Terapia Especial. Capítulo X:

“Un trío de zorritas”

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Continuando con sus besos frenéticos, Tomás y Mar se acomodaban en el asiento para finalmente consumir su lujuria. El hombre no se había olvidado de que debía captar las escenas de ese ardiente encuentro para su esposa. Como había podido, se las ingenió para colocar su móvil en uno de los costados y así grabar todo lo que iba a suceder en ese coche. Ella se quitó su top y liberó esos preciosos melones que poseía, al ver lo hipnotizado que estaba su tío por ese bambaleo, se los acercó para que los chupara.

Tomás abrió su boca, sacó su lengua y lamió los pezones erectos de su sobrina, para luego chuparlos, como si fuera un pequeño niño que era amamantado. Sus labios cubrían esas perfectas aureolas circulares, su lengua trazaba sobre esos pezones y con sus dientes mordisqueaba, al mismo tiempo que masajeaba esas nalgas. La muchacha estaba  encandilada con esa boca y esas manos. –“Hhhmm… Tíoooo… Mi cuerpecito es tuyo, pero prométeme que no miradas a otras”- se quejó Mar. 

Tomás: ¿Estás celosa? 

Preguntó, dejando de jugar con ese par de tetas y aproximándose a esos labios gruesos. 

Mar: Sí, porque tú eres mío. 

Afirmó la joven, sacando su húmeda lengua para entrelazarla con la de su tío, quien no paraba de sobar esos gordos glúteos. Aquel intercambio de saliva, fue más tranquilo que los anteriores, pero con la misma pasión que inició todo. Ella por fin se quitaba la tanguita, dejando a la vista ese chochito empapado que se moría por ser atravesado. Tomás soltó el culo de su sobrina y comenzó a acariciar su vulva, con su otra mano disponible, fue apretando esos senos redondos. 

Mar aullaba con total descaro, no le importaba llamar la atención de alguien, menos que los encontraran en pleno acto sexual. Lo único que le interesaba era saciar ese hormigueo que sentía en su interior y hacer que su tío se volviera de su propiedad. –“Dios mío… Tío, métemela ya”- dijo la chavala, tomando ese pene maduro y guiándolo a su sexo. –“Tranquila cariño, te la daré toda, solo ten un poco de paciencia”- susurró Tomás, regresando a mordisquear los pezones duritos que tenía en frente.   

Entretanto, Benjamín visitaba una vez más a Isidora en su casa, desde que descubrió que era la madre de Bruno, había ido a visitarla todos los días. No ensayan, en su lugar pasaban las horas charlando. Aquel don de escuchar, había sido otro de las herencias genéticas que había recibido el muchacho por parte de su padre. Sin que se diera cuenta, él se había transformado en una pieza fundamental en la rehabilitación de esa mujer, ya que aquel día, Isidora había despertado con ánimos de vestirse como cuando Bruno vivía al lado de ella. 

Con unos vaqueros que se ceñían perfectamente a sus piernas y a su cola divina, unos tacones negros y una blusa de color azul, con la cual regalaba una vista más que preciosa de sus pechos. Benjamín al verla, quedó petrificado. Durante las últimas dos noches, la había soñado con atuendos más reveladores y sexys, sin embargo, la realidad era muy distinta a esas fantasías, pues resultaba ser más bella y ardiente. Sus ojos admiraban a una Diosa que había regresado después de sus penurias. 

–“¿Pasa algo?”- consultó con inocencia esa hembra, sin percatarse que ese chico tenía sus pupilas clavaras en su escote y quería devorarle ese par de senos. –“N… Nnna… Naa… Nooo”- balbuceó como un bebé que recién aprendía a modular sus primeras palabras. Aquel gesto le causo gracia y ternura a Isidora. Liberando una risita, le pide que pase, que había cocinado un pastel y quería que la ayude con un postre de chocolate que quería realizar. 

Benjamín seguía flipando con la figura de esa madura, comprendía mejor las palabras de su hermano acerca de ella. La mandíbula le tiritó al verla girar y caminar, esas caderas se meneaban majestuosamente y con cada paso que daba, parecía que ese culito brincaba. El jovencito la tenía dura como roca, tal cual estaba la verga de su padre, entre los dedos de Mar, que raspaban ese tronco, mientras se besaban fogosamente y él se preparaba para batirla de una estocada. 

Levantándola desde sus muslos, la aproxima hacía él, la cabeza de su rabo, rozó coquetamente esa vagina con un par de vellos, haciendo que esa chica se tuerza de gozo. Sin prolongar más la espera de algo que ambos deseaban, Tomás empezó a cavar paulatinamente esa cueva que lo recibió con mucho entusiasmo. Los primeros alaridos de Mar con esa tranca atravesándola, fueron de dolor, pero poco a poco, iba sintiendo el placer que podía ofrecerle esa polla de dimensiones descomunales. 

–“Oohh Dios míooooo”- exclamó la joven al tener gran parte de esa verga incrustada en su interior. Al retirarla ella sintió que le habían vuelto destruir el himen, Tomás tomó una pequeña pausa, antes de seguir revolviéndole las entrañas a su sobrina. Ella se sujetó en los hombros del maduro, quien volvió a sumergir su mástil en ese húmedo, cálido y estrecho coño. A la vez que atrapaba la boquita de Mar y la engullía. Para sorpresa del hombre, su sobrina se acostumbró rápidamente a su pene. 

Brincando sobre él, la joven se retorcía con los espasmos que experimentaba. A pesar de los desgarros que podría sufrir, al intensificar el meneo de sus caderas, ella se sentía tan extasiada que no podía controlar su cuerpo, que pedía más y más. Tomás intentaba tomar el dominio sobre ella, pero era inútil, esa chica cabalgaba a su ritmo. Apegando su boca hacía el cuello de su tío, comienza a picarlo y olfatearlo, guardando el aroma de su primer hombre. 

El olor del maduro la embriagaba y arrimándose sobre él, quería que ese cuerpo se embadurne con su fragancia, tal como un perro marca su territorio. Sin dejar de subir y bajar sobre ese erguido miembro, vuelve a enroscar su lengua con la de él. En esa ferviente lucha ella parecía querer adueñarse de esa boca y hundirla con su baba. Estaba totalmente fascinada con la primera cogida entre ambos, que no se dio cuenta, en el instante que llegó al orgasmo, solo al sentir un regocijo por todo su ser. 

–“A… Ahora entiendo… Po-porque tienes una esposa tan bella… Y cu-cuatro hijos con ella”- tartamudeo, agitada y con la cabeza dándole vueltas. –“Es… Porque eres… Un extraordinario amante”- añadió, acercándose al oído del hombre. –“Pero ahora eres mío, tío. Ya no le perteneces a la cornuda de tu esposa”- concluyo con un tono serio y abrazando para dejarle en claro que estaba hablando con severidad. Tomás quedó sin palabras al darse cuenta que su tierna sobrina, estaba al yugo de la depravación. 

