PDB 27 Cuenta regresiva




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Compendio III


Con Aisha, en cambio, sí se trata de sexo.

El único defecto de una mansión tan grande como la que vive es que la escalera principal se nos hace eterna. Y es que a pesar de que una vez que ingresamos a la casa, prácticamente trotamos por llegar al dormitorio matrimonial y sin importar nuestra condición física, llegamos cortos de aire al segundo piso.

En el dormitorio, nos besamos brevemente. Nuestra ropa simplemente vuela, más que nada porque ella está ansiosa porque la meta. Pero sin lugar a duda, le gusta chuparme el pene.

Una vez que me baja el pantalón y me deja con el bóxer, apenas contiene sus impulsos y me da una deliciosa mamada. Se atraganta la garganta con ella y la babosea por los costados. Me mira con ojos de puta, acostumbrada de complacer a su marido con sus impresionantes habilidades bucales, aunque la mía le resulta un placer adicional, al ser más larga y gruesa, por lo que me causa cierta ansiedad cuando nos vaya a comparar (el cornudo debía llegar a puerto esta mañana, razón por la que no fui a desayunar hoy con ella).

Se notaba que estaba acostumbrada a que su marido se viniera en la boca. De lo contrario, no me habría mostrado una cara tan molesta cuando se la sacaba y me colocaba el condón.

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Con ninguna pizca de remordimiento, nos acostamos en el dormitorio matrimonial y la empecé a penetrar. Seguía sorprendiéndome lo estrecha que se sentía, mientras que ella gozaba cómo la iba ensanchando y a la vez, comiéndole esos deliciosos pechos de chocolate. La curiosidad y el morbo me hicieron explorar más y más esos riquísimos pastelillos de chocolates, probando si acaso podían marcarse mis dientes o los chupones que le daba, haciendo que nos besásemos con mayor disfrute.

Sin embargo, saber que no era virgen del culo me dio un placer adicional. Mientras que ella enroscaba sus piernas en una llave en torno a las mías, flectaba su cintura con mi torso de manera tal que su lujurioso culo quedaba expuesto y con verdadera malicia, metí los dedos índices y anulares de ambas manos por su estrecho agujero, extendiéndolo hasta hacerle gritar y correrse de gozo.

Cuando lo hice con mi esposa, se quejó terriblemente, dado que nunca pensó que podría sentir un placer tan grande sin que usara mi pene, puesto que anteriormente, solo habíamos experimentado con 3 dedos por su ano.

Pero una vez que alcanzaba su vientre y empezaba a comprimirlo, los2 subíamos a una intensidad apabullante. Y es que me da la impresión de que el cornudo marido de Aisha igual la cela, dado que el equipo para que ella se mantenga en forma está en la casa.

Porque de solo imaginarla con tenida deportiva en un gimnasio, no me cabe duda de que, de alguna manera, alguien o algunos se hubieran escabullido con ella hasta rebalsarla con leche por sus agujeros.

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Cuando alcanzábamos el orgasmo, llevábamos un ritmo frenético, demoledor, y me daba la impresión por la forma que adosaba su rostro sobre el mío que su marido no le da tan duro o profundo como yo.

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ü  ¡Augh! ¡Sí! ¡Sí! ¡Dámelo fuerte! ¡Más fuerte! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios!¡Vamos, Marco! ¡Lléname! ¡Lléname! ¡Augh! ¡Es tan grande! ¡Tan grande! ¡Ahhh!¡Ahhh! ¡No puedo aguantar! ¡Aghh! ¡Vamos, Marco! ¡Acábame adentro! ¡Acábame adentro! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Auughhhhh!

Quedábamos pegados, conmigo sintiendo los espasmos en mi pene, hinchando poco a poco el volumen de mi preservativo.

ü  ¡Creo que nunca me vine así antes! ¡Wow!- exclamó ella, antes de resoplar sonriente.

-         ¿Por qué? ¿Tu esposo no te coge así? – pregunté, limpiándome el profuso sudor en mi frente.
Aisha sonrió, mirándome con sus agradados ojos exóticos.

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ü  ¡No! Solo puedo decirte que él y yo tenemos otro tipo de preferencias en la cama…

Pero a pesar de sus argumentos, Aisha es una de esas mujeres a las que se le suelta la lengua cuando disfruta demasiado.

ü  Verás, ni él ni yo queremos tener más hijos…- comentó en un tono serio, para cambiar a una actitud mucho más seductora. – Y cuando vi a Izzie caminar luego de salir contigo, supe qué le había pasado al instante, porque también lo he sentido.

-         ¿Quieres decir que tú y tu esposo solamente tienen sexo anal? – pregunté, empezando a endurecerme de nuevo en su interior.

Por el gesto plácido en su rostro, ella también lo sintió.

