí chaparra- Me contestaba el muy estúpido sabiendo que mi corazón lo acababa de hacer trizas.
Hace apenas unos minutos habíamos hecho el amor de esa forma que tanto me gustaba. Y ahora descutiendo la idea de que tal vez no volveríamos a vernos nunca más.
De pronto comencé a sentirme muy mal, me dolía mucho la cabeza y el pecho, el aire me faltaba; simplemente quería salir de allí. No soportaba estar enfrente de él repitiendome que se marchaba y que lo perdonara por hacerme sufrir de esa manera.
-Yo no hubiese venido éste maldito día si supiera que me dirías todas estas cosas- Le recriminaba.
Quisiera poder llevarte conmigo mi amor, pero tú sabes que así no pueden ser las cosas-
-Tu vida está aquí y yo ahora tengo una personita por quién velar y tratar de ser un buen ejemplo para mi hija-
-Maldigo la hora en que te hice llorar por primera vez porque no lo mereces mi amor, mereces a alguien mejor-
Yo ya no le dije más nada, sólo tenía ese maldito dolor de cabeza y ese dolor en mi pecho. Me senté en el sofá a llorar.
Finalmente después de casi una hora de silencio hable...
-¿A qué hora debes irte?- Pregunté muy seria y con la mirada perdida.
Aún no lo sé tal ve…- Dijo Alejandro pero lo interrumpí.
-A qué hora!!- Grite para que no le diera más vueltas al asunto.
-A las 8 de la noche sale nuestro avión- me respondió sin dar más rodeos.
-Vete…- Dije en voz baja pero no me escucho o no entendió.
-¿Qué?- Preguntó muy serio y con confusión en su rostro.
-Dije que te vallas! lárgate con tu esposa, no te quiero ver, vete!!- Le grite para que entendiera.
El solo tomo una almohada y una sábana y se fue a dormir a la sala; caminó lentamente hasta la puerta por si me arrepentía pero no era algo que fuera a pasar. Cuando cerró la puerta volví a hundirme en llanto.
Ya estaba cansada de llorar, ya estaba harta de sufrir, maldecía la hora en que sentí cosas por mi tío; pero fue lo más hermoso que viví en toda mi vida.
Maldije todos esos momentos hasta perder las fuerzas, mi cara estaba completamente roja y mis parpados hinchados. Finalmente abrazando su almohada me quede profundamente dormida.
En la mañana el reloj sonó a las 8:00 am, pensé que ya se había marchado, que tal vez ya estaría en su casa desayunando con su esposa.
Pero al inclinar la cabeza un poco note que su ropa estaba doblada sobre la cama y había unas maletas en una esquina.
-Sabes, lo que más me gusta de ti es que nunca reprimes tu sentimientos...-
-Si sientes algo o quieres algo simplemente lo dices o lo demuestras sin importarte las consecuencias chiquiss- Escuché que me decía mientras salía de bañarse.
-¿Por qué me dices todo esto precisamente hoy?-
-Suéltame, no quiero que me abraces, ya no me hagas más daño solo vete y ya- Le dije con la voz quebrada.
-Aunque no quieras te voy abrazar, y me quedaré aquí contigo hasta que puedas decirme adiós con una sonrisa chiquis; porque te amo-
-Y jamás me perdonaria que el ultimo recuerdo que tenga de ti sea odiándome-
-Aun si eso implica que no vuele hoy, o que mi esposa no sepa de mí en todo el día-
-Tú eres más importante-
Sabes que es lo que más odio de ti?- Pregunté y en la cara de mi tío se hizo presente la seriedad.
-Que siempre sabes cómo hacerme sentir mejor- Dije mientras lo abrazaba más fuerte.
Tenía miedo de que el reloj avanzara, que los segundos pasaran volando sin poder detenerlos. Tenía miedo de que llegara la noche y no estuviera lista para lo que iba a pasar.
-Por ahora quiero que olvides todo lo que paso ayer- me dijo.
Bórralo de tu mente, finjamos que es un día cualquiera-
-¿Qué sería lo primero que haríamos?- Preguntó.
-Pues… Tu sabes, eso que hacemos casi a diario- Respondí mientras se me erizaba la piel y el corazón se me aceleraba.
