Enamorado de mi tia ( Final)

ULTIMA ENTREGA .... ESPERO EL RELATO HAYA SIDO DE SU AGRADO.. ESPERO ESOS COMENTARIOS....HASTA LA PRÓXIMA..


En la mañana del domingo me levanté temprano como de costumbre sin saber que hacer o que actitud tomar. Ella, como a las nueve de la mañana, salió de su alcoba vestida con la misma bata del día anterior y con su rostro hinchado de haber dormido.

I: "¿Cómo estas?"

Yo; "Bien ¿y tú?"

I: "Mas tranquila ahora" – me dijo abordando el tema que pensé que deseaba evitar.

Yo: "Me alegra. No tiene razón que no lo estés"

I: "Perdóname si fui tajante ayer después de…bueno…de lo que hicimos…entiéndeme lo confuso que es todo esto"

Yo: "Lo sé tía…lo sé"

I: "Perdóname"

Yo: "No tengo nada que perdonar, has actuado correctamente" – le dije serio

I: "He pensado un poco y la verdad, tienes razón…todo está en la cabeza…todo es un tabú. Tu eres un hombre y yo una mujer, así sea que seamos yo una tía mayor y tú un sobrino adolescente, pero la verdad, aún me suena extraño y no quisiera justificar lo que no se debe"

Yo: "Es así tía, así de sencillo"

Mi tía me confesó que no se sentía bien, pero que ya habíamos pasado un límite que no debimos cruzar y que por tanto era ya tonto arrepentirse. Era inútil pretender olvidarlo todo, mas teniendo en cuenta que vivíamos juntos y que nos deseábamos como locos. Manifestó lo muy delicioso que le resultó volver a tener a un hombre en su cuerpo y que no pudo dormir bien pensando y recreando las miles de sensaciones placenteras que tuvo mientras hicimos el amor y las imágenes de mi cuerpo desnudo al penetrarla. Expresó su amor, admiración y también deseos por mí. Que nunca se lo había imaginado y que de hecho jamás se sintió atraída por jovencitos, pero que no supo como yo había logrado penetras en su vida de esa manera. Justificó ese hecho con el argumento de que yo era un chico que definitivamente me comportaba como todo un hombre maduro y que esa combinación le era muy atractiva. Parecía resignada a aceptar las cosas y a seguir disfrutándolas como una coyuntura pasajera de su vida. Llegaba a conclusiones mientras hablaba como mirándose para dentro con mucha tranquilidad y cordura, pero con aceptación y sin tanto sentimiento de culpa. Se notó que había reflexionado sobre todo este asunto durante la larga noche.

I: "O sea que en ese mismo orden de ideas, entonces si yo fuera tu madre ¿igual ocurriría? No…no…Miguel…a mi no me parece eso bien." – me dijo de repente con gesto de desapruebo

Yo: "Tía…a mi tampoco…no creo que con la madre esté bien…ya eso es…eso…es…otra cosa diferente. Tú no eres mi madre, sino mi tía. Creo que eso de tener sexo con la propia madre ya si es muy aberrante, No te lo sé justificar, pero eso si ya no me parece de este mundo." – le dije con soltura.

I: "¿Te gustó, verdad? – me sorprendió con la pregunta que no agarré de inmediato

Yo: "¿Que cosa?" – le pregunté ingenuamente

I: "Lo de ayer bobito…hacerme el amor" – sonrió por primera vez y dándome a entender que ya no deseaba dar mas vueltas y juzgarse tanto por lo que ocurrió.

Yo: "Mucho tía…no he dejado de pensar en eso" – le dije con un poco de vergüenza.

I: "Yo tampoco Miguel, yo tampoco. Y bueno, entonces esta gordita no está nada mal ¿eh?" – lo decía recorriendo con sus ojos café su propio cuerpo.

Yo: "No, por el contrario…ésta gordita está muy…muy…sabrosa." – Le dije juguetonamente, pero luego puse tono serio – "tía, en serio…a ti... ¿Te gustó de veras?" – rió con picardía al escuchar.

I: "¿Tu que crees? Estoy que te cojo aquí mismo." – Me dijo con voz atrevida, provocativa y muy pasita al oído y me tomó de la mano obligándome a levantarme de la silla y seguirle –"Manuel nos puede oír…no hagas tanto ruido"

Ante mi asombro me condujo al cuarto de servicios desocupado al lado de la cocina en el que había solo una silla vieja, la mesa de planchar y una colchoneta anidada en un rincón. Entendí entonces que ese gesto era una inesperada e increíble invitación para volver a tener sexo a manera de reivindicación. Ni me lo creía de dicha.

