Bajo Su Sombra Parte I

Buenas!

Desperté un poco desorientada por el fuerte sonido de mi alarma, había decidido poner una para intentar llegar más temprano a mis clases, pero me había olvidado por completo de ella, razón por la cual la apagué y decidí seguir durmiendo.

- ¡Natalia, ni se te ocurra seguir durmiendo! -Gritó mi madre a lo lejos, seguro escuchó el estruendo causado por mi celular y al notar que este finalizó tan rápido, sabía que ya había despertado- ¡Sal de tu cuarto o te tiro la puerta!

- ¡Está bien! -Respondí con un grito, sentándome en la cama rápidamente ya que conozco a mi mamá, y sus amenazas tienen peso.

Tomé mi celular para ver la hora, dejando salir un largo suspiro de cansancio al ver que eran las cinco de la mañana. Me quité la sabana y me moví al borde de la cama, tocando el piso fácilmente, levantándome de la cama con un salto para tomar mi toalla, abriendo la puerta de mi cuarto y ladeando mi cabeza un poco para no golpear mi frente con el marco.

Caminé hasta la sala con la toalla en mano, asomando mi cabeza para saludar a mi mamá y dejarle saber que ya había salido de la cama. Regresé a mi cuarto, no sin antes abrir la puerta de mi hermana, encontrándome de frente con ella en mitad de cambiarse.

- ¿Qué? -Preguntó ella mientras buscaba en su armario, estando únicamente en ropa interior.

-Regrésame mi peinilla- Respondí al mismo tiempo que extendía mi brazo, a lo que ella simplemente abrió uno de los cajones de su mesita de noche, agarrando lo que le pedí y colocándolo en mis manos- ¿Cuándo vas a aprender a regresarme mis cosas después de usarlas?

Mi hermana simplemente volteó los ojos, cerrando la puerta en mi cara, por lo que caminé en dirección al baño de mi cuarto. Entré estirándome para terminar de quitarme el sueño, bostezando un poco al mismo tiempo que me quitaba la pijama, una simple camisa azul holgada que le robé a mi primo más alto hace ya mucho, la cual me llegaba hasta por debajo de mi entrepierna.

Al quitarme la camisa pude mirar mi cuerpo desnudo frente al espejo del baño encima del lavamanos, mi cabeza sobresalía del marco del espejo, así que solo podía ver desde mi cuello hasta por encima de mis rodillas.

Cómo ya leyeron, me llamo Natalia, tengo 23 años y mido un metro noventa y cinco, tengo pelo largo que me llega hasta la mitad de la espalda, mono, habiendo teñido gran parte de este, pero con las raíces en mi color negro natural, tengo ojos color café claro, una pequeña nariz en punta y unos labios no muy carnosos. Mi figura es gruesa, pero no en el mal sentido, ya que, aunque no tengo una barriga plana, tampoco es muy prominente, todo porque mi cuerpo tiene un gran metabolismo, que me ha ayudado a no tener la necesidad de hacer mucho ejercicio, por desgracia, toda la comida fue directamente a mis caderas, a mi culo y a mis muslos, dejando mis senos como unas tímidas montañas que apenas y sobresalen de mi pecho, lo único llamativo de mis senos es el pequeño lunar cerca de mi pezón derecho.

Me agaché lo suficiente para poder centrar mi cabeza en el espejo, acercándome un poco para mirarme las ojeras bajo mis ojos, las cuales comenzaron a aparecer cuando decidí que me quedaría hasta tarde en la noche para intentar hacer todas las tareas de mi carrera y recuperar algunas notas fallidas.

Entré a la ducha y dejé que el agua cayera sobre mí, fluyendo por todo mi cuerpo mientras me lavaba el cabello, el cual ya llevaba suficiente tiempo sin cortármelo, pero no tenía muchas ganas de verme otra vez con el pelo hasta los hombros. Lentamente, mis dedos se dirigieron a mi cintura, específicamente mi entrepierna, donde sentí el vello púbico que había en mi monte de venus, algo que dejo crecer porque no he tenido la necesidad de rasurarlo. Mis dedos bajaron un poco más y comenzaron a tocar mi hinchada labia.

