Capítulo 1, Capítulo 2, Capítulo 3, Capítulo 4, Capítulo 5, Capítulo 6, Capítulo 7, Capítulo 8, Capítulo 9
“¡Siiiiiiii! ¡Soy yo! ¡A que es genial!”, exclamó. Le dejé entrar en casa. “Aunque supongo que ahora sería más bien Valentín, ¿no? Aunque no sé si ese nombre me convence… ¡pero da igual, porque tengo cuerpo de tío!”
Se le veía contento. Era sin duda Valentina. Tenía la misma actitud ilusionada que yo le conocía. Dani parecía sorprendida.
“Te… te ha afectado la maldición”, dijo. “¿Cómo?”
“¡No tengo ni idea! Anoche, después de dejarte en casa con el taxi, fui directa a la mía… ¡y me he despertado así! Al principio no entendía, claro, pero luego… era obvio. Claro, que fui a darme una ducha para comprobar si me volvía a convertir en mi misma, y sí, pero ¡no podía esperar a contároslo!”
Se le veía muy emocionado. Dani parecía confusa. Al principio a ella le había costado mucho asimilarlo, y de pronto, Valentín aparecía encantado de la vida con la situación.
“Oye… ¿no te sientes raro por… esto?”, preguntó Daniela.
“Un poco. Pero ¡os tengo a vosotros!”, respondió él. “Por eso me encanta lo que ha pasado. Os lo puedo compartir. Sé que somos amigos, ¿verdad?”
“Sí. Eso sí”, dijo Dani, sonriendo.
“Me alegro, porque… uf. Es que tengo muchas ganas de estrenar este cuerpo”, dijo con una sonrisa. “Si os parece bien. Daniela, me encanta que estés aquí de chica, porque me gustaría que me permitieras hacerlo contigo así los dos. Y luego, JP, me gustaría saber qué se siente cuando se es chico y te follan…”
“Me… me encantaría…”, dijo Daniela, colorada. “¿Y a ti, JP?”
Miré a Valentín. Este me miraba con ojos brillantes. Pero yo necesitaba antes algo para asimilar lo que estaba viendo.
“Dices que probaste a convertirte antes de venir… ¿te importaría hacerlo delante de mi?”
“Eh… no, claro. ¿Por qué?”, preguntó, confuso.
“Bueno. Cuando lo de Daniela… la vi convertirse. Delante de ti también se transformó en directo. Creo… que necesito verlo para asimilarlo”, le dije. Estaba un poco incómodo, por si le molestaba, pero me sonrió.
“Claro. No te preocupes”, dijo, y fuimos al baño.
De espaldas a Dani y a mí, se quitó la ropa y se metió bajó la ducha. El agua caliente transformó a Valentín en mujer de nuevo. Nos miró y me hizo una pose sexy. Sí. Indudablemente era ella. Me desnudé y entré en la ducha con ella. La besé y puse el agua fresca. Sentí cómo se volvía hombre entre mis brazos, y… sentí un escalofrío cuando noté su polla contra la mía.
“¿Todo bien?”, me preguntó. Su picha se fue poniendo dura. Y me ganaba. Era un poco más gruesa, y como un centímetro más larga que la mía. No parecía mucho, pero en aquel momento me imponía un poco. Y el comentario de Daniela no ayudó mucho.
“¡Vaya pollón!”
“Sí… no estoy mal dotado, ¿verdad?”, comentó. “Daniela querida… ¿me concedes el honor de poder follarte?”
“Oh, qué caballeroso”, bromeó ella. “Vamos… que estoy salivando solo de veros, machotes”
Cuando Valentín y yo llegamos a la cama, Daniela ya se había desnudado para nosotros. Nos miramos, y por primera vez sentí conexión con la versión masculina de mi amiga. Íbamos a pasarlo bien. Y Dani nos miraba con mucho deseo. Apenas nos subimos a la cama, ella gateó a por nosotros. Se quedó arrodillada, y se plantó en medio de nuestras pollas. Se relamió.
“Vamos. Demuestra a Valentín lo que disfrutamos con una mamada”, la animé.
Dani me sonrió y empezó a hacerme una paja mientras se llevaba la picha de Valentín a la boca. Me reí un poco. El pobre casi se desmaya. Hiciera jurado que estuvo a punto de correrse solo por el contacto de la lengua de Daniela en su glande.
“Dios… esto es la hostia…”, suspiró. “Qué rico la chupas… guau…”
“Slurp… Y a mí me encanta está polla…”, jadeó Dani. Se tomó un momento y empezó a pajearle mientras pasaba a chupármela a mi. “Yo estoy en el cielo… sois míos”, dijo,
Dani se turnó para chupármosla. La verdad es que tenía una técnica estupenda. Valentín parecía a punto de correrse en cualquier momento. No le podía culpar, eso me pasó a mí cuando me dieron mi primera mamada.
“Déjalo salir… además ella lo quiere”, le recordé, y Valentín se corrió por primera vez como hombre. Le tuve que sujetar de la cadera mientras eyaculaba sobre la sonrisa de Daniela.
“Jooooder… ahora entiendo por qué los tíos pensáis siempre con la polla… ¡se siente genial!”, exclamó.
“Lo sé”, bromeé, mientras Daniela conseguía que yo me corriese en su carita. “Estás preciosa”, le dije.
“Siempre, ¿verdad?”, preguntó ella. Cada día estaba más cómoda con su cuerpo de mujer. “A mí… me gusta teneros así para mí”, añadió, sonrojada. “Mientras los tres lo disfrutemos eso está bien, ¿verdad?”
“Claro, preciosa. Y ahora… ¿quieres abrir tus piernas para Valentín?”, le propuse.
Valentín no pudo evitar besarme, mientras Dani se preparaba para recibirle. Le veía el chochito húmedo. Le hizo un gesto con los dedos para que se acercase a él, y a mí me podía el morbo por mirar. Sujeté la mano de Dani, mientras Valentín se hacía una paja para recuperar la erección. Tragó saliva, y empujó su picha, con cierta torpeza, en el coño de Dani.