Soltó la penca de la colchoneta que se abrió extendida sobre el piso. Cerró la puerta con seguro y encendió la luz amarillenta. Todo lo hizo con determinación como si ya lo hubiera planeado. La habitación olía húmedo. Yo me tendí boca arriba en la colchoneta para dejarle libre sus intenciones. De pie y dándome la espalda se despojó de la bata y su ropa íntima con agilidad y algo de desespero. Estaba decidida a tener sexo definitivamente. Le ví sus nalgas por primera vez. Eran gordas, un poco caídas y bastante claras, la derecha tenía un curioso lunar justo en el centro. Ese par de nalgas eran tan excitantes y tremendamente provocativas que de inmediato me originaron una erección potente. Se giró y me pareció imponente totalmente desnuda allí como una estatua grande viéndola desde abajo.

I: "Anda ¿qué esperas?, desnúdate, o ¿acaso me mas a dejar con las ganas?" – me dijo mientras colocaba sus ropas en la silla.

Reí complaciente, me quité la ropa y quedé tan desnudo como ella. Traté de levantarme, pero ella me detuvo con un ademán que hizo con su mano izquierda. Mi tía es zurda. Se arrodilló e inclinó su tronco para alcanzar mi pene que apuntaba al cielo. Lo mamó otra vez, pero con mas calma y entrega que la vez anterior. Se fue girando sin dejar de hacerme sexo oral y poco a poco sus nalgas las fui teniendo frente a mí. Su vulva cálida se arrastraba por mi pecho y luego la tuve casi en mi rostro. Nunca había visto una vulva y un par de nalgas tan cerca de mi cara. Eran tan imponentes y provocativas, pues si algunos atributos físicos resaltan en ella son precisamente sus nalgas abultadas y sus senos grandes. Su vulva era realmente amplia y entonces supe el porqué de aquellos comentarios obscenos que escuchaba sobre el sexo de mi tía: "Chavelita la mandona" o "Chavelita la panochona" o "Chavelita la conchona" y otros mas. De veras que ahora, teniendo su sexo justo en mi rostro, pude comprobar lo amplio, generoso y abundante que era. Todo olía fuerte. Olía a sexo de mujer. Era la fuente deliciosa de los aromas que se impregnaban en los tantos calzones que había aspirado. Tenía ya la raja abierta, rojiza y humectante y pude distinguir su pequeño clítoris. Su sexo parecía transpirar como un ser vivo independiente. Me la acercó después postrando su cuerpo voluptuoso encima del mío. Ella mamaba mi pene y yo ansioso busqué por vez primera las mieles de su sexo. Lo probé. Restregué la lengua entre los repliegues de su vulva. Probé sus labios mayores y luego sus labios mas delicados, mojados e internos. Fue extraño y delicioso a la vez. En principio desagradable para ser sensato, pero a medida que hurgaba con mi lengua contra la humedad de esas carnes blandas me fue resultando muy agradable el sabor que se formaba en mis papilas. Pronto le estaba comiendo su sexo con tanta naturalidad como si fuera su boca y hasta me atrevía a dar pasadas de lengua, muy puntuales e insistentes por su ano. Ella daba respingos y su piel se le descomponía como un erizo cuando lograba puntear su clítoris o cierta región de su ano sensible. Disciplinada lamía mi pene, lo penetraba y lo sacaba de su boca, lo lamía arriba y abajo, lo mordisqueaba tiernamente, luego lo metía y sacaba con cierta violencia sacudiendo su cabeza y yo solamente gozaba y gozaba. Yo estaba en la gloria mientras hacía fiesta con mi boca en sus carnes vivas. Pensaba en lo indescifrable que me resultaba mi tía. En un momento decía sí y luego decía no. Creo que estaba confundida y eso explicaba su actitud cambiante. Pero ahora ella quería tenerme, así que yo debía olvidarme de todo y disfrutar de su cuerpo. Su sexo lo sentí rico y parecía humedecerse cada vez más y más bañando de lubricaciones toda mi boca que se llenaba de espesura. Tenía que luchar a sacar de vez en cuando algunos vellos que lograban desprenderse y enredarse en mi boca. Gimió como si hubiera tenido un orgasmo.

