Mi querida está en celo #3

Mi querida está en celo #3
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“¿Q-Qué hay de tu disfraz, Kitagawa-san? ¿No estorbará? Gojo no quería dañar el leotardo color agua y mucho menos rasgar las pantimedias de la rubia. Siempre sintió que desfigurar la ropa era una falta de respeto hacia quienes dedicaban tiempo y esfuerzo para hacerlo, y ciertamente no quería ser culpable de hacer tal cosa.

Deteniéndose por un momento antes de reírse para sí misma, Marin descubrió que la pregunta honesta era tan apropiada para el artesano que no pudo evitar reírse. Ella sentía como si él realmente fuera un guardián, que iba a hacer todo lo posible para asegurarse de que su relación durara mucho tiempo, ya que él era simplemente perfecto a sus ojos.

“Eres tan considerado, Gojo-kun. Realmente, no tienes que preocuparte por eso. Yo um... quería que nuestra primera vez fuera especial, y tener sexo cosplay es muuuy caliente”, confesó Marin que había venido aquí vestida con un traje de conejita con la única intención de echar un polvo, que se excitaba con solo pensar en siendo follada sin sentido mientras llevaba un disfraz.

Para demostrarlo, se rasgó las pantimedias e hizo un agujero de tamaño decente alrededor de su entrepierna, dándole a su novio fácil acceso para hacer lo que quisiera con ella. Enganchando un dedo debajo de su leotardo, lo apartó para revelar su tanga negro, la única pieza de tela que ocultaba su preciosa feminidad.

Al pasar un dedo por su vagina oculta, Marin se estremeció al sentir un cosquilleo recorrer su columna. Podía sentir una mirada intensa dirigida a sus partes privadas y, aunque le hubiera encantado simplemente entrar en acción, decidió burlarse de su novio preguntándole: “¿Y? ¿Qué tal, Gojo-kun? ¿Quieres hacerme sentir bien?

"S-Sí... Pero creo que simplemente arruinaré las cosas", tartamudeó Gojo, ya que apenas podía creer lo que estaba viendo. El fino trozo de tela que ocultaba el coño de su novia no ocultaba tanto como debería, y apenas podía distinguir la forma de sus pliegues. Sin mencionar la mancha húmeda en la parte delantera de su tanga.

Levantando una pierna, Marin se sentó encima del rostro del ansioso chico, sintiendo su aliento caliente rozar el interior de sus muslos. Ella estaba mirando hacia su mitad inferior, se inclinó y presionó sus voluptuosos pechos contra él, colocándolos en la posición 69. Su enorme virilidad estaba justo frente a su cara, y estaba asombrada por lo amenazador que parecía mientras brillaba con su propia saliva.

"Relájate. Tómatelo con calma, ¿vale? ¡Estoy seguro de que lo harás bien, Gojo-kun! Marin le aseguró a su novio que no le preocupaba si él era inexperto o no, que se contentaba con tener intimidad con él. Después de todo, ninguno de los dos era un profesional experimentado, por lo que ella no tenía grandes expectativas.

Todo lo que quería era que los dos se complaceran mutuamente, disfrutaran del abrazo del otro mientras se convertían en uno.

Levantando las manos temblorosas, Gojo pasó los dedos por sus redondas y jugosas nalgas, sorprendido de lo suaves y grandes que eran. Se dio cuenta de que ella estaba temblando por su toque y no quería arruinar el momento para pedirle consuelo. En lugar de eso, centró su atención en su entrepierna.

Apartando su tanga negra y su leotardo con dos dedos para asegurarse de que no estorbarían, Gojo se sorprendió al ver la vagina de su novia en carne y hueso. Se veía tan delicado, y los saludables pliegues rosados estaban sorprendentemente húmedos, lo que le hizo preguntarse qué tan emocionada estaba por esto.

Sacando cautelosamente la lengua, la rozó torpemente contra sus tiernos pliegues, ganándose un grito en respuesta. Dejó lo que estaba haciendo, asumiendo que había estropeado las cosas, pero en lugar de eso, la parte trasera que tenía encima se derrumbó, no dándole más opción que continuar con lo que estaba haciendo.