Mirándome directo a los ojos, con su mano izquierda comenzó a levantar mi playera y acariciaba todo mi cuerpo. Poco a poco me fue quitando toda mi ropa.
Después regreso a mi cara y con la punta de sus dedos marco el contorno de mis ojos, de mis labios y de mis mejillas causando ese color rojizo que tanto le gustaba; mientras con su nariz jugueteaba en mi piel haciéndome sonreír.
Yo me acerque a sus labios los cuales comencé a besar lentamente, sintiendo cada parte de estos. Como recorrían cada centímetro de mis labios y como me hacían olvidarme de todo.
Con mis manos tocaba su rostro, su lengua entraba en mi boca y recorría el camino que marca mi lengua.
Le extendí mis brazos para que me tomara en los suyos, mi corazón hacía ese pum pum que iba al ritmo de nuestros besos. Me gustaba tocar su cabello mientras él me daba pequeñas mordidas en el cuello.
Fue bajando y me hacía gritar como loca al estimular la parte más sensible de mi cuerpo con su lengua.
Después de un rato de estar comiéndome de esa manera me dió la vuelta y me paró el culo hacia él.
Puso lubricante en su miembro y también en las puertas de mi ano y comenzó a empujar, yo suspire y apreté las sábanas sobre el colchón por lo rico que estaba sintiendo.
Sentía esa electricidad en mi cuerpo que me inundaba desde la cabeza hasta la punta de los pies. Yo sólo me mordía los labios al sentir eso dentro de mí.
Comenzó con un ritmo lento haciéndome suspirar y decir su nombre casi susurrando, cerré mis ojos por la sensación tan deliciosa de su miembro dentro de mí.
Con sus manos me tomó de la cintura y me jalaba hacia él haciendo más profunda la penetración. Esa lentitud era terriblemente placentera mientras mis suspiros me hacían sudar frío y me moría por comerme a mi tío a mordidas con mi orto.
Tal vez era su musculoso cuerpo o sus ojos tan enigmáticos pero él era toda una adicción para mí, y lo tuve para mí muchos meses; meses gloriosos donde sus mordidas quedaron marcadas en mi piel al igual que sus caricias. Pero sobre todo yo estaba marcada por él, siempre seria de su pertenencia.
-Te amo tanto-
-Sigue así...-
-No te detengas, hazme tuya para siempre- le decia yo.
Su embestidas iban en aumento y el miembro se le hinchaba más avisando que estaba por correrse adentro de mi ano.
-Aaahhgg!!- finalmente soltó un resoplido vaciando toda la leche de sus huevotes en mis entrañas.
Yo me arqueaba buscando su boca para besarlo una y otra vez hasta casi quedarme sin aire.
Quedamos recostados en la cama yo sobre su pecho mientras intentábamos recobrar el aliento.
El solo recorría sus manos sobre mi cuerpo mientras escuchábamos como las malditas manecillas del reloj hacían ese sonido indicando que los segundos avanzaban.
Comencé abrazarlo como si se fuese a escapar, sólo le rogaba al tiempo que se detuviera.
-¿Qué te parece si pedimos una pizza, tu favorita?- Preguntó mi tío, yo solo asentí sonriéndole.
Se separó de mí para vestirse y yo tomé un baño para prepararme. Fué uno de los baños más largos que he tomado, en la regadera me gusta reflexionar sobre las cosas que me pasan.
Cuando salí del baño la pizza ya habia llegado. Nos sentamos a comer juntos.
-Me será muy difícil llegar a casa después de la escuela y saber que estoy sola-
Le dije mientras comíamos, mirando hacia el techo para evitar llorar otra vez.
-No pienses en eso- me decía.
-Pronto tendrás tiempo de sobra para salir a distraerte con tus amigas, y aunque me duele admitirlo la verdad es que pretendientes nunca te van a faltar, tu eres muy bonita-
Sin más que decir pasamos la tarde más maravillosa que puedo recordar. Pasamos mucho tiempo hablando sobre nosotros.
Jugamos, reímos y volvimos a hacer el amor hasta que el reloj marco las 5:00 pm.
Al dar esa hora mi tío se metió a bañar para después cambiarse, yo simplemente me repetía a mí misma que no debía llorar, que debía ser fuerte.
Antes de salir del departamento no pude evitar darme la vuelta para mirar por última vez nuestro "nidito de amor".
