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Pasión lésbica.

Pasión lésbica.

Consulta con la Ginecóloga

Una mujer muy recta y sumisa va su ginecóloga de siempre y empieza a sentir cosas que nunca sintió.

Todavía no puedo creer que esto me haya sucedido a mí. Esposa sumisa. Madre perfecta. Estudiante graduada con las mejores calificaciones. Hija soñada por cualquier padre. Sí, todos esos atributos, los reúno yo. Lamento comenzar el relato hablando de mí, pero es la única manera de que entiendan como fue sucediendo esto.
Mi nombre es María Victoria y tengo 35 años, dos hijos hermosos de 9 y 11 años y una vida completamente ordenada y feliz.
La historia que les voy a contar sucedió con Marina, mi ginecóloga.
Hace mucho tiempo que me atiendo con ella y fue la obstetra con la que tuve a mis dos hijos. Por este motivo, ella me conoce como nadie.
Siempre tuve muy buena onda con Marina. Charlábamos de todo y las consultas siempre se hacían más largas de lo que debíamos. Muchos pacientes se quejaban por la demora.
El tema es que el año pasado en una consulta de rutina, Marina me cuenta que se había separado y que estaba pasando un momento difícil.
Cuando llega el momento de la revisión, me parece notar que demora más tiempo en mi vagina. Me preocupó la situación y le pregunté si estaba todo bien.
-        Estas perfecta, quedate tranquila
-        Ah, me pareció que habías notado algo raro – le dije
-        No, para nada
Cuando llega el momento de revisar mis pechos, comienza un tacto suave y delicado. Por momentos me apretaba, pero no como otras veces.
-        Tenes unas mamas muy turgentes, no se nota que fuiste mamá – me decía
-        Lo bueno de no haber amamantado a los bebés
-        Si, pero te quedaron perfectas – seguía ella
-        Si, viste – me sinceraba yo mirándomelas
-        Si fuera lesbiana, serías mi paciente favorita – me soltó
Ese comentario me descolocó y sentí que me producía un cosquilleo que nunca antes había sentido con una mujer.
No sé porqué me salió hacerle este comentario que se podía mal interpretar:
-        ¡Qué lástima! me gustaría ser tu paciente favorita – le dije
-        Lo sos de todos modos – me dijo
Su mano recorría mi pecho y en un momento su pulgar rozó mi pezón de una manera que no parecía para nada profesional.
No sé porqué me salían esas preguntas y esas palabras. Estaba tan caliente con la situación que no podía controlarme.
-        ¿Están bien mis tetas? – le pregunté
-        Tus tetas son perfectas – me dijo
-        ¿Si?
Esta vez recorrió ambas tetas con ambas manos y de una manera tan sensual que estuve a punto de besarla en ese momento
-        Mari, me estas tocando de una manera distinta hoy, ¿no?
Ella se ruborizó por completo. Me miró y me dijo:
-        Perdón si sentiste que me excedí
-        No, no, está todo bien
-        Es que no sé que me pasa – me dijo
-        Me gustó de todos modos, tranquila
-        Ah sí?
-        Si – le reconocí
-        Mirá, creo que nos excedimos en el tiempo de la consulta – me dijo
-        Si, tenes razón, estoy hace más de media hora
-        Si te parece, la próxima pedite un último turno, así estamos más tranquilas – cerró mi doctora.
-        Bueno – le dije sin saber que decir
¿Qué me había pasado? ¿Me había calentado con una mujer? Pero…era mi doctora de absoluta confianza… ¿Que me pasaba?
La cosa es que el tiempo pasó y me hice los estudios. Solo debía volver a llamar para concretar un turno.
Llamé con muchos nervios y agradecí que me atendió su secretaria. Un turno, por favor. Dame un segundo me soltó la casi adolescente secretaria. Por el auricular del teléfono pude escuchar que se levantaba y luego volvía. Tengo todo completo ¿puede ser mañana en un último turno? Si, respondí nerviosa. En ese momento una electricidad recorrió mis partes bajas, pocas veces me sucedía.
Esa noche mi marido no podía entender porqué estaba tan caliente. Yo estaba desatada, le pedía que me chupe las tetas y la concha mucho. En un momento cerré los ojos y pensé en mi ginecóloga. Terminé acabando como loca.

