Encuentro con Seba

Salía de visitar a mis viejos en el barrio y estaba encarando para mi casa cuando me lo cruzo a Seba. Habíamos sido amigos desde chicos, y él aún seguía viviendo en la casa de sus padres. Yo para ese entonces hacía cinco años que me había mudado solo. Nos saludamos con un abrazo y nos pusimos a charlar un poco. Cuando éramos chicos, Seba era el más flacucho de todo, pero ahora, su cuerpo estaba todo lleno de músculos e incluso intimidaba un poco. Era uno de tantos flacos que siempre añoro se fuerte, y que cuando empiezan en el gimnasio se obsesionan.

- Che, estás re groso -le dije- nada que ver con cuando eras pibe.
- Entreno varias horas todos los días  - me dijo. 
- Qué bueno, che! Eso es lo copado cuando sos, flaco, o gordo, que podés ir al gimnasio y quedar como querés. Lástima que no exista algo así, pero para la pija - le dije en tono de broma. 

El festejó la broma, pero luego se puso serio y agregó, luego de dudarlo un poco, en tono de confidencia:

- No te creas… yo siento que mi me creció bastante. No sé si fue el entrenamiento, o lo que uno toma para ponerse groso, pero yo ahí también noté un cambio.

Tengo que aclarar que con Seba y otros amigos, desde adolescentes que compartimos muchas pajas, e incluso algunas que otras cosas, típicas de la edad y la calentura. 

- ¿En serio? Yo creo que no me creció ni un centímetro desde la última paja que nos hicimos juntos.

Mi comentario lo puso un poco incómodo, miró para ambos lados, y cuando se dio cuenta que no había nadie cerca en la calle comentó:

- Terrible como nos pajeabámos en esa época. Estábamos todo el día con la pija en la mano.
- Y a veces también en la boca - agrego yo.

Y es que las pajas cruzadas no eran cosas raras, como tampoco lo era chupársela a otro para luego ser retribuido. Con Seba más de una vez habíamos intercambiado chupadas, aunque sin lugar a dudas fueron más las que él recibió de mí parte.  La pija de Seba en aquel entonces era larga como la mía, y un poco más ancha y cabezona. Su prepucio apenas llegaba a dejar ver sólo la mitad del glande cuando estaba parada. Y lo más llamativo era el olor de su pija, bastante dulzón, al igual que su leche. A mi su pija me encantaba, aunque él siempre me pareció un poco boludón.

- ¿Y cuánto te creció? - le pregunté. 
- No sé -me dijo- nunca la medí. Pero te juro que está más grande.
- Ya sé - le digo- tenemos que compararlas. Yo siempre me la medí, y a mi me sigue midiendo 14 cm. Así podríamos saber. 

Seba se empezó a reír, pero yo apenas si sonreí. 

- ¿En serio lo decís?
- Sí, claro. Hay alguien en tu casa.
- No, a esta hora estoy solo. Además me hice una pieza, baño y cocina arriba para mi colo. 
- Bueno, invitame a conocer tu casa entonces y vemos.

Seba se quedó un rato como en cortocircuito, pero luego empezó a caminas y yo lo seguí a su lado. 

- Seguís de novio? - pregunté. 
- Sí, sigo con Gise. Queremos mudarnos juntos en un par de años, estamos ahorrando. 

Gisela era su novia desde los diecisiete años. Mi última paja con él había sido a los dieciséis. 

- Ella te dijo algo de que te creció?
- No, ella no es así. Cogemos siempre misionero, o perrito. Nunca me la chupó, no se fija tanto en eso.
- Qué lástima, tiene unos labios hermosos.
- Ella dice que es de puta chupar pija. 

Llegamos a la puerta y me invitó a pasar. Fue extraño entrar a esa casa siendo ya un adulto.  Seguía casi todo igual, salvo por una escalera en el patio de atrás. Subimos y cuando llegamos me ofreció de tomar algo, lo cual rechacé y le dije que mejor aprovechemos que no había nadie. 

- Pelamos? - le pregunté

No dijo nada y se desabrochó los pantalones y se los bajó hasta las rodillas. Su pene estaba flácido, y sus grandes bolas sobresalían debajo. El vello púbico estaba recortado muy corto. Cuando yo lo imité mi pene ya estaba duro. 
 
- Es verdad que está igual, es más, creo que hasta un poco más chico - me dijo. 
- Es que antes era más flaco.

No es que ahora estuviera gordo, pero los cuerpos cambian. 

- ¿Te la puedo tocar? - pregunto -. Así comparamos.
- Dale - me dice, aun un tanto nervioso. 
- Me dejás que haga como cuando éramos chicos?
- Sí.

Entonces me paro atrás, que es algo que solíamos hacer, y con una mano le toco los huevos, y con la otra lo empiezo a masturbar. Mi pija quedó apoyada en sus nalgas, que me sorprendieron por lo duras. Con mis caricias se fue aflojando, y en menos de un minuto su verga estaba dura también, y podía sentir su olor a pija en el ambiente. 

- Dale, comparemos me dice. 

Me paro frente a él y ponemos pongo mi pito al lado de su pija. En efecto, era casi una cabeza y media más larga, y también se había vuelto un poco más ancha. 

- Fuera de joda - dije-. Te re creció. ¡Qué envidia! 
- Viste que no hablo al pedo - dijo sacando pecho.
- Che, y es verdad que Gise nunca te la chupa. 
- Al principio le insistía, pero no hubo forma. 
- ¿Y no extrañas eso? - le pregunto. Aún tenía su pija en mi mano, y la pajeaba despacio.
- No sé… un poco. ¿Por qué me preguntas? 
- Por qué yo también extraño me di cuenta… extraño chuparte la pija.

Él me puso unas de sus ahora fuertes manos en la nuca y me invitó a bajar. Le chupé la pija como si mi nutrición por los próximos cinco meses fuera a depender de la leche que me diera su verga.  También me la pasé varias veces por la nariz, para que su precum me impregne de ese olor hermoso. Quería hacer durar ese momento para siempre. Me detuve varias veces solo a mirarle la verga, el cuarto de glande que sobresalía brilloso sobre su apretado prepucio. La uretra larga y fina. 

- ¿Nunca pensaste en operarte?
- Ni loco dejo que me acerquen un bisturí a la pija
- Te entiendo
- Además para coger no me jode.
- Me encanta tu verga. Igual me fantaseo verte la cabeza entera.

Entonces se agarró la cabeza de la verga con dos dedos y muy de a poco fue tirando para atrás. Si bien no llegó a liberar todo el glande, quedó más de la mitad descubierto. 

- Tenela así un toque - le pedí.

Empecé a pasarle la lengua como si fuese un helado, a hacer circulos alrededor de su glande. Luego puse los labios sacando trompita, y le empecé a petear, pero solo el glande, sin llegar al tronco. 

- Quiero acabar  - me dijo. 

Le saqué su mano y lo empecé a pajear mientras se la chupaba. Con la otra mano me empecé a pajear yo. Cuando sentí su leche caliente en mi lengua acabé casi al instante, y mientras soltaba mi leche me iba tomando la de él. 

Luego de eso nos despedimos sin demasiado protocolo, pero le dejé abierta una invitación para pasar por casa a tomar una cerveza. 

4 comentarios - Encuentro con Seba

floppy__ +1
Lindo reencuentro, felicitaciones!!!!+ 10!!!
Alexius63 +2
los amigos de la adolescencia, esos de pajas, chupadas y alguna penetración, siempre están en nuestra mente