Lo que Me Paso en Prisión Relato Erótico

En prisión
(El mundo al revés)
Hola a todos, mi nombre es Maira, les voy a contar lo que me ocurrió ya hace 
casi cinco años.
Para ponerlos en contexto les cuento que hace unos poco más de cinco años 
vivía con Adrián. Un chico del cual me había enamorado en el grado once, de esta 
relación nació Mónica, nuestra hija que ya para ese entonces había cumplido su 
primer añito. Vivíamos en un barrio los cerros de Bogotá.
En nuestra vida pasábamos muchas necesidades ya que Adrián era un vago 
completo, no hacía nada y el poco dinero que ganaba robando billeteras y 
celulares en Transmilenio lo gastaba en vicio.
Por andar de ladrón un día lo capturo la policía, como la víctima del robo lo 
denunció, lo enviaron a la cárcel nacional Modelo, mientras definían su situación
judicial.
La primera semana en la cárcel mi marido me llamo telefónicamente, 
diciéndonos que debía dinero a unos tipos y que si no le pagaba, corría peligro su 
vida.
Las visitas en la Modelo se realizaban los domingos. El primer domingo de cada 
mes era el de la visita familiar, donde se podía ingresar con niños y comida.
El primer domingo de visitas fuimos mi suegra y yo, le llevamos algo ligero de 
comer y le reunimos $35.000 para que le pagara a las personas que le debía 
dinero.
Para el ingreso a la prisión no se podía llevar pantalones, solamente faldas, y 
entrar sin pantimedias ni nada, el primer día fue el peor, ya que una guarda le 
hace a una reclinarse sobre una mesa, bajarse el panty, posteriormente la guarda 
pasa una mano enguantada por la parte intima, yo suelo lubricar demasiado y al 
ver esto la guarda exclamo: Ummm e introdujo sus dedos en mi vagina y los movió 
por unos segundo, yo como estaba me sentí que me ruborizaba y lance un 
pequeño suspiro, cuando los saco voltee a mirar y la muy infeliz se estaba oliendo 
el guante y me sonrió, me sentí ultrajada, pero dadas las circunstancias yo no 
quería dar más problemas.
Al entrar a los patios, los visitantes se lanzaron sobre sus familiares, abrazaban 
y besaban a sus seres queridos.
Mi suegra y yo hicimos lo propio con Adrián que se mostraba muy feliz al 
vernos. Tendimos una manta sobre el piso del patio, nos sentamos y empezamos 
a platicar, Adrián me susurro al oído lo mucho que quería estar con migo, pero que 
en la celda había un mocho HP que era más antiguo y que se metía con su mujer, 
una gorda, sucia y asquerosa vieja. Ya al finalizar la visita salen de la celda el 
mocho y su mujer, Adrián me empuja rápidamente a la celda, hace que coloque 
mis manos sobre la cama de arriba, sube mi falda me penetra vaginalmente, me 
da dos o tres envestidas y se viene, quedando el agitado y yo con muchas ganas. 
Al salir de la celda los guardas estaban sacando ya a las visitas.
Así pasaron tres domingos más, llevándole dinero a Adrián, para que no le 
hicieran nada, platicando de una que otra cosa, del proceso y de sexo de treinta 
segundos al final de la tarde.
En esa época yo tenía apenas 19 años, a pesar de haber tenido un hijo por 
parto natural conservaba una bella figura. Yo 1.65 metros, piel blanca, un buen 
trasero, unos senos medianos que con el embarazo habían adquirido buen 
tamaño, y pezones pequeños, ya que mi hijo había rechazado el seno y ya no producían leche, todo esto acompañado de y un rostro aun de niña, tierno y 
delicado.
Para la quinta visita, como de costumbre, Adrián nos volvió a pedir dinero, solo 
pude reunir unos $25.000, con la venta de dulces en el trasmi. Su suegra no pudo 
ir, ya que estaba un poco indispuesta. Así que me toco ir sola.
Ya estaba entrando en el penal, llevaba una falda re chiqui, una tanguita aún 
más pequeña, con un sostén de color negro de tul, al igual que mi panty que 
permitía ver mis atributos, todo para ver si podía pasar un tiempo con mi novio, 
debido a las ganas acumuladas a lo largo de los días.