La sensación de tener a su novio lamiendo su feminidad le dio a Marin una descarga de adrenalina cuando comenzó a frotar su pelvis contra su cara. Sintiendo su lengua insertarse lentamente dentro de ella, dejó escapar un profundo gemido cuando sus ojos se pusieron en blanco, haciéndola casi olvidar lo que estaba a punto de hacer.

Luchando por recomponerse, Marin tomó la parte inferior de sus senos y los liberó de debajo del leotardo de color aguamarina. Separando sus voluptuosos orbes redondos por un breve momento, los volvió a juntar con la enorme virilidad entre ellos, y se quedó boquiabierta al no poder creer cuánta polla sobresalía de su escote.

Había suficiente para que ella chupara el glande expuesto, y la sensual rubia comenzó a girar su lengua en círculos mientras apretaba sus mamas con firmeza. Ni un segundo después, comenzó a mover su pecho hacia arriba y hacia abajo, haciendo todo lo posible para hacerle una paja a su amante.

Gimiendo en el coño de su novia, Gojo ni siquiera podía empezar a imaginar lo que estaba pasando. Sentía como si su pene estuviera envuelto por todos lados, como si alguien estuviera chupando la punta, y amaba cada segundo. Al darse cuenta de que se había detenido abruptamente, comenzó a mover la lengua.

Sintiendo que las paredes se tensaban a su alrededor en respuesta, Gojo comenzó a meter y sacar su gruesa lengua de la empapada y húmeda feminidad de la rubia. Sus fluidos eran sorprendentemente dulces y le hizo preguntarse si las chicas normalmente estaban tan mojadas. De todos modos, no podía exactamente detenerse y pedir confirmación.

La pareja de idiotas disfrutó de este acto íntimo, tomándose su tiempo mientras hacían todo lo posible por complacerse el uno al otro. Sus cuerpos estaban presionados uno contra el otro y estaban disfrutando plenamente de su primer 69, mucho más de lo que esperaban. Temblaban mientras oleada tras oleada de placer los recorría, de la cabeza a los pies.

Ninguno de los dos se dio cuenta de cuánto tiempo había pasado mientras centraban toda su atención en las partes privadas del otro. Gojo estaba preocupado por comerse el delicioso y empapado coño, mientras que Marin estaba ocupada dándole una cubana al enorme y descomunal pene, mientras atendía su sensible punta con su boca.

Perdidos en su propia palabrita y aislados del resto de la realidad, no pasó mucho tiempo antes de que alcanzaran sus límites. Sin separarse ni por un segundo, la pareja amorosa se sintió abrumada por los orgasmos que les entregó su pareja. No se atrevieron a separarse ni por un segundo.

Gimiendo cuando la polla palpitante comenzó a disparar fajos de semen espeso contra la parte posterior de su garganta y el paladar, Marin temblaba de placer porque no tenía más remedio que tragar la carga de su novio. Apenas podía creer el sabor salado, y mucho menos el gran volumen que él estaba produciendo para ella, y sentía que era su deber chuparle hasta la última gota.

Girando su lengua mientras las paredes internas lo apretaban con fuerza, Gojo se sorprendió de poder hacer que su novia se corriera. Dulces fluidos brotaban de su coño, y él los bebió con entusiasmo mientras dejaba que el placer proveniente de su mitad inferior lo arrastrara.

Disfrutando del resplandor de haber compartido un orgasmo con su pareja, los dos se separaron a regañadientes, con la chica escasamente vestida rodando sobre su espalda encima de la cama. Ambos estaban jadeando por aire, mientras se miraban furtivamente el uno al otro antes de apartar la mirada una vez que sus ojos se encontraron.
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“¡E-Estuviste increíble, Gojo-kun!” Marin se sentó mientras elogiaba a su novio por haberla hecho ahogar de placer solo con su lengua. Sus partes privadas estaban todas húmedas y con hormigueo, y podía sentir una picazón muy dentro de ella que necesitaba atención. Y ella sabía exactamente cómo solucionarlo.

