Erase Una Vez en Babilonia

Corría el año 541 a.C. en la Ciudad de Babilonia, capital de la Región de Mesopotamia, con Nabónido como rey que regresaba de Taima, un oasis en el Desierto Arábigo, ya que los Persas casi se habían cargado a todo el imperio Babilónico y solo quedaba nuestra ciudad por conquistar, la ciudad se preparaba para entrar en batalla, sin embargo las amenazas de invasión siempre duraban meses, años, lustros y hasta décadas, ya que había caído tantas veces nuestra ciudad que nuestros ancianos todavía recordaban como Nabucodonosor II había traído a nuestras ciudades a esclavos de judea, fenicios y sirios, trajo el máximo auge a Babilonia, existían los jardines colgantes en aquel entonces, hoy ya solo quedaba la construcción de ellos, ya que por las guerras invasivas de los persa era cada vez mas difícil conseguir las materias para la agricultura dentro de nuestra ciudad, y ya solo nos quedaban unos pocos campos para seguir alimentándonos y comerciar lo poco que se podía.

Aun así a mi y a mi familia no nos iba mal, a pesar de que no teníamos a mi Padre ya, porque habían pasado meses de su partida a Persia, donde el y todo el contingente fueron raptados y posteriormente los ejecutaron para mandar sus cabezas a la ciudad, lo que era una declaración y amenaza de guerra de Persia hacia Babilonia, desde entonces he sido el apoyo de mi madre y mis hermanas, hoy a mis dieciocho años soy un hombre hecho y derecho, soy el líder de mi familia, solo hay algo que me falta tomar, a mi voluptuosa madre.

Mi madre es una mujer blanca, de orígenes sirios, donde abunda la gente blanca, sus abuelos fueron esclavos traídos de ese país, y sus padres fueron comprados por mis abuelos para ayudar en nuestro negocio y casi eran unos ciudadanos libres, mi padre que desde que era joven conocía a mi madre desde niña, decidió tomarla para el, y ella se convirtió casi en una aristócrata, ya que nuestra posición si bien no era de las mas privilegiadas, si éramos respetados como los mercaderes exitosos de la zona, detrás de mi venían 5 mujeres y un hombre, el menor de todos, fueron meses en que me tuve que agarrar los huevos y echarle muchas ganas al negocio, soportando casi a diario los acosos a mi madre y el no caer en la tentación de palpar sus enormes curvas. Oyendo a diario las indirectas de nobles y soldados que se atrevían a decirle frases como “Que grandes melones tiene señora Ami”,”Amitis, eso que tienes atrás se ve muy esponjoso, déjame palparlo”, “Señora Amitis, si no regresa su marido, tendremos que tomar toda su mercancía por la fuerza” e incluso había quien le decía, “Señora, para haber tenido tantos hijos aun le podemos hacer mas”, “Señora, si su marido no regresa vamos a tener que sacar provecho con usted y llevarla a las subastas, todavía le podríamos sacar para unas cabezas de ganado”.

Pero estaba yo, que ya era fuerte y alto, entrenado para la guerra cuando estuvo mi padre con nosotros y a medida que iba creciendo, así que todas esas cosas solo se las decían a mi madre cuando ellos creían que yo no escuchaba, al gobernador de nuestra zona le convenía recibir el impuesto que nosotros le dábamos, para evitar ser robados y esclavizados por alguien, y el no estaba interesado en mi madre, estaba interesado en hombres jóvenes y amanerados que casi parecían mujercitas.

Mi madre si bien, si estaba necesitada de hombre, no era capaz de aceptar las proposiciones de todos los que se le lanzaban, ya que como sabrán, no era bien visto que las mujeres tuvieran amantes, y si los tenían eran ejecutadas, la mujer no tenía derechos mas que obedecer a su hombre en todo y cuidar a su familia, y así era mi madre, de hacer caso a alguno de los guarros que les proponían cosas, ella habría sido despojada de sus pertenencias perteneciendo ahora a uno de los tantos prostíbulos que había por la ciudad. Y es que si bien mi padre no la llenaba sexualmente, ella se conformaba con lo que tenía con el y aun era activo a su edad de 50 años mi padre, ella a sus 32 años estaba mas que apetecible, varias veces la había visto masturbarse apretando sus grandes pechos y metiéndose todo lo que podía por todos sus agujeros, ya que como sabrán, Babilonia es la Sodoma bíblica castigada por Dios durante tantas guerras, y se le hacía honor ya que era normal el que las mujeres y los homosexuales tuvieran sexo anal hasta el hartazgo de quienes les usaban. Y más valía que a una mujer le gustara el sexo anal, porque si no se las vería con su marido que la tomaba por la fuerza y podía hasta matarla sin algún cargo que se le tomara en cuenta por parte de las autoridades, claro que este era el caso para mujeres de baja estirpe, no nobles o allegadas y esclavas.

