Las cosas no siempre fueron así, solíamos ser una pareja entre comillas normal, bastante tradicionales diría yo, sexo "matrimonial", yo arriba, ella cabalgando arriba, las poses que suelen hacer todos, algo de sexo oral, ya saben, cada uno lograba su orgasmo y luego a dormir, pero faltaba algo, pasión quizá ¿Alocarse un poco tal vez?
Creo fue espontaneo, o prefiero pensar eso antes que admitir que Natalia ya estaba "aburrida" y se decidio a dar el primer paso, todo partió con una película, no sabría decir si dimos con ella por casualidad o mi "dulce esposa" planeo todo.
-Amor ¿Te parece si vemos algo para "ponernos"?
Sus ojos brillaron mientras mordía con suavidad sus labios
-ok ¿Qué quieres ver? - le pregunte con complicidad
No era la primera vez que poníamos una "porno" para ponernos a tono, pero por lo general rapidamente perdíamos el interés por la monotonía y falta de argumento, pasando rapidamente a "lo nuestro".
-unos compañeros estuvieron hablando de una película en la oficina, dicen que es entretenida, no es porno, pero tiene varias escenas calientes- Sonreía, nunca olvidaré eso, ella sonreía mientras describía lo que veríamos, pero no era cualquier sonrisa, era la misma sonrisa que traía la primera vez que tuvimos sexo siendo adolescentes.
-se llama "perversa luna de hiel", es de Polanski, el tipo que no puede volver a Estados Unidos o lo arrestarán- recordé haber leído alguna vez algo en algún periódico o página de internet, era algo "sórdido", un crimen, y el tipo había huído a Francia escapando de la justicia "americana"
-¡Ok! Pues ponla- Natalia saltó de la cama, acercó el notebook y se dio a la tarea de encontrar el film online.
-¡Lo encontré exclamó! Dio clic y se acomodamo en la cama.
Resumiré todo por el bien de la historia, el protagonista es un desgraciado, no es un galán galán, es un tipo bastante normal, pero conoce una chica a la que impresiona y enamora, esta termina convertida en una suerte de esclava sexual a la que él en un momento "despacha" desatando una especie de "obseción" en ella. Hasta ahí todo ok, pero, la peli da un giro al quedar él en silla de ruedas y al cuidado de ella, dando esta rienda suelta a una especie de "truculenta" venganza de corte "sexual". ¿No suena como la gran cosa cierto? Claro, hasta que la ves, y llegas a una escena en que el tipo está en su casa, en la silla, inválido, y ella llega a casa con un negro con físico de atleta, empiezan a bailar sensualmente, se encienden, se besan y se encierran en el dormitorio dejándolo afuera mientras se escuchan sus gritos de placer en todo el piso. En este punto Natalia se masturbaba sin siquiera poner atención en mi. Veía las sábanas agitarse y la escuchaba gemir con suavidad. Estaba absorta. Estiré mi mano bajo la ropa hasta alcanzar su entrepierna y pude sentir lo mojada que estaba
-¿Te gustaría ver cómo me cogen?- las pupilas de Natalia estaban increíblemente dilatadas y sus mejillas enrojecidas le hacían imposible disimular su excitación.
-¿Me lo preguntas en serio? pregunté algo confuso. Natalia estiro su brazo y puso su mano sobre mi pene. La dureza de mi miembro no necesito más respuesta. Esa noche cogimos como locos, tres, cuatro veces. Me dijo todo lo que le gustaría hacer, como quería ser tomada. Yo solo asentía con la cabeza mientras la imaginaba así, desnuda saltando sobre la verga de un desconocido, acabando, corriéndose, empapada del semen de un extraño.
Creo fue espontaneo, o prefiero pensar eso antes que admitir que Natalia ya estaba "aburrida" y se decidio a dar el primer paso, todo partió con una película, no sabría decir si dimos con ella por casualidad o mi "dulce esposa" planeo todo.
-Amor ¿Te parece si vemos algo para "ponernos"?
Sus ojos brillaron mientras mordía con suavidad sus labios
-ok ¿Qué quieres ver? - le pregunte con complicidad
No era la primera vez que poníamos una "porno" para ponernos a tono, pero por lo general rapidamente perdíamos el interés por la monotonía y falta de argumento, pasando rapidamente a "lo nuestro".
-unos compañeros estuvieron hablando de una película en la oficina, dicen que es entretenida, no es porno, pero tiene varias escenas calientes- Sonreía, nunca olvidaré eso, ella sonreía mientras describía lo que veríamos, pero no era cualquier sonrisa, era la misma sonrisa que traía la primera vez que tuvimos sexo siendo adolescentes.
-se llama "perversa luna de hiel", es de Polanski, el tipo que no puede volver a Estados Unidos o lo arrestarán- recordé haber leído alguna vez algo en algún periódico o página de internet, era algo "sórdido", un crimen, y el tipo había huído a Francia escapando de la justicia "americana"
-¡Ok! Pues ponla- Natalia saltó de la cama, acercó el notebook y se dio a la tarea de encontrar el film online.
-¡Lo encontré exclamó! Dio clic y se acomodamo en la cama.
Resumiré todo por el bien de la historia, el protagonista es un desgraciado, no es un galán galán, es un tipo bastante normal, pero conoce una chica a la que impresiona y enamora, esta termina convertida en una suerte de esclava sexual a la que él en un momento "despacha" desatando una especie de "obseción" en ella. Hasta ahí todo ok, pero, la peli da un giro al quedar él en silla de ruedas y al cuidado de ella, dando esta rienda suelta a una especie de "truculenta" venganza de corte "sexual". ¿No suena como la gran cosa cierto? Claro, hasta que la ves, y llegas a una escena en que el tipo está en su casa, en la silla, inválido, y ella llega a casa con un negro con físico de atleta, empiezan a bailar sensualmente, se encienden, se besan y se encierran en el dormitorio dejándolo afuera mientras se escuchan sus gritos de placer en todo el piso. En este punto Natalia se masturbaba sin siquiera poner atención en mi. Veía las sábanas agitarse y la escuchaba gemir con suavidad. Estaba absorta. Estiré mi mano bajo la ropa hasta alcanzar su entrepierna y pude sentir lo mojada que estaba
-¿Te gustaría ver cómo me cogen?- las pupilas de Natalia estaban increíblemente dilatadas y sus mejillas enrojecidas le hacían imposible disimular su excitación.
-¿Me lo preguntas en serio? pregunté algo confuso. Natalia estiro su brazo y puso su mano sobre mi pene. La dureza de mi miembro no necesito más respuesta. Esa noche cogimos como locos, tres, cuatro veces. Me dijo todo lo que le gustaría hacer, como quería ser tomada. Yo solo asentía con la cabeza mientras la imaginaba así, desnuda saltando sobre la verga de un desconocido, acabando, corriéndose, empapada del semen de un extraño.
3 comentarios - Diario de un cornudo (capítulo dos)