Como si con eso pudiese revivir todos los momentos que había pasado con mi tío ahí. Todo paso frente a mi mientras me imaginaba cada segundo con él, sus palabras, sus caricias y sobre todo nuestro amor.
Si estaba haciendo un esfuerzo para no llorar con eso que me puse a recordar las lágrimas empezaron a escurrir por mis mejillas.
Al subir a su camioneta me tomo de la mano y me dijo que había llegado la hora.
-Quiero darte esto-
Mi tío tomo una de mis manos y me entrego una cadena de oro rosado que tenía mis iniciales.
-Quiero que recuerdes que el mundo no se acaba y que allá afuera hay una vida maravillosa que descubrirás una vez que las nubes se esparzan-
Mientras me decía eso me beso en la frente y yo abracé esa cadena fuertemente contra mi pecho.
Dió marcha y nos dirjimos hacia mi casa, aunque no me dejó un par de casas antes como lo hacía siempre que me llevaba. Incluso se bajó tambien y me acompañó hasta la puerta.
Al llegar mi mamá nos recibió sorprendida pero él le dijo que sólo pasaba a despedirse y que habíamos coincidido por casualidad en la plaza. Que se ofreció a traerme a casa y aprovechando el viaje se despedía de ella porque esa misma noche partía con su esposa y su bebita.
En lo que él y mi mamá hablaban subí a toda prisa a mi habitación para encontrar mi mochila, encontré mi libreta donde tenía todos los dibujos y escritos que le había echo durante muchos meses y que nunca tuve el valor de mostraselos porque me daba mucha vergueza.
Arranque los más importantes para mí y los metí en un sobre el cual bajé y discretamente le dí cuando mi mamá se despidió de él y se metió a la casa.
Le dije que lo guardara bien de mi tía y lo habriera cuando tuviera tiempo, así sabría todo lo que sentía por dentro.
Sentí un frio en mi pecho mientras mis ojos decían todo lo que mis palabras no podían expresar.
Quería decirle mil cosas pero no venían al caso, Jamás pensé que así sería mi despedida con él.
De pronto estiró su mano para tocar mi rostro, estaba por decirme algo pero en ese maldito momento sonó su celular.
Era la maldita de mi tía, esa maldita perra que terminó ganando, ella se quedaría con él y le daría una familia.
Le preguntaba donde estaba, al parecer en la mañana él le había hablado para explicarle por qué no había llegado el día de ayer.
Ella se escuchaba furiosa, le preguntaba sarcásticamente si "seguía dejando las cosas en orden en la oficina".
Si ya estaba por llegar porque pronto debían ya estar yendo para el aeropuerto.
Entonces él supo que ya debía marcharse. Pero no sin antes plantarme un último beso, y yo le dí el abrazo más fuerte que jamás le había dado en mi vida.
Ahí en el pórtico de mi casa, importándonos más bien poco si mi mamá nos veía.
Mientras por mis mejillas corrían esas lagrimas saladas que me llenaban de tristeza.
Esa fue nuestra verdadera despedida, no hubo palabras, sólo sentimientos.
Entre de nuevo a mi casa, por suerte mi madre no vio nada; aunque la verdad para esas alturas me daría igual si lo hubiera echo.
Al entrar a mi cuarto la soledad me abrazó casi de golpe haciéndome sentir una nostalgia que nunca antes había experimentado.
Mi habitación estaba completamente silenciosa, sólo escuchaba en mis oídos mis sollozos y cómo mi respiración se agitaba.
En un arrebato de locura corrí a toda prisa, abrí la puerta de mi habitación, baje por las escaleras y salí corriendo hasta la calle. Pero ya no estaba...
Al volver a entrar mi madre con cara un poco sorprendida me pregunta.
-Que traes niña-
-Por qué actúas tan rara-
Ni siguiera me digné en contestarle y me subí lo más rápido que pude a mi habitación.
A partir de ese día me condenaría a semanas de depresiones y de desánimo. No comería, no soñaría, no dormiría; pero lo más difícil seria fingir ante mi madre que todo estaba bien y solamente llorar por las noches en mi cuarto.
Finalmente me senté en el suelo de mi habitación mientras el reloj se reía de mi diciéndome que no pude hacer nada para para detenerlo.