Dejé salir un largo suspiro mientras me sacaba todo el jabón y el shampoo de mi pelo, cerrando la llave cuando sentí que mi cuerpo ya estaba limpio, abriendo la puerta de la ducha y tomando dos toallas para secarme.

Terminé de secar mi cuerpo después de unos minutos, por lo que tomé mi peinilla y comencé a peinarme para intentar secar las puntas de mi pelo. Cuando terminé de con eso, me dirigí a mi armario para buscar qué ponerme, agarrando unos tenis, unos cargo pants verdes, una camiseta blanca con diseño de color rosa y una sudadera con capucha azul.

Salí de mi cuarto y caminé hasta el comedor, donde mi mamá y mi hermana se encontraban desayunando, mamá señaló a un plato al lado de ella, por lo que me senté y empecé a comer.

Mi familia solo se conforma de cuatro personas, mi papá, quien casi nunca está presente por su trabajo, mi mamá, la cual trabaja con el polígrafo y su horario es bastante irregular, mi hermana menor, quién es una estudiante en su último año de colegio y yo, la hija mayor.

Mi estatura proviene de mi mamá, ya que su lado de la familia siempre ha tenido descendientes de gran altura, en su generación, solo mis tíos heredaron dicha estatura, mientras que en la mía la heredamos tres.

Mi mamá se llama Amy, es una mujer en sus cuarentas, faltando poco para que cumpla los 50, y aún en su edad, puedo decir que es una mujer hermosa, cosa que mi papá siempre ha remarcado que es una de las razones por las que se casó con ella, la otra siendo que mi madre, desde la adolescencia, mide un metro cincuenta y cinco y según sus palabras, siempre ha tenido preferencia por las bajitas.

Mi hermana se llama Michelle, tiene 17 años y mide un metro sesenta y ocho y es la más bajita de nuestra generación. Tiene pelo castaño ondulado que le llega hasta los hombros y ojos cafés claros. A diferencia de mí, ella tiene un cuerpo mucho más tonificado y firme, acompañado de un pecho mucho más prominente y caderas no tan anchas, prefiriendo ir al gimnasio que le paga mi papá para evitar perder su figura, mientras que yo soy muy floja como para hacer ejercicio.

Terminé de desayunar y me levanté para salir, no sin antes darle un beso en la mejilla a mi mamá junto con Michelle, despidiéndonos mientras abríamos la puerta de nuestro apartamento y bajábamos las escaleras. Vivimos en un conjunto de apartamentos un poco fuera de la ciudad, por lo que mi hermana y yo siempre tenemos que tomar el bus o el transporte público si queremos ir a cualquier lado.

Miré a un lado cuando sentí unos murmullos cerca de mí, notando que dos hombres miraban a Michelle y a mí, remarcando mi culo y el cuerpo de guitarra de mi hermana, hasta pude escucharlos decir que sí no fuera no fuera tan regordeta y tuviera mejor la figura de la que tengo al lado junto con sus tetas, me darían fácilmente entre los dos.

Estoy acostumbrada a las miradas y algunas palabras sobre mi cuerpo, tanto del ámbito sexual como el simplemente el ámbito físico, que si tengo buenas nalgas, que si me las quieren apretar, que me quieren tener de perrito, que debería adelgazar, que si perdiera peso me vería mejor, etc. A mí no me afecta tanto, siempre los ignoro, pero mentiría si dijera que esas palabras no se quedan en mi cabeza, siempre vuelvo a pensar en lo que me dicen, en especial de mis caderas, cosa que me deja muy desorientada al pensar en lo que me dicen.