Su cuerpecito seguía columpiándose sobre él, domando esa estaca de carne como si fuera una puta veterana. Las manos del hombres iban hacía esa colita, para estrujarlas y luego pedirle que saliera, ya que estaba a punto de correrse. No obstante, antes de que sus dedos tocaran esas nalgas redondas, escuchó unos leves golpes en su ventanilla. Mirando hacía esta, comprobó que habían dos oficiales. El pánico se apropió de Tomás, en tanto Mar, sonriente seguía montando la polla de su tío. 

Saber que era vista por dos hombres desconocidos mientras copulaba con su tío, le generaba más excitación. Se sentía como una actriz porno, con esos ojos que la delineaban. En sus iris, ella notaba el anhelo de esos dos por estar en el lugar de su tío y ser ellos lo que machacaban su coñito. Ser observada de manera tan vulgar, la estaba enloqueciendo. Moviendo su cuerpecito de manera exagerada quería regalarle a esos policías, capturas con las cual pajearse durante la noche. 

–“Ma-Ma-Mar… De-detente”- balbuceó el psicólogo, intentando hacer entrar en razón a su sobrina. –“¿Por qué?”- interpeló como si fuera normal que dos oficiales los observaran al estar cogiendo. –“Po-porque, nos están viendo. Estamos en…”- antes de que pudiera acabar su frase, la jovencita lo besó de una manera obscena. Sus labios eran ruidosos al igual que sus lenguas, pesé al intento de Tomás de zafarse de las garritas de su sobrina, no pudo, ella se mantuvo enganchada a su boca.

Había sacado una fuerza sobrehumana que le impresionaba, más al ver que sacudía sus caderas con más energía. Cómo una chica que se quejada de la incomodidad hace un par de minutos podía realizar eso. Era inverosímil, pero cierto, Mar estaba desatada, hecha toda una zorra que no quería parar aquel acto lascivo. Qué podía hacer, se preguntaba Tomás, al sentir esa boca apartándose de la suya, para tomar aliento y en un par de segundos nuevamente mete su lengua para abrazar la suya. 

Todo un espectáculo apreciaban esos dos policías, que no hacían nada más que ser espectadores de esa fogosa follada. Admirando a esa chavalita de 1.60, que se agitaba con maestría ante esa vigorosa polla que tenía en su interior. Su gordo culo que se zarandeaba al igual que sus enormes tetas, en ese sube y baja, era algo hipnotizante para esos hombres, que se preguntaban, como una chica de baja estatura podía tener una figura tan lasciva y carnosa. 

Ella percibiendo el júbilo por todo su ser, se separada de la boca veterana de su tío y entre gemidos le confiesa: –“Ooohhh, uuuuuffff… Ti-ti-tíooo… Me… Me… Me corro”-, batiéndose frenéticamente contra esa palanqueta. Convulsionando, soltó sus jugos, bañaron la verga de su tío, quien no soportó más y como si fuera una botella de champan que destapaban, soltó su semen, rellenando el útero de la muchacha. –“Sí… Síííí… Tío… Dame toda tu lechita, embarázame”- balbuceó la joven.   

Tomás bombeó una gran cantidad de semen, al terminar de expulsarla, vio a Mar aproximándose una vez más a su boca. Mordiéndole los labios, fue levantándose lentamente, hasta quitarse todo ese tronco que todavía no perdía del todo su dureza. –“Mío, tú eres mío y solo mío”- murmuro, besándole el cuello. –“Vas a dejar a la estúpida de tu esposa, porque no quiero compartirte, menos si es una mujer que no sabe satisfacerte”- agrego, colocando esa herramienta entre sus nalgas y con cierto tono engreído.     
  
El maduro estaba tan cansado después de esa corrida que ni se molestó en contestarle. Tanto sexo en los últimos días, le estaba afectando a su cuerpo, ya no era aquel chaval que podía estar una semana entera jugando al mete y saca, sin sentir ninguna fatiga. Inerte a ese asiento, dejó que esa chica continuara besándolo y luego la observó vistiéndose para salir del coche. Él quiso tomarla de la mano, preguntarle a dónde iba, pero la cabeza le daba vuelta, imposibilitando incluso hacer eso. 

Cerró los ojos por unos segundos, los que se transformaron en minutos e iba a caer en un sueño profundo, de no haber sido que su esposa lo llamó. Abriendo los ojos como tras de una resaca, tomó su móvil y contestó. –“¿Tommy?”- consultó la mujer al no tener respuesta tras que su llamada había sido cogida. –“Hola, amor…”- dijo el hombre cansado y guardando su miembro. –“Tom, ¿te estás despertando recién?”- expreso, extrañada con el agobio de su esposo. 

Tomás: No. Acabo de cogerme a Mar, así que puedes tacharla de tu lista. En un rato más te envió el vídeo.
 
April: Pensé que cogerte a esa zorrita, te iba a dejar motivado y no somnoliento. 

Tomás: Con unos 10 años menos, estaría motivado, pero ya tengo 40, mujer. Es normal que me canse después de haber estado tres días seguidos saciando a esas perras. 

Afirmó, abotonando su camisa. La mujer que estaba echada en su cama, mordió sus labios y acarició su vulva. 

April: 40 años, pero estoy segura que ningún hombre va a satisfacer a esas putitas, como tú lo has hecho, amor. Además, dudo que esas chicas se asemejen a mí, cuando tenía esas edades. 

Tomás: (Riendo) Me dejabas completamente seco, definitivamente, no se parecen a ti, aunque Mar parece muy enérgica. 

April: ¿Qué esperabas de Madelyne? Ya con ese nombre, sabes que es la más zorra de las tres hermanas, a pesar de que finja inocencia. Después de todo, tiene de quien haber heredado aquello. Bueno amor te dejo, porque Simón necesita de mami. 

Tomás: Dale un beso a Simón de mi parte, por cierto, has visto lo de Camila. 

April: Más que estudiado amor, hablamos más tarde, bye. 

Luego de haber hablado con su mujer, Tomás se mantuvo quieto en ese asiento por unos minutos más, hasta que recuerda que Mar se había ido y no veía a los policías en ningún lado. Saliendo del auto, el hombre miro a todos los lados, dejando que sus sentidos se percataran de alguna señal, para comenzar a buscar. Entonces sus ojos contemplaron el coche policial, apartado en un callejón sin salida. Tenía cierta vergüenza de ir hablar con ellos, después de lo sucedido, no obstante, eran los únicos que podían ayudarlo a encontrar a Mar. 