ü  ¡Sí! Por eso, me extrañó verte usar un condón…- comentó melosa, antes de reposar su rostro sobre mi pecho.

Admito que, en esos momentos, quedé sin palabras, dado que al verla tan tímida y recatada, jamás se me pasó en la cabeza que Aisha pudiese ser así de puta. Es decir, no culpo al cornudo, porque su esposa tiene un cuerpo soberbio y su culo color ébano no tiene comparación.

¿Pero nunca tener sexo normal?

-         ¿Y a ti te gusta el sexo anal?

Sentí que su mano clavó sus uñas con un poco de tensión en mi vientre al escuchar mi pregunta.

ü  Al principio, no… pero al ver que era la forma que más excitaba a mi esposo… y que no necesitábamos usar condones… me empezó a gustar más y más…-respondió ella con timidez y mirándome a los ojos con temor.

Acaricié su cabeza suavemente, pudiendo sentir por primera vez sus cabellos, haciendo que dulcificara su mirada y sonriera hermosa.

ü  Pero creo que Calliope tenía razón y necesitaba probar a otro hombre. – añadió enternecida, para abrazarme luego por el vientre. - ¡He disfrutado mucho lo que hemos hecho este tiempo!

Quedé impactado…

-         ¡Espera! ¿Tu hija Calliope te dijo que le fueras infiel a tu esposo?

Me volvió a mirar ella con un poco de temor.

ü  No lo dijo con esas exactas palabras… pero sí dijo que no era justo que yo pasara mucho tiempo frustrada, siendo que su padre podía hacer lo que él quisiera. Calliope me dijo que, como mujer, necesitaba liberar mis impulsos sexuales con otro hombre, porque su padre tarda mucho entre cada viaje y que ella ya era madura. Que me entendería por ser ella mujer, también.

Sin darme cuenta, me empecé a endurecer más pensando en Calliope. Quiero decir, su madre ya es sexy de por sí. Pero la vez que la conocí, me dio la impresión de que también quería tener algo conmigo.

-         ¿Y Calliope está saliendo con alguien?

Sonriendo, se soltó de mí y tomó mi preservativo usado.

ü  ¡Sí! ¡Tiene un novio desde el año pasado! – respondió lujuriosa, luego de tragarse el semen del paquete y antes de empezar a darme una mamada.

Considerando el consejo que le había dado a su propia madre, no me sorprendía la idea que Calliope fuera también una putita que le pusiera cachos a su novio…

Pero a medida que Aisha se atragantaba con mi pene, disfrutando de los restos de semen que me quedaban por los costados, una ligera sospecha se empezó a anidar en mi mente…

-         Aisha, ¿Crees que tu esposo te sea infiel?

Mientras me acariciaba el falo suavemente para no perder mi erección, me miró graciosa:

ü  ¡No lo creo! ¡Siempre lo trato de tener satisfecho!

Pero a pesar de que su boca me daba a entender a lo que ella se refería, volví a insistir.

-         Pero ¿Qué hace él cuando vuelve? ¿Hacen el amor?

Aisha me empezó a sacudir con su delicada mano a mayor velocidad.

ü  ¡No! ¿Por qué? ¿Te estás poniendo celoso? – consultó sonriendo traviesa y mirándome encantada.

-         No, pero…

Y a medida que me derretía en sus cautivadores labios, le comentaba que cuando trabajaba en la faena minera, lo primero que hacía al llegar a casa apenas los 2 teníamos tiempo libre era saltarle encima a Marisol y hacerle el amor hasta dejarla exhausta y bien atendida por todos sus agujeros.

Empezó a chuparme con mayor entusiasmo, metiendo su mano entremedio de sus piernas.

ü  ¡Tu esposa debe ser muy afortunada! ¡Sintiendo esto por todos sus agujeros!– exclamó, lamiendo melosa.

-         ¡Sí, pero yo también tenía una amante en la mina! – le conté, mientras me estrujaba el falo con ambas manos y me besaba el glande con locura.

Y mientras se atragantaba comiendo 3/4 de mi verga, le conté de Hannah, la mujer que fue mi esposa semana por medio por 3 años mientras trabajaba por allá.

Mientras me masturbaba con experticia y me miraba con mayor atención, le conté de la temperamental ingeniera mecánica que cautivaba al personal de la faena con sus pequeños bermudas color caqui y su redondo traserito. Con sus ojos celestes y su corta y rubia cabellera, Hannah era la fantasía de todo el personal en la faena, pero a pesar de estar comprometida y posteriormente, casada, igual no dudaba en terminar acostándose conmigo, pudiendo yo descargar mis antojos que tenía por Marisol.

Y mientras se atragantaba Aisha bebiendo mi eyaculación, le hice saber mi preocupación.

-         ¿Crees que tu esposo sea bisexual?

ü  ¿Qué? – exclamó, enterrando nerviosa sus largas uñas sobre mi hinchado miembro viril, pinchándome inconscientemente.