Levantándose después de haber estado acostado boca arriba por un buen rato, Gojo se sonrojó porque le resultaba difícil mirar a la sensual rubia a los ojos. No pensó que había hecho nada especial y estaba más preocupado por lo hábil que era ella con su boca y sus pechos. Sólo pensar en cómo ella lo empujó al límite con facilidad hizo que su erección se contrajera.

Sintió la necesidad de decir algo, cualquier cosa para al menos contribuir a esta incómoda conversación, pero no se le ocurrió nada. Dejando escapar un suspiro exasperado, Gojo miró hacia el techo antes de murmurar en voz baja: “Probablemente no soy bueno, ¿no? No tienes que mentirme…”

Al distinguir las palabras que se pronunciaban en voz baja, Marin hinchó las mejillas y se acercó, decepcionada de que dudaran de ella a pesar de haber siempre sido sincera. Intentó enojarse, pero rápidamente se echó a reír porque era muy difícil creer que estuvieran tan tensos a pesar de no haberse convertido en uno todavía.

"Lo siento lo siento. Es extraño, ¿no? Solo pienso que acabamos de empezar a salir, y aquí estamos, ya deprimidos y sucios”, Marin exhaló un suspiro de alivio mientras se calmaba, encontrando toda esta situación divertida. Se movían muy rápido en comparación con cómo suelen ser las relaciones, y era como si estuvieran recuperando el tiempo perdido.

Gojo se quedó sentado en silencio, sin saber qué hacer con esto. Se estaba divirtiendo, eso lo admitiría, pero preferiría tomar las cosas con calma hasta que se sintiera cómodo. Entendió que si expresaba sus preocupaciones, sería aceptado, pero sentía que no era apropiado que un hombre fuera tan tímido en un momento como este.

Casi como si pudiera leer la mente de su novio, Marin extendió la mano y colocó su mano encima de la de él, asegurándole en voz baja que todo estaba bien. Con una sonrisa brillante, habló con calma: “Relájate. Podemos dejarlo aquí si lo deseas. No tienes que sentirte obligado a hacer esto ahora, ¿sabes?

Agradecido de que lo consolaran de esa manera, Gojo sintió que necesitaba devolver toda la amabilidad que el gyaru le había brindado. Ella siempre estaba cuidándolo, siempre escuchando sus quejas y preocupaciones, y nunca lo ridiculizó por sus pasatiempos. Ella era perfecta a sus ojos y quería hacer algo a cambio.

La bombilla dentro de la cabeza de Gojo se encendió cuando se le ocurrió una manera de complacer a su novia, de mostrarle que realmente apreciaba todo lo que ella hacía por él. Le tomó muchos nervios, pero respiró hondo antes de tartamudear: “N-No es que puedas evitarlo, ¿verdad…? ¿Estás en celo, verdad…?”

Al notar que los ojos de su novio parpadeaban hacia sus orejas de conejo blancas que se habían caído de su lugar, Marin tenía una amplia sonrisa en su rostro mientras se reía para sí misma. No esperaba que él bromeara así con ella y, honestamente, fue reconfortante saber que no estaba siendo tan insistente como pensaba.

"No. Que Dork. ¿Y qué si estoy en celo, eh~? ¿Qué vas a hacer al respecto~? Sintiéndose bastante juguetón, Marin esperaba que esto fuera una señal de que las cosas continuarían, que se convertirían en una en tan solo un momento. Estaba temblando de emoción y podía sentir esa picazón en lo más profundo de ella, rogando ser saciada.

Con los ojos rosa oscuro de la conejita brillando, Gojo no pudo evitar reír por un dulce momento. La incómoda tensión en el aire había desaparecido y ahora empezaba a sentirse un poco más cómodo con la idea de tener sexo. Respirando profundamente, comenzó a quitarse su samue índigo, o al menos su blusa ya que sus pantalones estaban en el suelo.

Sintiéndose bastante expuesto ya que ahora estaba sentado desnudo en su propia cama, Gojo rápidamente notó hacia dónde se dirigía la atención de su novia. Estaba prácticamente babeando al ver su erección, y él tuvo que preguntarse si tal vez ella estaba mucho más excitada por esto de lo que dejaba entrever.