Caminando hacia donde estaban estacionados, relamió sus labios secos, antes de comenzar a soplar una melodía agradable. Silbaba “Young Folks” de Peter Bjorn y John. Mientras avanzaba recuerdos de su juventud regresaban a su cabeza, imágenes de cuando le gustaba ser huraño y como fue cambiando tras conocer a April. Su silbido se detuvo abruptamente, al encontrarse a unos cinco metros de distancia de ese vehículo, porque vio algo que lo dejó desconcertado. 

En el suelo había una prenda familiar, al acercarse más, comprobó que efectivamente era el top de Mar. Allegándose cautelosamente fue mentalizándose con la escena que se podría encontrar. Su teoría de que la zorrita de su sobrina estaba vaciando a esos policías, fue asertiva. Ella se encontraba en cuatro, con sus jeans hasta las rodillas y su torso desnudo. Detrás de la joven estaba uno de los oficiales, ensartando su verga en ese coñito que Tomás tan solo hace un par de minutos atrás, había rellenado. Ese hombre movía su pelvis de manera feroz, a la vez que nalgueaba esos macizos glúteos y bufaba. 

Su compañero estaba de pie, con los pantalones en el suelo, recibiendo una maravillosa mamada por parte de Mar. Tomás se sintió abrumado al ver esa imagen, si bien ya lo puta que era su sobrina, no dejaba de resultar chocante aquella escena. Le costó reaccionar, en esos minutos, la muchacha sacó de su boca la verga que se comía, era de color negra y de cabeza rosada. Ella sonrió con unas hilazas de baba y semen en su boca, mientras que seguía siendo penetrada por el otro policía zarco. Las tetas de la joven danzaban al compás de esas estocadas. 

Antes de que ellos pudieran correrse, Tomás entró en escena, tirándole el top a su sobrina, y con su celular en sus manos. No tuvo que decir absolutamente nada, para que esos dos se detuvieran y se apartaran de la jovencita. Era evidente que no podían decir algo, menos amenazarlo o abusar de su cargo, porque estaban en ese instante, entre la espada y la pared. Mar no entendía porque esos hombres habían parado, menos la razón por la cual se subieron los pantalones y ocultaron sus erectas pollas. 

Aunque le daba cierta felicidad, observar a su tío con el ceño fruncido. En su ingenua cabecita, ella interpretó que Tomás estaba celoso. Algo ajeno a la realidad, ya que más que celos, su tío se sentía decepcionado de ella y culpable por dejarla comportarse como una perra en celos. Colocándose el top y subiéndose el jeans, Mar se despidió de los dos oficiales con un beso en sus mejillas y al acercarse a Tomás, intentó comerle la boca, algo que el psicólogo evadió. 

Solo la tomó de la mano y se la llevó de regreso al coche. Durante la caminata, la chavala no dijo absolutamente nada, aunque rio levemente por unos segundos. Al llegar al automóvil, la hija de al medio de Blanca, abrazó a su tío y nuevamente intentó besarlo, pero igual que antes, Tomás le fue esquivo. –“Oh vamos, no es para tanto, tío. Solo me divertía con esos chicos. Tú sigues siendo mi favorito”- dijo, acariciando la pierna derecha del maduro y con sus uñas arañaba ese tronco. 

–“No me toques Mar”- afirmó en un tono serio y frio, causando confusión en la joven, quien creyó por un momento que era broma, hasta que vio que la cara de él, se volvió algo sombría. Mar se quedó callada y con los brazos cruzados, hasta regresar a la casa, ahí al bajarse del coche, quiso aproximarse a su tío, quien simplemente la eludió, causándole un dolor por ese rechazo. Más al apreciar que los ojos de él se les iluminaron, al ver a Chloe en la piscina. 

Terapia Especial. Capítulo X:



Hechizado por su sobrina mayor, Tomás caminó hasta donde se encontraba ella, flotando en el agua, con sus dos balones de masa de carne, que era cubierto apenas por ese bikini amarillo. Sin hacer ruido o comentar algo, él se desvistió, quedando solamente en calzoncillos. Así se metió a la piscina, sorprendiendo a la joven, más al sentir que esos brazos la rodeaban y esa boca experta, rozaba a la suya. –“Ti-tío”- exclamó, al verlo tan cerca y notando ese firme pene, golpeando su abdomen.   

El maduro abrió su boca y entrelazó su lengua con la viciosa de su sobrina. Ella se sobresaltó al principio, porque los podían ver. Sin embargo, con solo unos segundos se rindió ante el gozo y lo abrazó. Mar que fue la única testigo de ese acto inmoral, se le rompió el corazón y unas lágrimas aparecieron en sus ojos. Ella se fue a encerrar a su cuarto, porque no tuvo el valor de interrumpirlos, además cómo podía hacerlo, si se veían tan fogosos y enamorados. 

Alejándose lentamente de esa boquita carnosa, Tomás sonrió, manteniendo sus ojos fijos en el bello rostro de su rebelde sobrina. –“Tío, ¿estás loco? Nos pueden descubrir”- expreso Chloe, dibujando con su dedo índice en el pecho del hombre y con carita benévola. –“Ya te lo dije ayer, me da lo mismo que nos atrapen, que vean que estoy loquito por ti. Solo quiero disfrutarte hasta que me tenga que ir”- respondió el maduro, repitiendo aquel morreo que acababa de darle, pero aún más intenso. 

Sus lenguas se enrollaban de forma cerril, no obstante, para la muchacha era el beso más dócil que le habían dado. Percibía el amor y cariño de su tío por ella, combinadas con la lujuria, a través de su saliva. A pesar de la dulzura, la joven se sentía completamente fascinada con ese intercambio de baba. Tomás no mintió al decir que estaba loquito por ella, pues después de April y Adara, Chloe era la tercera mujer por la cual él se sentía encaprichado, por lo menos hasta ese momento. 

De la misma manera que Benjamín estaba con Isidora, entre más la observaba, menos podía sacársela de la cabeza. Su figura esbelta, con unas curvas endiablada, mantenían al hijo de Tomás, embobado por la madre de Bruno. Ella se agachaba para sacar del horno unas galletas que había preparado, Benjamín abriendo su boca para llevarse la cuchara a su boca, admiraba con cachondez el culo de Isidora. Su lengua saboreaba el mousse de frutilla que había hecho junto a esa mujer, imaginando el meloso sabor de ese coño. 

Esos vaqueros marcaban perfectamente la colita de esa madura, que parecía menearse apropósito, como si fuera una danza de seducción. Mordiendo la cuchara, baja su mano a su entrepierna para acariciar su paquete. No entendía cómo una mujer como ella, podía estar soltera, quien haya sido su esposo debió ser un estúpido, porque menuda hembra había dejado libre. Isidora se levantó y cerró el horno, ella se colocó nostálgica, porque esas galletas de miel, eran las favoritas de Bruno. 

