La vida de Estefi (2)

"Qué hiciste Estefi!?" me decía una voz en mi cabeza mientras salía con la tanga empapada de ese aula después de haberle hecho un pete a un desconocido y encima profesor de mi Universidad. 


Entre el efecto de haberlo "consolado" y el haber hecho eso en un aula de mi universidad, tenía una calentura que no podía controlar, fui corriendo al baño para masturbarme. Puta es la vida que estaban ya cerrados.

En mi situación actual salí a la calle a buscar un taxi, necesitaba volver a mi casa cuanto antes. El primero que pasó, lo frené y me subí. 

Realmente el taxi era viejo, se sentía olor a cigarrillo y a un perfume de ambiente barato. Incluso el que lo manejaba, era un señor muy robusto de 50 y largos años de aspecto muy descuidado. Algo normal entre la brecha social que tenemos. 

Fui aguantando masturbarme todo el viaje, si bien de a ratos no podía evitar rozarme las tetas con disimulo o pasar mi mano por la entrepierna, ya había pasado una situación más que vergonzosa y no estaba dispuesta a otra igual. 

Resistí sin mediar palabra con el hombre y perdida en mis pensamientos, mientras recordaba la triste pija del profesor y de lo humillante que fué eso para mí. Irónicamente me veía sumergida en una excitación que nunca habita tenido. 

Al fin llegamos. 

Pagué y me bajé desesperada, fui a mi habitación sin intención de saludar a nadie, saqué de mi cajón un consolador que tenía y lo empecé a chupar, teniendo ciertos flashbacks muy vividos de lo que había hecho y de la historia de infidelidad que el profesor me había contado. 

Me fui sacando la ropa sin dejar de chupar mi jueguete. Tiré la calza, desabroché algunos botones de mi camisa para liberar mis tetas y corriendo la tanguita empecé a jugar con mis dedos mientras seguía mamando el consolador. 

La verdad estaba empapada, no tenía ni sentido ese juego previo que me regalaba, necesitaba seguir el juguetito dentro mío. 

Lo llevé a mi conchita y sin ningún reparo lo metí lo más hondo posible, necesitaba que algo me penetre, estaba muy mojada, jadeando y con mi única mano libre me apretaba las tetas de manera desesperada. 

Puse el juguete a vibrar en potencia máxima mientras jugaba con mi clítoris. Me arqueaba y daba vueltas por la cama haciéndome el amor a mi misma. 

Nada difícil fue acabarme, sentí una electricidad que recorría mi cuerpo e inmediatamente una humedad entre las piernas que me dió el alivio que necesitaba. 

Me quedé dormida hasta el otro día con el consolador entre las sábanas y mis tetas afuera. La imagen era muy erótica, me hubiera encantado que alguien me retrate. 

Al otro día por fin ya era sábado. Me levanté  7am y empecé a prepararme para ir al gimnasio. Me gustaba ese horario, no tenía que esperar por usar el material y me evitaba dialogar con gente. Reinaba la paz. 

Me saqué la ropa del día anterior, la puse para lavar y desnuda como estaba empecé a revolver el placard. Saqué un shorcito tipo culotte de color beige y su top en juego. Arriba una camperita negra cortita y unas zapatillas. Me gustaba ir cómoda, aunque eso signifique que me gane muchas miradas, sabía que mi culo generaba eso pero no me afectaba, incluso me gusta esa sensación. 

Fui caminando ya que me queda muy cerca y me crucé con varios "zombies" urbanos. Los típicos chicos que vuelven del boliche cuando uno amanece. 

Casi a media vuelta del gimnasio, dos chicos de carita muy inocente, entre la borrachera y las hormonas alteradas me gritan "que pedazo de culo rubia". 

Me giré para mandarlos a la mierda, una cosa era que miren y otra que dos mocosos de 18/19 años me digan algo así. 

"Qué les pasa estúpidos?" con mi mayor cara de pocos amigos. 

Los dos eran de tez clara y uno más rubio que el otro, ambos sin barba, se les notaba que acababan de salir de la adolescencia y si bien no era feos, tenían muy poco atractivo, especialmente desarreglados como venían después de una noche de alcohol. 

