El doce de corazones, capitulo II

Hola, poringuer@s!! Cómo están? Les traigo ya el nuevo episodio. Espero que lo disfruten mucho.
Sin más preámbulos, comencemos.

...........
Capitulo II
Se preguntarán ustedes qué habrá pasado luego de aquel pete lujurioso.
Pues bien, allí vamos.
El mago tenía que bancarse que la trapecista cogiera con el domador todas las putas noches, luego de cada show del circo itinerante.
Ariel solía escuchar la radio por las tardes. Sonaba una canción de Sandro, cuya letra esgrimia lo siguiente: "(...) y vuelves a marchar, y yo a agonizar, más tú igual te alejas... Mañana será igual, historias sin final, me amas y me dejas. Me amas y me dejas".
Para colmo de males, ya no le alcanzaba la plata que él cobraba del circo, ergo, debía salir a laburar todas las mañanas de canillita, vendiendo olés, clarines y populares en una esquina del barrio.
Una vuelta el mago estaba en su habitación escuchando una FM local, un tema llamado Alone, del grupo Heart... El pobre no lo soportó, y caliente con la situación tomó con su diestra la pequeña radio y la estrelló contra la pared, haciéndose ésta añicos al instante. Después de todo, sólo era una importada, la cual había comprado en un "todo por dos pesos".
Transcurrían los días, y los shows en el circo comenzaron a mermar. Ello implicaba una disminución en la guita de su bolsillo. Por lo tanto, tuvo que apelar a hacer shows por su cuenta en los cumples de los pibes del barrio; muchas veces por el pancho y la gaseosa, cómo se suele decir por estos pagos argentos.
Aún así él continuaba muy indignado.
De algún modo, el domador parecía saber algo de lo que sucedía entre Ariel y Roxana. El tipo lo trataba con frialdad y mucho desdén, afectando así el compañerismo del grupo de artistas.
Y cada vez que éste cogía con Roxana, era como si lo hiciera adrede; gozaba con sadismo, siempre en el maldito rincón... Acabando con una sonrisa maliciosa en su rostro.
El mago observaba todo esto.
No obstante, él recordaba el consejo que su madre le daba cuando alguno piba era ingrata con su amor... "Valorate, negro".
Un sábado soleado, el joven debía dar un pequeño show para el cumple de un pibe del barrio.
Ya tenía preparado su saco aterciopelado. El mago se arreglaba el cabello y recortaba un poco su barba, dejándola algo extendida, para causar un efecto más místico en su público.
La fiestita del pibe estuvo genial.
Mientras él viajaba ya de regreso en el colectivo hacía su casa, decidió que ya era hora de hablar con la trapecista y dejar en claro su postura respecto de lo que había sucedido entre ellos. Incluso llegó a barajar la posibilidad de egresar del equipo del circo.
La joven vivía en una casa grande, con un patio amplio. Ese día había una reunión familiar.
Cuando el mago llegó allí, estaba el portón principal abierto de par en par. Ingreso caminando a través de la gente. Todos bebian unas birras y comían unos sanguchitos de jamón y queso.
Entre ellos también estaba el domador, quien de lejos lo miró con cara de culo.
Al fin pudo divisar a la trapecista.
- Roxana.
- Hola, Ariel- lo saludo ella, sosteniendo en sus manos un vaso de birra.
- Necesito hablar con vos, por favor. A solas.
Ella, algo dubitativa, aceptó, dejándole el vaso en las manos de una amiga. Se dirigieron pues dentro de la casa, hacía la cocina.
- Escúchame, Roxy, yo ya no puedo más seguir con esta situación. Vos y ese tipo...
- Escúchame...
- No, escúchame vos un poco a mí - dijo él con firmeza, para luego agregar lo siguiente:
- Es muy probable que deje el circo...
- Te vas a cagar de hambre, Ariel. Por favor...
- No me interesa la plata- dijo con los ojos ya llorosos.
Entonces haciendo ambos silencio comenzaron a besarse. Y sobre una mesa con un poco de harina, comenzaron a coger.
Estaban gozando rico. Pero en el momento en el que él quiso eyacular, se escuchó un sordo ruido.
- ¡Hijo de mil putas! - gritó enfurecido el domador, derribando unas ollas apiladas.
Raudo se acercó a ellos, y con destreza le asestó dos trompadas en el rostro.
El mago cayó de espaldas sobre la bacha, y finalmente, al suelo. Su saco aterciopelado se rasgó con unos cubiertos.
Ya el domador le estaba por dar el golpe de gracia, cuando la trapecista lo detuvo con fuerzas. Ella luego le encajó dos cachetadas bien sonoras.
Ante el tumulto se habían acercado algunos familiares.
Humillado en público, el domador vio herido su orgullo, cerrando amenazante su puño. Pero visto que era superado en número decidió contenerse e irse, no sin antes patear una olla del suelo.
El mago se incorporó con cierta dificultad ayudado por la trapecista.
Su saco aterciopelado se había desgarrado . Luego sería surcido con destreza por una modista del barrio.
.........
Bueno, gente, espero que les haya gustado mucho. Para la próxima vez, les estaré entregando el tercer y último capítulo de esta historia. Saludos 🤗

0 comentarios - El doce de corazones, capitulo II