Recordaba lo impaciente que era su hijo, por probar sus galletas, apenas las sacaba del horno, él aparecía y tomaba unas cuantas, comiéndolas aún caliente. La sonrisa que se le trazaba en su inocente rostro y sus ojos clavados en los de ella. Unas lágrimas descendieron por sus mejillas, había perdido el amor de su hijo por sus mentiras, por sus caprichos, por su loca obsesión de sentirse amada y correspondida. Pero esas gotas de dolor, cesaron al sentir a Benjamín detrás de ella. 

El muchacho ignorando que la mujer estaba llorando, se acercó a ella para poder recostar su erecto pene entre esas nalgas que lo estaban volviendo loco, al igual que esas ubres circulares. Tomando una galleta de la bandejilla, él la mascó, mirando fijamente esos labios que tenía a tan solo unos centímetros, pensando que así sabrían. Isidora al verlo hacer eso, reflejó a Bruno en él, era como regresar a sus años más felices y su corazón de forma extraña se agitó. 

–“Están deliciosas”- dijo el joven, manteniendo sus ojos en esos labios a los cuales deseaba. –“Gra-gra-gracias”- balbuceó nerviosilla la mujer, que empezaba a sentir ese garrote apoyado en sus glúteos. Poco a poco fue notándose sofocada, jadeante dejaba que ese chico libremente moviera de manera sutil su pelvis contra ella. Después de tantos meses, la llama de su lujuria, comenzaba a prenderse. Enmudecidos, se fueron allegando gradualmente y sus labios dejando una pequeña obertura entre ellos. 

Sus alientos se mezclaban, sus ojos se cerraban e inclinaban levemente sus caras. Sus labios se sobaron por unos segundos, antes de que completaran aquel beso americano. Parecían una pareja establecida, una que llevaba un buen par de años junta y había pasado de un amor apasionado a lo que denominan los psicólogos como “amor storge”. Pero rápidamente este se transformó en uno de tipo ludus y el beso pasó a ser francés, con sus lenguas batallando húmedamente. 

Isidora no razonaba, se dejaba querer y desear con antes de que todas sus mentiras fueran descubiertas por su hijo. No obstante, había algo distinto, algo que ninguno de sus anteriores amantes exceptuando Bruno, había sentido, que era su pasión en ese revolcón de lenguas. Ella también estaba deseosa por ese chico, quería devorarle la boca, desnudarlo y llevarlo a su cama, para disfrutar de esa polla en su interior, como la puta que era.

Se detuvieron para tomar aire, algo que duró un par de segundos antes de volver a envolverse en un denso y ferviente beso. Benjamín con el ímpetu del momento, agarró a la madura desde su cintura y la cargó, llevándola hasta la mesa. En donde dejó que sus posaderas reposen sobre esta, mientras con sus manos exploraban esa recta espalda, buscando la forma de arrebatarle la blusa y liberar esas gordas tetas, para manosearlas. Ella mantenía sus manos alrededor del cuello del jovencito, queriendo que ese beso fuera infinito, porque sabía que al separarse se iba arrepentir. 

Justo cuando Benjamín había dado con la forma de quitarle esa prenda a la mujer, golpearon la puerta, interrumpiéndolos. Isidora avergonzada se apartó de él y sin decir ningún comentario se bajó de la mesa, para ir abrir la puerta. El joven se mordió los labios, saboreando la baba de esa hembra, que era mucho más dulce y rica que lo que había imaginado. La madura aún agitada, abre y al observar quien estaba detrás de ella quedó helada. 

–“Hola, tía bonita”- se oyó a lo largo de la casa, llamando la atención de Benjamín, quien sale de la cocina, para ver quien había llegado. Encontrando una imagen inusual, pues la mujer estaba quieta, a la vez que sus labios eran tocados por los de un chaval. Ella parecía no corresponderle, sin embargo, tampoco hacía el esfuerzo para rechazarlo, lo que generaba molestia en el hijo de April. Algo que duraría muy poco y pasaría a reírse al contemplar que Isidora reaccionó y se separó de ese sujeto, dándole una bofetada. 

–“Jorge, ¿qué haces aquí?”- dijo ella exaltada. El hijastro de Blanca, la miró sonriente, –“Vine a darte amor tía. Me aburrí a ser paciente, sé que a mi hermano le dijiste que se acabó, que no volverías hacer guarradas. Pero a diferencia de ese inútil, yo sé que una puta no puede dejar de ser lo que es”- afirmó, percatándose de la presencia de Benjamín, quien había empuñado sus manos, queriendo reventarle la boca a golpes y que se disculpara con Isidora.      
 
–“Vaya, veo que tienes visita”- expreso Jorge, un poco molesto pero más atemorizado por la mirada de ese muchacho. Le recordaban a alguien, que parecía estar atormentándolo. Benjamín se acerca, calmando su ira, se presenta, Jorge tragando saliva, hace lo propio, para luego darse un fuerte apretón de manos. Ha este último le parecía increíble que aquel muchachito que tenía al frente y lucía tan delicado y delgado, tuviera tanta fuerza, dejándole la mano entumecida. 

Jorge se había ido de su casa, ya que no soportaba estar bajo el mismo techo que Tomás. Aun cuando lo evitada, su sola presencia o escuchar su nombre, lo incomodaba. No comprendía como un tipo que parecía tan inofensivo podía ser tan aterrador a la vez, además no podía hacerle nada, ya que él sabía de su secreto, el cual no quería que su padre ni su madrastra se enteraran. Al principio pensó en visitar a Victoria, porque no quería quedarse con las ganas haber estado muy cerca de cogerse a esa mujeraza y no concretarlo. 

No obstante, el saber que ahora estaba viviendo con Eduardo, eligió vivir, ya que sabía que ese hombre era lo suficiente fuerte como para hacerle volar la cabeza de un puñetazo. Su segunda opción fue su hermano Antonio, que actualmente está saliendo una preciosa hembra, tras entender que Isidora no volvería a consentirlo como antes y todos esos jueguitos quedarían en un baúl de recuerdos. No veía con malos ojos de probar la carne que su hermano disfrutaba durante las noches o que esa mujer le presente alguna de sus amigas. 

Cualquiera de las dos opciones, le parecía totalmente satisfactoria, pero cuando se contactó con él, ya era muy tarde, pues Antonio junto a su novia, habían tomado un crucero. Ya sin opciones pensó en Isidora, su eterna obsesión y por quien derramaría sangre si era necesario. La había evitado desde que Bruno lo encaró y le pidió que no moleste más a su mamá. Desde un principio dudo en respetar su acuerdo con quien ahora había pasado a ser su tío, sin embargo, lo hacía porque no tenía urgencia para visitar a su tía que se había descuidado y parecía perder belleza. 