Al otro día, me presenté en mi turno con Marina. Cuando llegué estaba solo la secretaria y la vi guardando sus cosas. Salió la paciente anterior y Marina me hizo pasar. Cuando le di el beso para saludarla, su perfume me embriagó. Me hizo pensar que se lo había puesto para mí porque se sentía muy intenso para haber estado desde la mañana.
La frase me golpeó de lleno en la cara cuando la escuché a Marina decirle a su secretaria: Andá nomás, Lu, yo me quedo y cierro cuando terminamos.
Serían las 8 de la noche y mis nervios eran totales. No recordaba sentirme así desde la juventud o adolescencia. Me costaba respirar, las palabras no me salían.
-        Vení, pasá, sentate.
-        A ver esos estudios…
Ella actuaba con total normalidad
-        Creo que está todo bien – le dije
-        Si, por lo que veo, está todo bien
Marina apoyó los estudios en la mesa mientras escuchábamos como Lucía, su secretaria, decía Chau Marina, Chau Victoria. Chau, gritamos las dos. Se escuchó la puerta que se cerraba y lo supe, estábamos las dos solas.
-        Te voy a revisar – me dijo Marina
-        Bueno – dije yo levantándome y yendo detrás del biombo a quitarme la ropa
Ese día había elegido muy cuidadosamente mi ropa interior, decidiéndome por un conjunto de encaje blanco debajo de mi camisa de seda celeste. No voy a negarlo, comencé a quitarme la ropa y lo hice alejada del biombo para que Marina pudiera verme. Cuando levanté la mirada, la vi y mis ojos hicieron contacto con los suyos. Justo en el momento en que me quedaba con solo la ropa interior.
-        Ah, bueno – dijo mi doctora
-        Que? – pregunté nerviosa
-        Qué lindo conjunto que te pusiste!
-        Te gusta?
En ese momento me giré posando para ella y di una vueltita en donde pude exhibirme completamente para mi doctora.
-        Es muy lindo – dijo ella
En ese momento me di cuenta de que no estaba la bata para ponerme y se lo hice saber mientras me desprendía del corpiño.
-        Ah, no se por donde debe estar – dijo Marina y fue hacia donde estaba yo en tetas.
Nunca había estado tan cerca de ella semidesnuda sin que sea el momento de la revisación. Marina empezó a buscar a mi lado y yo no sabía como seguir. No dudé y me fui bajando la bombacha y la dejé a un costado. Cuando giré la tenía a la doctora a mi lado con la bata blanca en la mano.
-        Vení que te ayudo a colocártela
-        Bueno, me giré completamente desnuda
-        Ya está, vamos a la camilla – me dijo
Me senté y abrí las piernas. Increíblemente empecé a sentirme mas relajada. Y sin pensarlo le solté
-        Como andan tus cosas?
-        Igual – dijo ella con cara apenada
-        Bueno, ya se va a mejorar todo
-        Si, espero
Fue en ese momento cuando sentí su mano acariciar mi muslo interno y mirándome a los ojos, me soltó
-        Te voy a hacer un tacto
-        Bueno – dije ruborizándome por completo
La tensión sexual era evidente y se percibía en el aire, en nuestras miradas y sonrisas nerviosas. Su mirada se dirigió a la cajita de guantes de látex y luego me miró nuevamente.
-        Por mí, no te pongas guantes – le solté
No se como me animé a hacer ese comentario, pero sentí que necesitaba aclararlo. Creo que eso fue lo que destrabó todo. Creo que tanto en su mente como en la mía, sabíamos que aquella no sería una revisión ginecológica mas.
Abrí bien las piernas para facilitarle la tarea y su dedo mayor, como nunca antes lo había hecho, recorrió mis labios vaginales de arriba abajo. Me estremecí y se me erizó la piel.
-        Estas nerviosa? – me preguntó ella
-        Muy
-        Yo también – me dijo
-        Y eso que te la pasas revisando mujeres…
-        Pero ninguna me provoca cosas como vos… - me soltó
Ya a esta altura mi excitación era tremenda. Mis pezones estaban durísimos. Mi cara estaba roja y en mi mirada el brillo debía de ser total. Quizás fue por eso que me animé a seguir con el juego:

-        Si? Yo te provoco cosas?
-        Si
-        Espero que sean cosas buenas, que no sea, aghhhh
Un dedo de ella entró en mi vagina y luego lo sacó y metió un segundo. Mi lubricación era total.
-        Mmmmm, que pasa?
-        Se sintió diferente a otras veces
-        Te dolió?
-        No, al contrario…
-        Al contrario cómo?
-        Me gustó – le dije sin ningún reparo
-        Y siempre te gusta cuando te toco?
-        Solo ahora, quizás los guantes no ayudaban a que me gustara
-        Entonces de ahora en adelante te reviso así, sin guantes – jugaba mi doctora
-        Si, aghhhhh
Sus movimientos dentro de mi vagina no eran para nada médicos, pero si profesionales porque sentía mucho placer. Su dedo pulgar ahora giraba en círculos sobre mi clítoris provocándome una excitación tremenda.
-        Marina, me está gustando mucho lo que me estas haciendo con tus dedos – quise advertirle
-        Es lo que quiero, que te guste
-        Es que me gusta mucho, mucho… - le dije
-        Mucho a que nivel? – me preguntaba ahora mientras su dedo pulgar presionaba mi inflamado clítoris
-        Al nivel de que estoy muy caliente
-        Siiii? Muy caliente estas?
-        Si, doctora – le solté y me reí como una nena
-        Así que mi paciente está muy caliente…
-        Muy
-        Y quiere que pare, señora?
-        No, doc, no pare ahora
-        Hay un problema con su pH vaginal, sabe? – me dijo con una sonrisa mirándome a lo ojos
-        Si? Que problema? Está mal?
-        No puedo verlo al tacto, debería chequearlo de otra manera
Las dos sabíamos lo que seguía, pero el juego nos excitaba tanto que ambas tuvimos el acuerdo tácito de seguir con las palabras
-        Ah si? De qué otra manera, doc? – le dije mientras me sacaba ahora la bata y la tiraba al suelo
Yo ya estaba semi recostada en la camilla completamente desnuda y entregada.
-        Hay dos maneras – me dijo sonriendo
-        Cuales…
A esta altura sus dedos en mi concha se estaban haciendo una fiesta.
-        Una es con un hisopado y un reactivo, pero acá no tengo el reactivo
-        Y la otra? Me estremecí quedando prácticamente al borde del orgasmo
-        La otra… bueno… si usted no tiene problema…
-        Cual sería la otra?
-        Yo podría darme cuenta por el sabor…
-        Aghhhhh – pude sentir como mi vagina soltaba un hilo líquido de excitación
-        Me dejas que intente
-        Si… por favor, chúpame…
-        No la voy a chupar, señora, solo voy a evaluarla
Dijo esto con una risa y sacando la lengua la pasó por todo el largo de mi concha. Acabé en ese instante
-        Aghhhh mmmm aghhhhh
Le tomé la cabeza y agarrándola firme del pelo le obligué a que me siguiera chupando mientras se prolongaba mi orgasmo.
-        Aghhh mmm aghhhh – seguía yo
Ella chupaba y chupaba, me lamía el clítoris, me pasaba la lengua, bebía mi excitación y no dejaba de jugar. Mi orgasmo fue pasando y cuando terminé de acabar la agarré del pelo y le levanté la cabeza para mirarla. Tenía los alrededores de su boca bañados de mi escencia y eso me cautivó.
La obligue a pararse para besarla en la boca y sacando la lengua le lamí el costado de su boca para sentir mi propio sabor. Siempre fue algo que me calentó, pero nunca me había animado con mi marido.
-        A ver como está este pH… - dije y reímos las dos
Sin mediar palabra comencé a desnudarla. Ella mientras colaboraba, me chupaba la cara, el cuello, las tetas. Cuando se metió un pezón mío en la boca se disiparon todas mis dudas de lo que sería esa tarde noche.
Durante varios momentos de mi vida, cuando la excitación se apoderaba de mí, me imaginaba teniendo sexo con otra mujer. La realidad es que siempre me imaginé que una mujer me chupaba a mí, pero nunca me imaginé a mi misma chupando una concha. Sin embargo, en ese momento sentí que debía recompensar a Marina y sentí por primera vez un fuerte deseo de chuparla.