Se levantó por fin con una expresión de ansiedad y de placer en sus ojos café. Tomó mi pene con su mano y lo dirigió restregando el glande contra los repliegues hinchados de su vagina. Cuando se sintió segura de haberlo apuntado bien se dejó caer sentada frente de frente a mí ensartándose y dándome una sensación deliciosa de calor y suavidad. Empezó un sube y baja cadencioso y lento que me desesperó. Su azabache y espeso vello púbico se mezclaba con el mío cuando bajaba, sus senos grandes y ahora más definidos que como los había visto ayer, se balanceaban desparramados a lado y lado. Se veía muy bonita a pesar de su expresión de mujer acabada de levantarse. De repente entre los jadeos ahogados sentimos un ruido. Por lo visto Manuel se había despertado, pero ella no se alarmó, pareció tenerlo todo planeado. Me invitó a hacer absoluto silencio con el gesto universal de colocar verticalmente el dedo índice cruzado transversalmente por sobre los labios. Se quedó quieta y penetrada totalmente, con su cuerpo echado un poco hacía atrás hasta alcanzar apoyarse con sus manos en mis tobillos mientras yo ahogaba mis jadeos contemplándole los hermosos senos desnudos, la desnudez de sus kilos de más y su triangulo de pelos que parecían tragarse todo mi pene. Sentimos la voz de Manuel llamando a la puerta del cuarto de ella, luego lo escuchamos caminando todos los espacios, menos hacia el que nos hallábamos; no se lo ocurriría nunca y de ser así, el pistillo asegurado de la puerta lo hubiera hecho descartar la posibilidad de pensar que allí pudiera haber alguien. Lo sentimos luego llegar a la cocina y nos divertía jugar a los ladrones escondidos mientras hacíamos el amor. Nos reíamos ahogadamente de la travesura. Luego lo oímos alejarse resignado, seguramente para su alcoba. Habría concluido con certeza que de momento ni su madre, ni su primo estaban en casa.

Cuando estuvimos seguros de que Manuel se había devuelto hacía su habitación ella continuó meneándose encima de mí. Gozaba tanto. Por momentos subía y bajaba con suma sensualidad, por momentos se aceleraba y haciendo movimientos cortos con una increíble agilidad moviendo sus caderas hacia delante y hacía atrás mientras sus senos grandes bamboleaban como péndulos pesados. Se cansó luego de un rato de ser ella en comandar los movimientos. Bañada en sudor, con su pelo envuelto en un moño impreciso y sin decir nada se bajó de mi cuerpo, se extendió boca abajo justo a mi lado en el espacio breve que quedaba de la colchoneta desgastada. Tuve su espalda y su trasero todo para mí. Lo contemplé excitado al mismo tiempo que sentía mi pene palpitar de tanta excitación con la ansiedad de volverse a meterlo en esa cueva tan placentera. Me encimé acostado sobre su humanidad y mientras le besaba el cuello y la espalda sudada, juguetonamente resbalé varias veces mi pene mojado de sus jugos por el canal de sus nalgas, tocando ligeramente su ano, hice algo de presión para hundirlo allí asumiendo tener permiso, pero me lo impidió

I: "No Miguel, ahora no…otro día lo hacemos por allí…hoy no…ahora está muy seco. Hay que lubricarlo primero y me arde así. Otro día te lo enseñaré". – me habló como una maestra lo hace con su pupilo mas preciado.

Me regocijó el saber que mi tía no era negada al sexo anal, simplemente era cuestión de esperar otra ocasión en la que las condiciones se dieran. Abrió entonces más las piernas y la penetré nuevamente por la vagina desde atrás con mi pelvis aplastada contra sus nalgas grandes que parecían dos montañas. Allí continué agitadamente en un movimiento rítmico que pareció ocasionarle un orgasmo profundo que sin embargo pudo experimentar sin hacer ruidos delatadores. Terminé casi al mismo tiempo con ella y no retiré el miembro hasta no sentir el último espasmo y la última gota derramarse en lo más profundo de su sexo.

I: "Definitivamente lo haces rico. No recuerdo haber gozado tanto antes" – me dijo con expresión de complacencia y casi sin aliento.