-Idiotas- Dijo Michelle, alzando lo suficiente la voz para que los dos la escucharan, y aunque uno se lo tomó como un chiste, al otro pareció afectarle al ego, porque comenzó a caminar en dirección a ella con la clara intención de enfrentarla.

- ¿Qué vas a hacer? -Pregunté mientras me levantaba, irguiendo mi espalda para mostrar que tan alta era en comparación con él, quedándome apenas por debajo de los hombros -Si te atreves a hacerle algo a mi hermana, te parto la cara.

El hombre solo se me quedó mirando, ya que en era un escuálido que apenas tenía algo de músculo, y aunque entendía que fácilmente podía superarlo en fuerza por la diferencia en nuestros físicos, el dolor de sentir que su ego quedaría destrozado si se dejaba mangonear por una mujer lo empujaba a al menos decirme algo.

El otro hombre se puso entre nosotros y comenzó a jalar a su amigo, mirándome un momento para disculparse hasta que logró convencer al idiota que era una mala idea, por lo que los dos finalmente se fueron.

Dejé salir un largo suspiro, mirando de reojo a Michelle la cual no despegaba sus ojos de los dos hombres mientras se iban, por lo que me senté a su lado y la abracé.

-Gracias- Puse mi brazo alrededor de su cintura para acercarla a mí, dejándola descansar su cabeza en mi hombro -Pero eres demasiado impulsiva. Si yo no hubiera estado aquí, ¿Qué habrías hecho?

-No sé, ya lo pensaría mientras se dan las cosas, pero no aguanto cuando se ponen a hablar de las dos como si solo sirviéramos para la cama… En especial contigo.

La abracé más fuerte, nuestra relación no es ni la de hermanas que se tratan como basura ni como otras donde son inseparables, las dos nos queremos y al mismo tiempo no podemos aguantar a la otra, pero si alguien habla mal de una, se las ve con la otra.

Después de unos minutos esperando, por fin pasó el transporte público que nos servía a las dos, subiéndonos y pagando nuestros pasajes. Nos sentamos juntas y Michelle volvió a descansar su cabeza en mi hombro mientras que yo cerraba los ojos para intentar dormir un poco más.

Mientras me quedaba dormida, comencé a recordar las palabras de esos hombres sobre mí, lo cual me hizo sentir un poco incómoda, no por sus palabras en sí, sino porque no pude evitar pensar en que me harían. No soy una prepuberta ni mucho menos una pervertida, pero mi cabeza gusta jugar conmigo y me obliga a imaginar cosas que realmente me ponen muy rara en contra de mi voluntad.

Me gusta el porno y he visto suficiente para conocer mucho sobre el sexo, tantos videos, relatos eróticos, películas y libros, pero aún con toda la información que tengo, nunca he sentido atracción por un pene. Ni los gruesos, ni los delgados, ni siquiera los de carne o los sangre, nada, la simple imagen de uno solo consigue que toda calentura que tuviera hasta ese momento desaparezca, pero no es porque sea lesbiana, ya que puedo ver el cuerpo desnudo de una mujer y tampoco siento nada, mientras que, si veo a un hombre con ropa interior, siento como mi corazón comienza a latir.

Mi mente siguió divagando al mismo tiempo que logré quedarme dormida, destrozando la imagen de esos dos hombres y cambiándolo por el tipo de hombre que siempre he encontrado más atractivo, alguien casi de mí misma estatura, de hombros anchos, espalda marcada, con pectorales y abdominales marcados.

Sé que pido mucho, pero vale la pena soñar, ¿No? No puedo hacer nada si ese es específicamente el tipo de hombre que siempre ha logrado excitarme. En el momento de mi sueño en el que ambos comenzaban a acercarse a mí para tocarme, sentí a alguien tocar mi hombro y moverme, despertándome para dejarme saber que habíamos llegado a la estación.