De hecho al llegar a la ciudad, titubeó en ir a verla, pensando que podía encontrarla estérica o depresiva, a él no le interesaba para nada sus problemas, solo quería coger y ya. Por eso al verla tan radiante, se alegró y sin ningún temor la besó. Tal como Tomás y Chloe lo hacían en la pileta, aunque ellos estaban apasionados. Los dedos del maduro penetraban el coñito de la muchacha, haciendo chillar a su voluptuosa sobrina, ella con sus manos sobajeaba esa gruesa tranca. 

–“Dios mío, tío. Tus dedos se sienten rico, pero yo quiero tu polla”- murmuro la muchacha, acercando esa herramienta hacía su vulva. –“Sabes que no tengo ningún problema en follarte aquí mismo, sirena. Solo debes decírmelo y yo te complaceré”- respondió el hombre, mordiéndole los labios y acortando la distancia entre ellos. A Chloe le cachondeaba tanto la idea de coger al aire libre, que se moría por decir que sí, pero a la vez temía que fueran encontrados por su madre. 

Constantemente le había dado dolores de cabeza a su mamá con sus locuras, sin embargo, ninguna se podría asemejar de estar con su tío. Eso mínimo quebraría la relación que tenía con Blanca, y a pesar de que era una rebelde que desafiaba su autoridad, no quería perder a su madre. Al vacilar tanto, perdió su oportunidad de cumplir esa fantasía, pues Blanca apareció en el lugar. Aterrada, soltó la verga del hombre, mientras este capto que había alguien detrás de él, por el rostro de la jovencita. 

–“Vaya, veo que al final, ustedes dos se hicieron cercano”- dijo la mujer, ignorando lo íntimo que era su hija con su hermano. –“Ma-ma-mamá… ¿Qué haces aquí?”- preguntó Chloe, inquieta. Tomás no dijo nada, solo se colocó detrás de su sobrina y apoyó su sable desnudo en esas posaderas, generándole una mezcla entre el terror y excitación a la joven. –“Pero que pregunta más tonta hija. Esta es mi casa, puedo andar donde yo quiera. Aunque te andaba buscando, porque necesito pedirte algo”- declaró la mujer.   

Chloe: ¿A-algo? ¿Q-qué cosa mamá? 

Consultó agitada, porque de manera disimulada Tomás acariciaba su coñito, además de frotar ese mástil contra su cola. 

Blanca: Necesito que acompañes a Cami, para entregarle unos documentos a José, que se le olvido llevar.  
Chloe: Pe-pero… ¿Y Jorge? 

Blanca: Jorge salió, dijo que iría a la capital para visitar a unos amigos. Hija sé que debes tener planes para hoy, pero te ruego que nos ayudes. 

Chloe se estaba resignando a que tendría que conducir por largas horas y pasar todo lo que quedaba de día junto a su tía en un coche. Sin embargo, Tomás sonriendo, pensó en una idea que su sobrina no había barajado. 

Tomás: ¿Por qué no vas tú, Blanca?, y dejas que mi sobrina se siga divirtiendo conmigo. 

Propuso, colocando la punta de su lanza, cerca del esfínter de la muchacha. Cada roce era un delirio para ella y le temblaba todo el cuerpo. 

Blanca: Lo haría, si mi hija se comportada. Pero conozco tan perfectamente a Chloe que sé que solo te va a dar dolores de cabeza si Cami y yo no estamos en casa. 

Tomás: Oh vamos, hermana. Confía un poco en mi sobrina, estoy seguro que ella va a comportarse y hará todo lo que le diga. 

Manifestó con una sonrisa picarona, mientras su miembro golpeaba suavemente el orto de Chloe, la cual sumergida en ese placer que le estaba dando su tío, no se percataba de la conversación que estaban teniendo este con su madre. 

Blaca: Hhmm… No lo sé. 

Dijo la mujer, ignorando por completo, que su hija estaba siendo profanada delante de ella. Tomás lentamente clavaba su verga en el estrecho orificio anal de su sobrina. La joven quería gritar de placer, pero reprimía cualquier quejido para que su madre no los descubriera. Aun así no podía evitar que su cuerpo se regocije y diera pequeños brinquitos. Tomás no dejaría que ese culito que lo volvió loco desde el primer día que llegó, se le escapara, cuando finalmente había concretado su sueño de empotrarlo.

Sentir cómo su miembro era devorado por el ajustado esfínter de su sobrina, le hacía por segundos suspirar prolongadamente. La muchacha sin poder resistir más, exclamó: –“¡¡Oohh Diooosss!!”-, a la vez que cerraba los ojos y mordía sus labios. Nunca había sentido su culo tan abierto y menos tan lleno. Era una locura lo que estaba ocurriendo en esa piscina, por lo menos para Chloe, la que no entendía, cómo su madre no se daba cuenta que le estaban partiendo el orto frente de ella. 

Blanca: Chloe, ¿me juras que vas a comportarte si te dejo con Tomás y ni tú ni tus hermanas van a desobedecerlo?

Chloe: Cla-claro, mami… Ya no somos niñas, para hacer travesuras. Además el tío, nos castigaría si fuéramos niñas malas. 

Afirmó, mientras percibía que esa estaca salía paulatinamente de su ano. Blanca no sabía si tomar esa declaración en serio, no obstante, desde que su hermano había llegado a la casa, las tres chicas parecían estar comportándose cada vez mejor. No podía negar que ellas se llevaran bien con él, le hacía feliz y que los pequeños conflictos que tuvieron en un inicio, quedaron en el pasado. Finalmente optó por confiar en la palabra de su hija mayor y dejar a las tres con Tomás a solas por un día entero. 

Ella no sospechaba de las travesuras que harían sus hijas con su hermano. Al darse vuelta, Tomás se apartó de Chloe con una sonrisa juguetona, ella jadeando se volteó para mirarlo. Sin ningún miedo se aproximó a él y sus labios se rozaron con los del hombre. –“En la noche continuamos, zorrita”- le murmuró él, mordiéndole los labios y magreándole las nalgas. Tomás no se había acobardado tampoco arrepentido por lo que había hecho, sencillamente se acordó de que debía enviarle el vídeo de él cogiéndose a Mar a su esposa.

Por otro lado, Alexander fumaba y bebía un vaso de vodka, en su habitación de hotel, mientras escuchaba a Luciano Pavarotti interpretando Nessun Dorma. La sonrisa de su cara no se la quitaba nadie, había finalmente dejado de estar ligado a una empresa que nunca quiso y le había arrebatado años de vida. En tanto Bella, tomaba un baño, ella miraba constantemente hacía la puerta, la cual había dejado entre abierta apropósito, porque quería que su amigo entrada y correspondiera sus sentimientos. 