De las veces que ella se masturbaba después del coito con mi padre dos de las ultimas veces me había cachado y no le dijo algo a mi padre, ya que en Babilonia un padre podía incluso matar a sus hijos o venderlos como esclavos para deshacerse de ellos, yo siempre le obedecí a mi padre, pero ahora no había a quien obedecer, ya que yo era el hombre de la casa ahora. Mi padre tenía concubinas, mismas que alguna vez también a mi me iniciaron en las artes amatorias por orden de el, y desde que tomé el cargo en mi familia, ellas poco a poco fueron expulsadas por mi madre, excepto alguna de ellas que le ayudaban en las cosas de la casa, pero era cuestión de tiempo para que alguien la raptara y se la llevaran a trabajar en los prostíbulos, poco podía verla y cogérmela, ya que mi madre estaba siempre al acecho de ella poniéndole tareas hasta el cansancio, solo podía aprovecharme de ella una vez por semana, y claro, esto para mis bolas era muy poco, ya que al tenerlos tan grandes la leche se me salía sin estar por días eyaculando.

Ya era muy común que mi madre en esta época de verano se paseara dentro del hogar con poca ropa y casi nada, sus pezones se le marcaban y casi siempre se le marcaban en sus vestidos, nuestros acercamientos eran cada vez mas íntimos, ya que si antes no me acercaba a ella, ahora sin mi padre de por medio a diario eran las ocasiones en que me repegaba a sus nalgas con la pija toda erecta, que le tocaba las piernas hasta la mitad, que la abrazaba y manoseaba lo que podía, que jugueteábamos y aprovechábamos cuando nadie nos veía para arrimarnos.

Un día de tantos se le veía especialmente sonrojada que llagando de nuestro negocio a casa se cambio la ropa de calle por un vestido de seda rojo que solo le había visto ponerse cuando mi padre le daba caña, sus pechos se le transparentaban y marcaban obscenamente y su mata de vellos que se recortaba con tijeras se le notaba claramente, sin mencionar sus nalgas que parecían querer romper el vestido. Yo estaba en mi cuarto descansando, y esperando a Noemí, nuestra esclava, cuando la veo entrar con esas pintas.

Ami: Amar, tengo que hablar contigo.

Amar: ¿Qué pasa madre?

Ami: es sobre Noemí.

Amar: ¿Qué pasa con ella?

Ami: La he vendido.

Amar: ¿Qué? ¿Por qué has hecho tal cosa? y justo hoy que honraré a Ishtar.

Ami: No te preocupes hijo, ya encontrarás a una noble que te quiera.

Amar: No digas tonterías, nosotros no somos nobles, y nadie va a aceptarme siendo hijo de una mujer que fue esclava.

Ami: es difícil hijo, pero la hallarás.

Amar: ¿Y mientras?, ¿Cómo honro a Ishtar?, ¿Cómo saco lo que mis huevos producen?

Ami: eso no me lo preguntes a mi, hijo, eres el hombre de la casa y puedes tomar todo lo que hay en ella, y es que, también lo hice porque ya no me gustaba estar viendo a la mujer que me quitó a mi hombre y que me estaba quitando a mi hijo.

Amar: ¿Quitando?, para mi ella era una esclava, solo eso, nunca la iba a tomar en serio.

Ami: es que cada vez que la tomabas, al otro día estaba de presumida, con esas sonrisas que parece que me refregaba en cara que ella tenía a un hombre que la satisfacía, y yo tan sola, solamente podía estar regañándola y azotando, y eso tampoco era conveniente para ti.

Amar: pues ahora mucho menos va a ser conveniente para ti.

Ami: hijo, eres el hombre, eres el líder ya, tu sabes que hacer, pero igual no soportaría que fueras con las putas y trajeras alguna infección en tu hermoso cuerpo.