Me bajé del transporte bostezando, Michelle se había bajado muchísimo antes, ya que su colegio no queda tan lejos de nuestro apartamento, por lo que me dirigí por mi cuenta a otro, colocándome los audífonos mientras sentía otra vez a gente mirándome, algunos con algo de admiración e interés, mientras que otros ya se lo pueden imaginar.

Por fin llegué a la universidad después de unas dos horas, todo porque las únicas rutas que me sirven siempre dan más vueltas que las que deben. Eran las siete y media y el horario de clases que elegí iniciaba a las ocho, por lo que todavía tenía tiempo de conseguir un café e intentar terminar de despertarme de una vez por todas.

Saliendo de la cafetería con una copa de plástico en mano, comencé a caminar a mi salón mientras tomaba mi café, encontrándome con mis dos amigos desde el primer cuatrimestre de la carrera. José y Jessica estaban sentados junto con otros estudiantes de la clase, esperando en el piso a que fueran las ocho para que empezara la clase, cuando me vieron, los dos se hicieron a un lado para darme espacio, por lo que pude subirme fácilmente a la pared.

- ¿Qué tanto has dormido? -Preguntó Jessica, parándose del piso para sentarse junto conmigo en la pared, necesitando dar un salto para lograrlo.

-Lo necesario para no desmayarme por sueño- Respondí sonriendo, dando otro sorbo a mi café y frotándome los ojos al sentir que comenzaba a molestarme- ¿Las ojeras son muy obvias?

-Son lo primero que se te ven- Dijo José, aún sentado en el piso, por lo que fácilmente le di un pequeño toque con mi pierna en su costado. Tanto Jessica como yo nos reímos ante la reacción de dolor de José, ya que por lo que nos ha contado, siempre ha sido un pequeño punto débil suyo.

Nos pusimos a hablar para pasar el tiempo, mirando de vez en cuando nuestros celulares para revisar el grupo de WhatsApp con nuestro profesor y ver si avisaba si estaba en camino o no.

Miré a mi izquierda para ver un poco a Jessica, ella tiene 24 años y mide un metro sesenta y siete, tiene pelo negro que siempre se recoge en una coleta y ojos cafés oscuro. Al igual que mi hermana es mucho más atlética que yo, ya que práctica deporte en su tiempo libre, lo cual le otorgó un cuerpo muy atractivo que combina con sus caderas anchas, pero sus senos son del mismo tamaño que los míos.

Miré a mi derecha para también poder ver a José, él tiene 23 y mide un metro setenta y cinco, tiene pelo negro corto con un pequeño degradado a los lados y ojos cafés tan oscuros que parecen negros. Al igual que yo, no le gusta hacer ejercicio, pero hace todo lo posible para no comer mucho y terminar subiendo de peso y mantenerse delgado.

- ¿Hicieron la tarea de semiótica? -Preguntó José mientras entraba al aula virtual y nos mostraba su tarea subida, a lo que Jessica y yo asentimos al mismo tiempo- ¿Y estudiaron para el parcial?

-Yo sí.

-Yo no, no tengo cabeza para estudiar ahora mismo, intentaré ver algún que otro video para entender los temas- Dije mientras me volvía a frotar los ojos, realmente estaban fastidiando por la falta de sueño en ese momento.

- ¿Segura? Podemos ayudarte a estudiar, todavía tenemos una semana.

-Si, no se preocupen.

Mientras hablábamos llegó el profesor, el cual dio su clase como siempre, pero no le presté mucha atención, ya que estaba usando el computador del salón para avanzar con otra de mis tareas.

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Pasó la semana y rendí el examen, me sentí pésima mientras lo hacía, no pude concentrarme ya que mis ojos comenzaron a arder por mirar mucho tiempo a la pantalla, pero para ser sincera, el haber podido concentrarme no hubiera servido de mucho, ya no era capaz de reconocer ninguna de las respuestas como la correcta en todas las preguntas, por lo que terminé marcando como se me ocurrió.