-         ¡Sí! – retirándolo de su pequeña mano, sintiendo un tremendo dolor. – quiero decir… tú misma dices que son 60 días de viaje… y si no hacen el amor, pero sí tienen sexo anal…

Fue impactante verla admitir esa posibilidad.

ü  ¡Eso no puede ser! ¡Es imposible! – negó perturbada, de forma impasible.

-         Es un viaje largo…-añadí, luego de calmarme del dolor.

Sin embargo, tenerla así de enfadada y celosa y luciendo un culo como ese, tenía una oportunidad de oro…

-         Es decir, puede que me equivoque. Porque tu culo es realmente sexy. - Le dije, empezando a acariciarlo.

ü  ¿Pero que él me haga esto? – exclamó indignada.

-         Bueno… a menos que a él le ponga caliente que tú le metas cosas por el culo… parece que es él el que lo mete,¿No? – pregunté, empezando a masajearla por detrás.

ü  ¿Qué quieres decir? – preguntó empezando a sonar excitada, a medida que empezaba a jadear con mi movimiento de dedos.

La besé y le agarré de los pechos.

-         Que no es justo que él la meta en muchos culos… y tú, solamente metas la de él en el tuyo…

Al notar cómo estaba de hinchado, entendió la idea.

ü  ¡Pero la tuya es demasiado grande! -respondió calentona, jadeando con mayor intensidad.

Solo sonreí…

-         ¡No te preocupes! ¡Igual te va a encajar!

Y empecé a masajearla con mayor intensidad. A diferencia de Isabella que, al parecer, se estimulaba una vez al día, el ojete de Aisha seguía estando apretado y mucho más elástico. Cuando metí el tercer dedo, se quejó lascivamente, sintiendo un poco de dolor.

Y siguiendo el consejo de su arrogante amiga de pelo azabache y labios encendidos, escupí en su culito para lubricarla, gesto que le hizo soltar otro gemido placentero.

-         Bien, encuentro que ya estás lista. ¡Prepárate, porque ahora la empezaré a meter!

Aisha se tensó, dejando el culo en pompa, en la misma pose de yoga que su propia amiga había puesto días atrás.

Mi chorizo, entre esas enormes y morenas nalgas, parecía un verdadero completo o choripán, con mi cabeza ardiendo y sonrosada.

Un par de roces entre sus exquisitas nalgas y empecé a meterla…

ü  ¡Aagh! ¡Ve lento! ¡Ve lento! ¡Ahhh! ¡Lo sabía! ¡Es muy grande! ¡Muy grande! ¡Agghh!

En efecto, el avance era despacio y dificultoso y podía darme cuenta de que le molestaba más de lo que le agradaba.

Pero solo ciñéndola con una mano, metí la otra entremedio de sus piernas, estimulando el clítoris y el tracto de la vagina. Eso la hizo soltar un quejido refrescante.

ü  ¡Aaghh! ¿Qué me haces? ¡Haaa!

-         Nada. Simplemente, te masturbo para que no sientas tanto dolor.

ü  ¡Mmnh! ¡Ugh! ¡Pero espera!… ¡Ahhnn! ¡No lo hagas así! ¡Mmmgh!

Con el dorso de mis dedos, empecé a estimular su clítoris, llenándola de dicha. Sin que ella se diera cuenta, el gozo la hizo incorporarse en cuatro patas, por lo que parecía una perra en celo. Sus ubres de chocolate colgaban pesadas como campanas, meciéndose suavemente replicando el placer que sentía por sus agujeros.

ü  ¡Ah, sí! ¡Ah, sí! ¡No pares! ¡No pares! ¡Se siente tan bien! ¡Tan bien! ¡Ahhhh!

Y alcanzó un orgasmo justo cuando logré meter la cabeza entera.

Nos quedamos un rato parados, descansando del esfuerzo.

-         ¿Cómo te sientes?

ü  ¡Bastante bien! ¡No quema tanto como pensaba! Pero sí la tienes grande. No creo que mi esposo me haya abierto así antes.

Sentí que me ponía más duro…

-         Es solo la falta de práctica. –le mentí. – Probablemente, lo sientes así porque no lo has hecho en más de un mes.

ü  ¡No lo sé! – respondió sincera. – Con mi esposo, no siento esa sensación como que él me quema.

Aproveché y le di una sonora nalgada, haciendo que se estremeciera lujuriosa.

-         ¡No te preocupes! ¡Te acostumbraré a mi tamaño para que no sientas dolor! – le respondí, afirmándome de sus sensuales caderas.

ü  ¡Ahhghh! ¡Gracias!

Aunque si mis experiencias con Hannah y con Gloria, cuando era mi secretaria, me enseñaron algo, sería que el sexo con el cornudo será mucho más fluido de ahora en adelante, porque le costará mucho menos meterla hasta el fondo.

