Hermana protectora.

Hermana protectora.

Danna no entendía cómo había terminado sometiéndose a ese estúpido tipo. Su boca no dejaba de salivar mientras la gruesa verga de Eduardo llenaba su boca y la hacía atragantarse.
Él la tomaba del pelo mientras movía sus caderas de forma que conseguía una violenta penetración en la boca de Danna.

¿Cómo podrían haber terminado las cosas así?

Ella sólo había llegado a casa de Eduardo a reclamarle por estar molestando a su hermano pequeño, Miguel. Él tenía 21 años, la misma edad que Eduardo, pero era mucho más pequeño y delgado. Eduardo era realmente musculoso, practicaba lucha olímpica, y no era poco atractivo. Pero era un idiota. Había ilusionado a su amiga Elena, se la había follado, y la había abandonado al día siguiente.

Danna realmente tenía razones para odiarlo y, sin embargo, ahí estaba. Chupando su verga.
Eduardo ya la había soltado y ella seguía moviendo su cabeza de atrás hacia adelante. Rodeando la circunferencia de ese enorme falo con sus labios pintados de un rojo carmesí bastante intenso. Por momentos se sacaba la verga de la boca y volvía pasar la punta de su lengua desde la base de los huevos hasta el glande, al cual le daba unas cuantas vueltas y volvía a tragarse el miembro entero de Eduardo.

Unos momentos antes, Danna había llegado muy cabreada a gritarle, Eduardo había aceptado hablar con ella solamente con una condición: que ella viera su verga.
Danna se negó rotundamente pero no quería irse de ahí sin arreglar las cosas para su hermano, y Eduardo ya había amagado con cerrarle la puerta en la cara si no aceptaba.
Finalmente accedió, grave error.

Danna nunca había visto un miembro de esa magnitud. Tan grueso, una longitud mayor a la usual. Y eso que estaba flácido aún.
Eduardo aprovechó el momento de sorpresa de Danna y tomó la mano de ella para hacer que ella le hiciera una paja.
Danna no sabría después si dejó que eso ocurriera por el shock o porque realmente quería sentir esa gruesa verga en su mano. De igual forma, eso no importó puesto que después fue Danna la que no tardo en ponerse de rodillas.

Cuando se dió cuenta de lo que hacía intentó levantarse pero Eduardo le frotó en los labios su falo que comenzaba a erguirse y ella a punto de decir algo abrió la boca y la verga entró en ella. Rápidamente Eduardo le tomó del peló y comenzó a moverse.

Para cuando Danna se admitió a sí misma que quería montarse sobre esa polla ya había olvidado por completo a su hermanito

Unos minutos después ya se encontraba sin ropa cabalgando a Eduardo con gran ímpetu mientras gritaba y gemía de placer.

—Esto es lo que veniste a buscar ¿Verdad, zorrita? Elena te contó lo bien que la pasó conmigo y lo querías comprobar ¿No es así, putita?

—Ah, no, no. Aahh.

Los gemidos de Danna no le dejaban articular bien palabras ni formar ideas.

—Pues si quieres que te folle otra vez vas a tener que ganártelo, zorra.

—¡Aah, sí, sí! ¡¿Qué hago?! ¡¿Qué hago?!
Decía entre gemidos Danna, ya completamente fuera de sí.

—Ya sé, putita, te volveré a follar solamente si le mandas un vídeo tuyo chupando mi verga al puto de tu hermano. Seguro que se la va a jalar imaginando que se la chupas a él. Ja, ja, ja. Es más, ahorita te grabo.

—No, no, no, todo menos esooo.

Danna seguía gimiendo sin control mientras Eduardo comenzaba a grabarla cabalgando y luego la volvía a poner chupar frente a cámara.

A pesar de su negativa, ella continúo chupando como una campeona hasta tragarse todo el semen que Eduardo eyaculó.

Al día siguiente Eduardo estaba bebiendo una caguama en la banqueta de su casa cuando le llegó un mensaje de WhatsApp. Una captura de pantalla de parte Danna. Le había enviado el vídeo a su hermano.

—Espero que hagas valer la pena lo que me hiciste hacer

La voz de Danna le hizo levantar la vista.

"Parece que me divertiré también hoy" pensó Eduardo mientras hacía pasar a Danna.

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