Masturbándose junto a su madre, ella duerme...

Masturbándose junto a su madre, ella duerme...



Su madre llegó cansada ese día, como cada día que volvía de su duro trabajo como servicio en casa de una adinerada familia de la ciudad. Cogiendo a Violeta aún impresionada por todo lo ocurrido con su pequeña incursión en el mundo de las cams porno.
–¿Qué tal mamá? –preguntó Violeta nada más verla acercándose para darle un beso de bien venida.
–Muy bien mi niña, y tú qué tal, ¿cómo está mi nietecita? –dijo esta tocándole la hermosa barriga que lucía con salero su agraciada hija.
–Muy bien mamá, se ha pasado toda la tarde durmiendo, la muy bribona.
–Eso está bien hija, que todo vaya bien es la mejor noticia –sentenció su sabia madre.
–¿Mucho trabajo hoy?
–¡Si mucho! Hoy tenían fiesta los señores y me han tenido cocinando toda la tarde, vengo reventada. ¿Y tú qué has hecho?
–¡Oh, yo pues… nada! –sentenció la chica poniéndose colorada, recordando el sofoco que había pasado frente a la cam, aún sin poder creer toda la gente que la había visto poniéndose tremendamente caliente mientras exhibía sus encantos.
Además Violeta recordó, la visión fugaz de una cifra de dólares que superaba el centenar, ¡toda una fortuna para su país, ¡con apenas una hora de trabajo!
–Anda mamá date una ducha mientras yo preparo la cena, ¿vale?
–Muy bien hija –dijo la madre inclinándose para besar su vientre–. Por cierto hija, tal vez te vendría bien también a ti bañarte, ¿no crees? –añadió su madre tras besar su vientre.
Entonces Violeta fue consciente, de que su sexo aparte de caliente también debía estar maloliente tras la calentura sufrida frente a la pantalla. Y sonrojada asintió ante su madre.
–¡Oh sí, es que esta tarde en la siesta he pasado mucho calor! –acertó a decir.
Preparó unas tortillas para ella y para su madre, cortó pan y un poco de fiambre mientras su madre se duchaba y ya casi estaba terminando de poner la mesa cuando esta la llamó desde la ducha.
–Me puedes acercar la toalla –dijo su madre desnuda desde la ducha, cuando Violeta entró.
Su madre tenía un cuerpo esbelto pese a su edad, apenas una pequeña barriga dibujaba su ombligo, pues era su constitución. De tetas iba bien servida como la hija, pero no tanto. Su sexo peludo y negro lucía sin depilar, pues Graciela no gustaba de tales modas modernas.
–¡Vamos hija, que tengo frío! –dijo Graciela llamando su atención, pues ella se había quedado un poco parada contemplándola desnuda en la ducha.
–¡Oye y tú por qué no te recortas un poco esas pelambres! –se atrevió a decirle Violeta a su madre.
Esta soltó una sonora carcajada.
–Bueno, ya sé que no voy a la moda hija –dijo ella tomando la toalla y saliendo de la ducha–. Pero tienes razón, no es higiénico, otro día me recortaré un poco con las tijeras.
–¿Tijeras solo? Algo de cuchilla por las ingles también te vendría bien, ¿no crees?
–Cuchilla tan cerca de “mi peludito”, ¡eso es peligroso niña!
Así que la madre se secó, luego se puso sus braguitas ajustándolas en su cintura, se cubrió sus hermosos pechos con un sujetador y se puso una bata de andar por casa abotonándola por delante.
Finalmente fueron juntas a la pequeña salita de estar y sentándose a la mesa cenaron tranquilamente. Y tras la cena se relajaron con la película que empezó en la televisión.
Su madre, casi al momento cayó rendida y se durmió recostada en mecedora, mientras Violeta, tumbada en el sofá visionaba la película con cierto interés, pues era ciertamente picante.
Tras una caliente escena de sexo en la pantalla, Violeta no pudo más y sintió la imperiosa necesidad de aliviarse. Pero había un problema, ¡allí al lado dormitaba su mamá!
