Mi primera novia 3 (Inicio cornudo)

Hoy les quiero contar uno de los hechos claves en mi inicio como cornudo.

Con Soledad cada vez estábamos más enamorados. Yo quería que ella fuera mi novia oficial y dejara a Diego, pero ella decía que a mi no me convenía. Qué ella no quería cambiar nada entre los dos, ni sentir que me pertenecía. A veces decía que le gustaría encerrarme en una pieza y tenerme ahí para ella sola siempre, pero que ella no podría vivir todo el tiempo en ese lugar. Cosas por ese estilo solía decir. La realidad es que yo estaba siempre caliente, y que dado que en público no podíamos hacer nada, en mi casa no era fácil, ya que compartía mi habitación con mi hermano, y en la de ella salvo los jueves, que por lo general cogía con su novio, los otros días algo se podía, pero como estaba la madre no solíamos tener mucha libertad. 


Así estaban las cosas, hasta que un día la suerte me sonrió. Había acompañado a Sole a su casa a la salida del colegio, y me hizo pasar al ascensor y subimos hasta la terraza. Ahí solíamos besarnos, pajearnos el uno al otro, e incluso tener sexo oral a veces. Pero nada muy complejo, ya que no nos podíamos dar el lujo de que nos encontrara nadie en una situación comprometedora. Cuestión que después de desahogarnos frotando mi pene contra su vulva de parados hasta acabar, ella me comentó, un poco enojada, que la banda de rock donde tocaba su novio había cambiado el día y hora en que ensayaba. De ahora en más iban a ensayar los jueves a las 21hs. Eso significaba que de 21 a 00hs ella tendría su departamento sola. Según me dijo, Diego seguiría yendo a la tarde, pero un rato antes del ensayo ella iba a quedar libre.
Si bien ella no aceptó de entrada, después de insistir terminó aceptando mi idea que era ir a su depto ni bien su novio saliera para el ensayo, y así poder aprovechar con ella esas tres horas libres. Para estar seguros de que era seguro que yo vaya a su casa, quedamos que antes de tocar timbre la llamaría desde un teléfono público cercano, y ella respondería equivocado si ella estaba ahí. 


Llegó el jueves y cuando entré a su depto salía de bañarse, como si fuera una puta que acababa de estar con un cliente. Si bien yo esperaba que fuera todo sexo, costó un poco entrar en calor, pero a la media hora estábamos desnudos en el juego previo cuando bajo a comerle la concha, y si bien no era mucho, pude sentir el olor y sabor característicos del látex en su concha. Al instante se me vino a la mente la imagen de la pija de Diego envuelta en un forro, bien gorda, penetrando la conchita peluda de soledad. Eso, contrario a lo que uno esperaría, me excitó terriblemente. Al punto de que casi acabo solo chupándole el papo.


El jueves siguiente la rutina fue similar, solo que al entrar Soledad me recibe tapada solo por una toalla a punto de entrar al baño (en esa época se podía abrir la puerta desde el portero eléctrico, no hacía falta bajar). Verla casi desnuda y sentir mi pene casi explotar fue todo uno. Ella insistía en irse a bañar, pero yo quería cogerla así como estaba. Hubo un poco de forcejeo, pero al final terminó cediendo y la llevé a la cama y estando yo aún vestido fui directo a su entrepierna. Ella no quería abrirlas, me pedía que vuelva a besarla en la boca, pero yo me esmeraba en besar su bello púbico, en acariciarle las tetas, y pegar mi nariz a sus pendejos y sentir el olor a sexo mezclado con látex que emanaba de su vulva. Al final abrió sus piernas y pude acceder a ese manjar que era su concha recién cogida por Diego.