Llegue al penal, al pasar a la requisa para infortunio mío me toco la misma 
guarda del primer domingo. Al verme me miro de arriba abajo y con descaro 
mordió su labio paso su lengua atreves de su boca, con la mano me índico que 
siguiera, levanto su mano derecha haciendo sonar el guante al ajustarlo.
De espalda, levante los brazos.
Se acercó a mi espalda, realizándome un cateo.
Bájese el panty y realice tres sentadillas. Las realice con gran vergüenza, ya 
que al flexionar las piernas y debido a lo corta de la falda se me veía todo.
Apoye sus brazos a la pared y separe las piernas. Acto seguido procedió a 
pasar su mano enguantada por mi sexo
Introdujo dos o tres dedos en mi vagina e inicio un mete saca rápido y frenético. 
La muy infeliz deslizo un poco uno de sus dedos en mi ano diciéndome al oído: 
hay muchas perras que traen celulares, drogas e inclusive armas en la bodega. Al 
sentir sus falanges en mi culito di un salto y un pequeño brinco, que creo la asusto 
y se apartó de mí.
Súbase su ropa interior y pase señora.
Ya en los pasillos esperando el momento de entrar al patio sentí una gran 
alegría de poder ver a mi esposo y quizás poder hacer el amor bien rico.
Como de costumbre tendimos una manta en el piso, comimos lo que había 
traído, aunque durante todo el tiempo Adrián mostro gran nerviosismo y como 
apuro, almorzando casi entero.
En un momento voltee a mirar a mi derecha y ahí estaba el mocho con el que 
mi noviecito compartía celda y me puse muy feliz al pensar que podríamos 
disfrutar mucho hoy los dos.
Adrián levanto rápidamente la manta, tomo mi mano y me halo fuerte, yo le 
sonreí y le dije de manera picara: cálmate amor yo también quiero.
Al entrar en la celda mi esposo cerro rápidamente una puerta de madera que 
los presos habían instalado para tener algo de privacidad, todo quedo muy oscuro, 
sin contar que afuera hacia sol y los ojos se demoraban un poco en adaptase a la 
oscuridad.
Cuando iba a besar a Adrián encendieron la luz de la celda y en su interior 
habían tres hombre, dos de pie, uno al lado de nosotros, el otro al fondo de la 
celda y el tercero sentado en la cama superior, con la cabeza gacha, para poder 
caber.
-hola Maira, mi nombre es José, el que está al fondo de la celda es Diego y el 
que está sentado es Julián.
Tenemos un problema aquí, tu marido Adrián nos debe mucho dinero, por 
protección y maracachafa, el problema es que necesitamos ese dinero y 
pensamos cobrarlo contigo.
En el momento me pongo a llorar y trato de salir corriendo, pero José me cierra 
el paso, mientras Diego asegura a Adrián por el cuello y le coloca una especie de 
cuchillo, hecho de un pedazo de latón y plástico fundido en uno de sus lados.
- José: todos calmados, ya habíamos hablado del tema con tu esposo y el no 
vio problema alguno, además si alguien aquí grita o hace ruido le cortamos el 
cuello a este marica, salimos rápido y todo esto se vuelve un mierdero, recuerden 
que es día de visita.
- Yo: Adrián, porque, y las lágrimas empiezan a rodar por mis mejillas.
- Adrián: perdóneme amor, me iban a matar.
Lloro con los ojos cerrados, mientras José se hace a mi espalda, mete sus 
manos por debajo de mi blusa e inmediatamente hace que levante mis brazos 
sacándome la blusa.
Ohhh es hermosa, dicen casi al unísono los tres hombres. Escucho que Adrián 
inicia a gimotear, entreabro los ojos, miro a un rincón de la celda y está en el piso, 
atado de pies y manos.
Continuo con los ojos cerrados, José desde la parte posterior acaricia mis 
senos, besa mi espalda. Enfrente creo Diego besa mi cuello, acaricia mis piernas. 
Ambos me susurran en los oídos lo bella que soy, mientras mis lágrimas no paran 
de rodar.
Los dos hombres inician un descenso por mi torso semidesnudo.