Amar: no habrías vendido a Noemí y las cosas podrían seguir igual.

Ami: pero yo ya no soportaba hijo, no soportaba que esa judía estaba satisfecha cada noche que estaba contigo, no soportaba oír como la hacías gemir y no soportaba ver su maldita cara de felicidad que le borraba a azotes, y sobre todo no soportaba saber que ella tenía lo que yo tanto necesito.

Amar: aja, ya se a que te refieres mujer, con que esa es la razón principal.

En esta conversación yo estaba recostado en paños menores, esperando a mi puta, entonces apareció mi madre luciendo como una, e incluso perfumada como una, sentada a un lado de mi regazo, cayendo sus grandes ubres hacía mi pecho, respirando entrecortadamente, tomando mi mano para llevarla cerca de su entrepierna, acariciando mi cara y pectorales.

Ami: no se si lo recuerdas, pero yo no soy tu madre natural.

Y entonces recordé que cuando era pequeño, ella era aun una niña que había llegado a casa, y que ya había dos mujeres que le servían como esposas a mi padre, todas extranjeras, y sin embargo con Amitis se casó bien y por las dos leyes. Yo impresionado, pero al fin había caído en la cuenta, que ella y yo nonos parecíamos, que durante los últimos meses no le era indiferente mi presencia, que había empezado a coquetear conmigo de pronto, que una de esas mujeres del pasado era parecida a mi.

Ami: ¿ya lo estás recordando verdad?, soy tu madrastra, la ultima esposa por ley de tu padre, no comparto lazos sanguíneos contigo, sin embargo nuestras leyes dictan que las relaciones entre un hombre de la familia y la esposa principal, sin que fuese su madre, su castigo será en ser expulsado de la familia, pero Amar, si eres mi hijo por ley y te quedaste como heredero de tu padre, y yo viuda, pero igualmente, yo no tuve tantos regalos en nuestra boda, porque soy de origen sirio, y no quiero volver a casarme, a una mujer que ya ha tenido tantos hijos ya no se le valora y me querrán solo los viejos, mas viejos que tu padre, y la herencia de tu padre hacia mi solo fue una pequeña parte de nuestro negocio, no sobreviviría con aquello para mi y mis hijos, tus hermanos paternos, le estuve dando vueltas al asunto durante meses.

Amar: ¿y cuál es la conclusión?

Ami: hijo, me recuerdas mucho a tu padre de joven, pero mas blanco, yo no deseo casarme con nadie ya, quiero que mis hijos y tu sigan viviendo como estuvimos viviendo durante estos meses, pero me ha faltado algo que a ti te faltará ya, y solo así he visto que podemos continuar juntos, y yo quiero separarme de ti, no quiero irme de esta casa, no quiero estar sin que algo me haga falta, y a tus hermanos, y tu tendrás lo que tantas ansías y aun mejor.

Amar: Creo que ya voy entendiéndote y acepto.

Ami: y es que, yo no deseo que te expulsen de aquí, todo será un secreto y una farsa a la sociedad.

Amar: ok Amitis, seguirás como estás, y yo tendré a una mujer, pero también tiene que ser mi puta.

Ami: si Amar, tendrás todo lo que quieras para satisfacerte, a cambio yo prometo ser todo lo que quieras, azotame, ahórcame, se que no te soy indiferente, toma todo mi cuerpo como quieras, puedo aguantar toda tu hombría de todas las formas que te imagines.

Amar: muy bien, cuando estemos a solas, te llamaré puta, quítate la ropa que puedo ver tu obsceno cuerpo debajo de eso, y empieza por usar tus gruesos labios en mi polla.

La ley Babilónica decía que a una madre que ha follado con un hijo se le condenaría a la hoguera, sin embargo no éramos familiares sanguíneos, pero tampoco deseaba ser expulsado de mi familia, en cambio si deseaba a la puta que tenía por madrastra, con sus grandes melones que tenía por pechos, pechos que al fin los tenía en mis manos, tan cerca de mi, yo no deseaba que nos sorprendieran, y durara lo que durara esto, tendría que sacarle provecho.

Continuará…

1 comentario - Erase Una Vez en Babilonia

Soynatz
Muy buenos relatos, pero unas imágenes no caerian mal