Con la boca hecha agua al ver la enorme erección, Marin se imaginaba si el enorme monstruo cabría siquiera dentro de su delicada vagina. Podía decir que iba a ser un ajuste perfecto, que iba a sentir como si la estuvieran llenando hasta el borde, pero eso era más excitante que disuasivo.

Poniéndose a cuatro patas y dirigiendo su redondo trasero hacia su novio, Marin comenzó a mover su trasero de un lado a otro como para tentarlo. Si él no hacía un movimiento pronto, ella tendría que aceptar que tendría que posponer esta ocasión trascendental para otro momento.

Al notar algo peculiar, Gojo se rascó la mejilla mientras admiraba la vista. Había visto el trasero de la gyaru muchas veces mientras le tomaba medidas, pero había algo diferente ahora que estaban saliendo. Al encontrar su voz, sintió la necesidad de preguntar: "U-Um... Tu cola no está unida al leotardo, Kitagawa-san".

“Bueno, claro. ¡Es un tapón anal! ¿Qué? ¡No me mires así! Marin sintió como si estuviera diciendo lo obvio, y rápidamente se encontró con una expresión burlona por parte del semental alto y desnudo. Había comprado a propósito una cola que también funcionaba como juguete y descubrió que sólo hacía que el disfraz fuera aún más erótico.

Eso y estaba bastante segura de que el personaje que vestía usaba un tapón anal como accesorio.

Reprimiendo el impulso de reírse de su novia por ser tan errática e impredecible, Gojo se puso de rodillas y se arrastró hacia ella. Deteniéndose justo frente a su jugoso trasero, pasó suavemente sus manos por los globos, sintiéndose algo culpable de que ella se hubiera roto las medias por él.

Sintiendo como si estuviera olvidando algo, Gojo trató de prestar poca atención al redondo trasero rozando su entrepierna y la forma en que su erección estaba aplastada entre esas suculentas mejillas. Al darse cuenta de lo que faltaba, sacó a relucir el asunto, sintiéndose algo avergonzado por no estar preparado adecuadamente. “¿Q-Qué pasa con la protección, Kitagawa-san?”

“Tómatelo con calma, Gojo-kun. Es un día seguro. Además, hacerlo crudo por primera vez suena genial, ¿no? No particularmente molesta por la falta de condones, Marin ya se había preparado mentalmente para que le llenaran el interior de semen fértil. Había estado planeando esto durante un buen tiempo y decidió que era mejor hacer de ese un día que ambos recordarían con cariño.

Por mucho que le gustaría discutir lo arriesgado que era, Gojo no podía negar que tener sexo a pelo sonaba bastante atractivo. Tomando nota mental de retirarse antes de que las cosas se complicaran, respiró hondo mientras empujaba sus caderas hacia atrás, alineando la punta de su pene contra los pliegues empapados y húmedos del coño de su amante.

“L-Avísame si necesito parar, Kitagawa-san”, tartamudeó Gojo mientras comenzaba a sentirse ansioso porque estaba a punto de perder su virginidad con alguien con quien había fantaseado demasiadas veces para contarlas. Era como un sueño hecho realidad y estaba agradecido de tener la casa para ellos solos.

Agarrando las sábanas, Marin estaba extasiada de que su primera vez fuera en posición de perrito. Tenía algo de experiencia con los consoladores, ya que había comprado uno para saciar su curiosidad y sus deseos adolescentes, pero sabía que el verdadero problema iba a ser algo fuera de este mundo.
en celo
Ciertamente no ayudó que su novio estuviera colgado como un caballo.

Empujando lenta y cuidadosamente sus caderas hacia adelante, Gojo encontró cierta resistencia ya que su glande hinchado parecía reacio a entrar en su novia. Se sintió como si hubiera pasado una eternidad antes de que finalmente lograra deslizarse hacia adentro, la sensación de las paredes apretadas separándose para darle la bienvenida, haciéndolo gemir aún más.