Dudó si atreverse a hacerlo allí mismo, pero era tanta la calentura y su madre estaba tan cansada, que pensó que no sería una mala idea. Así que discretamente se remangó el vestido y apartando las bragas a un lado, comprobó que allí abajo, ¡todo seguía tan excitado como en la tarde!
Se recostó cómodamente y mientras visionaba el film se dio placer recorriendo todo su sexo con las yemas de sus calientes dedos, ¡aquello era delicioso!
Siguió acariciándose sus pechos y deseó chupárselos, como tanto le gustaba hacer, así que se incorporó un momento y se quitó con gracia el sujetador sacándoselo por los hombros primero y luego bajo el vestido, de esta manera sus pechos quedaron libres bajo la tela y así la chica pudo sacarlos cómodamente para chupar y hasta morder suavemente sus negros pezones.
Estaba a punto de caramelo, allí abajo todo era suave y gustoso, tanto que cuando deslizó su dedo corazón por su oscuro agujero, este entró sin más complicación, con la lubricación extra que se derramaba desde su concha mojada.
¡Qué delicioso placer! Masturbándose mientras la película picante discurría ante sus ojos, secretamente lo hacía ante una madre durmiente, ajena al deleite que del que su hija disfrutaba un tanto obscenamente, mientras ella dormitaba cansada.
Más pronto llegó su final, pues era mucha la calentura acumulada y Violeta se derritió literalmente mientras sus dedos frenéticamente frotaban su pipón, como ella lo definía, cuando estaba tan caliente que su clítoris sobresalía y abultaba como un pequeño pene nacido en la parte superior de su vagina, donde sus labios se juntaba.
A veces incluso llegaba a masturbarse como varón, usando el pulgar y el índice, y aunque a veces este detalle le avergonzaba ante el que fue su novio, este gustaba de chupárselo y llevarla al séptimo cielo.
El orgasmo fue estremecedor, tanto se movió inquieta en el pequeño sofá de dos plazas que terminó despertando a la durmiente.
¡Rápido! –se dijo a sí misma y tapando todo trató de disimular mientras su madre se desperezaba.
–Creo que me quedé dormida, mejor me voy a acostar –dijo su madre.
–¡Oh bueno yo voy a terminar de ver la peli, hoy eché siesta y no tengo sueño! –rio risueña la muchacha.
–Definitivamente hija, te hace falta un baño, ¡no lo olvides mañana! ¿vale?
–¡Oh vale! –se excusó Violeta, pensando que era el olor de su sexo el que definitivamente llenaba el ambiente de la pequeña estancia.
Así, la madre se levantó y dejó allí a la hija, quien una vez a solas se deleitó de nuevo explorando un rato más su excitado sexo.
–¡Oh, qué placer! –pensó mientras sus dedos acariciaban un poco más su húmedo.
Siguió masturbándose un rato más, más pausada esta vez, simplemente acariciándose, con gran deleite, chupándose los pezones, mamándoselos gustosamente, y de esta manera poco a poco se fue excitando hasta altas horas de la madrugada, donde se sintió preparada para una nueva oleada de placer.
Frenéticamente aceleró y el orgasmo la sorprendió de nuevo…
– ¡Ya van tres hoy! Creo que es mi récord –pensó para sus adentros.
Y es que la calentura que sufría la embarazada no era normal, se masturbaba a diario, por la mañana y a veces en la siesta, cuando no, repetía en la madrugada…
Tan caliente comportamiento de la hembra, era fruto de las hormonas desbocadas, que corrían libres por su torrente sanguíneo y libres la hacían volar al país de las maravillas…
 __________________
Así comienza La Embarazada, otra novela de la trilogía "Las más calientes de Zorro Blanco" junto a  La Escritora y Mi Prima, tres calientes historias muy diferentes pero a la par excitantes.
Si os gusta la serie seguid votándola con 5* para que yo sepa que hay interés y siga publicando capítulos aquí. La gente tiende a cansarse cuando se trata de una serie, lo sé por experiencia, por eso no quiero perder el tiempo si te vas a aburrir y seguro que tú tampoco.

1 comentario - Masturbándose junto a su madre, ella duerme...