Allí en la alfombra me acosté en posición fetal a llorar hasta que mis ojos no pudieron más rogando al cielo que algún día regrese a mi lado...
Al estar su esposa embarazada no podía estar todo el tiempo detrás suyo como antes y él aprovechaba eso para decirle alguna mentira y escaparse conmigo toda la tarde.
Le decía a mi tía que estaba necesitaba quedarse hasta tarde en su oficina o incluso salir a otra ciudad por temas de su trabajo. Que todo lo hacía por ella y la bebé que pronto tendrían. Con esa excusa podíamos darnos el lujo de pasar a veces la noche entera juntos en nuestro "nidito de amor".
Los meses pasaban y la verdad ya nos estábamos pasando de infieles jejejj, cada vez pasaba más tiempo conmigo que con mi tía. Ya para mi tía era un secreto a voces que él la engañaba, y por la forma en que miraba en las reuniones familiares era más que evidente que sospechaba de mí.
Yo sólo le sonreía hipócritamente como diciéndole -Sí tía, yo soy la putita que se anda comiendo a tu marido-.
Pero el karma pega fuerte y un día me tío me dió la peor noticia que podía darme justo después que terminamos de hacer el amor.
Mientras nos vestíamos para salir a comer algo me empezó a contar que le estaban ofreciendo la dirección de un corporativo muy importante en otra ciudad, su vida cambiaría totalmente para bien; sólo que lejos de aquí...
Después de escuchar las palabras de mi tío cuando me dijo que al día siguiente se mudaría a otra ciudad me quedé completamente muda.
Sentí un dolor como nunca antes lo había sentido en el corazón, Como si me lo pisaran. Estaba completamente inmóvil por la noticia.
Dime que estas bromeando, si eso es, es una broma; tú siempre tan gracioso...-
Dije mientras tenía una risa nerviosa, sin embargo mis lágrimas comenzaban a correr.
No bromearía con algo tan delicado chiquis... quería decírtelo pero nunca encontraba la manera-
-No quiero que sufras ni que llores y menos por mí, tú sabes que no lo merezco; no merezco tus lágrimas- Me decía mientras la tristeza invadía su rostro.
-Ah no querías destrozarme el corazón...- le respondí.
-¿Tienes idea de lo que siento Alejandro?-
-Me estas destrozando el corazón con esto, debiste decírmelo para, para… ¡No sé! Pero debiste decírmelo-
-No te quiero perder- Le dije llorando mientras me acercaba a él y lo abrazaba.
-¿Yo no soy suficiente razón como para que te quedes?- Le grite aún abrazándolo.
Mi cara tocaba uno de sus costados mientras lloraba y el correspondía a mi abrazo lo cual me hacía llorar aun peor. No me imaginaba sin sus abrazos, sin sus caricias y sin su compañía.
-Si estuviera en mis manos me quedaría contigo chiquis para siempre, lo sabes-
-Pero tú tienes toda una vida por delante, y yo una responsabilidad aún mayor- refiriéndose a su bebé.
-No puedes atarte a un sentimiento, no será la primera vez que te enamores-
-Siempre estaré para tí aunque este lejos, siempre pensare en tí y siempre sabré que te llevo en mi corazón, pero debes aceptar como son las cosas-
-No alejandro!- lo interrumpí.
-No, no me dejes, no te vayas- Le dije apretando los dientes y abrazándolo más fuerte.
Tu crecerás, te enamoraras de muchos otros chicos, pero sobre todo serás feliz; vas a ver que sí chiquis- Me decía tratando de calmarme.
-¿Y crees que eso me hace sentir mejor?-
-¿Crees que con eso voy a tranquilizarme? -
-Entiende Alejandro yo te amo ¡Te amo!-
Le decía llorando y apretando los dientes para no derrumbarme.
-Todo el maldito día solo estoy pensando en tí, mis libretas están llenas de tus iniciales-
-Me he entregado a ti tantas veces que ya no pienso en nadie más-
Le gritaba ya con la cara llena de lágrimas.
No sabes cuánto me odio por esto, ódiame si quieres estoy de acuerdo con eso pero no sufras más por mí chaparra- Me contestaba el muy estúpido sabiendo que mi corazón lo acababa de hacer trizas.
