Fiesta de quince

Espiarla se había convertido en mi principal actividad, luego del colegio en el cual destacaba para evitar conflictos con mis padres y ganar independencia de movimiento, seguirle y sorprenderla en hoteles y en nuestra propia casa se había convertido en una especie de deporte que en general desembocaba en una exquisita paja, de hecho como ya comenté antes, muchas veces he fantaseado con la sensación de ser penetrado como era penetrada ella, o acariciar y lamer un miembro con la fruición con que veía a mi madre lamer esas pijas jugosas. Fue por esta época en que probé por primera vez la leche de hombre, claro que era la mía propia pero deliraba pensando que brotaba de los amantes de mi madre. Con el tiempo probé otras leches de otras vergas y comprendí el deleite de mamá por ese jugo glorioso.

Pero lo importante de lo que voy a relatar, tiene que ver con el descubrimiento de que mi padre, era conciente y alentaba la pasión y el desenfreno de mi madre, tenían una especie de pacto por el cual, siempre y cuando ella fuera muy discreta podía buscar todo el sexo que quisiera, con la condición que luego relatara a mi papá (con lujo de detalles) sus encamadas, lo cual lo excitaba a morir, y luego de lo cual su noches solían ser extenuantes. De hecho mi padre en varias ocasiones propiciaba la vinculación de mi madre con clientes y contactos de negocios, los cuales creían que el supuesto cornudo ignoraba que su esposa era gozada por ellos.

Por ese entonces yo contaba ya con 17 años recién cumplidos y estabamos por asistir a la celebración de los 15 años de la hija del presidente de la compañía (cuyo nombre no revelaré porque es una empresa que aún hoy funciona) y .como es de rigor en esos casos los vestidos de las mujeres suelen ser de lo más insinuantes, Mi madre había comprado un vestido cuyo escote no era demasiado generoso en el frente pero cuya espalda iba totalmente descubierta casi hasta la cadera, cuando se lo probó en casa mi padre le comentó con tono burlón que realmente estaba hermosa pero que la bombacha le sobresalía por la espalda con lo cual el efecto del vestido se arruinaba. –no te preocupes por eso cielo, que en la fiesta no se va a notar.- ambos rieron a carcajadas y yo me quedé como quién no entiende el chiste. De hecho solo lo entendí por la noche cuando al subir al coche, noté que mi madre no solo no llevaba corpiño (lo cual había sido obvio desde el principio), sino que tampoco llevaba bragas puesto que al sentarse en el asiento del acompañante el vestido se deslizo un poco hacia abajo y pude notar desde mi ángulo, el inico de las nalgas.

Llegamos a la fiesta en un club de la zona norte de Buenos Aires, y yo ya tenía delineado mi plan, me despedí de mis padres al instante de los saludos y tomé distancia suficiente para seguir a mi madre en todos los desplazamiento que hiciera en la fiesta. La vi separarse de mi padre luego de que ambos se comentaran algo al oído, y con una sutil caricia en la base del vestido tomaron cada uno por su lado. Había pasado algo así como una hora durante la cual mi madre desplegó toda su simpatía con aquellos que conocía (algunos era gente que yo conocía de otros eventos) y con algunos extraños que se acercaban a hablar con ella, todos sin distinción la observaban en sus movimientos para espiar el generoso escote de su espalda, alguno que otro se atrevíó a rozar con su mano sus nalgas por sobre el vestido.

Yo estaba excitadísimo, no podía contener mis fantasías. Sobre la media noche, se acerco al grupo en el cual conversaban varios hombres mayores uno de ellos bastante robusto y muy digno en su porte, cuando se acerco, obvio fue el centro de atención y este que menciono la tomo por la cintura y la invito a bailar sobre un costado de la galería que daba al jardín, los demás se retiraron discretamente y al ritmo de un vals, fueron bailando hasta alejarse de la vista de la multitud, mientras hacían esto el señor que la abrazaba, bajo su mano y la hundió bajo el vestido y acarició su culo con frenesí.