Unos días después, Jessica nos avisó a José y a mí que la nota del corte ya estaba montada, mostrándonos que, en su caso, le había ido bastante bien. En el caso de José, su nota era básica, pero no le afectaba mucho ya que en el primer corte le fue mucho mejor.

En mi caso, tenía el mínimo para pasar, y si hacía el cálculo con la nota del primer corte con la del segundo, me quedaba atrás, de los tres era la peor a la que le estaba yendo en semiótica, y no sólo en semiótica, sino en casi todos los otros módulos.

- ¿Qué harás ahora? -Preguntó Jessica, mirándome desde arriba ya que esta vez decidí sentarme en el suelo para intentar reflexionar.

-No sé, he hecho todo, pero no ha servido para nada, ni las tareas, ni los parciales, mi única salvación es que me vaya perfecto en el último corte y que los finales me suban el acumulado.

-Eso va a estar difícil- Dijo José, apareciendo con una paleta de helado en su mano, ganándose una mirada de enojo de mi parte por decirme algo que no quería escuchar.

Sabía que lo que decía era difícil, mucho más porque no estuve prestando atención a la mayoría de las clases, me distraigo muy rápido y me encanta leer, por lo que cuando una clase se pone muy aburrida abro alguna de las muchas aplicaciones de lectura que tengo, saliéndome completamente de la clase.

-Pero… Puedes hacerlo, solo necesitas que alguien te ayude.

-No quiero molestarlos chicos, los profesores ya nos dijeron que tendremos que hacer para los finales y prefiero que se concentren en hacer sus trabajos.

-No me refería a Jessica o a mí, me refiero a mi hermano. Él estudió Diseño Gráfico como nosotros, le he hablado sobre cómo te ha ido en el semestre y él mismo se ofreció a ayudarte.

- ¿Hablas en serio? -Preguntó Jessica en mi lugar, ya que todavía estaba procesando las palabras de José.

-Si, dijo que no lo hará gratis, porque estará dando su tiempo para ayudarte a estudiar y a idear o dibujar algún que otro diseño que necesites.

- ¿Por qué? Ni siquiera lo conozco.

-Me dijo que también la pasó mal en la Universidad y que como eres mi amiga quiere ayudarte.

Me quedé viendo a José por un largo rato, ya que no era capaz de comprender el porqué alguien se ofreceria así porque si a ayudar a una desconocida solo por esas razones. Las dudas continuaron a acumularse en mi mente mientras miraba a José, las únicas palabras que logré formar fueron- ¿Es bueno?

-Pues se graduó sin muchos problemas, yo considero que lo es, a veces me ayuda de vez en cuando con los parciales… Si no quieres yo le digo.

-No no no, dile que si, por favor, yo le pago.

Mis amigos se rieron un poco de mi, haciéndome reír al darme cuenta de lo desesperaba que estaba. Pregunté sobre qué tanto me cobraría por ayudarme y por suerte no era mucho dinero, tenía suficiente ahorrado como para no tener que decirles a mis padres.

- ¿Cuántos años tiene tu hermano?

-Treinta y uno, pero de cara parece un poco mayor.

- ¿Es lindo? -Preguntó Jessica, saltando de la pared al notar que nuestro profesor estaba llegando.

-Yo que sé, tiene novia, así que sacatelo de la cabeza, porque no te prestará atención.

Entré primero al salón, ignorando a Jessica y a José los cuales se peleaban detrás de mí, pensando en toda la ayuda que necesitaría del hermano de José, por lo que cuando nos sentamos le pedí el número y pregunté por su nombre.

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Estuve hablando con el hermano de José durante la semana, explicándole mi situación, las clases que estaba dando y le mostré mis parciales, a lo que Ivan me dijo que eran buenos trabajos, pero que podía entender el porqué me iba tan mal al analizar lo que me pedían y lo que entrego, haciéndome sentir un poco mal hasta que prometió en ayudarme.