Hacía calor y humedad dentro de la conejita, y Gojo ni siquiera podía empezar a describir cómo se sentía. Era sorprendente, de eso estaba seguro, pero si tuviera que explicarlo, se quedaría en blanco. Era un ajuste perfecto y tuvo cuidado de no presionar demasiado a su pareja, por temor a lastimarla.

“¡E-eres tan tonto! ¡E-Es como si me estuvieras partiendo en dos! Exclamó Marín mientras experimentaba una mezcla de malestar y placer. Ninguna de sus preparaciones previas a este día la había preparado para esto, y aunque estaba encantada de convertirse en una con el chico que le había robado el corazón, su pene era simplemente demasiado grande para que ella lo manejara en ese momento.

No es que ella tuviera intenciones de dejarlo aquí. No, estaba decidida a llevar las cosas hasta el final, incluso si después no podría caminar.

Cuanto más avanzaba, más resistencia encontraba Gojo. Era como si el cuerpo de su amante estuviera tratando de evitar que él penetrara dentro de ella, que simplemente era demasiado grande. Al detenerse, tomó nota del hecho de que sólo la mitad de su virilidad estaba metida dentro de su apretado coño.

“¿E-Estás bien, Kitagawa-san? Debería parar..?" Necesitando tranquilidad y confirmación de que no estaba lastimando a su novia, Gojo tembló cuando las estrechas paredes que rodeaban su virilidad se apretaron sobre él, casi como si le dijeran que no se fuera. Estaba preocupado, ya que desde su posición no podía ver la expresión de su rostro.

Mordiéndose el labio mientras intentaba desesperadamente soportar la sensación de estar estirada, Marin negó con la cabeza en respuesta, haciendo que sus orejas de conejo se salieran de su lugar una vez más. Se negó a dejar que las cosas terminaran aquí, y aunque le hubiera gustado elogiar al bien dotado artesano por velar por su bienestar, sabía que quedaría en ridículo si hablara.

Ni un momento después, los ojos rosa oscuro de Marin se pusieron en blanco cuando sintió que el enorme miembro se abría y exploraba lugares que nunca supo que podían alcanzar. Sólo podía imaginar que sería sólo cuestión de tiempo antes de que golpearan la entrada de su útero, que estaría llena de la polla más gorda y larga que pudiera imaginar.

Sólo pensar que pertenecía a su novio la hacía temblar de emoción y, a pesar de sus mejores esfuerzos, el gyaru dejó escapar un gemido profundo y prolongado que resonó por toda la habitación. Estaba claro que se estaba ahogando en el placer, que ya no sentía ni una pizca de incomodidad cuando se convirtieron en uno.

Sintiendo dos mejillas redondas presionadas contra su entrepierna, Gojo exhaló un suspiro de alivio cuando finalmente logró meter toda su polla dentro de su novia. Podía sentir lo que sólo podía suponer que era un muro de resistencia rozando su glande, impidiéndole profundizar más.

"Voy a empezar a moverme ahora, ¿de acuerdo?" Sintiendo la necesidad de informar a su sorprendentemente silencioso compañero de sus intenciones, Gojo lentamente comenzó a tirar de sus caderas hacia atrás, entrecerrando los ojos al sentir las apretadas paredes apretarse sobre él, casi como para impedirle irse por un breve momento. Pero eso no fue suficiente para detenerlo, ya que fue solo cuestión de segundos antes de que lo único que conectaba sus cuerpos fuera su cabeza bulbosa.

Todo el cuerpo de Marin tembló al sentirse incompleta, como si le faltara algo vital. Ni siquiera podía empezar a encontrar su voz antes de que su novio repentinamente empujara hacia adelante, haciéndola gemir una vez más. Una ola de placer la atravesó y estaba sinceramente agradecida de que él estuviera siendo tan considerado con ella.

La cama comenzó a crujir cuando el sonido de piel golpeando contra piel comenzó a llenar el aire, siendo solo abrumado por los sonidos eróticos y delirantes que escapaban de la boca de la conejita. Poco a poco iban cogiendo ritmo y acostumbrándose a estar conectados, aunque estaba claro que alguien todavía se estaba conteniendo.