“Diooooos… si esto es mejor aún”, suspiró, con la polla bien metida en la rajita de Dani, quien había abierto mucho los ojos. “¿Tú qué tal, preciosa?”
“En el cielo… empieza a mover esas caderas”, pidió.
Valentín se sujetó a las caderas de Dani y empezó a follársela. Ella gemía de placer. Su cuerpo parecía responder con escalofríos con cada acometida de nuestro amigo. Yo miraba, con cierta envidia. Estaba mejor dotado… Dani pareció notármelo, pues me acarició la mano y me indicó que me pusiera encima.
De modo que subí a horcajadas sobre Daniela, y ella atrapó mi picha entre sus tetas. Yo se las sujeté con cuidado y empecé a meterla y sacarla de entre sus maravillosos pechos, que tanto placer me daban.
“Oye… yo eso no te lo he hecho…”, jadeó Valentín. “Recordadme que os haga una así a los dos cuando me transforme…”
“Ahora no pienses en eso”, le dije mientras me seguía follando las tetas de Daniela, “y disfruta…”
“Eso… ah… sigue metiéndomela así”, suspiró Dani. “Os adoro, chicos…”
“Y nosotros a tí”, le dije. Separé sus tetas un momento, acercando mi picha a su boca, y ella me la chupó con ganas, antes de que volviera a meterla entre sus tetas. Le veía la carita de placer. Lo estaba gozando. Y me alegraba por ella. Sí conseguíamos mantener un equilibrio con el sexo… sería maravilloso.
Escuché a Valentín correrse detrás mía, acompañado del orgasmo de Daniela. Yo me mantuve sobre ella, disfrutando del masajeo de sus tetas en mi polla hasta que me corrí también. Caímos los tres en la cama, rendidos, felices y con mucho placer.
“Entonces, ¿disfrutas de tu cuerpo de chico?”, pregunté a Valentín. Se había acurrucado conmigo y ahora le acariciaba el cabello rubio.
“Es genial, sí. Aunque… te he visto cómo me mirabas antes”, dijo. Dani nos miró, sin entender. “¿Te preocupa que la tenga un poco más grande que vosotros dos?”
Me había pillado. Tuve que apartar la mirada, incómodo.
“JP…”, me llamó Dani. “Oye. Sabes que esto no cambia nada, ¿verdad? No quiero que dejes de follarme…”
“Lo sé, pero…”
“Óyeme una cosa”, interrumpió Val. “Conmigo tampoco cambia nada. Sigo siendo tu putita…”
“Tú no eres mi putita…”
“¿Ah, no? ¿No puedo querer serlo?”, me replicó. “¿No puedo desear que sigas haciendo que me corra cuando me follas? Yo… no elegí transformarme, ni el cuerpo que iba a tener. Pero puedo elegir seguir gozando contigo como hasta ahora. Igual que con Dani. ¿Lo entiendes, ¿verdad?”, me dijo.
“Sí… lo sé. Quizá me cueste un poco, pero lo aceptaré”, prometí.
“Eso espero. Porque ahora mismo solo puedo pensar en tu polla follandome el culo hasta que te corres dentro”, dijo, y se puso en cuatro. “Y tú, Dani, trae para aquí tu rajita, que tengo hambre”
“Oye, ¿estás más fogoso o me lo parece a mí?”, le pregunté mientras Dani me pasaba la botellita de lubricante.
“Puede ser. Sólo sé que quiero disfrutar de esto todo lo que pueda”, respondió mientras separaba bien las piernas, dándome una vista en primer plano de su culo abierto y sus testículos y su picha debajo. Probé a acariciárselos, con cuidado. “Tío, estoy tan excitado que si haces eso no aguantaré mucho”, suspiró. “Aaaaaaahhhh, Dios. Qué rico”, gimió mientras le metía un dedo lubricado por el culo.
“¿Te gusta? Porque ahora voy a meterte esto”, le dije mientras apoyaba mi picha en su ano. Él asintió, y empujé suavemente para metérsela. “Uf… qué apretado… me encanta”, aseguré. Notaba su culo abrazando cada centímetro de mi polla mientras se la metía. “Qué culo tienes… te ha entrado en un movimiento…”
“Aaaaaah… Dios, si es mejor así que como mujer”, suspiró. Debía estarlo gozando con el punto G masculino. “Perdona, Dani, en seguida… ah, me ocupo de tí… es que… aaaah…”
“Lo sé. Yo me sentí igual la primera vez que me folló el culo”, dijo ella, con una sonrisa. “Joder, cómo me pone la carita que estás poniendo…”
“Ca-cállate”, jadeó Valentín. “Que te voy a hacer gozar yo”
Y metió la cabeza entre las piernas de Dani. Ella empezó a gemir por la comida de coño, mientras yo bombeaba dentro del delicioso culo de Valentín. Y de pronto, esa sensación… mis huevos y los suyos chocando con cada embestida. Eso no lo tenía cuando follaba con sus cuerpos femeninos. Y su culo era firme, agradable para mis manos. Restregué mis manos contra sus nalgas mientras se la metía.
Valentín empezó a mover su cuerpo al ritmo que le follaba. Su culo engullía mi polla con facilidad. Se abría poco a poco, lo justo para seguirme apretando la picha. Delicioso… tenía que hacer algo por él… me encorvé un poco, y busqué su polla. La noté dura en mi mano. Le empecé a masturbar, al tiempo que se la metía una y otra vez. A pesar de tener la boca ocupada con el coño de Daniela, le escuchaba gemir con cada embestida, y ella parecía disfrutar de la vibración de su voz mientras le lamía el chochito.
Sentí la cálida viscosidad de la lefa de Valentín en mi mano. Le di un poco más por el culo. Yo estaba a punto de acabar, pero Daniela terminó antes que yo. La escuchaba gemir mientras sus chorritos llenaban la boca de Val, y yo empecé a correrme en ese momento. Seguí penetrándole un poco más, aprovechando que mi semen le había dejado bien lubricado.