Hace apenas unos minutos habíamos hecho el amor de esa forma que tanto me gustaba. Y ahora descutiendo la idea de que tal vez no volveríamos a vernos nunca más.
De pronto comencé a sentirme muy mal, me dolía mucho la cabeza y el pecho, el aire me faltaba; simplemente quería salir de allí. No soportaba estar enfrente de él repitiendome que se marchaba y que lo perdonara por hacerme sufrir de esa manera.
-Yo no hubiese venido éste maldito día si supiera que me dirías todas estas cosas- Le recriminaba.
Quisiera poder llevarte conmigo mi amor, pero tú sabes que así no pueden ser las cosas-
-Tu vida está aquí y yo ahora tengo una personita por quién velar y tratar de ser un buen ejemplo para mi hija-
-Maldigo la hora en que te hice llorar por primera vez porque no lo mereces mi amor, mereces a alguien mejor-
Yo ya no le dije más nada, sólo tenía ese maldito dolor de cabeza y ese dolor en mi pecho. Me senté en el sofá a llorar.
Finalmente después de casi una hora de silencio hable...
-¿A qué hora debes irte?- Pregunté muy seria y con la mirada perdida.
Aún no lo sé tal ve…- Dijo Alejandro pero lo interrumpí.
-A qué hora!!- Grite para que no le diera más vueltas al asunto.
-A las 8 de la noche sale nuestro avión- me respondió sin dar más rodeos.
-Vete…- Dije en voz baja pero no me escucho o no entendió.
-¿Qué?- Preguntó muy serio y con confusión en su rostro.
-Dije que te vallas! lárgate con tu esposa, no te quiero ver, vete!!- Le grite para que entendiera.
El solo tomo una almohada y una sábana y se fue a dormir a la sala; caminó lentamente hasta la puerta por si me arrepentía pero no era algo que fuera a pasar. Cuando cerró la puerta volví a hundirme en llanto.
Ya estaba cansada de llorar, ya estaba harta de sufrir, maldecía la hora en que sentí cosas por mi tío; pero fue lo más hermoso que viví en toda mi vida.
Maldije todos esos momentos hasta perder las fuerzas, mi cara estaba completamente roja y mis parpados hinchados. Finalmente abrazando su almohada me quede profundamente dormida.
En la mañana el reloj sonó a las 8:00 am, pensé que ya se había marchado, que tal vez ya estaría en su casa desayunando con su esposa.
Pero al inclinar la cabeza un poco note que su ropa estaba doblada sobre la cama y había unas maletas en una esquina.
-Sabes, lo que más me gusta de ti es que nunca reprimes tu sentimientos...-
-Si sientes algo o quieres algo simplemente lo dices o lo demuestras sin importarte las consecuencias chiquiss- Escuché que me decía mientras salía de bañarse.
-¿Por qué me dices todo esto precisamente hoy?-
-Suéltame, no quiero que me abraces, ya no me hagas más daño solo vete y ya- Le dije con la voz quebrada.
-Aunque no quieras te voy abrazar, y me quedaré aquí contigo hasta que puedas decirme adiós con una sonrisa chiquis; porque te amo-
-Y jamás me perdonaria que el ultimo recuerdo que tenga de ti sea odiándome-
-Aun si eso implica que no vuele hoy, o que mi esposa no sepa de mí en todo el día-
-Tú eres más importante-
Sabes que es lo que más odio de ti?- Pregunté y en la cara de mi tío se hizo presente la seriedad.
-Que siempre sabes cómo hacerme sentir mejor- Dije mientras lo abrazaba más fuerte.
Tenía miedo de que el reloj avanzara, que los segundos pasaran volando sin poder detenerlos. Tenía miedo de que llegara la noche y no estuviera lista para lo que iba a pasar.
-Por ahora quiero que olvides todo lo que paso ayer- me dijo.
Bórralo de tu mente, finjamos que es un día cualquiera-
-¿Qué sería lo primero que haríamos?- Preguntó.
-Pues… Tu sabes, eso que hacemos casi a diario- Respondí mientras se me erizaba la piel y el corazón se me aceleraba.
Mirándome directo a los ojos, con su mano izquierda comenzó a levantar mi playera y acariciaba todo mi cuerpo. Poco a poco me fue quitando toda mi ropa.