El sujeto que se encuentre frente a mi, desliza sus manos a mi espalda y con 
gran destreza suelta mi sostén, quedando al descubiertos mis senos a los cuales 
pega sus labios e inicia casi que a devorarlos cual niño famélico. José suelta el 
botón y baja el cierre de la falda, la cual cae al piso e inicia a besar y dar 
pequeños mordiscos a mis nalgas, mientras yo siento que mi vagina lubrica a 
chorros, Dios no puedo creer que este disfrutando, mis lágrimas corren con más 
rapidez por mis mejillas, luego coge con sus manos las tiras de mi diminuta tanga 
y las baja a través de mis piernas y siento que se queda unos segundos 
acurrucado contemplando mi trasero desnudo.
Julián, el hombre sentado sobre el camarote gira con suavidad mi cabeza hacia 
él, pone lo que creo es su pene en mis labios, siento su humedad. Yo vuelvo a 
girar mi cabeza, alejando así, el pene de mi boca.
José con su lengua busca mi esfínter, mientras Diego golpea con suavidad mi 
clítoris, en un momento José hala de mis caderas hacia él y logra lamer mi ano. 
En ese momento me pareció una sensación desagradable, debido a la gran 
reserva que tengo de esta zona de mi cuerpo. Inicio con besos, luego paso a 
lengüetazos, como si tratara de penetrar con la lengua, me dijo ―abre tus nalgas―, 
yo de manera instintiva cogí mis nalgas con mis manos, separando mis glúteos lo 
más que pude. Así estuvimos unos minutos que me supieron a gloria, cuando no 
me halaba José hacia él, lo hacía Diego para su lado.
Abrí un segundo mis ojos, desde hace rato ya era evidente que disfrutaba lo 
que estaba pasando. Vi al hombre que estaba sobre la cama, vi su pene con su glande hinchado y rojo, su líquido preseminal que colgaba de su uretra, mire hacia 
atrás y solo veía parte de la cabeza de Diego que se perdía en mis nalgas y se 
movía de manera acelerada, en frente de mi la misma imagen de Diego en mi 
vagina, volteo nuevamente a mirar al hombre sobre la cama, veo su delicioso 
pene, saco mi lengua y empezando de abajo a recoger su líquido preseminal, 
paso mi lengua por su uretra, con lo cual él se estremece, succiono su glande con 
fuerza, como pidiendo toda su tetero, el pasa sus dedos de sus manos por mi 
cabello, masajeando y moviendo mi cabeza a su antojo. Da esta manera pasamos 
unos minutos, hasta que empiezo a experimentar un adormecimiento en mi parte 
genital, un corrientoso que inicia en mi corona descendiendo por todo mi cuerpo y 
ahhhhh, deliciooooso, en este exquisito trance noto que un líquido viscoso está 
inundando mi boca, trato de hacerla a un lado, la mano de Julián me aprieta con 
suavidad las mejillas, evitando que mi boca se cierre y manteniéndola en su logar, 
depositando todo su semen en ella. Alzo mi mirado y Julián Con vos dulce dice, 
―trágalo‖. Yo simplemente deje que se deslizara por mi garganta.
Siento que una cantidad impresionante de líquido corre por mis piernas, las 
cuales me tiemblan y parecen haber quedado sin fuerzas y tiemblan de manera 
descontrolada. Diego se agacha, y con su lengua lame mis fluidos e inicia un lento 
ascenso, cuando queda frente a mí, yo descanso mi cabeza sobre su pecho 
sudoroso, el con sus manos levanta min brazos y los coloca alrededor de su 
cuello, mu dice al oído sujétate fuerte. Ahora utiliza nuevamente sus brazos para 
levantarme del suelo y colocar mis piernas en torno a su cintura, me penetra con 
facilidad, iniciando un suave mete saca. José que aún está a mi espalda, con una 
mano sujeta mi nalga, mientras con la otra busca colocar la punta de su pene en 
mi ano, logra meter un poco el glande, suelta el miembro, sujeta con ambas 
manos mis caderas e empieza a penetrarme muy suavemente, mientras yo 
empujo discretamente mis glúteos hacia él, en unos segundos encaja 
completamente su herramienta en mi, ya que siento su pubis pegado en mi 
trasero, he inicia un suave vaivén de atrás hacia adelante. Ya no soy consciente 
de mí, arquee mi espalda, José besa mi cuello, hombros y espalda, en el camino nuestras bocas se unen y nos damos un apasionado beso, me pierdo en mi y no 
sé exactamente cuando estos dos hombres se funden en un frenético mete y 
saca. Mi sexo quiere estallar… ohhh ahhhh, pareciese que flotara en medio de 
estos dos hombres, que están dentro de mi, muevo mi cabeza 
descontroladamente, creo que mis gritos y frenesí hace que primero José y luego 
Diego empiecen a jadear, yo escucho sus suspiros, como si tuvieran eco o se 
diera en una gran habitación vacía, parece interminable: mis gritos, sus suspiros, 
el golpeteo de sus cuerpos contra el mío, y yo como niña chiquita soy el centro de 
toda la atención, todo se detiene en un momento, caigo fulminada sobre la cama 
de abajo, mis torturadores se quedan sentados a un lado.
