No puedo más. Somos del mismo barrio, pasas a mi lado, pero ni me conoces ni hablas, veo tu contenido que haces en las redes y necesito decÃrtelo sin filtros, sin suavidades, sin vergüenza. Desde hace dÃas, semanas, no dejo de pensar en ti. En tu cuerpo, en tus curvas, en la forma en que tus tetas se mueven, provocándome con cada respiración. Me masturbo pensando en ti. Me corro con tu nombre en la boca. Y ya no puedo seguir fingiendo que es solo una fantasÃa. Es una obsesión.
Quiero tenerte desnuda, rendida, completamente entregada a mi deseo más animal. Quiero tomarte como un hombre toma a su hembra cuando el instinto supera cualquier lÃmite. Tus tetas grandes y perfectas, me volverÃa loco enterrando mi cara entre ellas, lamiéndolas con desesperación, chupándote los pezones hasta dejarlos duros y sensibles. Las agarrarÃa fuerte, las apretarÃa con las dos manos mientras te empujo contra la pared. Quiero verte gemir cuando las froto con mi pene duro, sentir cómo se desliza entre ellos, húmeda por tu saliva y mis ganas. Me corro solo de imaginarlo.
Tu vagina es un altar y quiero profanarlo. Quiero abrirte las piernas sin pedir permiso, con la brutalidad del que lleva demasiado tiempo esperando. Lamerte de arriba abajo, con la lengua gruesa, hambrienta, hasta hacerte perder la razón. Me meterÃa dentro de ti con los dedos, despacio al principio, luego más fuerte, más profundo, hasta que te sacuda un orgasmo sucio y real. Te comeria con la boca como si me alimentara de tu placer, sintiendo tus muslos temblar, tu clÃtoris hinchado bajo mi lengua, tu aroma envolviéndolo todo.
Pero eso no serÃa suficiente. No. Quiero darte con mi tan duro pene que te duelan las piernas al dÃa siguiente. Quiero verte boca abajo, con el culo alzado, ese culo que me obsesiona, redondo, firme, perfecto para ser azotado. Lo harÃa mÃo. Te lo abrirÃa con las manos y te meterÃa mi pene sin piedad, primero en tu concha mojada, profundo, empujando hasta el fondo, escuchando cómo chocas contra mÃ. Luego me detendrÃa, escupirÃa en tu culo, y poco a poco lo invadirÃa, sintiéndote tensar, gemir, rendida. Me volverÃa loco dándote por el culo, apretando tus caderas, jadeando en tu oÃdo mientras te digo lo puta que estás, lo rica que estás, cómo te encanta que te lo den asÃ.
No habrÃa caricias suaves. Solo fuerza, ritmo, brutalidad. Te follarÃa contra el espejo, en la mesa, en el suelo, donde fuera. Te llenarÃa la boca con mi pene hasta verte con lágrimas de placer, haciéndote tragarme entero. Y cuando llegue el momento, cuando esté a punto de explotar, quiero correrme dentro de ti. Llenarte la concha o el culo, o los dos, con mi leche caliente, y ver cómo chorrea de ti después, como prueba de lo que te hice.
Esto no es una simple carta. Es una promesa. Si algún dÃa decides entregarte a mÃ, no habrá marcha atrás. Te voy a destruir con placer. Te voy a devorar.
Con el pene duro solo por imaginarlo
Quiero tenerte desnuda, rendida, completamente entregada a mi deseo más animal. Quiero tomarte como un hombre toma a su hembra cuando el instinto supera cualquier lÃmite. Tus tetas grandes y perfectas, me volverÃa loco enterrando mi cara entre ellas, lamiéndolas con desesperación, chupándote los pezones hasta dejarlos duros y sensibles. Las agarrarÃa fuerte, las apretarÃa con las dos manos mientras te empujo contra la pared. Quiero verte gemir cuando las froto con mi pene duro, sentir cómo se desliza entre ellos, húmeda por tu saliva y mis ganas. Me corro solo de imaginarlo.
Tu vagina es un altar y quiero profanarlo. Quiero abrirte las piernas sin pedir permiso, con la brutalidad del que lleva demasiado tiempo esperando. Lamerte de arriba abajo, con la lengua gruesa, hambrienta, hasta hacerte perder la razón. Me meterÃa dentro de ti con los dedos, despacio al principio, luego más fuerte, más profundo, hasta que te sacuda un orgasmo sucio y real. Te comeria con la boca como si me alimentara de tu placer, sintiendo tus muslos temblar, tu clÃtoris hinchado bajo mi lengua, tu aroma envolviéndolo todo.
Pero eso no serÃa suficiente. No. Quiero darte con mi tan duro pene que te duelan las piernas al dÃa siguiente. Quiero verte boca abajo, con el culo alzado, ese culo que me obsesiona, redondo, firme, perfecto para ser azotado. Lo harÃa mÃo. Te lo abrirÃa con las manos y te meterÃa mi pene sin piedad, primero en tu concha mojada, profundo, empujando hasta el fondo, escuchando cómo chocas contra mÃ. Luego me detendrÃa, escupirÃa en tu culo, y poco a poco lo invadirÃa, sintiéndote tensar, gemir, rendida. Me volverÃa loco dándote por el culo, apretando tus caderas, jadeando en tu oÃdo mientras te digo lo puta que estás, lo rica que estás, cómo te encanta que te lo den asÃ.
No habrÃa caricias suaves. Solo fuerza, ritmo, brutalidad. Te follarÃa contra el espejo, en la mesa, en el suelo, donde fuera. Te llenarÃa la boca con mi pene hasta verte con lágrimas de placer, haciéndote tragarme entero. Y cuando llegue el momento, cuando esté a punto de explotar, quiero correrme dentro de ti. Llenarte la concha o el culo, o los dos, con mi leche caliente, y ver cómo chorrea de ti después, como prueba de lo que te hice.
Esto no es una simple carta. Es una promesa. Si algún dÃa decides entregarte a mÃ, no habrá marcha atrás. Te voy a destruir con placer. Te voy a devorar.
Con el pene duro solo por imaginarlo
1 comentarios - 2📑Carta Para Una Creadora de Contenido