“Nunca tienes piedad con mi culo, ¿eh?”, suspiró cuando se la saqué, dándome una vista de su ano dilatado y mi semen cayendo hacia sus testículos.
“Lo tienes irresistible”, respondí y volví a tocárselo. “Daniela, ¿tú qué tal?”
“Ha hecho un gran trabajo”, jadeó ella. “Y quiero algo… cuando me recupere”
Dani nos miraba con deseo, pero tenía razón, debíamos descansar un poco. Yo aproveché a apoyar la cabeza en el culo de Valentín, como si fuera mi almohada. Y noté que su mano buscaba la mía. Se la di, y Dani gateó hacia nosotros. Empezó a darnos besos por los dedos, por el dorso, por la palma.
“¿Estás cómoda?”, le pregunté.
“Mucho. Me… me gusta mi cuerpo de chica. Me gusta sentirme follada por vosotros. Sentirme nena. Vuestra nena…”, suspiró. “Tengo mucha suerte de teneros… si no os hubiera conocido, quizá no hubiera vuelto a follar…”
“No seas boba. Tú estás buenísima de mujer. Hubieras follado, pero con gente menos maja que nosotros”, dijo Valentín
“Pues te aseguro que eso no tiene precio para mí”, murmuró Dani. “Vamos… os necesito”
Seguimos sus indicaciones, ahora me tocaba a mi ponerme debajo. Dani me hizo una paja que me estimuló la polla rápido y luego se dejó caer sobre ella. Mientras la tenía dentro suyo, nos besamos durante el tiempo que Valentín le estuvo dilatando el culo. Dani me fue acariciando las mejillas y el torso mientras nuestras bocas peleaban entre sí, y finalmente la sentí gemir en mi cuello cuando Valentín empezó a metérsela.
Dani gemía al sentir nuestras pollas deslizándose dentro y fuera de ella. Val parecía estar en otro nivel de placer. Lo estaba disfrutando de veras con su nuevo cuerpo. Y yo… un impulso me llevó a poner un dedo sobre la lengua de Dani, que había abierto la boca. Me miró, sorprendida, y cerró los labios. Empezó a chuparme el dedo mientras se movía encima de mi, rebotando sobre mi picha y con las embestidas de Valentín abriendo su culo.
Mi dedo se movió con ganas en la boca de Dani, como si se la estuviese follando. Y ella mantenía los ojos cerrados mientras gozaba del placer de sentir a la vez su culo, su coño y su boca invadidos. Valentín estaba demasiado excitado y se corrió el primero, mientras que Valentina y yo nos corrimos a la vez. Me dejó la pelvis empapada mientras yo me corría en ella, y no dejó libre mi dedito hasta que estuvo bien satisfecha.
“Tengo los mejores amigos del mundo”, suspiró Valentín. “Oíd, para celebrarlo, os invito a comer”
Aceptamos su invitación, y fuimos a darnos un agua antes de bajar a comer. Las terrazas de los bares estaban llenas de gente tomando cervezas y aperitivos. Daniela, Valentín y yo nos pedimos también unas jarras y unas raciones para comer. A pesar del día anterior, yo no podía seguir enfadado con Dani ni con Val. Entendía lo que necesitaban hacer, y no es que yo me lo hubiera pasado mal. La próxima vez follaremos los tres juntos, había prometido Dani. Lo tendría en cuenta.
Cuando terminamos de comer, subimos a mi casa. Pero entre el calor que aún hacía, y lo que habíamos comido, acordamos dejar pasar un rato sin sexo. Nos quedamos desnudos en el sofá, viendo una película. Valentín y Daniela insistieron en que me sentase en medio, y eso hice, para minutos después, tener a ambos dormidos sobre mis hombros.
La película resultaba bastante aburrida, pero no por eso me conseguía dormir. Casi por inercia, empecé a acariciar a mis amigos en las piernas, acostumbrado de semanas atrás. Casi se me había olvidado lo de Valentín, cuando de pronto noté su picha en mi mano. Este gimió y siguió con los ojos cerrados. Mi otra mano estaba entre las piernas de Daniela. Acaricié su rajita, que se mojó con el recorrer de mi dedo. Aquello me la puso dura. Un poco más. Gimoteó. Le gustaba. Suspiró mi nombre. Genial.
Y mi otra mano… empecé a masajear la pucha de Valentín. Noté cómo se hacía grande y dura en mi mano. Grande, y suave… y apetecible… ¿qué pensamiento era ese? Con Daniel había hecho cosas, sí… se la había chupado, y me había follado, pero era distinto. Mamársela me provocaba el mismo placer que le daba a él. Y es cierto que el sexo anal se sentía de maravilla. Pero ahora, la de Valentín me apetecía. ¿Era esa la clase de pensamiento intrusivo que había tenido Dani las primeras veces que folló conmigo? ¿Por eso le asustaba sentir tantas ganas de polla?
Y yo ni siquiera me convierto en mujer, pensé. Y ahí estaba, con ganas de chupársela… le di un beso, y logré que abriera los ojos.
“JP… ¿qué te pasa?”
“No digas nada… solo disfruta”, le pedí.
Y me dejé caer sobre su picha. Empecé a lamerla con ganas, mientras mi mano acariciaba sus huevos. Qué me estaba pasando… qué me importaba… probé cada centímetro de su erección mientras subía poco a poco desde la base hasta la punta. Ahí la besé, varias veces, y me fue entrando en la boca.
“Tio… me encanta”, gimió Valentín. “No pares”
Como si pudiera, pensé. Se la empecé a chupar con ganas, acompañando mi boca con mi mano. Y de pronto, noté a alguien acariciándome las piernas. Era Daniela, mirándome sonriente.
“Espera, JP, túmbate mejor”, me indicó.