Siguieron bailando unos metros hasta quedar definitivamente fuera del alcance de las luces del patio y cubiertos por la sombra de los frutales, el anciano (no estoy seguro que edad tendría pero a mi me parecía un viejo) beso a mi madre con pasión mientras esta le acariciaba el bulto por sobre las ropas. Las manos del veterano recorrían con precisión las caderas y muslos de mi madre, hasta que ella decidió dar otro paso, recogiendo sus vestido hasta la cintura, tomó la una mano de vejete y la condujo directamente hacia su vulva, gimiendo con cada caricia e incitando a sus compañero con frases al oído y con las caricias ahora sobre el miembro del señor que hábilmente había sacado de sus pantalón y mostraba una erección parcial pero dimensiones muy interesantes

En cuestión de minutos escuche unos gemidos que ya conocía, emitidos por mi mamá en su orgasmo, el anciano retiro su mano de la vagina y lamió sus dedos con fruición. Un segundo después mi madre lamía la pija, ahora bien erecta, del vejete quien se había recostado sobre un árbol y sostenía la cabeza de mi mamá con ambas manos mientras acompañaba el movimiento de ella a lo largo de todo el miembro. No era la primera vez que veía a mi madre chupar una verga, pero estaba asombrado por el nivel de riesgo que estaban tomando ya que en cualquier momento alguien podía aparecer y sorprenderlos. Me retire con sumo cuidado para no delatar mi posición y al cabo de unos minutos apareció mi madre cerca de la mesa de postres con una copa en la mano como si tal cosa.

Luego de haber circulado un poco entre los invitados de mi edad y haber cumplido la ceremonia del vals con la homenajeada, cerca de las dos de la mañana, tome conciencia de que hacía rato no veía a mi madre por ninguna parte, casi corrí por el patio hacía las zona de frutales cuando ella volvió a aparecer desde la misma galería conversando animadamente con el gerente de recursos humanos, aunque nada en su aspecto lo mostrase, yo estaba seguro que él también había gozado de mi madre entre los árboles. Esto me decidió a no perderla de vista ni un momento.

Mi erección era continua, no podía dejar de pensar en mi madre y las pijas; me indignaba por un lado que fuera tan puta, que buscara permanentemente el contacto sexual de cualquier clase de hombre; y por otra lado me excitaba hasta el transtorno la idea de verla gozar, de gozar yo mismo como ella y hasta con ella. Con todo este descontrol en mi espíritu, presté atención a cualquier acercamiento que tuviera con algún hombre.

Hacia las cuatro y media de la mañana la fiesta estaba en su apogeo, y la búsqueda de mi madre de nuevas vergas que saborear también; quién pareció entender las muy sutiles señales que emitía, fue un ingeniero del departamento de desarrollo de nuevos productos poco mayor que mi padre y cuya contextura física era algo mayor que la de un adolescente. Iniciaron el mismo procedimiento del baile discreto que los desplazara por la galería. Me adelanté a sus movimientos y esperé detrás de un ciruelo cerca de donde suponía que sucedería la acción. Pocos segundos habían transcurrido cuando llegaron entre risas, se apoyaron en otro ciruelo cerca de donde yo estaba pero en un ángulo que no me permitía ver con claridad. Decidí rodear su posición para tener una mejor vista, no me bastaba con saber que mi madre estaba gozando con la pija de otro hombre, necesitaba verla, ver sus manos acariciando los huevos de su amante, verla en cuclillas como suplicante con la verga entre sus labios, necesitaba escucharla gemir y gozar como la puta que era.

Al acercarme por el lado más oscuro del jardín quedé petrificado, unos metros más adelante había una figura, un hombre, reclinado sobre una banca de piedra, que observaba todo en silencio, no estaba a más de cinco metros de donde mi madre parecía rezar ante una verga palpitante a punto de estallar. No supe que hacer, cuanto había visto ese hombre? Quién era? Cómo reaccionaría? Por un momento tuve miedo de ser descubierto, pero la atención del sujeto estaba concentrada en el espectáculo que ofrecían mi madre y su amante, al cual ahora masturbaba de pie junto a él mientras se besaban agitadamente. El hombre acabó sobre el pasto y mi madre con un pañuelo le limpió el miembro antes de despedirlo.

Sorpresivamente giró en redondo y se dirigió directamente hacia la figura en el jardín. Sabía ella que ese hombre la miraba? Se detuvo frente a él y sin mediar palabra bajó los breteles y dejó caer el vestido a sus pies, la sombra se incorporó y besando sus pechos le dijo -...sos una puta muy obediente – a lo cual ella contestó – soy TU puta muy obediente -. Era la voz de mi padre.

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