Ella era consciente que eso nunca iba a pasar, Alexander seguía estancado en la miseria porque no quería olvidar a su ex. No dejaba que algún psiquiatra pudiera darle ayuda, tampoco que otra chica entrada a su corazón. De cierto modo, podía entenderlo, al saber que perdió a Lucía muy repentinamente, ella chocó el día justo cuando iba a darle la respuesta sobre su propuesta de matrimonio, desde entonces él se había podrido. Solo le quedaba la opción de olvidarlo, pero por más que lo intentaba, Alexander no salía de su cabeza y corazón. 

Vagamente recuerda cuando lo conoció, él llegó al hospital donde ella trabaja, gravemente herido, ya que se había metido en una riña, resultando con cortes por una navaja en su tórax. Su cara estaba toda machucada con los golpes. No era la primera vez que llegaba en ese estado al hospital, no obstante, era la primera vez que llegaba cuando estaba en su turno. Al haber oído a sus colegas decir que prácticamente estaban hartos de atenderlo, porque siempre buscaba una forma de terminar lastimado, ella se hizo responsable. 

Su juramento cuando se hizo doctora la impulsó hacerlo, al igual que su curiosidad. Quería saber los motivos por el cual él se metía en peleas callejeras y arriesgaba su vida. Así que, fue a verlo varias veces antes de que despertada, para que no se escapara, porque era otra de las malas costumbres que tenía el joven. Cuando Alexander abrió los ojos, lo primero que vio fue el rostro de Bella y sus primeras palabras fueron: –“Finalmente llegue al cielo”-, ella rio ante ese comentario, entonces él ingenuo le preguntó si acaso no era un ángel.  
   
Nuevamente Bella rio, pensando que estaba chiflado con tantos golpes que recibía. Él y ella hablaron bastante ese día, algo inusual en Alexander, porque después de la muerte de su ex, no hablaba con mujeres. Pese a su frialdad con el sexo femenino, mujeres no le faltaban que se les acercaran, pues era guapo. Incluso en el hospital lo habían bautizado como el “Rompecorazones”, debido a la gran cantidad de enfermeras que babeaban por él.  

Opciones de rehacer su vida, la tuvo, sin embargo, él prefirió autodestruirse, hasta que conoció a Bella. Desde entonces, empezó a cambiar ligeramente, iba al hospital por pequeñas heridas, casi como justificación para verla, también comenzó a asistir y hacer las terapias de Tomás, donde conoció a Vanessa, quien terminó transformándose en su amiga. Bella al inicio no sintió nada por Alexander, más que curiosidad, pero al verse en el hospital, fue encariñándose con él. 

En ese instante ella estaba en una relación con un colega de ese mismo hospital, todo iba bien, incluso pensaba que se iba a casar con él, hasta que la encontró con otra. Sufrió bastante y su apoyo fue Alexander, quien tan temerario y terco, espero afuera de la casa del tipo que le rompió el corazón a Bella y le dio una paliza. El muchacho fue demandado, no obstante, ni siquiera piso la cárcel por aquel acto, porque su padre lo evitó a través de sus contactos. 

Desde entonces Alex y Bella empezaron a vivir juntos, como amigos que eran, no obstante, poco a poco ella fue viéndolo más que un simple amigo, con cada gesto que hacía, al escucharla y piropearla, para cuando quiso alejarse, ya estaba enamorada de él. Nunca le ha confesado sus sentimientos y aunque es muy evidente que está loca por el muchacho, algo que Tomás y su familia, notan a kilómetros, Alexander parece ignorarlo. Bella incluso siente celos de Vanessa y se deprime cuando los ve compartir tan íntimamente.  

Alexander tiró su cigarro por la ventana, al mismo tiempo que escuchaba unos azotes en el piso de arriba, acompañados de unos gemidos. –“Por Dios. ¡Esto es un hotel maldita sea! ¡Váyanse a coger a otro lado!”- gritó fastidiado, antes de tirarse en la cama y cerrar sus ojos, con una sonrisa entre sus labios, murmurando, –“Finalmente, lo hice Lucy”- a la vez que unas lágrimas afloraban por sus ojos. La pelirroja salió del baño, cubriendo su cuerpo con solo una pequeña toalla. 

Ella esperaba llamar la atención de su amigo, pero este ya estaba durmiendo, ella sonrió al verlo tan tranquilo. Aunque al ver esos labios, sintió una sofocante sensación, acompañada de una vocecita que le pedía que se acerque. Bella lo hizo, temerosa se inclinó para poder rozar esa boca, con la cual había estado soñando desde hace mucho tiempo. No obstante, Alex se volteó, pronunciando el nombre de su ex, haciendo sentir mal y triste a la pelirroja, que solo se alejó para vestirse.

Una conmoción similar que experimentaba Isidora, al enterarse que Benjamín era hijo de Tomás y April. –“Con razón tu mirada se me hacía familiar”- expreso Jorge, experimentando un escalofrío al revivir la mirada de Tomás. –“Por cierto, ¿qué se siente tener de hermana al pibón de Vanessa?”- agrego, de una manera cerda. –“Porque si yo fuera tú me sentiría maldecido por no poder hacer nada más que mirar de manera disimulada a esa perra”- concluyó, dándose cuenta que habló demás.

El ceño fruncido que lo intimidaba, no era por parte de Benjamín, quien estaba absorto con la silueta candente de la madura, sino de ella. A Isidora le resulto de muy mal gusto que se expresada así de Vanessa, aunque odiaba admitirlo, esa chica no era así como pensaba Jorge. Él escapando del lugar, ante un evidente regaño, dándole una oportunidad de oro a su competencia, quien no dudo en abalanzarse sobre la mujer, esta soltó un pequeño alarido por la sorpresa. 

Automáticamente llevó sus manos a su boca, el muchacho con una sonrisa que se delineaba de oreja a oreja, tomó su verga como una lanza. Aun estando dentro del pantalón, lucía imponente ante los ojos de esa Milf. Picoteando en donde se ubicaba la vulva de la mujer, aflojó su resistencia, ella abrió sus manos y jadeo. Benjamín contento por esa reacción fue allegándose, la mandíbula de Isidora temblaba, esperando un beso por parte de ese chico. 

Él continuó acercándose, sin embargo, a diferencia de lo que quería esa mujer, Benjamín se colocó al lado de su oreja derecha. –“Me tienes loco, Isi… Si no fuera por ese capullo, te reventaría aquí mismo. Espero que mañana ya te hayas deshecho de él”- susurró lamiendo el oído de la madura. Al verlo alejándose, no pudo controlar más sus impulsos y lo agarró de la camiseta para besarlo con total desquicio. Su lengua hirviente encontraba templanza en esa boca joven y la derretía como azúcar.    
 