-        Quiero chuparte – le dije sin dudarlo
-        Aghhmmmmm - dijo ella
Yo no daba mas de calentura y terminé desnudándola completamente a los apurones. Me sentía en el cuerpo de otra persona. La agarré y la senté en la camilla de la misma manera que yo había estado hasta ese momento.
Ella no dudó en abrir las piernas y dejarse hacer. Fue entonces, que me detuve y me dije a mi misma, si vas a hacer esto, hacelo lentamente, de manera totalmente consciente y disfrutalo segundo a segundo. Y así lo hice.
Ella pareció sorprenderse porque mi actitud cambió de un minuto a otro. Lo que era vértigo, pasó a ser pausa. Lo que era rapidez, pasó a ser lentitud.
Le tomé la cara nuevamente con ambas manos y le di un corto beso en los labios. Su boca, suave y carnosa se abrió para recibirme, pero mi intención era demorar el beso de lengua un poco mas.
Besos cortos recorriendo su cara, sus ojos cerrados. Besos mas largos en su boca. Pasé por su oreja y la besé diciéndole:
-        Tenía muchas ganas de esto…
-        Yo también – me dijo de manera apenas audible
Seguí con mis besos, ahora mas intensos. Su boca se abrió y recibió mi lengua ávida. Nos besamos mucho tiempo, reconociéndonos una en la otra. Como si supiésemos que debíamos disfrutar este momento. Nadie nos corría. No había apuro, el tiempo era nuestro y lo sabíamos.
Nuestras lenguas jugaron el juego que mas les gustaba. Luego empecé a bajar a sus pechos. Pequeños, pero muy duros, con pezones muy oscuros y desafiantes. Me recreé en ellos durante mucho tiempo. Me atraía la dureza y jugué con mi lengua mucho, mirándola mientras lo hacía.
-        Mordeme – me ordenó
No supe como, pero lo hice, lentamente, y volví a chuparle y a morderle suavemente.
-        Mas fuerte – me pidió
A donde quería llegar?
La mordí con mas firmeza y ella pareció disfrutarlo mucho porque se revolvía mientras yo lo hacía.
Mi mano bajó y buscó su concha. Me sorprendió encontrarla completamente depilada.
-        Ayyyy no tenes ni un pelito – le solté
-        Te gusta?
-        Me encanta – le dije y bajé a chuparla
Lo que sentí en ese momento no lo sentí nunca. Estar frente a una concha totalmente depilada, mojada, brillante de excitación, es algo que no puedo expresar con palabras.
Me tomé mi tiempo y la chupé de arriba abajo como ella lo hizo primero conmigo. Luego profundicé en sus labios y mas tarde en su clítoris. Me sorprendió que pegó un grito en el momento en que le mordí el botoncito con mis labios. Me asusté, pero supe como seguir.
No cejé en mi trabajo en el clítoris y el orgasmo se precipitó de como un alud de nieve. Imparable e implacable. Sus gritos inundaron el consultorio.
-        Aghhh ahhhh agghhhh asiiii seeeee aghhhhhhh
-        Mmmmm – yo no dejaba de chupar
Creo que debo haber estado mucho tiempo chupando porque en un determinado momento ella me tuvo que agarrar del pelo para que me separara diciéndome:
-        Basta, Victoria, basta que me vas a matar
-        Eso quiero – le dije
-        Dejame recuperarme
Cuando escuché eso supe que no terminaba todo ahí y me alegré. Volví a mi casa a las 22 hs, les tuve que decir que se había cortado la luz en el edificio de la médica y que todo se demoró y no quise pasar mi turno.
Comiste? me preguntó mi marido. Comí y muy rico, pensé yo. No, tengo un hambre tremenda, me doy una ducha y ceno. Dale, comemos juntos porque yo te esperé. Me sentí culpable, pero mientras me duchaba, la concha de mi doctora se me aparecía en la mente y se me pasaba.

1 comentarios - Pasión lésbica.

mdqpablo +1
Muy bueno , un relato exitante y delicado .nos encantó