Después regreso a mi cara y con la punta de sus dedos marco el contorno de mis ojos, de mis labios y de mis mejillas causando ese color rojizo que tanto le gustaba; mientras con su nariz jugueteaba en mi piel haciéndome sonreír.
Yo me acerque a sus labios los cuales comencé a besar lentamente, sintiendo cada parte de estos. Como recorrían cada centímetro de mis labios y como me hacían olvidarme de todo.
Con mis manos tocaba su rostro, su lengua entraba en mi boca y recorría el camino que marca mi lengua.
Le extendí mis brazos para que me tomara en los suyos, mi corazón hacía ese pum pum que iba al ritmo de nuestros besos. Me gustaba tocar su cabello mientras él me daba pequeñas mordidas en el cuello.
Fue bajando y me hacía gritar como loca al estimular la parte más sensible de mi cuerpo con su lengua.
Después de un rato de estar comiéndome de esa manera me dió la vuelta y me paró el culo hacia él.
Puso lubricante en su miembro y también en las puertas de mi ano y comenzó a empujar, yo suspire y apreté las sábanas sobre el colchón por lo rico que estaba sintiendo.
Sentía esa electricidad en mi cuerpo que me inundaba desde la cabeza hasta la punta de los pies. Yo sólo me mordía los labios al sentir eso dentro de mí.
Comenzó con un ritmo lento haciéndome suspirar y decir su nombre casi susurrando, cerré mis ojos por la sensación tan deliciosa de su miembro dentro de mí.
Con sus manos me tomó de la cintura y me jalaba hacia él haciendo más profunda la penetración. Esa lentitud era terriblemente placentera mientras mis suspiros me hacían sudar frío y me moría por comerme a mi tío a mordidas con mi orto.
Tal vez era su musculoso cuerpo o sus ojos tan enigmáticos pero él era toda una adicción para mí, y lo tuve para mí muchos meses; meses gloriosos donde sus mordidas quedaron marcadas en mi piel al igual que sus caricias. Pero sobre todo yo estaba marcada por él, siempre seria de su pertenencia.
-Te amo tanto-
-Sigue así...-
-No te detengas, hazme tuya para siempre- le decia yo.
Su embestidas iban en aumento y el miembro se le hinchaba más avisando que estaba por correrse adentro de mi ano.
-Aaahhgg!!- finalmente soltó un resoplido vaciando toda la leche de sus huevotes en mis entrañas.
Yo me arqueaba buscando su boca para besarlo una y otra vez hasta casi quedarme sin aire.
Quedamos recostados en la cama yo sobre su pecho mientras intentábamos recobrar el aliento.
El solo recorría sus manos sobre mi cuerpo mientras escuchábamos como las malditas manecillas del reloj hacían ese sonido indicando que los segundos avanzaban.
Comencé abrazarlo como si se fuese a escapar, sólo le rogaba al tiempo que se detuviera.
-¿Qué te parece si pedimos una pizza, tu favorita?- Preguntó mi tío, yo solo asentí sonriéndole.
Se separó de mí para vestirse y yo tomé un baño para prepararme. Fué uno de los baños más largos que he tomado, en la regadera me gusta reflexionar sobre las cosas que me pasan.
Cuando salí del baño la pizza ya habia llegado. Nos sentamos a comer juntos.
-Me será muy difícil llegar a casa después de la escuela y saber que estoy sola-
Le dije mientras comíamos, mirando hacia el techo para evitar llorar otra vez.
-No pienses en eso- me decía.
-Pronto tendrás tiempo de sobra para salir a distraerte con tus amigas, y aunque me duele admitirlo la verdad es que pretendientes nunca te van a faltar, tu eres muy bonita-
Sin más que decir pasamos la tarde más maravillosa que puedo recordar. Pasamos mucho tiempo hablando sobre nosotros.
Jugamos, reímos y volvimos a hacer el amor hasta que el reloj marco las 5:00 pm.
Al dar esa hora mi tío se metió a bañar para después cambiarse, yo simplemente me repetía a mí misma que no debía llorar, que debía ser fuerte.
Antes de salir del departamento no pude evitar darme la vuelta para mirar por última vez nuestro "nidito de amor".
Como si con eso pudiese revivir todos los momentos que había pasado con mi tío ahí. Todo paso frente a mi mientras me imaginaba cada segundo con él, sus palabras, sus caricias y sobre todo nuestro amor.