Yo: "Tú también lo hacer muy rico tía" – le respondí sacando lentamente de su cueva mi pene medio en erección y aún mojado de mi propio semen.

I: "Gracias" – me dijo exhalando y con un ademán demostrando estar exhausta.

Luego de varios minutos de quedarnos quietos y en silencio recuperándonos del exceso de placer. Se levantó, se vistió con sigilo y abrió la puerta despacio y algo temerosa. Salió a la cocina, hecho un vistazo y se regresó. Se quedó bajo el umbral de la puerta medio abierta y con su mano me indico que ya podía salir. Me terminé de vestir y salí sudado de la alcoba sofocante no sin antes recoger la colchoneta que estaba mojada de nuestros sudores. Me dijo despacio, casi al oído que saliera a la calle y que simulara venir de afuera para no levantar sospechas. Ella se dirigió a la alcoba de Manuel, pero al parecer lo encontró dormido nuevamente.

Mientras preparábamos el desayuno y con voz pasita, conversamos largamente sobre lo que había sucedido. Esta vez, como dos personas reflexivas. Convenimos en que no estaba correcto lo que hacíamos, pero que era una manera de desinhibirnos los placeres acumulados. Nos prometimos mantener eso en secreto y respetar el hecho de que no era posible pretender ser pareja como tal, más allá del afecto y del sexo eventual.

I: "Algún día te enamorarás de alguna chica de tu edad y así lo entenderé. No te preocupes en ocultarlo. No pretendo ahora que seas mi marido. Ojala que eso ocurra pronto"

Yo: "te quiero tía"

I: "Yo a ti también, pero lo nuestro es un imposible. Solo seamos lo que somos mientras vivas aquí. Si consigo alguna vez un marido te lo haré saber y está de mas decirte que será el fin" – me dijo con determinación.

Yo: "Está bien tía, lo entenderé"

I: "Es que uno mujer necesita…tu sabes" – se justificaba

Yo: "Lo sé tía. Yo estaré dispuesto a complacerte mientras se pueda. Lo entiendo"

I: "Eres un pícaro…quien te ve con esa carita de mosquita muerta, nadie imaginaría lo atrevido y provocador que logras ser en la cama" – me dijo riendo.

Yo: "Tía, ¿te puedo preguntar algo?"

I: "Si, claro"

Yo: "Has dejado que me moje dentro de ti ayer y ahora, ¿como sabes que no te…que no te…?"

I: "¿Que no me vas a preñar?" – Me interrumpió adelantándose a responder - "Ah…por el período. Se me fue apenas el miércoles, por eso sé que no tengo óvulos fértiles. Podremos coger sin riesgos como hasta el otro miércoles, después ya debemos tener cuidado" – sentí una felicidad con esa respuesta, como si fuera una consolidación absoluta al otorgarme la potestad de hacerla mi mujer cada vez que se antojara.

Consagramos esa extraña relación muy en silencio y con una absoluta prudencia. Fui el chico más feliz del mundo por varios meses. Sentía que mi tía era mía y yo de ella. Hacíamos el amor a nuestro antojo, pero siempre procurando tener toda la prudencia del caso. A veces osadamente lo hacíamos entre semana cuando en la madrugada con sigilo me metía en su alcoba antes de que la alarma sonara a las cinco y cuarenta y cinco, hora de despertar para Manuel, mi primo. En los períodos fértiles ensayamos píldoras anticonceptivas, pero eso le producía a ella quebrantos de salud así que me vi obligado a incluir en la canasta familiar de los sábados una paquita de condones, cosa que poco nos agradaba.

