Cuentos de mi pareja I

Mi pareja decidió contarme su primera vez, y me permitió compartirlo. La describo para que se den una idea, si quieren, pero pueden imaginársela como más les guste (sus palabras). En ese momento tenía 18 años recién cumplidos, petisa y flaquita, con pelo negro largo y ondulado, ojos verdes, carita redonda y nariz respingada.
Cuando me conto la historia ya tenía veintitantos, y estaba arrodillada, clavándome una paja, colándome un dedo y mirándome con cara de turra.

Estábamos en Brasil con mis viejos y hermanos de vacaciones cuando un trio de extranjeros me encaro en la playa justo cuando fui sola (oh casualidad). Estaban los tres re buenos, hablaban en ingles con acento raro y no tengo ni idea de donde eran. Yo sabía que se estaban quedando en nuestro hotel asique aproveche a darle bola al más lindo y nos quedamos en la playa solos, cuando los otros dos se fueron, entendiendo que estaban de más. Ahí fue cuando dije “VOY A COJER”

Yo siempre había sido re tranqui, pero entre la mayoría de edad, viaje al exterior y tres machos viniendo a ofrecerme pija, ya viniendo caliente de antes, fue inspiración. Estábamos tirados bocarriba en la playa hablando de alguna pelotudez u otra, mientras no paraba de mirarme las tetas cada vez que podía. Yo por mi parte le veía a pija bien marcada y creciendo, se me hacía agua la boca y la concha. No me di cuenta que me quedaba mirando como una pendeja babosa hasta que escuché
-: no necesitas más bronceador?

Eso me la seco la verdad, otro país, fulanos de otro continente, me sacan 10 años y todavía pendejean. Revolee los ojos y me le subí encima asegurándome de que mi raja quedara bien encima de esa pija que la verdad, se sentía bastante buena y arrodillada en la arena, con mi boquita a la misma altura que la suya, lo agarre del pelo y le dije al oído EN ESPAÑOL.
-: ¡Lo que necesito es una buena pija bien adentro mío llenándome de leche, papi -lo miraba a los ojos con carita de necesitada – quiero tu poronga de macho adentro mío!

Le metí un beso de lengua, bien húmedo, bien de putita desesperada, bien hasta el fondo. Le recorrí toda la boca degustándole la caipiriña que tomaba ahora y queriendo llegar hasta la leche materna. Lo único que me hizo frenar fue cuando me agarro en el punto justo, debajo de la cintura, pero arriba de las caderas, con manos grandes, bien firmes, inmovilizándome la pelvis, con su pija justo haciendo presión en los labios de mi vagina. Cuando digo “frene” quiero decir que me hizo largar un tremendo y audible gemido de putita en celo, con mi lengua todavía enredada entre sus dientes.

Gimiendo y jadeando de placer, tuve que frenar ahí mismo porque era un lugar familiar y ya estaba siendo demasiado espectáculo, una pendeja de 19 años, comiéndose a un desconocido 1 cabeza mas alta, diez años mas grande y 30 kilos mas musculoso, y encima cabalgándolo.
Me derretí un segundo en esos pectorales antes de levantarme sin una palabra y juntar mis cosas, lo vi como le quedaba tremenda carpa que trataba de disimular mientras se paraba, pero lo obligue a acostarse de vuelta y mientras me ponía el pareo, me agache a su lado y le pregunto:

-: van al boliche esta noche? – mientras asentía con carita de perrito mojado, yo me clave dos dedos bien adentro, corriendo la bombacha y sacándolos bien húmedos y embardunados. – Vos no vas a ningún lado. – Y le puse los dos dedos bien llenos en la boca, acariciándole la lengua. Me fui derecho al hotel con la cajeta hecha sopa y tirando humo por las orejas.




La proxima prometo que viene con mas accion.

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