Lo que pasó hoy.
Resulta que convivo con mi pareja y con nosotros vive su madre; su cuarto está al lado del nuestro (por lo cual no quiere coger mucho). Hoy, cuando todos los chicos se fueron al colegio, nos quedamos los tres: mi mujer preparándose para ir a trabajar, mi suegra alistándose para ir a su negocio y yo también por salir a la oficina.
Cabe mencionar que mi suegra no está nada mal y ella ya lleva separada bastante tiempo. Bueno, luego de que salieron los niños al colegio, mi mujer entró a ducharse. Como solo estábamos los tres, salió del baño solo con una toalla pequeña que le cubría las tetas y parte del culo. En ese momento, me dieron unas ganas increíbles de cogérmela. Esperé a que entrara al cuarto y, sin cerrar la puerta, me abalancé sobre ella. Al principio, no quería nada, aduciendo que su madre estaba al lado. Ante mi insistencia, terminó cediendo y la puse a hacerme una mamada muy buena. Como ella ya estaba desnuda, solo atiné a quitarme la ropa y la puse de cuatro en la cama. Empecé a penetrarla con fuerza, y, como era de esperarse, ella comenzó a gemir. El sonido de la cama era fuerte, y era claro que mi suegra escuchaba cómo le daba a su hija.
Mientras la cogía, se me ocurrió mirar hacia atrás, y vi a mi suegra asomarse por la puerta entreabierta. Se cruzaron nuestras miradas y ella solo sonrió y se fue a su cuarto. Con ese morbo, terminé dándole por detrás a su hija.
Tocó el turno de que mi esposa se fuera, y mi suegra entró a bañarse. Salió de la ducha también con una toalla, algo más grande que la de mi mujer. Lo genial fue la mirada cómplice que me mandó. Entró a su cuarto, se cambió y salió para ir a su negocio.
Yo, empalmado con la fantasía de poseer a mi suegra, solo me despedí. Pero lo bueno fue que ella se agachó para recoger un cuaderno de sus cuentas que estaba en la parte baja de un escritorio. Viéndo ese culo, me acerqué mientras le hablaba y le arrimé el paquete. Ella no dijo nada, solo demoró más en recoger sus cosas. Al final, se fue, y mientras se iba, nos despedimos con un abrazo. Mis manos rodeaban su cintura y bajaron hasta donde empieza su culo. La abracé fuerte y tuvo que irse. Sé que en estos días cogeremos como locos.
Resulta que convivo con mi pareja y con nosotros vive su madre; su cuarto está al lado del nuestro (por lo cual no quiere coger mucho). Hoy, cuando todos los chicos se fueron al colegio, nos quedamos los tres: mi mujer preparándose para ir a trabajar, mi suegra alistándose para ir a su negocio y yo también por salir a la oficina.
Cabe mencionar que mi suegra no está nada mal y ella ya lleva separada bastante tiempo. Bueno, luego de que salieron los niños al colegio, mi mujer entró a ducharse. Como solo estábamos los tres, salió del baño solo con una toalla pequeña que le cubría las tetas y parte del culo. En ese momento, me dieron unas ganas increíbles de cogérmela. Esperé a que entrara al cuarto y, sin cerrar la puerta, me abalancé sobre ella. Al principio, no quería nada, aduciendo que su madre estaba al lado. Ante mi insistencia, terminó cediendo y la puse a hacerme una mamada muy buena. Como ella ya estaba desnuda, solo atiné a quitarme la ropa y la puse de cuatro en la cama. Empecé a penetrarla con fuerza, y, como era de esperarse, ella comenzó a gemir. El sonido de la cama era fuerte, y era claro que mi suegra escuchaba cómo le daba a su hija.
Mientras la cogía, se me ocurrió mirar hacia atrás, y vi a mi suegra asomarse por la puerta entreabierta. Se cruzaron nuestras miradas y ella solo sonrió y se fue a su cuarto. Con ese morbo, terminé dándole por detrás a su hija.
Tocó el turno de que mi esposa se fuera, y mi suegra entró a bañarse. Salió de la ducha también con una toalla, algo más grande que la de mi mujer. Lo genial fue la mirada cómplice que me mandó. Entró a su cuarto, se cambió y salió para ir a su negocio.
Yo, empalmado con la fantasía de poseer a mi suegra, solo me despedí. Pero lo bueno fue que ella se agachó para recoger un cuaderno de sus cuentas que estaba en la parte baja de un escritorio. Viéndo ese culo, me acerqué mientras le hablaba y le arrimé el paquete. Ella no dijo nada, solo demoró más en recoger sus cosas. Al final, se fue, y mientras se iba, nos despedimos con un abrazo. Mis manos rodeaban su cintura y bajaron hasta donde empieza su culo. La abracé fuerte y tuvo que irse. Sé que en estos días cogeremos como locos.
3 comentarios - Mi suegra me vuelve loco