De ese modo me extendí en el sofá y continué chupándosela a Valentín, mientras Daniela se metía entre mis piernas y me la mamaba a mi. Joder… qué rico, pensé mientras disfrutaba de la polla de Val en mi boca. Y la que me estaba haciendo Daniela era buenísima también. Desde mi sitio, miré hacia arriba. A Valentín. Y este me miró con ternura. Sentí su mano en mi mejilla. Seguí chupándosela. Noté su cuerpo tensarse. Su polla tembló en mi boca. Se iba a correr… hazlo, pensé, y unos momentos después, notaba que me eyaculaba en la boca.
Seguí chupándosela mientras se corría. Usé mi mano para masturbarle, con ese extraño placer provocado por haberle hecho algo que le gustaba… y que me había gustado a mi. Mientras sentía el sabor de su lefa, me corrí yo directo en la boquita de Daniela. Finalmente me detuve, por primera vez, sin saber qué hacer.
Valentín entonces me empezó a acariciar la cabeza, apoyada en sus piernas, igual que Daniela se tumbó sobre mi pecho y me lo acariciaba. Sentí su boquita dándome besos por el pectoral.
“¿Estás bien?”; me preguntó Valentín.
“Sí… lo que ha pasado… es decir…”, no sabía ni qué decir. Y él me lo puso fácil.
“Ha ocurrido. Nunca nos hemos juzgado, ¿verdad?”, dijo, y yo asentí. “Pues hoy, menos. Me ha gustado mucho esta sorpresa”
“Y a mi me ha puesto cachonda mirar… espero que me compenséis”, añadió Daniela.
“Puedo ocuparme de eso”, le dije.
“Pero nada de usar la boca. Yo te necesito dentro”, me dijo.
“Y Valentín…”, empecé. “¿Te gustaría… probar… cómo se siente mi culo?”
Sonrió.
“Me encantará. Y voy a asegurarme de que a ti también”
Así que seguimos en mi sofá. Daniela se había abierto de piernas para mi, lo cual me ponía lo bastante cachondo como para recuperar la erección rápidamente. Se la metí suave, y nos besamos, con mi falo hundido en ella, mientras Val se aplicaba el lubricante. Noté su dedo abriendo mi culo con cuidado. Y entonces, Daniela me separó las nalgas. Un momento después, noté la polla de Valentín invadiendo mi ano.
“¡Aaaaaaah! ¡Joder! ¡Aaaaaaah!”, gemí. “Es… muy grande…”, suspiré.
“¿Esa carita la puse yo cuando me follaste?”, preguntó Daniela con dulzura. “Es una sensación rara, ¿verdad?”, insistió. Yo asentí. Notaba la polla de Valentín amoldándose a mi culo… y me estaba encantando. “No pasa nada porque te guste, JP. Así lo pasamos mejor”
En ese momento noté a Val besándome el cuello. Tiró de mis caderas hacia atrás, y noté que me la sacaba un poco, antes de volver a empujar, provocando que yo penetrase a Dani mientras él me la metía.
De ese modo, Valentín fue follándome el culo, despacio, al tiempo que yo seguía metiéndosela a Daniela. Me acostumbré a su ritmo, y encontré la forma de adaptarme… suspiré. Su picha alcanzaba mi punto G arrancándome gemidos de placer mientras debajo de mi Daniela disfrutaba de mis embestidas, sincronizadas con las embestidas de Val.
Durante un buen rato, lo único que yo sentía era el doble placer de mi culo follado y del coño de Dani mojadito y apretado. Y no sabía si estábamos en mi sofá o en una nuba, y me daba igual. Solo quería seguir… disfruté de nuevo de las tetas de Daniela, las chupé mientras mi amigo me embestía con ganas. Usé mis dientes para presionar los pezones de Dani, los acaricié y ella se aferró a mi mientras empezaba a correrme dentro de ella, y Val hacía lo mismo en mi culo.
“¿Te sientes mejor?”, me preguntó Daniela. Después del sexo, me había tumbado sobre ella, con la cabeza entre sus tetas. Sobre mi pecho descansaba Valentín, que insistía en jugar con mi pene.
“De maravilla… Dios… no me había sentido así antes, es…”
“Raro, lo sé. A mi me costó aceptarlo al principio, pero no me arrepiento de nada. Y no me gustaría que te arrepientas tú”
“No tiene por qué”, dijo Val. “Además, yo quería hacer un trato contigo”
“¿Un trato?”, me sorprendí.
“Quiero que nuestra dinámica no cambie. Quiero seguir disfrutando contigo como mujer, y como chico si me apetece cambiar. Sigo queriendo que me folles. Disfruto mucho y no quiero renunciar a eso. Y, a cambio, si alguna vez tienes impulsos como el de hoy, solo tienes que decírmelo y soy todo tuyo”
“Me parece un buen trato, pero… ¿no me estaré aprovechando de ti?”, murmuré.
“Qué tontería. Dani, a que tú también quieres ese trato con JP”
“Claro que sí. Somos sus nenas”
“Por supuesto que lo somos”
“Y mis nenes”, bromeé.
“Lo que tú desees”, dijo Val, y me besó la boca. “En serio, tengo mucha suerte de teneros. Sobre todo ahora que me han dejado…”
“¿Dejado?”, preguntamos Dani y yo a la vez.
“Sí… recordáis que, aparte de JP, yo tenía otros dos follamigos regulares, ¿verdad?”, dijo. Asentimos. “Pues… Emilio me ha pedido dejarlo. Dice que no quiere más sexo sin compromiso. Y obviamente, no le puedo obligar. Y luego, Jonny se ha echado novia y van en serio”
“Ostras…”
“Os lo hubiera dicho esta semana pero lo estábamos pasando tan bien que no quería estropearlo. Además, habré perdido a Emilio y Jonny, pero he ganado a Dani, que es una maravilla”, Daniela se puso colorada.
“Bueno, pues… aún es temprano. Y sábado”, les recordé. “Tenemos todo el finde para seguir follando”
“Eso esperaba. ¡Buen provecho!”, dijo Valentín, y empezó a chuparme la polla.