El día que cumplí los dieciocho años vivimos el único momento de real riesgo, mas por imprudencia de ella que por otra cosa. Era un jueves, recuerdo, y ella se había levantado incluso antes que yo. Me esperó en la cocina casi desnuda, solo en una diminuta tanga nueva color rojo que compró para sorprenderme. Me excito muchísimo verla allí. La tomé desde atrás recostando mi cuerpo contra el de ella y amasando con mis manos sus senos tibios. Me agaché para quitarle la prenda con mi boca y pronto la tuve toda desnuda. Como perrito faldero me comí su sexo desde abajo. Me sorprendí de lo excitaba que ya estaba, porque sus lubricaciones corrían por sus muslos cuando yo lamía y lamía. Ella se permitió unos gemidos algo fuertes y me pidió ansiosa que la penetrara. Se apoyó inclinada en el mesón de la cocina curvando su cuerpo y respingando su trasero para ofrecerme su sexo. La tomé desde atrás y solo me bastó con bajarme un poco mi pijama. Mi pene entró de un solo golpe y pronto ese calor delicioso de su sexo me invadió en un goce delicioso. Isabel se batía siendo ella la de los movimientos. Yo permanecí de pie, quieto con mis manos sobre sus caderas. Ella se meneaba hacía delante y hacía atrás para resbalar mi pene insistentemente dentro en su vagina. Estábamos en el máximo punto de placer cuando milagrosamente a pesar de nuestros jadeos alcanzamos a oír el sonido de la puerta de la alcoba de Manuel al cerrarse. Nos extrañamos de que se levantara tan temprano sin necesidad de esperar a que su alarma sonara insistentemente como suele ocurrir. Me desensarté rápidamente de Isabel con mi pene mojado y en ebullición y como pude me zambullí en la alcoba de servicios sin hacer ruidos delatadores. Cerré la puerta muy despacio. Por fortuna logré encerrarme asustado y en silencio antes de que Manuel me viera. Isabel logró apenas colocarse su tanga. Al hallar Manuel a su madre casi desnuda en la cocina se sorprendió a pesar de su inocencia. Yo atento y temblando de susto escuché la conversa.

M: "Mamá buenos di - ¡mamá! - ¿Por qué estas sin ropa?...te puede ver Miguelito así" – expresó el niño sorprendido y con ingenuidad.

I: "Cariño…es que…es que…se me estaba botando la leche que puse a hervir y tuve que salir corriendo del baño para bajar la olla" – dijo mi tía con voz muy agitada y en un tono falso.

M: "Ah…y ¿Dónde está Miguelito? – preguntó extrañado el niño.

I: "Salió a…a…trotar…tu sabes…que a veces lo hace" – contestó Isabel ya un poco mas controlada - "anda Manuel, ve a bañarte, creo que ya es un poco tarde" – le dijo con insistencia.

M: "Tengo frío todavía y es muy temprano mamá." – respondió mi primo con voz ronca.

I: "Ándate cariño, entra al baño para que te vayas aclimatando al agua fría. Así ya no tendrás que temblar de frío como lo haces todos los días." – insistió angustiada mi tía en voz alta para que yo pudiera oír.

Finalmente Manuel se fue al baño y hasta cuando no escuché correr el agua de la regadera del baño, no me atreví a salir. Al abrir la puerta me encontré que Isabel ya me había traído mi ropa de salir a trotar al igual que mi par de tenis para que me los pusiera y simulara venir de afuera como si realmente estuviera trotando. Ya se había puesto su bata. Estaba agitada todavía y algo asustada, pero se mofaba de toda la situación. Se alzó el faldón y me enseñó como estaba de mojada su prenda.

I: "Estoy que me quemo de ganas por dentro."

Yo: "Igualmente." – le dije resignado mientras me vestía con mala gana, pero con ganas de terminar lo que habíamos empezado sintiendo como recuperaba erección.

Le insinué continuar todo al intentar tomarla, con un gesto atrevido, por sus caderas levantándole el faldón de su bata y asiéndola hacía mi cuerpo, pero ella escurridiza y temerosa me dijo que mejor tuviéramos prudencia. Me dio un beso y me susurró un feliz cumpleaños al oído. Me recordó que a partir de ese día ya era mayor de edad y que ya debías sentirme como todo un hombre hecho y derecho. Ese día no fue posible tener sexo. Debimos esperar hasta la madrugada del día siguiente para desquitárnoslas con desenfreno en su alcoba.

Mi abuela decía: "A lo que uno le huye siempre termina alcanzándolo", y así fue el caso. Pasaron muchos meses y nosotros seguimos con esa relación incestuosa. La aprendimos a sobrellevar y manejar como lo más natural del mundo siempre con mucha prudencia y cordura. Siempre con cuidado, pero cuando faltaban escasos tres meses para terminar mis estudios pasó algo inesperado. Mi tía se había tomado unos tragos con unas amigas. Eso era raro en ella, pues siempre fue una mujer más bien de tendencia abstemia. Llegó un poco tarde y algo tomada ese sábado por la tarde después de trabajar. Manuel estaba con su padre y Francia se acababa de marchar tras haber lavado y planchado.