Levanto la mirada cuando veo a Julián, mirándome, sosteniendo su pene 
erecto, le hago una invitación abriendo mis piernas, le invito a entrar. E, me 
penetra con gran facilidad e inicia casi que un movimiento en círculos dentro de 
mí, delicada, suavemente. José y Diego contempla la escena y sus penes 
empiezan a reaccionar, me quedo viendo la herramienta de José, ya casi en todo 
su esplendor, por unos momentos quedo inmóvil al pensar que ese pene que era 
del doble de grueso y largo que el de mi novio me hubiese sodomizado, a mí que 
hasta ese entonces nunca había tenido relaciones anales.
José y Diego se hacen cada uno al lado de mi cabeza, un poco maltrechos por 
la altura de la cama y me ofrecen a mi boca sus dos pedazos de carne. Yo inicio 
un juego chupándosela a uno mientras masturbo al otro, intercambiando con gran 
voracidad y rapidez. Primero José jadea, y se corre en mi boca y rostro, luego 
Diego repite la acción y por ultimo Julián que saca su pene de mi vagina y me da 
un completo baño completamente, mientas que yo contraigo con fuerzas mi 
cuerpo y me pierdo por completo por tercera vez.
Los cuatro terminamos exhaustos sobre, la cama, unos minutos después me 
pasan una toalla para que me limpie, y mi ropa la cual me pongo rápidamente.
Antes de salir José me toma del brazo y me dice al oído: ―no regreses por aquí, 
este maricon ya te tiene negociada a otros grupos, me pasa un pequeño papel y
agrega, mi número, por si necesitas algo, o si esta cosa te hace algo, miro al fondo 
y veo a Adrián que llora cual rata arrinconada.
Salgo de la cárcel, agotada y con la mente hecha un torbellino, pero con una 
cosa en claro, no volver a este sitio.
Ese día en ese momento, por los hechos aquí narrados, ―enterré para siempre 
mi amor por Adrián‖.
Pasados unos 20 días Adrián sale libre, llega a la casa y trata de agredirme, yo 
le amenazo con llamar a José y este se va para no regresar más. Un mes después 
recibo una carta de José, donde me habla que tengo que estudiar, que abrió una 
cuenta bancaria a mi nombre y que mensualmente me consignara dinero. Al inicio 
no toque el dinero, pero José me seguía escribiendo, diciendo que le hubiese 
gustado conocerme en otras circunstancias; yo nunca le respondí y menos le 
llame, ya que su número lo bote el mismo día que me lo dio. Al pasar varios 
meses y al ir a ver la cuenta había una buena cantidad de dinero, inicie mis 
estudios y me mude a un mejor sector de la ciudad.
Escribo esta carta a menos de un año de graduarme como contadora, porque 
hace tres días recibí la que sería la última carta desde la prisión, pero esta vez no 
era José el que me escribía, sino Diego, donde me pedía disculpas por escribirme, 
pero era que habían asesinado a José en prisión, que me escribía porque en ese 
lugar yo me había convertido en el amor platónico de él.
Leo la última carta anexa, la última que había escrito José y sus palabras son 
hermosas, no puedo contener las lágrimas y hace que todo en mi cabeza de 
vueltas, nunca ante hice lo que hice en la cárcel aquel día, creo que nunca lo 
volveré a hacer, el recuerdo aun hoy me mortifica, porque lo que debería 
causarme gran dolor, fue mi mayor experiencia erótica y la que más me produce 
sueños y pensamientos húmedos, en ocasiones me culpo por no haber llamado a 
José, pienso al igual hablo que él me decía en sus cartas; ―si lo hubiese conocido 
en otras circunstancias‖, porque pienso que el que realmente me violo fue Adrián y 
que José y sus amigos me salvaron de algo peor.
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