CONTINUARÁ
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“¡Siiiiiiii! ¡Soy yo! ¡A que es genial!”, exclamó. Le dejé entrar en casa. “Aunque supongo que ahora sería más bien Valentín, ¿no? Aunque no sé si ese nombre me convence… ¡pero da igual, porque tengo cuerpo de tío!”
Se le veía contento. Era sin duda Valentina. Tenía la misma actitud ilusionada que yo le conocía. Dani parecía sorprendida.
“Te… te ha afectado la maldición”, dijo. “¿Cómo?”
“¡No tengo ni idea! Anoche, después de dejarte en casa con el taxi, fui directa a la mía… ¡y me he despertado así! Al principio no entendía, claro, pero luego… era obvio. Claro, que fui a darme una ducha para comprobar si me volvía a convertir en mi misma, y sí, pero ¡no podía esperar a contároslo!”
Se le veía muy emocionado. Dani parecía confusa. Al principio a ella le había costado mucho asimilarlo, y de pronto, Valentín aparecía encantado de la vida con la situación.
“Oye… ¿no te sientes raro por… esto?”, preguntó Daniela.
“Un poco. Pero ¡os tengo a vosotros!”, respondió él. “Por eso me encanta lo que ha pasado. Os lo puedo compartir. Sé que somos amigos, ¿verdad?”
“Sí. Eso sí”, dijo Dani, sonriendo.
“Me alegro, porque… uf. Es que tengo muchas ganas de estrenar este cuerpo”, dijo con una sonrisa. “Si os parece bien. Daniela, me encanta que estés aquí de chica, porque me gustaría que me permitieras hacerlo contigo así los dos. Y luego, JP, me gustaría saber qué se siente cuando se es chico y te follan…”
“Me… me encantaría…”, dijo Daniela, colorada. “¿Y a ti, JP?”
Miré a Valentín. Este me miraba con ojos brillantes. Pero yo necesitaba antes algo para asimilar lo que estaba viendo.
“Dices que probaste a convertirte antes de venir… ¿te importaría hacerlo delante de mi?”
“Eh… no, claro. ¿Por qué?”, preguntó, confuso.
“Bueno. Cuando lo de Daniela… la vi convertirse. Delante de ti también se transformó en directo. Creo… que necesito verlo para asimilarlo”, le dije. Estaba un poco incómodo, por si le molestaba, pero me sonrió.
“Claro. No te preocupes”, dijo, y fuimos al baño.
De espaldas a Dani y a mí, se quitó la ropa y se metió bajó la ducha. El agua caliente transformó a Valentín en mujer de nuevo. Nos miró y me hizo una pose sexy. Sí. Indudablemente era ella. Me desnudé y entré en la ducha con ella. La besé y puse el agua fresca. Sentí cómo se volvía hombre entre mis brazos, y… sentí un escalofrío cuando noté su polla contra la mía.
“¿Todo bien?”, me preguntó. Su picha se fue poniendo dura. Y me ganaba. Era un poco más gruesa, y como un centímetro más larga que la mía. No parecía mucho, pero en aquel momento me imponía un poco. Y el comentario de Daniela no ayudó mucho.
“¡Vaya pollón!”
“Sí… no estoy mal dotado, ¿verdad?”, comentó. “Daniela querida… ¿me concedes el honor de poder follarte?”
“Oh, qué caballeroso”, bromeó ella. “Vamos… que estoy salivando solo de veros, machotes”
Cuando Valentín y yo llegamos a la cama, Daniela ya se había desnudado para nosotros. Nos miramos, y por primera vez sentí conexión con la versión masculina de mi amiga. Íbamos a pasarlo bien. Y Dani nos miraba con mucho deseo. Apenas nos subimos a la cama, ella gateó a por nosotros. Se quedó arrodillada, y se plantó en medio de nuestras pollas. Se relamió.
“Vamos. Demuestra a Valentín lo que disfrutamos con una mamada”, la animé.
Dani me sonrió y empezó a hacerme una paja mientras se llevaba la picha de Valentín a la boca. Me reí un poco. El pobre casi se desmaya. Hiciera jurado que estuvo a punto de correrse solo por el contacto de la lengua de Daniela en su glande.
“Dios… esto es la hostia…”, suspiró. “Qué rico la chupas… guau…”
“Slurp… Y a mí me encanta está polla…”, jadeó Dani. Se tomó un momento y empezó a pajearle mientras pasaba a chupármela a mi. “Yo estoy en el cielo… sois míos”, dijo,
Dani se turnó para chupármosla. La verdad es que tenía una técnica estupenda. Valentín parecía a punto de correrse en cualquier momento. No le podía culpar, eso me pasó a mí cuando me dieron mi primera mamada.
“Déjalo salir… además ella lo quiere”, le recordé, y Valentín se corrió por primera vez como hombre. Le tuve que sujetar de la cadera mientras eyaculaba sobre la sonrisa de Daniela.
“Jooooder… ahora entiendo por qué los tíos pensáis siempre con la polla… ¡se siente genial!”, exclamó.
“Lo sé”, bromeé, mientras Daniela conseguía que yo me corriese en su carita. “Estás preciosa”, le dije.
“Siempre, ¿verdad?”, preguntó ella. Cada día estaba más cómoda con su cuerpo de mujer. “A mí… me gusta teneros así para mí”, añadió, sonrojada. “Mientras los tres lo disfrutemos eso está bien, ¿verdad?”
“Claro, preciosa. Y ahora… ¿quieres abrir tus piernas para Valentín?”, le propuse.
Valentín no pudo evitar besarme, mientras Dani se preparaba para recibirle. Le veía el chochito húmedo. Le hizo un gesto con los dedos para que se acercase a él, y a mí me podía el morbo por mirar. Sujeté la mano de Dani, mientras Valentín se hacía una paja para recuperar la erección. Tragó saliva, y empujó su picha, con cierta torpeza, en el coño de Dani.
