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Las pajas con mi prima

Los voy a decepcionar, no cogimos nunca.
Este relato es sobre lo hermoso y adictivo que fueron esos momentos de exploración y placer junto a ella, y se dió a Funes de los 70, principios de los 80.

Claudia era un año menor que yo, desde chicos sentimos atracción uno por el otro y cada vez que nos veíamos era una explosión de hormonas.
Los "piquitos" del principio fueron transformándose en besos profundos hasta que llegamos al franeleo y las pajas.
Un fin de semana que vino a mi casa nos apartamos de los demás para ir a besarnos en el lavadero. Su lengua dibujaba mis labios hasta abrirlos y meter la lengua.
Eso me calentó demasiado, al punto que le pedí que parara porque me dolían los huevos.
Esa noche, con el permiso de sus padres, ella se quedó a dormir. Yo compartía la habitación con mi hermano más chico, por lo que tiramos un colchón al piso para mí y ella dormiría en mi cama.
Esperamos que se durmiera mi hermano y comenzamos a besarnos...otra vez su lengua y la mía entrelazada. Claudia tenía puesto un pantalón corto y una remera mía, algo grande y suelta, que le marcaba de manera absoluta sus pezones duros por la exitación.
Le hice señas para que bajase a mi cama.
Se puso encima mío y comenzamos a besarnos y acariciarnos... ella se movía lentamente, casi como "cogiendo" pero con ropa.
Mis manos no soltaron su culo en ningún momento, amasandolo...
Le dije que iba a acabar...
Claudia salió de encima y poniéndose a un costado me preguntó si quería que me hiciese una paja.
Nos acomodamos al revés, cambiando de lugar por si despertaba mi hermano
Ella apoyó su cabeza en mi pecho y bajó despacito el pantalón.
Cómo un resorte saltó mi pija, toda gomosa y dura como un hierro.
Claudia buscó mi boca y en ese instante agarró mi pija, corriendo lentamente la piel para ver aparecer la cabeza.
El placer era indescriptible. Empezó a pajearme mientras miraba cómo subía y bajaba el cuero...
El primer chorro dió en su pelo y parte en su frente.
Ella río y siguió con el movimiento hasta que no salió más leche.
Su mano estaba con restos de semen. Con mi remera limpió las gotas y me buscó para besarme.
Levanté su remera y besé sus tetas... durísimas.
Mi mano entró en su bombacha encontrando su conchita toda húmeda ... Mis dedos entraron en esa cueva totalmente mojada.
Claudia respiraba entrecortada y aceleré la paja.
Apretó sus piernas y dejó ir un gemido largo... había acabado.
Saqué mis dedos y los llevé a mi boca...mi prima me miró y también los puso en la suya.
Nos besamos y ella fué a lavarse. Yo me saqué la remera toda enlechada y la tiré con la ropa sucia.
Estuvimos acostados un rato más, a puro beso y caricias.
Al otro día ella volvió a su casa.

Repetimos esto infinidad de veces, obviamente cada vez que podíamos.
Nunca cogimos por miedo a un embarazo.
Pero inclusive de grandes, en charlas a solas, recordamos siempre esos momentos inolvidables.

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