Mi vecina, mi mujer, mi debilidad y mi pasión. P2

Como ya sabrán en la parte anterior les platiqué sobre como conocí a mi vecina y como tuvimos nuestra primer aventura, o por lo menos, el inicio de lo que sería una de mis mejores logros morbosos cumplidos. Les dejo la continuación.

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...En eso escucho que se cierra la llave del agua y la ducha deja de sonar. Para mi sorpresa ella abrió la puerta y me sorprendió con las manos en la masa.

-Estás durito. ¿Estabas pensando en mí?

+Sí. (Me quedé congelado de la vergüenza, pero luego asenté con la cabeza)

-Que lindo. ¿Y no te gustaría bajar esa calentura conmigo?

+Si me permites pasar, voy a hacerte sentir una mujer de verdad.

Cerró la puerta de inmediato jalándome del brazo y besándonos en el proceso. Me llevó hacia la ducha donde se estaba enjabonando. Me quitó el boxer y nos metimos de la mano. Esta era de estilo moderno, por ende, era espaciosa como para 2 personas perfectamente.

-Deja salir todo. Quiero que me llenes, ¿sí?

+Te voy a dejar toda mi esencia adentro.

Dicho esto y, estando de pie, procedí a darle la vuelta y teniendo su espalda y sus nalgas redondas y naturales frente a mí... no opté por otra cosa que tomar mi pene ya muy erecto e introducirlo en su feminidad.

-¡Ay! Se siente un poquito duro pero me gusta. Quiero que me vuelvas loca.

+Loca es poco, te voy a volver adicta a mi verga.

Comencé con unas entradas y salidas a media velocidad pero con mucha fuerza, mientras la tomaba de las caderas y azotaba mi testículos en sus nalgas. Podía escucharse perfectamente una sinfonía de aplausos y gemidos de ambos.

Para ser franco, este recuerdo aún me excita mucho. Jamás me iba a imaginar que podría recrear una escena porno milf con una mujer de verdad...

+¿Te gusta como te la meto, mi amor? —Le pregunté ahora con confianza y complicidad mientras mis pies se torcían hacia adentro de lo caliente que estaba.

-Sí, bebé. Estás haciendo bien tu trabajo. —Decía poniendo rostro de que realmente lo estaba gozando.

Su vagina curiosamente, aún estaba algo apretada. Supongo que es por los largos y tristes años soltera y sin una vida sexual activa. Sin embargo eso no era un defecto para mi, sino más bien una bendición, saber que una mujer mayor aún tenía por dentro ganas de ser fecundada.

Estuve unos minutos penetrándola y sintiendo todo el calor exquisito que solo las vaginas nos pueden dar. Esa sensación de sentirse abrigadito y húmedo piel a piel es hermosa.

-Que rico, bebé. Disfruta mi cuerpo, ahora soy tu mujer y mereces descargar todo dentro de mí. —Me dijo girando su cabeza para mirarme a los ojos, lo cual me calentó mucho más porque se mordía los labios y ponía cara de placer verídico.

Cuando me estaba cansando y decidí retirar mi pene por un momento para besarla, me percaté de algo que no había pensado hasta ahora... supongo por la lujuria del momento. Y es que no llevaba preservativo puesto, simplemente al entrar al baño con ella comencé a darle sin considerar que la podría embrazar, ya que a pesar de su edad igual era un riesgo.

-¿Qué pasa, bebé? ¿Te cansaste?

+No, es solo que no me puse condón y temo que puedas quedar embarazada.

-No debes preocuparte por eso. Yo no puedo quedar embarazada. —Me dijo así, sin más añadidos ni explicaciones.

+¿Estás segura?

-Sí, bebé, yo ya no puedo tener hijos, así que puedes hacer con mi cuerpo todo lo que desees. Es tu regalo por ser mi hombrecito.

Esto me lo dijo frente a frente, dándome un abrazo y besándome el cuello mientras me acariciaba el glande y los huevos.

No sé si considerarlo un acto irresponsable o simplemente propio de la sensualidad y el morbo pero no me importó corroborar si era verdad o no lo que me dijo sobre tener hijos. Total, era una mujer muy grande y creerle era lo más cercano a la realidad, así que continué con mis instintos.

La tomé de ambos brazos y alzándolos los pegué a la pared de la ducha. Comencé a lamerle y chuparle las tetas como un loco de nuevo. Debo reconocer que lo que más me calienta en una mujer son los pechos y ella los tenía perfectos para mí.

Terminando mi festín de senos, le dije que ahora sí me quería venir adentro de ella. No podía aguantar más.

-Te mereces acabar dentro de mí, para ser joven eres un hombre vigoroso y un semental. Déjame tu leche adentro, quiero sentir cada segundo como tu semen se escurre por las paredes de mi vagina y recorren mi interior hasta salir por completo.

Esas palabras solo hicieron que me volviera loco. Ahora la puse de perrito mientras el agua seguía corriendo. La tomé del cabello arqueando su espalda y haciendo que su cabeza mire hacia arriba mientras se la metía ahora más fuerte y rápido que antes.

Ella ponía de su parte, estrellándome el culo en mi pelvis y haciendo que mi pene se introduzca más al fondo de su cálida y deliciosa vagina. Sentía que mi glande ya estaba rojo de tanta fricción y que un torrente de semen se acercaba para salir expulsado...

+Creo que me voy a venir, no aguanto más.

-Dámelo bebé, quiero sentir tu esperma pegajoso en mí por favor.

La tomé de las manos y la jalaba hacia mí haciendo presión y en mis partes bajas, hasta que por fin se dio lo que tanto esperábamos los 2.

+¡Aghhh! Ohh... ohh... ohh... mierda, me corrí.

-¡Ay bebé, siento que no puedo controlarme! —Me gritó mientras me ajustaba por dentro y miccionaba al mismo tiempo. Al parecer la fuerza de la frotación interna hizo que sus esfínteres fallaran.

Ese fue el momento preciso en el que dejé toda mi semilla en quien ahora sería considerada mi mujer. Una rara mezcla de sensaciones me invadió por completo; confusión, excitación, preocupación y más.

+Te amo, te amo en serio mi reina. Le dije con toda la emoción y exaltación que tenía. (Supongo que es la frase que más solemos decir los hombres cuando una mujer nos hace acabar)

Ella se giró hacia mí y riéndonos nos abrazamos ya muy sonrojados.

-Me has hecho muy feliz, bebé. Me hiciste sentir mujer, mi paraíso es tuyo. Puedes tomar mi cuerpo cuando quieras y sentirte el más afortunado, porque siempre te voy a dar placer, tanto como tú me has obsequiado. Voy a ser tu perra, la que siempre dejes inseminada y jadeando con la lengua afuera. Solo quiero que me prometas algo... que siempre me lo harás de las formas más sucias y pervertidas posibles. Voy a limpiarme, ¿me das un segundo?

Después de dichas palabras, no me quedó otra cosa que hacer que salir del baño y vestirme. Pero lo importante ya estaba consumado, había tenido sexo con una mujer que me deseaba profundamente en secreto.

Pasaron unos días de semejante experiencia. No nos habíamos vuelto a comunicar, hasta que recibí una llamada de ella nuevamente, ya que mi aventura no terminaba ahí...

--Parte 3 muy pronto--

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