"Perdón rubia! Es que estás buenísima"

"Perdón nada pajeros, no me pueden decir eso" repliqué con bastante enojo.

"Ey bueno pará un poco estúpida" me dijo el que hasta ese momento no había hablado.

"QUÉ PASA ACÁ!?". 

Afortunadamente al igual que yo, uno de los habituales del gimnasio estaba llegando y entendió lo que pasaba. Él era de los clásicos gigantes del gimnasio, 1,90mts o más, una espalda y brazos enormes, casi hasta con apariencia de gordo pero era principalmente músculo. 

Los dos pendejos salieron corriendo, no volvieron a hacerse los chistosos. 

Yo del alivio o del momento, dejé caer algunas lágrimas y tenía los ojitos vidriosos. 

"GRACIAS" le dije y lo abracé como si fuésemos amigos de toda la vida. 

"Tranquila, estos pendejos se merecen que les arranquen la cabeza" me respondió con mucha pedagogía. 

"Soy Estefi y vos?"

"Manuel, estás bien? Tomá mi toalla secate que tenés los ojitos llorosos". Y juntos entramos al gimnasio. 

Más allá de alguna charla banal en el momento, cada uno hizo su rutina con sus auriculares puestos y la angustia me fue pasando. 

Realmente no había nadie, éramos Manuel, yo y la profe que estaba en la puerta.

Me fuí a la cinta a terminar el día, troté hasta quedar hecha agua, quería sacar todo lo que había pasado a través de los poros. 

Estaba repitiendo las imágenes en mi cabeza con mucha ira otra vez, entré al vestuario y lo primero que me encuentro es a Manuel totalmente desnudo que intenta taparse con la misma toalla que yo me había secado las lágrimas, aunque su intento fue una mezcla de tierno e idiota, porque respetando su tamaño, su pija era bestial. Ni en las porno que alguna vez miré, ví una pija tan ancha como la de él. 

"Estefi, qué hacés acá? Perdón!" estaba sonrojado. 

Miré a mi alrededor y entendí. Estaba tan en mi mundo que me olvidé de entrar a la segunda puerta y me mandé directo al vestuario de hombres. 

"Eh ... No .. perdón yo ... Es que..." balbuceaba mientras miraba la parte de su verga que la toalla no tapaba. 

"Estás bien?" me dijo Manuel.

Con miedo de quedar como una imbécil y con mi adicción a las decisiones más inentendibles, me acerqué a él, estiré mi mano y agarré lo que podía de su pija. 

"No te agradecí por hoy".

Él dejó caer la toalla y no perdió el tiempo, me cargó como si yo fuera un peluche y me llevó adentro de una de las duchas. Me rodeó completamente desnudo con toda su inmensidad y me empezó a besar contra la pared. Era tanto más alto que sentía su pija chocando con mis tetas. Me levantó haciendo que mis piernas rodeen su cintura y me siguió besando mientras me arrancaba el top con una fuerza increíble. Sus manos se aferraron a mi cola y la apretaban con fuerza, empecé a gemir de solo disfrutar de ese roce y de sentir cómo me tenía totalmente controlada. 

Busqué su pija otra vez y la empecé a pajear, apenas si podía, tuve que usar la otra mano para poder envolver semejante pijón. Tenía no solo la pija muy ancha sino que me parecía increíble las bolas que tenía, parecia que estaba por coger con un toro. 

Me soltó y me dejó caer, no por bruto, sino por inteligente. Quedé de rodillas frente a su pija. Me tiré desesperada a disfrutar de ese pedazo enorme de carne que tenía para mí. Fui pasándole la lengua desde la cabeza a lo largo del tronco, le daba chupones en su cabecita e intentaba mirarlo a los ojos a pesar de lo lejos que me quedaba. 

Me dió dos glandelazos en la carita que me hicieron sentir el peso de esa pija, solo logró mojarme más y desesperarme más por chuparsela. Intenté petearlo como pude, era casi una tarea imposible, se la escupí, la pajee y traté de tragarme todo lo que podía, llegaba hasta la mitad y el ancho de su miembro me detenía. 

