Enero del 2006

Ya les conté de la vez que Martín me había querido enfiestar, y resultó un fracaso total. También les conté que no le volví a dar la cola por mucho tiempo. En realidad la única vez que me había hecho la cola había sido sin mi consentimiento. Una experiencia horrible!.
Martín, tenía un amigo de toda la vida, su mejor amigo, Andrés. Ellos decían que eran como hermanos.
Martín había vuelto al pueblo para las fiestas, y había empezado las vacaciones. Recuerdo que le faltaban un par de materias para terminar la carrera.
Yo ya tenía 16 años, y con Martin teníamos una especie de noviazgo más formalizado. Mis hermanos lo sabían, y como en todo pueblo chico ya casi todos se habían cansado de armar puterios en torno a mi promiscuidad.
Contrario a lo que pensaba, mis viejos no lo habían tomado mal, o realmente no se habían enterado, ya que nunca me dijeron nada al respecto.
Una noche nos juntamos varios chicos y chicas del pueblo a tomar unas cervezas y pasar el tiempo. El lugar elegido fue la casa de Amy, ya que sus padres habían viajado y ella estaba sola con uno de sus hermanos.
Éramos como 15 personas, entre ellas mi hermana, que siempre había estado loca por Andrés, aunque él no le daba bola.
Mi hermana no era una chica muy agraciada, y Andrés era el típico pendejo que la tiene clara en cuanto a lo que quiere, y con las minas siempre tuvo mucha suerte. Era morocho de pelo, piel muy blanca, ojos marrones y no muy alto. Su cuerpo lucía los músculos bien marcados, aunque no iba al gimnasio.
Particularmente no me parecía tan atractivo como a las otras pibas, que se lo pasaban hablando de él, y la que había tenido la suerte de cogerlo tenía tema de conversación para un par de meses seguro.
Esa noche Martín llegó con Andrés casi una hora después que el resto. Venían de tomar, según supe en el transcurso de la noche, vodka y gilada.
Cómo ellos eran mucho mayores que el resto era como que siempre estaban en la suya, cagandose de risa y hablando casi en código.
Mi hermana cuando lo vió entrar a Andrés creo se meó de la calentura, pero el pendejo no la registraba.
En un momento Martín me llamó a dónde estaba con Andrés y me invitó una cerveza que estaban tomando de la botella. Estuvimos así, los tres, tomando y riendo de cualquier boludez bastante tiempo, hasta que Martín me dijo que invente alguna excusa y me escape de mi hermana, que no dejaba de mirar hacia donde estábamos. Le dije a Andrés que vaya a charlar con ella, así la distraía, pero Martín me cortó de una, diciéndome "Andrés viene con nosotros". Yo estaba un poco tomada, pero no tanto. Me hice la boluda, como que no había escuchado y la dejé pasar. Me estaba llamando la atención lo que Martin me tenía preparado, por lo visto quería insistir con la fiesta y para ser sincera, después del fiasco con Alejandro, había pensado mucho en la situación y me había empezado a calentar la idea. Hacía tiempo que me daba vuelta en la cabeza.
Se me presentó la oportunidad de despegarme de mi hermana en un momento que ella fue al baño. No lo pensé, salí sola y caminé hasta la esquina. Ahí lo esperé a Martin.
Deben haber pasado 5 minutos y no llegaba, pero el que apareció fue Andrés, que me dijo que su amigo le había pedido que me acompañe hasta la casa de su viejo, que estaba de viaje.
Caminamos los dos hasta la casa del papá de Martín, charlando de boludeces y riendonos. La verdad que nunca había estado sola con Andrés, y creo que si habíamos cruzado un par de palabras era mucho.
Cuando llegamos sacó las llaves de su bolsillo y abrió la puerta. Me hizo pasar diciendome que Martín tenía que llegar en cualquier momento.
Desde aquella noche fallida, en que Alejandro me acabó en la boca, nunca había vuelto a esa casa. No pude evitar ver el sillón y dejar salir una sonrisa. Sentí como que Andrés sabía algo, porque me miró y sonrió también. Eso me hizo sentir una especie de complicidad con él.
Me dijo que me sentara, mientras fue a la heladera a buscar algo para tomar.
Volvió con una cerveza y dos vasos. Cuando habíamos terminado la cerveza recién llegó Martín, dijo algo como que si lo estábamos esperando o ya habíamos terminado. Yo me puse roja, aún recuerdo el calor en mi cara. En el fondo sabía que lo estaba deseando, que sentía curiosidad por probarlo todo, pero en ese momento sentí vergüenza.
Creo que también sentía culpa, sabía lo mucho que mi hermana quería estar con Andrea, y algo me decía que esa noche me lo iba a voltear.
Creo que seguimos tomando y hablando hasta que en un momento Martín y Andrés se desafiaron a un partido en la Play. Yo ya estaba bastante mareada. Pero se me pasó todo el mareo cuando los escuché decir que el premio al ganador era yo.