Su saliva le parecía cremosa y adictiva, entre más lo besaba, se daba cuenta que ese chico tenía mucha experiencia, sabía cómo devorar y corresponder un beso. Estaba dando acceso para que le hiciera de todo, hasta que de golpe, la imagen de Tomás apareció en su cabeza. Empujando al chaval, se levantó del sofá, pidiéndole perdón a Benjamín por lo que acababa de hacer. El muchacho no iba insistir, aunque solo quería desenvolver a ese caramelito que tenía en frente. 

–“No puedo disculparte por algo que me gusto. Sino darte las gracias”- dijo antes de irse. Isidora se tocaba los labios, rememorando los besos que se habían dado y cómo su cuerpo se encendió, lleno de deseo. Jorge al comprobar que Benjamín se había ido, se aproximó hacía esa mujer a la cual había ya había hecho suya. Parándose detrás de ella, huele el aroma de su cabello, olía igual a la última vez que compartieron acaricias, sin pensarlo rodea con sus brazos la cintura de ella y apoya la boca cerca de su oído izquierdo. 

–“Por fin solos”- señaló, dándole besitos en su mejilla, –“Ahora voy a darte, lo que tanto te gusta, tía”- añadió con confianza, creyendo que esa mujer iba a entregarse a él. Pero de un codazo se apartó, lo miró con rabia y se fue a su habitación sin decirle nada. Jorge no comprendía lo que había pasado, trató de encontrarle algún sentido a ese comportamiento reacio. Ingenuamente pensó que estaba jugando con él y lo invitaba a seguirla, pero al llegar a su cuarto, se dio cuenta que la puerta estaba cerrada. 

Isidora, se quedó ahí, durante toda la noche, ni siquiera cenó, porque no tenía ganas y Benjamín era el protagonista de cada uno de sus pensamientos. En tanto, Tomás acompañado de sus sobrinas, veía una película, Chloe había hecho un gran esfuerzo para no descontrolarse durante la tarde e ignoró el evento de la piscina, como si nunca hubiera ocurrido. Pero en lo más profundo de su interior, ella se moría de ganas de repetir aquella morbosa experiencia. 

Mar por su parte, queriendo llamar la atención de su tío, se había puesto una lencería roja y Luna un camisón purpura. Tomás trataba de no mirarlas con lujuria, quería enfocarse esa noche solamente en Chloe, no obstante, la hermana de al medio no lo ayudaba, al estar constantemente pegándose más a él. Mar no quería volver a perder contra su hermana mayor, anhela tener su revancha. Luna viéndose cada vez opacada por sus dos hermanas mayores, comenzó a desesperarse. 

Ingenuamente pensó que beber iba a ayudarla a ganarse ese grueso sable maduro, ya que él iba a tener que llevar a la cama y así aprovechar esa oportunidad a solas. Sin embargo, con lo nerviosa que estaba no se dio cuenta de que había bebido de más y su cuerpo había cedido al sueño. Cuando Tomás llevó a Luna a su cuarto, Mar miró fijamente a Chloe, como si la estuviera amenazando, la leve distancia entre ambas, hizo que el ambiente fuera asfixiante. 

Cuando Tomás regresó, no sabía qué decir al respecto, Mar se apartó de su hermana, dejando el espacio para que su tío se sentara entre medio de las dos.  La chaparrita estaba decidida a no perder, por lo que con total descaro, le tocó la entrepierna al maduro, corroborando que ese tronco estaba duro. –“Ma-Mar”- tartamudeó un impresionado Tomás. La muchacha juguetona, le hizo el símbolo de silencio, al apoyar su dedo índice entre sus gruesos labios. 

El psicólogo tragó saliva, mientras ella se relamía la boca y con su mano derecha sobaba esa robusta tranca que empezaba a empalmarse. Tomás intentó resistirse a los encantos de Mar, no obstante, su deseo por volver a jugar con esa chica eran mayores. Todo empeoró, cuando ambos notaron que Chloe se había quedado dormida, en ese instante, Mar supo que se había ganado el derecho de pasar la noche con su tío. –“¿Por qué tan tímido tío?, o, ¿acaso sigues enojado por lo que hice con esos policías?”- interpeló la jovencita. 

Antes de que Tomás pudiera decir algo, ella ya se había colocado de rodillas y le bajó la cremallera del pantalón. Inmóvil solo fue testigo de cómo su sobrina le desbrochó el cinturón y desabotonó el pantalón. Mordiéndose los labios, Mar de un tirón arrastró hacía abajo esos calzoncillos y se deslumbró con ese pollón que emergió totalmente tieso. –“Guao”- exclamó, pasando su lengua por los labios. –“La tienes mucho más grande que en el auto”- aseguró tomando esa estaca con las manos. 

El rostro de asombro de Mar cambió rápidamente a uno obsceno y en sus pupilas se reflejaba la excitación que tenía. Tomás en cambio, seguía perplejo, digiriendo que esa noche no iba a compartirla con Chloe, sino con Mar, la cual estaba de rodillas, masturbando su pene. –“Sabes, a mí me dolió mucho que me ignoradas y luego te besucaras con Chloe”- aseguró, delineando sobre la uretra de ese miembro. Tomás se quejó de gusto a la vez que observó a su sobrina mayor, quien parecía no despertar de su letargo por más que gritada.

–“No te culpo, que te sientas atraído por mi hermana, ya que es jodidamente ardiente”- dijo al no tener respuesta por parte de su tío. –“Sin embargo, tú me perteneces”- agregó con un tono serio y dando una pequeña lamida a carnosa cabeza del pene que tenía en frente. Tomás suspiraba, mientras observaba atentamente como los voluminosos labios de su sobrina enrollaban su verga y lentamente la hacían desaparecer en lo más profundo de su garganta.  

El psicólogo estaba impresionado de que Mar pudiera engullirse toda su polla, no pensó que una de sus sobrinas, podría hacerlo, pero ahí estaba Mar, con toda su estaca dentro de la boca. El hombre despertó de aquel asombro, cuando su celular vibró y contempló un mensaje de su mujer. April le preguntó a su marido qué estaba haciendo. Tomás con las manos temblorosas intentó tomar una fotografía de su sobrina comiéndole la polla pero fracasó.