Antes de hablar con él, José me explicó que su hermano era algo seco y cortante, que así ha sido desde que tiene memoria y que no debería pensar que tiene un problema conmigo o algo por el estilo, y siendo sincera, si llegué a notar algo de eso mientras hablaba con Ivan, pero entre más hablábamos, su actitud conmigo cambió tanto que empezamos hacer bromas entre nosotros.

Cuando llegó el fin de semana, comencé a prepararme para ir al apartamento de Ivan, maquillándome un poco con la ayuda de Michelle ya que no soy muy de maquillarme y ella tiene mucha más experiencia. Quería específicamente ocultar mis ojeras para dar una mejor impresión. Mi hermana aplicó una base ligera para igualar un poco el tono de mi piel y cubrió mis ojeras, utilizó un rimel para mis pestañas, abriendo mis ojos un poco y puso algo de rubor en mis mejillas, terminando al ponerme un brillo de labios transparente.

-Gracias Michelle- Me miré en el espejo para ver cómo me quedaba el maquillaje junto con mi ropa, y para ser sincera, me gustaba. Decidí ponerme una blusa holgada negra sencilla y un jean roto claro.

-De nada. Ahora, me prometiste que me dirías por qué querías que te maquillase.

-Vale… Pero no le digas a mamá- Miré a mi hermana algo sonrojada, ya que no quería admitir que vería a alguien para recibir algo de ayuda con mis notas, y el hecho de que me encontraría con un hombre.

Hable con ella y le explique mi situación, sobre cómo mis notas no han sido las mejores últimamente, que si no hacía algo terminaría por perder el cuatrimestre, cosa por la que ella me miró un poco preocupada, hasta que hablé sobre Ivan y de cuanto hemos hablado durante la semana, a lo que Michelle me mostró una sonrisa pícara.

-Así que vas a verte con un hombre… sola… en su casa- Decía ella mientras bajaba la voz con cada pausa que hacia para evitar que mamá la escuchase.

- ¡No es por eso!

-Si si, lo que tu digas- El tono de burla de Michelle y su expresión de desconfianza hizo que la mirara con algo de enojo, cosa por la que decidió cambiar su actitud -Vale, no sigo.

-Gracias.

-Pero tienes que admitir que suena muy sugerente.

-Lo sé, por eso le diré a mamá que voy a la casa de Ana, mi amiga del colegio. Ella ya sabe y dijo que me ayudará a engañarla.

-Engañar a mamá para poder verte con un hombre…

- ¡Michelle!

Mi hermana no pudo evitar reír ante mi reacción, contagiandome un poco con su risa. Agarre su brazo y la jale a mi cama para hacer que dejara de reír y hacer comentarios sobre mi encuentro con Ivan.

-Es solo para que me ayude con mis notas.

-Yo sé, pero tienes que admitir que no deja de sonar que se van a encontrar para tener sexo.

-Apenas lo conozco.

- ¡Exacto! -Michelle abrió tanto los ojos al decir eso que parecía que se le iban a salir de las cuencas- ¿Y si se quiere aprovechar de ti?

-Es el hermano de un amigo se la universidad, y confío en él.

-Eso está bien, pero no sabes si lo wue te dijo tu amigo de su hermano es completamente veridico, tal vez ese Ivan es un degenerado que mantiene sus verdaderas intenciones ocultas hasta que su víctima se presenta débil ante él.

-He hablado con él y es un buen tipo.

-Ted Bundy era "Un buen tipo" a los ojos de muchas mujeres pero terminó siendo un asesino muy mal de la cabeza.

Michelle y yo nos miramos la una a la otra por un rato sin decirnos nada, la expresión en mi rostro mostrando que tan sorprendida estaba ante sus palabras, mientras que ella mostraba que estaba segura de lo que decía. Terminé por llegar a un acuerdo con ella, prometiendo que le enviaría mensajes explicando todo lo que suceda mientras este con Ivan y que tenía que salir corriendo si algo raro sucedía, sin importar que.