Mi tía llegó con unos deseos de sexo inaguantables. Igual yo también deseaba hacerlo a pesar de tener algo de sueño. De hecho habíamos tenido abstención sexual por unas semanas dado que ella padeció una cistitis que la mantuvo inflamada en sus partes y la obligó a someterse a un tratamiento que le sugería abstenerse de tener relaciones íntimas, pero para esos días ya había mejorado.

A lo que entró en el apartamento y se dio cuenta que estábamos solos me besó en la boca como señal de querer sexo. Ni siquiera fuimos a la alcoba, cerramos las cortinas de la sala e hicimos el amor desaforadamente entre el sofá y la alfombra de la. Lo sentí delicioso sobre todo después de casi tres semanas de abstinencia. Le terminé dentro muy rico, el primer orgasmo y luego en la segunda faena la terminé exhausto en el ano, cosa que a ella le gustaba. Luego de la euforia nos bañamos, nos vestimos y salimos a comer. Todo transcurrió sin novedad hasta que dos semanas más tarde ella me hizo un comentario tenebroso:

I: "Miguel, no me ha llegado el período"

Yo: "¿No? – pregunté asustado

I: "No"

Yo: "Tía, pero si me dijiste aquella vez que no había problema. Que ya te iba a llegar la regla al día siguiente y que por tanto podíamos hacerlo sin condón."

I: "Si, lo sé, soy muy regular, es extraño. Tal vez se me atrasó esta vez. No hay que alarmarse. Esperemos"

Pero luego de una semana de espera, al ver que no menstruaba, mi tía se hizo un examen y dio un temible positivo. Estaba preñada. Fue la locura. El azar nos jugó una mala pasada, porque extrañamente en esa ocasión a ella se le retrasó el período menstrual y nos confiamos de eso. Sobrevinieron los lamentos, las tensiones, las culpas, las angustias y por último la terrible decisión de abortar. Tomó unas píldoras potentes que le hicieron botar la aun incipiente criatura. Eso me turbó mucho y marcó mi vida y la de ella también. Yo nunca la dejé de apoyar y de consolar, pero no nos sentimos bien con lo que hicimos. No hallamos otra opción para esa angustia, pues concluimos que hubiera resultado mucho más aberrante el que ella diera a luz un hijo de su propio sobrino. Vivir con eso hubiera sido terrible. Ya con el solo hecho de ser amantes nos bastaba para sentirnos atados a cierta culpa como para ahora cargar con otro lastre tan pesado en nuestras conciencias. No volvimos a hacer el amor hasta el día de mi graduación cuatro meses después. Y lo hicimos con pasión, pero con todo el cuidado del mundo.

I: "Bueno, ya es hora de dejar esto Miguel"

Yo: "Si, tía. Lo sé. Te quiero y te voy extrañar"

I: "También, pero es lo mejor. Te puedes quedar un mes mientras consigues trabajo, sino simplemente desde el pueblo puedes buscar y si necesitas venir, esta será siempre tu casa"

Yo: "Gracias tía, gracias por todo y perdona las desgracias que te ocasioné."

I: "No me las ocasionaste. Fue una experiencia que no debió suceder, pero que sucedió. Simplemente tratemos de vivir con eso sin martirizarnos tanto. Nos hemos querido mucho"

Me fui al pueblo dos días después de la graduación no sin antes hacerle nuevamente el amor a Isabel de madrugada con toda la carga de emoción del mundo al saber que tal vez era la última vez. Llevé, no obstante, muchas hojas de vida a varias compañías. Nada sucedió, pero como a los tres meses de esperas y de entrevistas fallidas me fui a trabajar a otra ciudad más pequeña gracias a la recomendación muy buena que hizo un profesor que me tenía aprecio. La ciudad estaba como a cinco horas en autobús de allí. Empecé así muy emocionado mi primer empleo en una pequeña compañía nueva que se había instalado y me fue muy bien. Inicié otra etapa en mi vida que por fortuna me alejó bastante de mi tía. Sin embargo mantenía comunicación con ella a través de correos electrónicos semanales. Solo nos mandábamos saludos como para saber que ambos estábamos bien. Nos daba miedo decir cosas más allá que pudieran revolver el avispero.