Ahí supe que la noche en realidad estaba empezando.
Mientras ellos jugaban fui al baño. Ya no era la nena de 13 años de la primera vez. Estaba más y estaba decidida a pasarla bien. Recuerdo que me tomé mi tiempo para ducharme, y mientras lo hacía me empecé a meter un dedo en la cola. Algunas noches, en casa, lo había hecho mientras me pajeaba.
Primero fue un dedo, luego dos, y cuando me dí cuenta, el esfinter ya estaba dilatado y sin ofrecer mucha resistencia. Mis dedos entraban y salían con facilidad.
Salí del baño envuelta en el toallón y me les paré delante de la pantalla. Les dije que lo mejor era que sea un empate el resultado, y dejé caer el toallón.
No me olvidó la cara de Martin, ni sus palabras: "viste que te dije que la iba a sacar bien putita?"
No sé hicieron rogar, Andrés se prendió como loco de mis tetas. Martin se fue al baño, seguro que a tomar gilada.
Andrés me chupaba las tetas y me enterraba los dedos en la concha con desesperación. Cada tanto me apretaba el culo y me hacía darle la espalda para verlo. Yo sabía que me quería romper el culo, por eso cuando me daba vuelta lo paraba a propósito, para calentarlo más.
De una le aclaré que no se la iba a chupar, que no me gustaba chupar verga. Igual, cada tanto insistía.
Sentí morbo de estar otra vez en ese sillón, con otro pibe, y encima el que le gustaba a mi hermana. Realmente me sentí una puta!
Me puse de rodillas en el sillón y me agarré del espaldar, lo miré girando la cabeza hacia atrás, como pidiéndole que me la ponga toda, y no se hizo esperar. Me cogió un buen rato así, agarrándome fuerte de las caderas.
Andrés no era portador de una gran verga, más bien era lo que hoy se que es un tamaño estándar, si se puede decir. Pero cómo se movía!! Me estaba volviendo loca cuando Martin apareció. Puso una silla delante nuestro y se sentó en pelotas a vernos. Me calentaba verlo, cada vez que giraba la cabeza, haciéndose la paja con esa verga monstruosa que tenía.
En un momento Andrés me la sacó y me hizo recostarme de piernas abiertas sobre el apoya brazos del sillón. La cola me quedó casi apuntando al techo, un poca también porque yo la exageraba. Le preguntó a Martín si podía y este le contestó que me rompa bien el culo, que lo prepare para él. Imagínense mi calentura, el morbo que sentí era terrible. Aparte, esta vez era yo quien estaba decidida a ir por todo.
La verga no era grande y se abrió paso fácil por mi agujero ya dilatado. Sentí como que Andrés se sorprendió por la facilidad con que entró. Era la segunda vez que me hacían la cola, pero ahora yo marcaba el ritmo y lo estaba disfrutando. Pobre mi hermana pensaba cada tanto, lo que se pierde, si me viera en ese momento, toda puta y con Andrés adentro de mi culo, calculo que me odiaría para toda la vida.
Martín seguía pajeandose mientras veía. Cada tanto le decía a Andrés que se mueva más, que no podía conmigo y se reía. "Dale negrita, que no te puede ganar" me decía. Lo recuerdo porque esa frase nos quedó como latiguillo por muchos años.
No sé cuánto tiempo estuve así, con Andrés dándome por el culo, gozando como loca.
En momento Martín nos dijo de seguir en la cama y allá fuimos, los tres abrazados, tropezando y a los besos.
En la cama Martin se acostó boca arriba y yo lo monté. Al día de hoy sigo enamorada de esa verga enorme. Me costaba tenerla adentro, pero cómo la disfrutaba.
Había llegado el momento, sabía lo.que se venía. Andrés se acomodó atrás mío mientras Martin me abría los cachetes. Sentí como me la fue metiendo con delicadeza, pero constante, no se detuvo hasta que estuvo toda adentro. Después, el movimiento lento, casi imperceptible, hasta empezar la aceleración.
Martín estaba quieto, mirándome fijo, hasta creo que sorprendido. Puedo jurar que no solté ni un quejido. Me la banqué como la mejor, porque después eso fue tema de conversación con Martín.
Cuando Andrés empezó a apurar las empujadas, Martin lo siguió. Creo hasta llevábamos los tres el mismo ritmo.
No duramos mucho, fueron unos minutos, tal vez 5, o 10 y me acabaron como animales.
No me preocupé porque no hayan usado forros, hacía tiempo que me inyectaba Mesigyna, embarazo no habría.

Yo no acabé, no pude esa noche. Sí hubiese deseado que durará más.

4 comentarios - Enero del 2006

tomros1515
tremendo, me dieron ganas de probar esa cola
333354
Excelente relato me dejaste la pija bien grande y parada subí fotos de tu cola saludos dejo puntos 10
hacktivista22
Esa es agustina la de el relato
si quieren mas fotos me avisan
Enero del 2006

anal

fiesta