Él me tiró del pelo y me levantó, me dió mediavuelta y yo obedecí sacando colita todo lo que podía. Me bajó con una sola mano la calcita y se encontró con mi conchita empapada. Se arrodilló esta vez él a chuparla y colarme unos deditos. Realmente sus dedos eran más grandes que la pija del profesor, eran enormes. Me hizo acabar y todavía no me había cogido. 

Me había olvidado completamente que estaba en el gimnasio, sólo gemia y gritaba de placer. Manuel se levantó y empezó a acomodar su pija en la puerta de mi conchita. Ya sabía lo que se venía, lo estaba deseando. 

"Por favor, cogeme YA" le supliqué mientras me giraba para darle un beso. 

Empezó a meter la verga despacio pero sin frenarse, sentía cómo me iba abriendo de una forma que nunca imaginé. 

"Si Manu, por favor, por favor qué pija tan increíble".

Estaba jadeando, completamente loca por esa pija, él me dió un golpe seco con la cadera y chillé de placer. Me acaba de romper, pero eso era lo que quería. Empezó con un mete y saca suave que fué aumentando al igual que mis gemidos, que ya solo eran un intento de respirar. La sentía hasta el estómago, estaba empapada, no sabía cómo pero su pijón iba y venía con enorme intensidad producto de todo lo que me había hecho mojar. 

"Por...por .. p... or.. favor, co.. co...co geme toda" le pedí.

"Te gusta bombón?"

"Si... Si .. sii , rompeme hijo de puta" con la voz entrecortada intentaba pedirle a mi amante del gimnasio que me haga ver las estrellas.

Y lo hizo, empezó a darme embestidas brutales contra esa pared de la ducha, mientras sus enormes manos me amasaban las tetas y otros dedos iban jugando entre mi conchita y mi boca.
Estaba regalada al mejor macho de mi vida y amaba ser su juguete de metro y medio. 

Me cogia efectivamente como un toro y yo estaba ya a punto de acabarme, apenas resistí unas embestidas más y dejé salir un grito de placer contenido que lo habrá asustado porque me tapó la boca con la mano pero el muy hijo de puta siguió cogiéndome contra esa pared. 

Caí otra vez de rodillas frente a él y su pija, que seguía dura y llena de mis flujos. Mi macho se merecía darle el final que merecía, lo empecé a pajear con fuerza usando las dos manos mientras le comía las bolas, las sentía calientes cubriendome toda mi cara mientras mis dedos se escurrían entre mi propio fluido y su pija. 
Subí con mi lengua sintiendo mi propio sabor y me devoré todo lo que pude de su verga, me empezó a coger la boca mientras yo jugaba con sus bolas y la base de su tronco. Sentí que se frenó, hizo medio paso atrás y empezó a pajearse frente a mi cara, abrí la boca y saqué la lengua, esperé el regalito como buena chica agradecida que soy. 

Los primeros chorros de leche fueron directos a mi boca y el resto en mi mejilla y nariz. Me había bañado en su leche a pesar de haber tragado unos buenos chorros. 

Le sonreí con toda su lechita en mi cara y una satisfacción de haber sido cogida de la mejor manera. 

Me levantó apoyando su pija en mi cola y al oído me dijo. 

"Tenías cara de puta, por eso te hice creer la ilusión de que te equivocaste de vestuario para ver qué hacías y cumpliste trolita". 

Ahí me dí cuenta que Manuel tenia la capacidad de crear ilusiones a la vista de la gente y resulté ser lo puta que el creía. 

3 comentarios - La vida de Estefi (2)

Pervberto +1
Superpoderes superpuestos; dar y recibir placer,
BohemianFantasy +1
😍😍 lo mejor, no?
bale06 +2
si de dar placer se trata.. lo está logrando muy bien
BohemianFantasy
Awww 🥰 gracias!
eder891 +1
Wuau me tienes fascinado leyendo tus relatos , van puntos 🔥🔥💯
BohemianFantasy
😍 Gracias Eder!