Pero las ausencias duraron solo seis meses, porque durante una capacitación de dos días que tuve que hacer en la compañía justo en la ciudad en la que vive mi tía, no me aguanté la tentación y la llamé para invitarla a cenar. Pensé que no iba a aceptar, pero no solo se alegró y emocionó al escucharme, sino que se presentó bien arreglada y hermosa al hotel en el que me hospedaba con dos compañeros más. Estos hasta hicieron comentarios algo obscenos de mal gusto cuando la vieron llegar con un vestido azul algo corto y bastante escotado en el que lucía sus senos grandes, pues nunca supieron que se trataba de una tía mía hasta después que les comenté y se sintieron tan avergonzados que me pidieron disculpas sin sospechar nunca ni por asomo la relación amorosa que existía entre ella y yo. Me senté entonces con ella aparte, en otra mesa mientras comíamos y nos vomitamos otra vez el deseo de estar juntos. No tuvimos que discutirlo mucho. Simplemente como si ya lo hubiéramos acordado, nos fuimos en taxi a un motel a las afuera de la ciudad que ella misma escogió y nos fulminamos en una alcoba grande que tenía una cama ancha de colchón de agua y en sus paredes varios espejos. Ahora la encontré más delgada. Caímos otra vez en los deseos impropios. Ya yo no era un niño, ya tenía veinte cumplidos y era independiente. Ella me trataba ya como un hombre y no tanto como su sobrino consentido. Después de hacer varias veces el amor y con el cansancio encima, nos quedamos desnudos y en silencio como un a hora. Yo le sobaba los senos y ella gimoteaba y me besaba. Solo al ver que eran casi las diez de la noche la hizo reaccionar al acordarse de su hijo que seguramente estaría esperándola en ya preocupado en el apartamentote de Marta la vecina. Llamó para tranquilizarse y disculparse y entonces con esas ganas de querer dormir juntos nos despedimos y sin necesidad de hablar sabíamos que hacernos el amor sería cuestión de que alguno de los dos así lo decidiera. De hecho han pasado años así y no lo hemos podido dejar, puesto que alguno de los dos siempre termina buscando al otro para culminar en una cama.

Han transcurrido siete largos años desde que todo esto sucedió y a pesar de cientos de promesas y puntos finales, no lo hemos podido superar. Ahora tengo una novia en la ciudad en la que vivo. Me siento muy contento con ella y la relación es normal y bastante sólida. Estoy con ella hace mas de un año y medio y no me quejo hasta ahora de mi pareja, pero sigo con ese punto oscuro en mi vida. Sigo pensando en mi tía Isabel, sigo deseándola aunque el tiempo y la distancia han podido apaciguar eso un poco, pero eso no quiere decir que ya lo hayamos superado. Tal vez cuando ella esté mas vieja y menos atractiva lo logre hacer, pero de momento es muy difícil. Ella tiene ahora cuarenta y un años cumplidos y ya pinta algunas canas en sus cabellos largos, pero sigue siendo bella y exuberante para mi gusto. Tiene un compañero hace un año y convive con él, pero los correos que nos enviamos siguen siendo muy dicientes.

La última vez que hicimos el amor fue hace tres meses. Yo pasé por su apartamento a visitarla tras venir de regresar del pueblo donde viven mis padres. Al llegar la hallé sola como a las cinco y media de la tarde. Ella acababa de llegar del trabajo y mi primo Manuel, ya mayorcito había salido por el barrio. Su ahora marido no llegaba hasta las siete, así que no perdimos tiempo y allí en la cocina sin desnudarnos mucho, como para estar preparados y no ser sorprendidos, lo hicimos despacio. Se arrodilló resuelta y ansiosa, me sacó mi miembro y lo metió en su boca de un solo tajo como si fuera el último pene del mundo. Lo mamo suavemente y cuando estuvo bien tieso se levantó urgida. Se sentó en el mesón con las piernas abiertas y sin quitarse la falda. El calzón cayó al suelo y yo orienté mi pene hacia su vulva hirviente. No alcanzaba a meterlo porque estaba muy alto, así que tomé un libro gordo de una enciclopedia que estaba abierto en la mesa de comedor, lo cerré y descalzo me subí en el. Quedé a la altura perfecta. Su vulva ahora estaba afeitada, a gusto de su actual marido, como me explicó y la verdad me resultó atractiva así. Se sacó sus pechos tras desbrochar los tres primeros botones de su camisa y desacomodar sus sostenes de gran talla. Me ofreció ese par de pechos tan jugosos que nunca he dejado de extrañar para que se los mamara mientras mi pene arremetía dentro en su vagina deliciosamente. Estaba tan excitada que en menos de lo normal experimentó un orgasmo intenso que ahogo en un gemido profundo obligándome a quedarme quieto. Me abrazó fuertemente con brazos por el cuello y con sus piernas alrededor de mis caderas como tenazas. Luego de unos minutos pude terminar y continuar embistiéndola a pesar de su sensibilidad en su irritada vagina, pero aguantó un poco para que yo tuviera el orgasmo. Esta vez no le consulté. Simplemente saqué mi miembro al sentir el placer de la eyaculación inevitable y vomité todo el semen del mundo fuera ensuciándole un poco su falda, sus muslos y parte de su vulva. Tomamos aire sonriéndonos allí abrazados y besándonos con ternura por haber tenido placer después de tanto tiempo y luego ella se fue al baño a limpiarse. Nos despedimos con un beso desesperado en la puerta del apartamento. Me marché no si antes encontrarme con mi primo abajo en la puerta del edificio. Estaba ya bastante crecido y le ofrecí pasarse unos días en mi casa.

