me cogi a un amigo de mi hijo

Cuando regresé a casa con la compra serían las 13:30 horas del mediodía. Subí en el ascensor ,  Al salir  del ascensor, en el rellano de la escalera, me encontré con un chico de la edad de mi hijo, que parecía esperar a alguien. Cuando me vio introducir la llave en la cerradura de la puerta de mi piso, se dirigió a mí preguntándome si allí vivía Oscar. Yo le respondí que era mi hijo. Entonces se presentó educadamente, me dijo que se llamaba Eduardo, y me contó que era amigo de Oscar y que habían quedado para comer juntos ese día. Entonces le expliqué que su amigo estaba en la facultad y que no vendría hasta las 14:45 horas aproximadamente. El chico, algo contrariado, me dijo que pensaba que Oscar no tenía clases los viernes. Como apenas quedaba una hora y cuarto para que mi hijo regresara, le invité a que le esperara en casa tomando una coca-cola. Tras un ligero titubeo Eduardo aceptó mi invitación.
Abrí la puerta de la casa,  y le serví una coca-cola y unas patatas fritas. Luego me disculpé para ir a ponerme ropa más cómoda mientras él se tomaba aquel aperitivo. Sin caer en la cuenta de que Eduardo, a pesar de su edad adolescente, era ya un hombre, me vestí como habitualmente suelo estar en casa, es decir, me quité la ropa y me enfundé una bata ajustada sobre las prendas interiores. Después me recogí el pelo en una coleta y me lavé la cara para quitarme el maquillaje.
Nuevamente entré  y me volví a disculpar, ya que tenía que preparar cosas de la casa. Eduardo con una sonrisa encantadora me dijo que no me preocupara por él, que esperaría allí a Oscar sin molestarme. Le agradecí sus palabras y me dirigí a la cocina para fregar los cacharros del desayuno. Mientras fregaba repasé mentalmente el aspecto de aquel chico. Era moreno, con el pelo muy corto Era bastante alto y muy delgado.
Después de fregar los cacharros me dispuse a hacer el cuarto de baño. Me encontraba agachada sobre la bañera cuando de pronto vi el reflejo de Eduardo en el espejo. El corazón me dio un vuelco ocasionado por la visión inesperada  Él se disculpó amablemente, argumentando que tenía muchas ganas de orinar. Yo asentí con la cabeza y me dispuse a dejarle el baño libre, pero Eduardo, sin esperar a que lo hiciera, se bajó la cremallera de su bragueta, se sacó el pene y comenzó a mear como si nada. Turbada por la situación no me atreví a moverme del sitio, ya que para abandonar el cuarto de baño tenía que pasar por detrás de Eduardo a escasos centímetros. Entonces, sin querer, los ojos se me fueron hacia el pene del muchacho. Lo tenía bastante largo y gordo pese a su estado de flacidez. También pude observar que su glande se mostraba totalmente descapullado. Cuando retiré los ojos de su miembro me percaté de que Eduardo se había dado cuenta de que le estaba mirando el pene, y me sonrió pícaramente, a lo que yo respondí poniéndome colorada como un tomate.
Cuando el  terminó de mear, se la sacudió varias veces y en lugar de guardársela en su bragueta, se la dejó fuera colgando. Luego, mirándome a los ojos directamente, me preguntó que si quería probar su pija . Aquellas palabras hicieron que un hormigueo, mezcla de miedo, vergüenza y excitación, recorriera todo mi cuerpo. Me quedé varios segundos sin reaccionar, mirándole a la cara  Luego un desconocido y brutal impulso provocó que me arrodillara frente a Eduardo y metiera aquel trozo blando de carne en mi boca, sin mediar palabra alguna.
En un tiempo record el pene del muchacho se puso duro como una piedra. Si ya me había parecido grande antes, ahora era descomunal. Debía medir más de veinte centímetros y su capullo se veía terso e hinchado como un globo. No sé ni como, ni porqué, pero el caso es que se la estaba chupando sin parar.
Al rato, Eduardo me agarro  por los hombros para que me incorporara del suelo. Al hacerlo la pija  se salió de mi boca acompañada de un borbotón de mi propia saliva. Cuando finalmente me puse de pié, me agarró la cara con ambas manos y comenzó a besarme en la boca .  Luego, sin dejar de besarme, me abrió la bata, me desabrochó el sujetador y comenzó a acariciar mis tetas. Irrefrenablemente mis pezones se pusieron duros  Después comenzó a lamerme los pechos y a mordisquear mis pezones. Yo me estaba derritiendo de placer. Una de sus manos, abandonó mis tetas y fue resbalando por mi panza  Hábilmente la introdujo bajo mi tanga y comenzó a acariciar mi ya mojada concha . Presa de la excitación le agarré la pija y empecé a masturbarle lentamente.