Pero ese culito morenito y soberbio era impresionante, porque como les digo, Aisha tiene una cintura de reloj de arena y enormes tetas, por lo que tenerla en cuatro patas y gozando en su propio dormitorio matrimonial era una sensación de triunfo increíble.

ü  ¡Ahhgh! ¡Ahhghh! ¡Es enorme! ¡Enorme! ¡Dios! ¡Cómo quema! ¡Ahhh!¡Ahhh! ¡Métemela entera! ¡Entera! ¡La quiero sentir… toda en mí! ¡Aaagh!¡Aaagh! ¡Es tan grande! ¡Mhmm! ¡Tan grande! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Mi esposo… no la mete así! ¡Agghh! ¡Aghh! ¡Estás tan adentro! ¡Tan profundo! ¡Ahhh! ¡Ahhhh!¡Ahhh! ¡Y sigues metiéndola! ¡Me estás abriendo entera! ¡Agghhh! ¡Agghhh!

Y eso que todavía quedaba una cuarta parte afuera…

La metía y sacaba con locura. Estaba tan apretada, que sentía mi chorizo entrar y salir ajustadamente. Y aunque con cada embestida, ganaba un poco más de espacio, podía darme cuenta de que al igual que Marisol, Aisha disfruta enormemente del sexo anal.

Para cuando la metía entera, bramaba con locura, contenta de sentirme hasta la base.

ü  ¡Dios! ¡Aun no eyaculas! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Mi esposo… mngh… ya habría acabado! ¡Ahhh! ¡Ahhhh! ¡Dame más! ¡Quiero más! ¡Ahhhh! ¡Ahhhh! ¡Rómpeme entera! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Es enorme! ¡Ahhhh! ¡Me encanta! ¡Quiero más! ¡Dame más!¡Augh! ¡Ahhh! ¡Ahhh!

Y seguimos así por un rato, hasta que no aguanté más y me vine dentro de ella.

ü  ¡Ahhh! ¡Ahhhh! ¡Ahhhh! ¡Siento mi culo en llamas! ¡Ahhh! ¡Ahhh!¡Nunca lo había hecho así! ¡Ahhh! ¡Ahhhh! ¡Ahhhh! – se quejó resoplando, tirada en la cama.

Nos besamos un rato, mientras sujetaba esas tetas de chocolate que desbordaban mis manos.

-         ¿Te sigues sintiendo ansiosa porque vuelva tu marido? – le pregunté, mientras la sacaba de su interior y veía parte de mi corrida escurrir entre sus nalgas.

ü  ¡No, ya no! – respondió, mirándome dichosa. - ¡Gracias a ti y a Calliope, no me preocupa tanto!

Sin embargo, 2 polvos para ella siguen siendo demasiado, por lo que luego de bañarme y vestirme, ella recién se metió a la ducha para buscar a Sophie a la escuela.

Y mientras bajaba la larga escalinata, la puerta principal se abrió.

Calliope me sonrió mientras me veía abrochándome las muñequeras.

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¡Volvemos a vernos, padre del amigo de mi hermana! – saludó coqueta, mientras subía las escaleras. – Tal vez, debería volver más temprano de mis clases.

Me volví en mis pasos y le planté un beso que ella no esperaba.

En vista que no me lo rechazó y me lo correspondió, aproveché de meter mi mano bajo su pantalón y estrujar su sexo bajo su calzón.

-         ¡Deberías! Tu madre y yo podríamos enseñarte un par de cosas en la cama…

La musa de la poesía sonrió benéfica…

Suena una oferta muy tentativa…

Pero insisto que iba justo de tiempo.

Cuando llegué, Izzie ya estaba ahí, mirándome enfadada con manos en la cintura, como si fuese una jarra.

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Y cuando vio a Aisha caminar, echaba flamas por los ojos.

-         ¿Qué? – Le pregunté, desafiando su arrogancia. - ¡Te dije que la primera serías tú, no la única!

Sin embargo, Emma, coqueta, chispeante y caliente como siempre, me preguntó:

o  ¿Significa que la siguiente soy yo? – rematando su consulta con su sensual mordida de labios.

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Pero mientras esperábamos a nuestros retoños emerger de la escuela, pude notar que la mirada de Aisha volvió a cambiar hacia mí…

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Más que la ansiedad porque la cuenta regresiva para volver a ver a su marido la embargaba, al igual que Emma, parecía ahora contar ansiosa los días restantes para que ella y yo (Y con algo de suerte, Calliope)  volviéramos a encontrarnos en la cama.


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1 comentario - PDB 27 Cuenta regresiva

eltrozo896 +1
Trio en puerta con madre e hija
metalchono
Eso espero, aunque va a tardar, porque el marido viaja cada 2 meses. Saludos y gracias por comentar.