Así pasaron casi dos meses de coger los jueves luego de que su novio se fuera a ensayar. A veces se bañaba ni bien llegaba, pero a veces le ganaba el cansancio y ni pasaba por el baño. A veces la besaba y le decía en broma “donde habrán estado esos labios hace una hora” y ella hacía el gesto de tirar la goma, que consiste en mover el puño frente a la boca y empujar un cachete con la lengua para que haga las veces de un pija entrando y saliendo de la boca. Era un tanto enfermizo, pero todo eso me calentaba. Y creo que soledad se daba cuenta de eso, y un poco ella también entraba en el juego. Una vez el pregunté donde solía acabarle Diego, y me dijo que sobre todo en el forro, pero a veces también en su boca y sus tetas. Entonces yo le chupaba las tetas y si sentía un gusto un poco más dulce o salado que lo habitual me imaginaba que habría estado el semen de Diego. Ya en ese entonces solía pajearme imaginando como eran sus sesiones de sexo con su novio, como se vería la pija de él, que sabía que era más grande que la mía, entrando en su sexo, corriendo entre sus tetas o forzando sus labios para recibir un pete. A veces, cuando se bañaba, me robaba la tanga que había tenido puesta con Diego para luego pajearme en mi casa oliéndola.


Yo no aún no me sentía cornudo, ya que dado que no ostentaba ningún título oficial, el para de lana era yo. Pero llegó un jueves en que al entrar me recibió en tanga y con una remara de dormir. Estaba más despeinada que de costumbre y si bien se la notaba cansada, y un poco transpiraba, algo en ella relucía. Nos empezamos a besar tímidamente, ella no era de esas mujeres tipo femme fatale que son agresivas con el sexo, sino que con ella era todo casi suave. Cómo abrazar una almohada de plumas. Entonce llevo mi mano a su concha y ella me la saca, pidiéndome que espere un poco, que recién llegaba. Pero cuando olí uno de los dedos que por apenas un segundo se hizo lugar entre los pelos de su concha y rozó su vulva el aroma me enloqueció. Mirá cómo estoy, le dije, asomando mi pijita completamente dura por fuera del pantalón. Ella la toco y comprobó lo que decía, parece acero, dijo, está demasiado dura.
Entonces se arrodilló, me la chupó un poco, y empezó a masturbarme. 


- No quiero acabar así - le dije. 

La hice parar y la empujé para que caiga sentada en un sillón. Empecé a besar sus tetas por encima de la remera. Le mordía los pezones a través de la tela, dejando mi baba marcaba, hasta dejarme caer sobre su sexo solo cubierto por una tanga no dejaba de embriagarme con su olor. Ella tenía las piernas juntas, y se negaba a abrirlas. Yo empecé a pasar mi lengua por encima de la bombacha y trataba de que abra las piernas, pero ella con sus manos, gentilmente, trataba de apartarme. 

- Por favor - le dije mirándola a los ojos- sabés que tu concha es mí único paraíso.
- No, que estoy sucia - me dijo. 
- Estoy muy caliente, no me importa. No podés negarle este dulce a un niño.

Entonces abrió apenas un poco las piernas, apenas unos centímetros, y aproveché para tirar de su tanga y dejarla en bolas de la cintura para abajo. 


Pegué mi naríz a su bello púbico esperando encontrarme con el olor característico del latex, pero solo olía a concha, a sexo y concha. De a poco fue cediendo, y al poco tiempo estaba con los ojos casi en blanco y tomándome de las pelos y empujando mi cara contra su sexo. 


Entonces hice la pregunta que me venía carcomiendo la cabeza.

- ¿Hoy no cogieron con Diego? Siempre te queda olor a forro, pero hoy no siento nada.
- Es que empecé a tomar las pastillas, hoy no usamos forro. Te dije que estaba sucia- dijo como excusándose-. Que me quería ir a bañar 

Yo solo la miré a los ojos, aún afiebrado, y volví a sumergir mi boca en su oscuro y cálido sexo. Al momento que ella acabó, yo ya había vaciado mis huevos, casi sin tocarme, 30 segundos antes.

- Hay algo de vos, de esto, que me vuelve loco- le dije. 
- Vamos a la cama- me dijo-. Necesito descansar un poco.


Espero ansioso sus comentarios.


7 comentarios - Mi primera novia 3 (Inicio cornudo)

caracter114 +2
muy, pero muy caliente, segui por favor
nick8765 +1
Sí, hay mucho para contar de mi historia con Sole.
esperanzatito +1
Wuau. No puedo decir otra cosa . El instinto de ser cornudo estuvo ahí .
Skdaron
mas como esto por favor
nick8765 +1
Tengo que seguirla... estuve con poco tiempo. Quizás esta noche o tarde me pueda poner a escribir. Gracias!
acidaypicante
una joyita! espero más!
nick8765
sí, tengo que terminar de contar. Gracias