“Diooooos… si esto es mejor aún”, suspiró, con la polla bien metida en la rajita de Dani, quien había abierto mucho los ojos. “¿Tú qué tal, preciosa?”
“En el cielo… empieza a mover esas caderas”, pidió.
Valentín se sujetó a las caderas de Dani y empezó a follársela. Ella gemía de placer. Su cuerpo parecía responder con escalofríos con cada acometida de nuestro amigo. Yo miraba, con cierta envidia. Estaba mejor dotado… Dani pareció notármelo, pues me acarició la mano y me indicó que me pusiera encima.
De modo que subí a horcajadas sobre Daniela, y ella atrapó mi picha entre sus tetas. Yo se las sujeté con cuidado y empecé a meterla y sacarla de entre sus maravillosos pechos, que tanto placer me daban.
“Oye… yo eso no te lo he hecho…”, jadeó Valentín. “Recordadme que os haga una así a los dos cuando me transforme…”
“Ahora no pienses en eso”, le dije mientras me seguía follando las tetas de Daniela, “y disfruta…”
“Eso… ah… sigue metiéndomela así”, suspiró Dani. “Os adoro, chicos…”
“Y nosotros a tí”, le dije. Separé sus tetas un momento, acercando mi picha a su boca, y ella me la chupó con ganas, antes de que volviera a meterla entre sus tetas. Le veía la carita de placer. Lo estaba gozando. Y me alegraba por ella. Sí conseguíamos mantener un equilibrio con el sexo… sería maravilloso.
Escuché a Valentín correrse detrás mía, acompañado del orgasmo de Daniela. Yo me mantuve sobre ella, disfrutando del masajeo de sus tetas en mi polla hasta que me corrí también. Caímos los tres en la cama, rendidos, felices y con mucho placer.
“Entonces, ¿disfrutas de tu cuerpo de chico?”, pregunté a Valentín. Se había acurrucado conmigo y ahora le acariciaba el cabello rubio.
“Es genial, sí. Aunque… te he visto cómo me mirabas antes”, dijo. Dani nos miró, sin entender. “¿Te preocupa que la tenga un poco más grande que vosotros dos?”
Me había pillado. Tuve que apartar la mirada, incómodo.
“JP…”, me llamó Dani. “Oye. Sabes que esto no cambia nada, ¿verdad? No quiero que dejes de follarme…”
“Lo sé, pero…”
“Óyeme una cosa”, interrumpió Val. “Conmigo tampoco cambia nada. Sigo siendo tu putita…”
“Tú no eres mi putita…”
“¿Ah, no? ¿No puedo querer serlo?”, me replicó. “¿No puedo desear que sigas haciendo que me corra cuando me follas? Yo… no elegí transformarme, ni el cuerpo que iba a tener. Pero puedo elegir seguir gozando contigo como hasta ahora. Igual que con Dani. ¿Lo entiendes, ¿verdad?”, me dijo.
“Sí… lo sé. Quizá me cueste un poco, pero lo aceptaré”, prometí.
“Eso espero. Porque ahora mismo solo puedo pensar en tu polla follandome el culo hasta que te corres dentro”, dijo, y se puso en cuatro. “Y tú, Dani, trae para aquí tu rajita, que tengo hambre”
“Oye, ¿estás más fogoso o me lo parece a mí?”, le pregunté mientras Dani me pasaba la botellita de lubricante.
“Puede ser. Sólo sé que quiero disfrutar de esto todo lo que pueda”, respondió mientras separaba bien las piernas, dándome una vista en primer plano de su culo abierto y sus testículos y su picha debajo. Probé a acariciárselos, con cuidado. “Tío, estoy tan excitado que si haces eso no aguantaré mucho”, suspiró. “Aaaaaaahhhh, Dios. Qué rico”, gimió mientras le metía un dedo lubricado por el culo.
“¿Te gusta? Porque ahora voy a meterte esto”, le dije mientras apoyaba mi picha en su ano. Él asintió, y empujé suavemente para metérsela. “Uf… qué apretado… me encanta”, aseguré. Notaba su culo abrazando cada centímetro de mi polla mientras se la metía. “Qué culo tienes… te ha entrado en un movimiento…”
“Aaaaaah… Dios, si es mejor así que como mujer”, suspiró. Debía estarlo gozando con el punto G masculino. “Perdona, Dani, en seguida… ah, me ocupo de tí… es que… aaaah…”
“Lo sé. Yo me sentí igual la primera vez que me folló el culo”, dijo ella, con una sonrisa. “Joder, cómo me pone la carita que estás poniendo…”
“Ca-cállate”, jadeó Valentín. “Que te voy a hacer gozar yo”
Y metió la cabeza entre las piernas de Dani. Ella empezó a gemir por la comida de coño, mientras yo bombeaba dentro del delicioso culo de Valentín. Y de pronto, esa sensación… mis huevos y los suyos chocando con cada embestida. Eso no lo tenía cuando follaba con sus cuerpos femeninos. Y su culo era firme, agradable para mis manos. Restregué mis manos contra sus nalgas mientras se la metía.
Valentín empezó a mover su cuerpo al ritmo que le follaba. Su culo engullía mi polla con facilidad. Se abría poco a poco, lo justo para seguirme apretando la picha. Delicioso… tenía que hacer algo por él… me encorvé un poco, y busqué su polla. La noté dura en mi mano. Le empecé a masturbar, al tiempo que se la metía una y otra vez. A pesar de tener la boca ocupada con el coño de Daniela, le escuchaba gemir con cada embestida, y ella parecía disfrutar de la vibración de su voz mientras le lamía el chochito.
Sentí la cálida viscosidad de la lefa de Valentín en mi mano. Le di un poco más por el culo. Yo estaba a punto de acabar, pero Daniela terminó antes que yo. La escuchaba gemir mientras sus chorritos llenaban la boca de Val, y yo empecé a correrme en ese momento. Seguí penetrándole un poco más, aprovechando que mi semen le había dejado bien lubricado.