Si estaba haciendo un esfuerzo para no llorar con eso que me puse a recordar las lágrimas empezaron a escurrir por mis mejillas.
Al subir a su camioneta me tomo de la mano y me dijo que había llegado la hora.
-Quiero darte esto-
Mi tío tomo una de mis manos y me entrego una cadena de oro rosado que tenía mis iniciales.
-Quiero que recuerdes que el mundo no se acaba y que allá afuera hay una vida maravillosa que descubrirás una vez que las nubes se esparzan-
Mientras me decía eso me beso en la frente y yo abracé esa cadena fuertemente contra mi pecho.
Dió marcha y nos dirjimos hacia mi casa, aunque no me dejó un par de casas antes como lo hacía siempre que me llevaba. Incluso se bajó tambien y me acompañó hasta la puerta.
Al llegar mi mamá nos recibió sorprendida pero él le dijo que sólo pasaba a despedirse y que habíamos coincidido por casualidad en la plaza. Que se ofreció a traerme a casa y aprovechando el viaje se despedía de ella porque esa misma noche partía con su esposa y su bebita.
En lo que él y mi mamá hablaban subí a toda prisa a mi habitación para encontrar mi mochila, encontré mi libreta donde tenía todos los dibujos y escritos que le había echo durante muchos meses y que nunca tuve el valor de mostraselos porque me daba mucha vergueza.
Arranque los más importantes para mí y los metí en un sobre el cual bajé y discretamente le dí cuando mi mamá se despidió de él y se metió a la casa.
Le dije que lo guardara bien de mi tía y lo habriera cuando tuviera tiempo, así sabría todo lo que sentía por dentro.
Sentí un frio en mi pecho mientras mis ojos decían todo lo que mis palabras no podían expresar.
Quería decirle mil cosas pero no venían al caso, Jamás pensé que así sería mi despedida con él.
De pronto estiró su mano para tocar mi rostro, estaba por decirme algo pero en ese maldito momento sonó su celular.
Era la maldita de mi tía, esa maldita perra que terminó ganando, ella se quedaría con él y le daría una familia.
Le preguntaba donde estaba, al parecer en la mañana él le había hablado para explicarle por qué no había llegado el día de ayer.
Ella se escuchaba furiosa, le preguntaba sarcásticamente si "seguía dejando las cosas en orden en la oficina".
Si ya estaba por llegar porque pronto debían ya estar yendo para el aeropuerto.
Entonces él supo que ya debía marcharse. Pero no sin antes plantarme un último beso, y yo le dí el abrazo más fuerte que jamás le había dado en mi vida.
Ahí en el pórtico de mi casa, importándonos más bien poco si mi mamá nos veía.
Mientras por mis mejillas corrían esas lagrimas saladas que me llenaban de tristeza.
Esa fue nuestra verdadera despedida, no hubo palabras, sólo sentimientos.
Entre de nuevo a mi casa, por suerte mi madre no vio nada; aunque la verdad para esas alturas me daría igual si lo hubiera echo.
Al entrar a mi cuarto la soledad me abrazó casi de golpe haciéndome sentir una nostalgia que nunca antes había experimentado.
Mi habitación estaba completamente silenciosa, sólo escuchaba en mis oídos mis sollozos y cómo mi respiración se agitaba.
En un arrebato de locura corrí a toda prisa, abrí la puerta de mi habitación, baje por las escaleras y salí corriendo hasta la calle. Pero ya no estaba...
Al volver a entrar mi madre con cara un poco sorprendida me pregunta.
-Que traes niña-
-Por qué actúas tan rara-
Ni siguiera me digné en contestarle y me subí lo más rápido que pude a mi habitación.
A partir de ese día me condenaría a semanas de depresiones y de desánimo. No comería, no soñaría, no dormiría; pero lo más difícil seria fingir ante mi madre que todo estaba bien y solamente llorar por las noches en mi cuarto.
Finalmente me senté en el suelo de mi habitación mientras el reloj se reía de mi diciéndome que no pude hacer nada para para detenerlo.
Allí en la alfombra me acosté en posición fetal a llorar hasta que mis ojos no pudieron más rogando al cielo que algún día regrese a mi lado...
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