No he vuelto a ver a mi tía desde esa vez, pero le he escrito manifestando lo mucho que la quiero y que la deseo. Ella igual me corresponde y me expresa lo mucho que me desea y que solo espera una oportunidad para hacer el amor. Ahora somos amantes infieles a nuestras parejas. No es algo de lo que me sienta orgulloso y de veras desearía que no fuera así, pero una cosa es decirlo y otra muy distinta llevarlo a la realidad. De nuestras compañías actuales no nos hablamos mucho por simple tacto y respeto. Ella evita al máximo tocar el tema de mi novia a quien apenas si conoce y con la que ha cruzado algunas palabras, e igual yo no le hago muchas preguntas sobre su compañero con quien apenas he hablado por teléfono y he visto en alguna que otra reunión familiar. Nos conformamos con saber que estamos bien en ese sentido. Ambos, muy en el fondo, sabemos que volver a hacer el amor será cuestión de esperar a que las circunstancias se den.

Bueno, espero les haya agradado y disculpen de todas maneras por lo extensa de ésta historia. Un saludo cordial a todos y espero sus comentarios. Gracias.

13 comentarios - Enamorado de mi tia ( Final)

ferbomboncito
excelente master me duelen los ojos me lei las 3 de un tiron pero estan barbaras un capo papa!!!!
eros07
la verdad.. al igual que ferbomboncito me lo lei todo de un tiron.. sin mentir puedo asegurar que ha sido el mejor relato.. que se cuide mi tia ahora... jajaja 😛
totitoroma
Muy bueno Enriwhat, no tengo una tia asi pero si muchas vecinas!!! que se cuiden porque quede al palo!! 🙎‍♂️ 🙎‍♂️ 🙎‍♂️
webo12345
no puedo creer como nos atrapaste con algo tan largo, muy buena historia,si llegas a tener alguna prima avisa
xxcaoxx
hola, sos un groso!!!!!!!!!!!!!, que buena historia, ya tambien no pude dejar de leerla, me comi como 4 cigarros, aparte es re lindo lo que contaste, tiene de todo, amor , aventura suspenso, placer, desgracias, temores, dios, muy pero muy buena la historia
c0ckzilla
NO MAMES MIRA YA LA HORA QUE ES
Y ME TIENES AQUI LEYENDO TODA LA HISTORIA
AL PURO PEDO MAN
SIGUE ASI
CUIDATE
BioAlex
muy buen post!!! tómale fotos a tu tia y postéalas!!!
Silent2k
a xuxa, me lo he leído todo, me es dificil creerlo, pero que bueno que te la pases de lo mejor... unas fotitos no estarían nada mal jajaja Saludos carnal... ya nos seguiras contando.
pocho24
🤤 si es extenso el relato pero para mi tuvo gusto a poco. por mi parte quisiera leer mas.. es la 2da vez q lo leo y no me arrepiento d haberlo hecho
yony866
ESTO TE PASO DE VERDAD LOCO??! HACETE VER, DE ONDA TE DIGO. MUY BUEN RELATO. 😳
azther1
yony866 dijo:ESTO TE PASO DE VERDAD LOCO??! HACETE VER, DE ONDA TE DIGO. MUY BUEN RELATO. 8|

😳