“Nunca tienes piedad con mi culo, ¿eh?”, suspiró cuando se la saqué, dándome una vista de su ano dilatado y mi semen cayendo hacia sus testículos.
“Lo tienes irresistible”, respondí y volví a tocárselo. “Daniela, ¿tú qué tal?”
“Ha hecho un gran trabajo”, jadeó ella. “Y quiero algo… cuando me recupere”
Dani nos miraba con deseo, pero tenía razón, debíamos descansar un poco. Yo aproveché a apoyar la cabeza en el culo de Valentín, como si fuera mi almohada. Y noté que su mano buscaba la mía. Se la di, y Dani gateó hacia nosotros. Empezó a darnos besos por los dedos, por el dorso, por la palma.
“¿Estás cómoda?”, le pregunté.
“Mucho. Me… me gusta mi cuerpo de chica. Me gusta sentirme follada por vosotros. Sentirme nena. Vuestra nena…”, suspiró. “Tengo mucha suerte de teneros… si no os hubiera conocido, quizá no hubiera vuelto a follar…”
“No seas boba. Tú estás buenísima de mujer. Hubieras follado, pero con gente menos maja que nosotros”, dijo Valentín
“Pues te aseguro que eso no tiene precio para mí”, murmuró Dani. “Vamos… os necesito”
Seguimos sus indicaciones, ahora me tocaba a mi ponerme debajo. Dani me hizo una paja que me estimuló la polla rápido y luego se dejó caer sobre ella. Mientras la tenía dentro suyo, nos besamos durante el tiempo que Valentín le estuvo dilatando el culo. Dani me fue acariciando las mejillas y el torso mientras nuestras bocas peleaban entre sí, y finalmente la sentí gemir en mi cuello cuando Valentín empezó a metérsela.
Dani gemía al sentir nuestras pollas deslizándose dentro y fuera de ella. Val parecía estar en otro nivel de placer. Lo estaba disfrutando de veras con su nuevo cuerpo. Y yo… un impulso me llevó a poner un dedo sobre la lengua de Dani, que había abierto la boca. Me miró, sorprendida, y cerró los labios. Empezó a chuparme el dedo mientras se movía encima de mi, rebotando sobre mi picha y con las embestidas de Valentín abriendo su culo.
Mi dedo se movió con ganas en la boca de Dani, como si se la estuviese follando. Y ella mantenía los ojos cerrados mientras gozaba del placer de sentir a la vez su culo, su coño y su boca invadidos. Valentín estaba demasiado excitado y se corrió el primero, mientras que Valentina y yo nos corrimos a la vez. Me dejó la pelvis empapada mientras yo me corría en ella, y no dejó libre mi dedito hasta que estuvo bien satisfecha.
“Tengo los mejores amigos del mundo”, suspiró Valentín. “Oíd, para celebrarlo, os invito a comer”
Aceptamos su invitación, y fuimos a darnos un agua antes de bajar a comer. Las terrazas de los bares estaban llenas de gente tomando cervezas y aperitivos. Daniela, Valentín y yo nos pedimos también unas jarras y unas raciones para comer. A pesar del día anterior, yo no podía seguir enfadado con Dani ni con Val. Entendía lo que necesitaban hacer, y no es que yo me lo hubiera pasado mal. La próxima vez follaremos los tres juntos, había prometido Dani. Lo tendría en cuenta.
Cuando terminamos de comer, subimos a mi casa. Pero entre el calor que aún hacía, y lo que habíamos comido, acordamos dejar pasar un rato sin sexo. Nos quedamos desnudos en el sofá, viendo una película. Valentín y Daniela insistieron en que me sentase en medio, y eso hice, para minutos después, tener a ambos dormidos sobre mis hombros.
La película resultaba bastante aburrida, pero no por eso me conseguía dormir. Casi por inercia, empecé a acariciar a mis amigos en las piernas, acostumbrado de semanas atrás. Casi se me había olvidado lo de Valentín, cuando de pronto noté su picha en mi mano. Este gimió y siguió con los ojos cerrados. Mi otra mano estaba entre las piernas de Daniela. Acaricié su rajita, que se mojó con el recorrer de mi dedo. Aquello me la puso dura. Un poco más. Gimoteó. Le gustaba. Suspiró mi nombre. Genial.
Y mi otra mano… empecé a masajear la pucha de Valentín. Noté cómo se hacía grande y dura en mi mano. Grande, y suave… y apetecible… ¿qué pensamiento era ese? Con Daniel había hecho cosas, sí… se la había chupado, y me había follado, pero era distinto. Mamársela me provocaba el mismo placer que le daba a él. Y es cierto que el sexo anal se sentía de maravilla. Pero ahora, la de Valentín me apetecía. ¿Era esa la clase de pensamiento intrusivo que había tenido Dani las primeras veces que folló conmigo? ¿Por eso le asustaba sentir tantas ganas de polla?
Y yo ni siquiera me convierto en mujer, pensé. Y ahí estaba, con ganas de chupársela… le di un beso, y logré que abriera los ojos.
“JP… ¿qué te pasa?”
“No digas nada… solo disfruta”, le pedí.
Y me dejé caer sobre su picha. Empecé a lamerla con ganas, mientras mi mano acariciaba sus huevos. Qué me estaba pasando… qué me importaba… probé cada centímetro de su erección mientras subía poco a poco desde la base hasta la punta. Ahí la besé, varias veces, y me fue entrando en la boca.
“Tio… me encanta”, gimió Valentín. “No pares”
Como si pudiera, pensé. Se la empecé a chupar con ganas, acompañando mi boca con mi mano. Y de pronto, noté a alguien acariciándome las piernas. Era Daniela, mirándome sonriente.
“Espera, JP, túmbate mejor”, me indicó.