Hablé con mi mamá, explicándole que iría a la casa de Ana para hablar y pasar gran parte del día con ella. Su cara se iluminó al escuchar su nombre, ya que llevaba un tiempo sin escuchar de mi amiga, me pidió que la saludara. Salí de nuestro apartamento y me dirigí a la puerta del edificio donde me esperaba un taxi, el conductor se me quedó mirando mientras me acercaba.

- ¿Natalia?

-Si señor.

El conductor acomodó la silla del copiloto lo más que pudo para mi, pero no sirvió de mucho, por lo que estuve incómoda por todo el viaje. Me pasé todo el tiempo hablando con Ana, la cual tenía las misma preocupación que mi hermana, diciendo que debería tener mucho cuidado y que debería estar muy pendiente de si Ivan se ponía raro en algún momento.

Llegué al apartamento de Ivan, avisándole por mensaje para que me abriera la puerta mientras subía, imaginándome como la persona con la que he estado hablando durante toda la semana se ve, ya que no tiene una foto suya para el perfil y José no tenía ninguna foto de su hermano. Cuando llegué al piso fui directamente a la puerta y di un pequeño golpe, mandándole otro mensaje a Ivan para que supiera que estaba en la puerta, pero tal y como con el primer mensaje, no lo leyó.

Esperé por unos minutos, preguntándole a José por si sabía algo del porqué su hermano no me respondía, pero su única respuesta fue "Ivan es así, dale un momento." Pasó más tiempo y escribí a mi hermana, contándole que todavía estaba esperando por Ivan, por lo que Michelle me dijo que mejor lo llamara.

Seguí su recomendación, acerqué mi celular a mi oreja y espere un momento, pero la llamada fue a la contestadora. Algo triste, comencé a caminar hacia el elevador, escribiendo un mensaje a Ivan para explicarle que nos veríamos otro día, pero al momento de presionar para enviarlo, me llegó una notificación de José diciéndome que no me fuera.

-Ya te va abrir.

Me di la vuelta cuando terminé de leer el mensaje de José, viendo como la puerta del apartamento abría lentamente junto con un pequeño bostezo.

-Lo siento Natalia, me quedé dormido.

La puerta terminó de abrirse y por fin pude darle cara a la persona con la que estuve hablando durante una semana completa, la persona de la que Michelle y Ana estaban tan preocupadas de que fuera un loco que quisiera aprovecharse de mí. Bajé mi cabeza para poder ver a Ivan a los ojos, ya que en comparación conmigo, era mucho más pequeño, tal vez veinte o treinta centímetros menos, casi llegandome al cuello.

-Es un gusto Natalia, soy Ivan.

Ivan me mostró una amplia sonrisa mientras extendía su brazo para darme la mano, pero mis ojos estaban completamente centrados en su rostro. Tal y como José dijo, su hermano se veía un poco mayor de treinta y uno, podría decir que tendría 35 o 37 años y le creería.

Cabello negro largo descuidado que le llegaba hasta la nuca, ojos achinados de color café oscuro como los de su hermano, usando gafas ovaladas, una pequeña nariz cóncava y labios un poco más carnosos que los míos. Su cabello conectaba con una pequeña barba bien cuidada, la cual chocaba mucho con el estado de su pelo. Tenía puesta una camiseta verde de cuello en v y un pantalón de mezclilla oscuro, los cuales se pegaban a su cuerpo, dejándome ver unos hombros anchos y un abdomen tonificado.

Si, sé que no hay nada en sí sexual en esta primera parte, pero es porque quiero darle un poco más de importancia al relato en lugar de que solo sea sexo en todas las partes como hice en Casa Compartida y Amante Japonesa.

Bueno, el siguiente relato no será la segunda parte, si no uno de los relatos fantasiosos que tengo en mente, como dije, sacaré las primeras partes de cada historia y ya luego continuaré sacando las partes de cada una en el orden que quiera

Bye!

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