Eduardo se sentó sobre la tapa del inodoro , me quitó lla tanga  y la bata, me agarro  por ambas manos y me condujo hasta colocarme a horcajadas sobre él. Con una de sus manos apuntó su rabo entre mis labios vaginales hasta introducirme el glande. Luego me fue sentando lentamente hasta que sus huevos hicieron tope en mis nalgas. Parecía mentira que mi vagina pudiera engullir su descomunal miembro, pero lo cierto es que sin el más mínimo dolor me la había metido entera. Comenzó a estrujarme las tetas y a retorcerme con delicadeza los pezones al mismo tiempo que me besaba en la boca con su particular destreza. Yo por mi parte apoyé los pies en el suelo, me sujeté con fuerza en sus brazos y comencé a cabalgarle. En cada movimiento de ascensión su glande se salía casi por completo de mi vagina, mientras que cuando procedía al descenso se me clavaba profundamente. Aquel bombeo extraordinario, aderezado con sus besos de tornillo y su masaje en mis tetas provocó lo inevitable: Un orgasmo 
Mi cuerpo se retorcía de placer con aquel  Su lengua ahora recorría mis pezones y sus dedos masajeaban mi clítoris al mismo tiempo. Notaba como mi vagina cada vez se abría más y más. Ni que decir tiene que el segundo orgasmo no se hizo esperar. Fue de mayor intensidad que el primero, aunque un poco más corto. Nuestros cuerpos estaban cubiertos de sudor y nuestras lenguas se entrelazaban frenéticamente intercambiando saliva.
Cuando Eduardo se aseguró que mi segundo orgasmo había finalizado me retiró de encima de él, se levantó  se quitó toda la ropa  me pidió que le llevara al dormitorio. Yo obedecí ebria de excitación y lo conduje hasta la cama. Me colocó a cuatro patas sobre la cama. Él se situó, de rodillas, por detrás de mí. Me abrió las nalgas con sus manos y me la metió  Y es que la tenía tan dura que ella sola se abría paso entre mis piernas. Luego me agarró por las tetas y comenzó a cogerme a un ritmo frenético. En menos de dos minutos encadené tres orgasmos seguidos que me hicieron gritar de placer. Yo tenía el chocho tan mojado y dilatado que su pija  entraba y salía a una velocidad endiablada.
Minutos más tarde Eduardo volvió a sacármela, cerciorándose antes de ello de que había terminado de correrme. Me tumbó sobre la cama, boca arriba, y recostándose entre mis piernas comenzó a comerme la concha 
Su lengua me recorría la vagina por completo. En cada pasada comenzaba por el clítoris y terminaba prácticamente en mi ano. Luego movía la punta de su lengua dibujando círculos sobre mi clítoris. Aquello me hizo ver el firmamento. Mi cuerpo rebotaba sobre la cama 
El reloj de la mesilla indicaban las 14:30 horas. Oscar estaba a punto de llegar y no podía permitir que fuera espectador de aquella singular orgía, así que puse en antecedentes a Eduardo para que fuera terminando. El muchacho dejó de lamerme  se recostó encima de mi cuerpo y me la volvió a clavar. Luego empezó a cogerme  otra vez mientras volvía a chuparme las tetas. Entonces empezó a venirme un nuevo orgasmo. Eduardo se percató de ello y aumento su velocidad al máximo, al tiempo que su lengua penetraba en mi boca hasta casi rozarme la campanilla. Aquel orgasmo fue tan brutal, intenso y prolongado, que estuve a punto de desvanecerme de placer. Cuando mi último orgasmo concluyó, el muchacho me la sacó del chocho y, avanzando en cuclillas hasta mi cara, me la metió en la boca y eyaculó como un toro .
Interminables borbotones de leche condensada me inundaban la garganta al mismo tiempo que Eduardo se retorcía de placer. Su glande seguía largando  semen sin parar, por lo que no tuve más remedio que ir tragándomelo todo. Luego sus chorros comenzaron a perder fuerza y volumen, pero, aún así, yo seguía tragando y tragando. Cuando finalmente vació sus huevos en mi estómago le limpié con mi lengua los restos de lefa que le colgaban del capullo.
Antes de levantarse de encima de mí, me dijo que nunca una mujer se había tragado su semen y que le había vuelto loco de placer. 

me cogi a un amigo de mi hijo

5 comentarios - me cogi a un amigo de mi hijo

w89910016 +1
🔥🔥🔥 Buen relato, van 10+
elgabylan2008
que hermosa trola vamos por mas queremos fotos tuyas bebe

😬