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Colegio religioso: mami masturbada en el pasillo por su ex

Colegio religioso: mami masturbada en el pasillo por su ex


Todas las historias relatadas son experiencias que uno tiene a lo largo de la vida, llevadas a una propuesta literaria. Recordarlas y compartirlas nos lleva a lugares inimaginables y placenteros. Una charla con @Danachiesa me disparó este recuerdo, que paso a relatarles.
 
Colegio religioso: mami masturbada en el pasillo por su ex
 
Nos habíamos separado hace varios años, pero teníamos una hija en común en la primaria. El divorcio había sido más o menos, luego de un tiempo de idas y vueltas habíamos llegado a un “común acuerdo”. Yo volví atener pareja, ella también. Pero una vez terminado el divorcio, un día que llevé a mi niña a su casa, ella estaba sin su pareja desde hace días pues él había viajado, era el momento de sobremesa, la niña se fue a jugar a lo de una amiga charlamos algo de la escuela y terminamos cogiendo parados en la pieza de mi hija (pero esa es otra historia, que luego la relataré).

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Después, hubo unos encuentros más, pero siempre dejando en claro que solo era coger, pues ambos teníamos pareja, había una atracción sexual muy alta y el sexo era maravilloso, ambos lo sabíamos. Pero la pareja no había funcionado.
 
Un día debíamos ir a la escuela de nuestra hija por pedido de la directora a “hablar”. Todos los padres sabemos que cuando te convocan deesa manera hay algún problema y mas cuando se trata de una institución religiosa.
 
Me comuniqué con mi ex y quedamos en encontrarnos frente al colegio a determinada hora. Era verano y de siesta, en la mayoría de las ciudades medias de la Argentina la siesta es un tiempo casi muerto. Poca gente, negocios cerrados, calles desiertas y el clásico calor del noreste argentino. Llegué temprano estacioné alejado de la puerta de la escuela y quedé dentro del auto, vi como ella llegaba y bajaba del auto de su pareja, esperé que se alejara y bajé. 
 
De lejos la vi, estaba con ropa de trabajo: pantalón fino beige marcando el culo, se había sacado la camisa afuera para taparlo al entrar al colegio religioso; camisa blanca que marcaban sus tetas, se las abotonó hasta el ultimo botón, para no mostrar de más; su pelo castaño y su piel canela, todo contrastaba de manera sensual cuando le pegaba el sol. Me gustó, es más me pareció muy sensual y admito que me excitó. Pero estábamos allí para otro trámite.
 
Ingresamos al colegio, nos recibió el portero y nos pidió que esperemos, que iba a avisar a la directora. El lugar estaba silencioso y fresco, había acabado el recreo. Volvió el portero y dijo que esperemos un rato que la directora estaba en reunión. Nos fuimos a un costado apartado junto a una escalera, allí quedamos los dos parados, en silencio. Una briza fresca recorría el corredor, la miré: sus pezones habían reaccionado al aire fresco, se marcaban en la camisa blanca como dos picos de una montaña. Ella se dio cuenta que la miraba y que observaba sus tetas, se las miró puso las manos sobre ellas y me dijo: “¿qué mirás?, se pusieron duros por la brisa”, con una sonrisa de costado respondí: “sí, siempre fueron muy sensibles”, ella sonrió con picardía.

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El corredor de la inmensa escuela estaba vació y silencioso, me acerqué hasta rozar mi brazo con su brazo, sentí que le dio piel de gallina, lentamente llevé mi mano hacia atrás y comencé a rozarle el culo con la palma de la mano. Ella se sobresaltó, me miró con cara de odio, “que hacés” dijo, no muy convencida. Conozco sus fantasías y los lugares públicos la excitan, estaba aprovechando eso. Miré hacia todos lados no había nadie, con el hombro y con suavidad la empujé un poco más debajo de la escalera para evitar ser vistos, al mismo tiempo qué metía mi mano por debajo de su pantalón y acariciaba su culo. Su rostro cambió. Miró hacia todos lados, controló el pasillo, que no bajara nadie por la escalera y levantó su cola, ofreciéndomela para que la disfrute. Mientras, con su mano comenzó a tocarme la pija sobre el pantalón. Fue una señal: ambos estábamos deseándonos.
 
Allí estábamos en el antiguo colegio religioso de nuestra hija, esperando hablar con la directora, ambos parados bajo una inmensa escalera, semi ocultos, mirando para todos lados para no ser descubiertos, mientras nos toqueteábamos disimuladamente. Yo decidí avanzar, la mano que estaba en su culo la pasé adelante: superé el pantalón, el elástico de la bombacha y llegué a su clítoris. Su entrepierna hervía. Ella soltó mi verga dura y se puso detrás mío, de esa manera se ocultaba.