De ese modo me extendí en el sofá y continué chupándosela a Valentín, mientras Daniela se metía entre mis piernas y me la mamaba a mi. Joder… qué rico, pensé mientras disfrutaba de la polla de Val en mi boca. Y la que me estaba haciendo Daniela era buenísima también. Desde mi sitio, miré hacia arriba. A Valentín. Y este me miró con ternura. Sentí su mano en mi mejilla. Seguí chupándosela. Noté su cuerpo tensarse. Su polla tembló en mi boca. Se iba a correr… hazlo, pensé, y unos momentos después, notaba que me eyaculaba en la boca.
Seguí chupándosela mientras se corría. Usé mi mano para masturbarle, con ese extraño placer provocado por haberle hecho algo que le gustaba… y que me había gustado a mi. Mientras sentía el sabor de su lefa, me corrí yo directo en la boquita de Daniela. Finalmente me detuve, por primera vez, sin saber qué hacer.
Valentín entonces me empezó a acariciar la cabeza, apoyada en sus piernas, igual que Daniela se tumbó sobre mi pecho y me lo acariciaba. Sentí su boquita dándome besos por el pectoral.
“¿Estás bien?”; me preguntó Valentín.
“Sí… lo que ha pasado… es decir…”, no sabía ni qué decir. Y él me lo puso fácil.
“Ha ocurrido. Nunca nos hemos juzgado, ¿verdad?”, dijo, y yo asentí. “Pues hoy, menos. Me ha gustado mucho esta sorpresa”
“Y a mi me ha puesto cachonda mirar… espero que me compenséis”, añadió Daniela.
“Puedo ocuparme de eso”, le dije.
“Pero nada de usar la boca. Yo te necesito dentro”, me dijo.
“Y Valentín…”, empecé. “¿Te gustaría… probar… cómo se siente mi culo?”
Sonrió.
“Me encantará. Y voy a asegurarme de que a ti también”
Así que seguimos en mi sofá. Daniela se había abierto de piernas para mi, lo cual me ponía lo bastante cachondo como para recuperar la erección rápidamente. Se la metí suave, y nos besamos, con mi falo hundido en ella, mientras Val se aplicaba el lubricante. Noté su dedo abriendo mi culo con cuidado. Y entonces, Daniela me separó las nalgas. Un momento después, noté la polla de Valentín invadiendo mi ano.
“¡Aaaaaaah! ¡Joder! ¡Aaaaaaah!”, gemí. “Es… muy grande…”, suspiré.
“¿Esa carita la puse yo cuando me follaste?”, preguntó Daniela con dulzura. “Es una sensación rara, ¿verdad?”, insistió. Yo asentí. Notaba la polla de Valentín amoldándose a mi culo… y me estaba encantando. “No pasa nada porque te guste, JP. Así lo pasamos mejor”
En ese momento noté a Val besándome el cuello. Tiró de mis caderas hacia atrás, y noté que me la sacaba un poco, antes de volver a empujar, provocando que yo penetrase a Dani mientras él me la metía.
De ese modo, Valentín fue follándome el culo, despacio, al tiempo que yo seguía metiéndosela a Daniela. Me acostumbré a su ritmo, y encontré la forma de adaptarme… suspiré. Su picha alcanzaba mi punto G arrancándome gemidos de placer mientras debajo de mi Daniela disfrutaba de mis embestidas, sincronizadas con las embestidas de Val.
Durante un buen rato, lo único que yo sentía era el doble placer de mi culo follado y del coño de Dani mojadito y apretado. Y no sabía si estábamos en mi sofá o en una nuba, y me daba igual. Solo quería seguir… disfruté de nuevo de las tetas de Daniela, las chupé mientras mi amigo me embestía con ganas. Usé mis dientes para presionar los pezones de Dani, los acaricié y ella se aferró a mi mientras empezaba a correrme dentro de ella, y Val hacía lo mismo en mi culo.
“¿Te sientes mejor?”, me preguntó Daniela. Después del sexo, me había tumbado sobre ella, con la cabeza entre sus tetas. Sobre mi pecho descansaba Valentín, que insistía en jugar con mi pene.
“De maravilla… Dios… no me había sentido así antes, es…”
“Raro, lo sé. A mi me costó aceptarlo al principio, pero no me arrepiento de nada. Y no me gustaría que te arrepientas tú”
“No tiene por qué”, dijo Val. “Además, yo quería hacer un trato contigo”
“¿Un trato?”, me sorprendí.
“Quiero que nuestra dinámica no cambie. Quiero seguir disfrutando contigo como mujer, y como chico si me apetece cambiar. Sigo queriendo que me folles. Disfruto mucho y no quiero renunciar a eso. Y, a cambio, si alguna vez tienes impulsos como el de hoy, solo tienes que decírmelo y soy todo tuyo”
“Me parece un buen trato, pero… ¿no me estaré aprovechando de ti?”, murmuré.
“Qué tontería. Dani, a que tú también quieres ese trato con JP”
“Claro que sí. Somos sus nenas”
“Por supuesto que lo somos”
“Y mis nenes”, bromeé.
“Lo que tú desees”, dijo Val, y me besó la boca. “En serio, tengo mucha suerte de teneros. Sobre todo ahora que me han dejado…”
“¿Dejado?”, preguntamos Dani y yo a la vez.
“Sí… recordáis que, aparte de JP, yo tenía otros dos follamigos regulares, ¿verdad?”, dijo. Asentimos. “Pues… Emilio me ha pedido dejarlo. Dice que no quiere más sexo sin compromiso. Y obviamente, no le puedo obligar. Y luego, Jonny se ha echado novia y van en serio”
“Ostras…”
“Os lo hubiera dicho esta semana pero lo estábamos pasando tan bien que no quería estropearlo. Además, habré perdido a Emilio y Jonny, pero he ganado a Dani, que es una maravilla”, Daniela se puso colorada.
“Bueno, pues… aún es temprano. Y sábado”, les recordé. “Tenemos todo el finde para seguir follando”
“Eso esperaba. ¡Buen provecho!”, dijo Valentín, y empezó a chuparme la polla.
CONTINUARÁ
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