Con embestidas lentas pero precisas, Gojo estaba haciendo todo lo posible para no ceder a la tentación, para no golpear el trasero de su novia hasta someterla. Él tenía un agarre firme en su cintura, y fue sólo ahora que pensó en atraerla hacia él para tratar de complacerlos a ambos. Para su sorpresa, fue mucho más eficaz de lo que imaginaba.

Chillando cuando la entrada de su útero fue golpeada con tanta fuerza, Marin se dio cuenta de que no importaba si perdía toda la fuerza en sus brazos y piernas, que el chico colgado la mantendría en su lugar y la follaría hasta dejarla sin sentido. Se dio cuenta de que él todavía estaba siendo consciente de ella, ya que no mostraba ninguna fuerza cruda y desenfrenada que los hombres normalmente exhibían durante el sexo.

“¡N-No te contengas, Gojo-kun…! ¡F-fóllame tontamente con esa enorme polla tuya! Marin apenas logró encontrar su voz mientras miraba por encima del hombro y exigía que su novio se tomara las cosas en serio. Estaba prácticamente babeando ya que tenía una expresión depravada pero erótica en su rostro, dejando claro que se estaba ahogando en euforia.

Tomado por sorpresa por el arrebato, Gojo asintió con la cabeza antes de respirar profundamente, preparándose para el entrenamiento que le esperaba. Apretando con más fuerza la cintura del rubio, comenzó a empujar sus caderas sin piedad, casi como si estuviera desahogando todas sus frustraciones reprimidas, como si estuviera dejando ir todas sus preocupaciones.

“¡¡K-Kitagawa-san!!” Gojo rugió el nombre de su amor mientras la cama crujía y temblaba bajo su fuerza bruta, haciendo creer que tarde o temprano se desmoronaría. Estaba martillando su útero con todas sus fuerzas, remodelando el interior de su coño para que se adaptara perfectamente a su enorme erección.

Gemido tras gemido escapó de los labios de Marin cuando le dieron exactamente lo que pidió. El semental colgado pero incómodo la estaba jodiendo tontamente, y ella estaba luchando por ver con claridad mientras tantas emociones abrumadoras la atravesaban. Se dio cuenta de que no duraría mucho más, que se estaba acercando a su clímax.

Cada vez que la enorme polla era empujada dentro de su chorreante coño, Marin aullaba de alegría, su voz era más histérica con cada segundo que pasaba. Nunca podría haber predicho que su primera vez sería tan salvaje, que sería reducida a un estado tan lamentable con tanta facilidad.
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Prestando mucha atención al tono de su compañera y sus reacciones, Gojo se alegró de ver que ella se estaba divirtiendo muchísimo. Lo alivió, ya que honestamente le preocupaba no ser un experto en tener relaciones sexuales. Estaba agradecido por todo lo que ella había hecho por él y, a cambio, no quería nada más que hacer que ella se ahogara de placer.

Sintiendo su propia eyaculación acercándose a él, Gojo aceleró el paso porque quería intentar que ambos llegaran al clímax juntos. Sintió que era la forma más adecuada de terminar las cosas, pero no pudo evitar pensar que se estaba olvidando de algo. Pero como quedó atrapado en el momento, no tuvo tiempo para reflexionar mientras avanzaba por última vez.

“¡¡¡K-Kitagawa-san!!!” Rugió antes de dejar que el placer lo arrastrara, la sensación de correrse dentro de su novia dejó su mente en blanco mientras el semen brotaba de la punta de su polla. Lanzando chorro tras chorro de su espesa y fértil semilla, sintió como si estuviera en el cielo, que nada podía ser mejor que esto.

El semen fundido y caliente que brotaba dentro de su coño desprotegido hizo que Marin gritara al sentir su propio clímax atravesarla. Estaba chorreando sobre las sábanas, algo que nunca pensó que fuera posible, y amaba cada segundo de este momento depravado pero amoroso.

Después de todo, el chico que amaba le estaba dando un creampie.