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Comenzamos un juego sensual. Yo miraba hacia adelante controlando, ella detrás de mí: oculta, entregada, gozando. En tanto, debajo de su pantalón las yemas de mis dedos hacían círculos sobre su clítoris y, con la punta del dedo índice y el mayor, apretaba ese botón mágico mientras pasaba el pulgar de arriba abajo. Ella clavó sus uñas en mis costillas, se pegó a mi cuerpo y -en un tono de rabia y placer-, me susurró al oído: “ahhgg …hijo deputa, como me calentás”. Abandoné el clítoris, estiré la mano, corrí la toallita íntima y comencé a rozar sus labios vaginales. Estaba totalmente empapada, su concha quemaba. Bajaba la mano hasta ese lugar entre el culo y la vagina y luego subía. Sentía la respiración de ella en mi nuca, se pegó a mí y me clavó las tetas en la espalda: “sentís, sentís mis tetas…” dijo con la voz entrecortada y tono de puta. En ese momento yo hundí mis dedos en su concha, ella se puso en puntas de pie, tomó aire profundamente, tensó el cuerpo y se agarró de mi antebrazo, no para quitarlo, sino para sentirme.
 
Mi pija estaba dura, mojada y gomosa. Sentía los pezones de mi ex clavándose en mi espalda, mientras la pajeaba con la mano derecha y controlaba que no venga nadie. Ella jadeaba como loca, casi en puntas de pies hacia leves movimientos para adelante y atrás, mientras se fijaba que no baje nadie por la escalera. Todo era adrenalina, excitación, calentura y aventura.
 
Sobre mi hombro miré hacia atrás para verla, tenia la boca entreabierta, los ojos cerrados, estaba en puntas de pie, una mano clavaba sus uñas en mis costillas, la otra agarraba mi antebrazo con el que la pajeaba y levemente se hamacaba hacia atrás y adelante. “¿Te gusta...?” pregunté con malicia mientras la miraba a los ojos y con los dedos en gancho rozaba su punto G, ella clavándome la mirada y entre jadeos contestó: “me encanta, siempre voy a ser tu mujer, tu putita eterna”.

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Aceleré la paja, sacaba los dedos hasta el borde de la vagina y los volvía a meter, así empapados los llevaba luego hasta el clítoris que lo apretaba y estiraba, luego volvía a meter los dedos. Sus uñas clavadas en mis costillas dolían. “Che cuidado no me dejés marcas con las uñas” le dije. Ella aflojó la mano se tomó de mi hombro, percibí que me usó como apoyo para ponerse en puntas de pie, mover la cintura hacia adelante, como cogiendo mis dedos; apretó fuerte el antebrazo de la mano que la pajeaba y al oído me dijo:“voy a acabar...ahora” para luego regalarme un largo y contenido gemido gutural: “ahhhhggggg…”.
 
Sentí como mis dedos se mojaban de sus jugos calientes, mientras los quitaba de su vagina los pasé por sus labios vaginales y rocé su clítoris, desandaba el camino para sacar mi mano, lentamente la acerqué a mi rostro: primero los olí, luego los chupé y finalmente se los ofrecí a ella para que chupe sus jugos y mi saliva. Ella estaba recostada contra la pared y su cara era de éxtasis, se metió la mano en la entrepierna para acomodarse su toalla femenina y me dijo: “como me hiciste acabar, estaba re caliente, estoy ovulando, me oliste hijo de puta”; la miré y le respondí: “te huelo cuando estas emputecida…” ella me cortó y me dijo “andáte a la mierda”. Sonreí y le mostré que olía mis dedos, ella me tomó de la mano con cariño y dijo “dejá de hacer eso”.

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No habían pasado ni 10 minutos, la espera se hizo rápida, a lo lejos escuchamos retumbando los pasos del portero, los dos hablábamos como padres separados que venían a tener una reunión con la directora. Nos llamó y nos pidió que lo siguiéramos a la dirección. El tema tratado en la reunión no era un problema, sino una cuestión positiva. Cuando terminó le propuse a ella irnos a un motel, yo volaba de calentura, me dijo que la buscaba su marido queno podía y lo dejó para otro día. Yo super caliente, esa noche cogí con mi esposa, pero -debo admitirlo- no podía sacarme de la cabeza la paja que le había hecho a mi ex.

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