La nueva pareja disfrutó de la euforia juntos, ninguno de los dos se atrevió a pronunciar una palabra ya que estaban realmente conectados en ese momento. Sus cuerpos temblaban mientras lentamente se calmaban de sus orgasmos y, sin embargo, ni siquiera pensaron en separarse mientras se sumergían en el resplandor.

Jadeando pesadamente mientras recuperaba el aliento, Gojo lenta y cuidadosamente salió del coño de su novia, sorprendido de la cantidad de su propio semen que salió a borbotones en el momento en que ya no podía impedir que escapara. Estaba impresionado, pero rápidamente hizo clic en su cabeza lo que le estaba molestando hace poco tiempo.

Acababa de arrojar una carga considerable dentro del gyaru, algo que había olvidado por completo hasta ahora.

“¡Lo-lo siento mucho, Kitagawa-san! ¡No fue mi intención...!” Disculpándose profusamente porque realmente no tenía intención de eyacular dentro de ella, Gojo comenzó a preocuparse de haber arruinado las cosas, de que él era la única razón por la cual su primera vez juntos terminaría en un desastre. Pensó que tenía mejor autocontrol que esto, pero estaba claro que se había sobreestimado a sí mismo.

Marin se dejó caer boca arriba en la cama y estaba exhausto por haber sido jodido tontamente. Ella lo había pedido, pero aun así superó sus propias expectativas. Estaba temblando cuando olas de placer atravesaron su cuerpo, y podía sentir la gran cantidad de semen que estaba almacenado dentro de ella, dado lo caliente y espeso que era.

Mirando hacia atrás por encima del hombro, Marin no pudo evitar reírse a pesar de estar fatigada. Su novio era tan adorable a sus ojos y se alegraba de que se hubiera divertido. Al encontrar su voz, le tranquilizó débilmente: “Relájate, Gojo-kun. Te dije que estaba bien que me corrieras, ¿no?

“P-Pero…” Queriendo discutir sobre lo malo que era ser tan imprudente a pesar de la insistencia, Gojo suspiró mientras aceptaba su derrota. Sabía que no serviría de nada si se demoraba más en esto, que simplemente tendría que aceptar el hecho de que tal vez había dejado embarazada a su novia a pesar de que le habían dicho que era un día seguro.

Por mucho que le hubiera encantado besarse con el idiota angustiado, Marin carecía de energía incluso para sentarse derecho. Al contemplar lo que podía hacer para aliviar sus preocupaciones, se le ocurrió una idea, una que le hizo sonreír porque sabía que sin duda lo dejaría sin palabras.

Marin se estiró hacia atrás y agarró la cola que estaba firmemente alojada en su trasero antes de tirar suavemente de ella. Un profundo gemido escapó de sus labios mientras le estiraban el ano, y un escalofrío recorrió su columna al sentirse vacía una vez que le quitaron el tapón anal. Colocándolo a su lado, movió débilmente su trasero de un lado a otro.

"Vamos. Te dije que estoy en celo, Gojo-kun. No querrás hacerme sentir solo, ¿verdad? ¡Incluso puedes probar mi culo si quieres~!” La reluciente conejita exclamó con una sonrisa juguetona en su rostro, esperando que esto fuera suficiente para tranquilizar a su novio. Eso, y quería seguir una o dos rondas más una vez que recuperara el aliento y se recuperara.

Y todo lo que Gojo pudo hacer fue suspirar en respuesta, sonriendo para sí mismo porque su novia todavía seguía con este acto suyo. Estaba agradecido de tener a su lado a alguien que lo amaba y aceptaba genuinamente, y quería hacer todo lo posible para estar a la altura de sus expectativas, incluso si tenía sus propias dudas.

Sintiéndose algo travieso, Gojo se burló de la fatigada niña diciéndole: “Si vas a vestirte como un conejito, supongo que tengo que criarte como tal, ¿no?”

La mandíbula de Marin se abrió antes de estallar en carcajadas, encontrando gracioso cómo el idiota de su amante se esforzaba tanto por complacerla. Sabía que este iba a ser un día que ambos recordarían con cariño, y sólo podía esperar poder caminar correctamente después de que terminaran de hacerlo como conejos en celo.

Cuando sea que sea.
Marin Kitagawa
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