Logró tomarle una, cuando le palpaba la polla y se la envió a su esposa, con el mensaje: –“Esta zorrita me la está mamando delante de su hermana mayor”-, justo en ese instante, ella dejó de tocar y usó nuevamente su lengua. Primero dio unas lamidas a la glande y luego se engulló la mitad de esa verga. –“Wow… Ojala Chloe y Luna se unieran a la fiesta. Me encantaría ver a las tres follando contigo”- respondió la rubia con un emoji de fuego, cerrando con un –“Disfruta”-

La repentina idea de su esposa, caló más profundo de lo que Tomás pensó y comenzó a fantasear con hacerlo realidad. Echando su cabeza hacía atrás y cerrando los ojos, jadeó. Disfrutando de la boquita de su sobrina, ella a diferencia de Chloe, podía pasar más de la mitad y era más habilidosa. No estaba a la altura de April o Adara, sino más bien al nivel de Vanessa y Diana. –“Dios, que delicia”- comentó la chavala pasando su lengua por sus labios y volviendo a tragar.

La boca de su sobrina era cálida al igual que la baba que embadurnaba su capullo, –“Estoy segura que ahora mismo desearías tener los labios de mi hermana aprisionando tu polla”- expresó Mar, con una sonrisa traviesa. Ignorando que su tío cavilaba la forma de follar con las tres, –“Pero me aseguraré que la olvides”- sentenció, levantándose y quitándose su lencería. Tomás al ver a esas preciosas tetas bambalearse, dejó de mirar a esa muchacha como su sobrina y solo la vio como una perra necesitada.

Una a la que iba a saciar, durante toda la noche. Aquella zorra volvía a hincarse, para chupar la cabecilla de esa herramienta, mientras con sus tetas envolvía el falo. Al verla tan fascinada con su miembro y con su melena cubriendo parte de su cara, le recordaba a Adara. Solo pensar en esa muchacha su tronco se hacía más gordo entre los labios de su Mar. Dejándola bien cubierta de saliva, se levanta y se sienta en las piernas del hombre, chocando su frente con la de él. 

Sus bocas fueron aproximándose y, a medida que lo hacían, Tomás  fue embriagándose con el aroma dulce que soltaba su sobrina a través de su aliento. Sus labios se rozaron con timidez, antes de entregarse completamente al fuego del placer. Se fueron mordiendo y enroscando sus lenguas, como si por sus venas no corriera la misma sangre, olvidando por completo que tenía una vinculación que les prohibía aquello. Degustando esas abrazadoras babas, que mantuvieron sus bocas unidas por largos segundos. 

Al mirarse nuevamente, Mar no dudó y le pidió a su tío que la llevada a su cuarto, porque no quería despertar sus gritos a Chloe. Además, quería manchar sus sabanas con el hedor de un sexo prohibido, pero delicioso. Tomás sonriendo, cargó a su sobrina desde sus muslos y la llevó hasta aquel dormitorio, en donde ella dormía todas las noches. Besándose con vehemencia se fueron revolcando, al mismo tiempo que Tomás se desprendían de toda su ropa, hasta quedar desnudo.

Antes de iniciar, él colocó su celular en uno de los muebles para que filmara esa noche incestuosa. Estaba seguro April amaría ver ese metraje, y como recompensa le ayudaría a planificar la forma de cogerse a las tres hermanas. La joven al recibir toda esa verga gruesa, bramó con locura, arañando la espalda de su tío, por cada embestida que le daba. –“Ooohhh Diooosss… Desde los 19 he cogido con varios, pero ninguno como tú, tío”- expresó Mar, extasiada.  

Los aullidos de ella no cesaban y retumbaban por toda la casa, era una sinfonía que llegaba a erizar la piel a quien la escuchada. Mar jamás pensó que iba a terminar con su espalda encorvada, su cabeza echada hacía atrás, mientras montaba esa robusta polla y Tomás jugaba con sus senos. Estaba cerca de llegar a su cuarto orgasmo en la noche y su cuerpo le pedía más. Luna que se había despertado con ganas de orinar, se sintió atraída por los jadeos de su hermana, asomando sus ojitos en el umbral, se deslumbró con la imagen, bajo la luz tenue de una lámpara. 

Envidia sintió al observar a su Mar entre los brazos de su tío, de aquel movimiento pélvico y esos fogosos besos. Quería ser ella la que estuviera recibiendo esas estocadas, sin embargo, por más que ansiaba interrumpir esa escena, no podía dejar de admirarla por lo erótica que era. Luna se quedó quieta, hasta que ellos dejaron de consumir la libido que los asfixiaba. Quedando echados en la cama, con una sábana que cubría sus impuros cuerpos, tío y sobrina, cerraron sus ojos. 

Lunes

Chloe al despertar, no recordaba lo que había sucedido durante la madrugada y tenía el cuerpo helado por haber dormido en el sofá. Al no ver a su tío ni hermana, supuso que entre ellos si hubo una noche pecaminosa. Extrañamente se sentía tan feliz, que ni se cuestionaba el porqué ansiaba encontrarlos, desnudos en una cama. Antes de dirigirse a un cuarto, caminó hasta el baño, pero este estaba ocupado. Al tocar para preguntar quién estaba y si le faltaba mucho, oye un ligero bramido. 

En la ducha se encontraba su hermana menor, devorando el grueso garrote, del hombre que en un inicio detestaba y ahora adoraba. La más joven de las hermanas se había aburrido de esperar que su tío le diera esa morcilla de nuevo. Tras ser testigo de la noche de pasión entre él y Mar, no dejó de estar excitada. Su coño húmedo le imploraba para que vaya por esa tranca que se le había sido negada, tantos días. Hambrienta y desesperada, se trasladó hasta el dormitorio de su hermana, en donde su tío todavía yacía descansando. 

Despejando la lisa y fina tela que cubría ese capullo, tomó ese trozo de carne entre sus manos y mojó sus labios. Dando un piquito a la glande, abrió su boca y justo Tomás despertó, contemplando así como la más joven de sus sobrinas, se engullía su verga en la boca. Atónito, dejó que se la comiera, poco a poco su pene fue cobrando su vigor y quedó completamente tiesa. –“Buenos días, tío”- dijo Luna con una sonrisilla traviesa, para luego volver a meterse ese tronco en su boca.  

Tomás le permitió a Luna esa mamada, no obstante, seguir ahí era bastante peligroso, por lo cual se trasladaron al baño. Él estaba apoyado en la pared, con las manos temblorosa, ante el ímpetu que ponía esa jovencita con cada chupada. Lo que causó el alarido que escuchó Chloe al golpear la puerta. Luna al oír a su hermana mayor, se cachondeó y se mantuvo aferrada a esa polla, la cual le era imposible tenerla toda dentro de su garganta, pero hacía el esfuerzo para tragar la mayor posible. 

Con la voz entre cortada, Tomás, le contestó a Chloe, dejándole en claro que tardaría por lo menos unos 10 minutos. La muchacha con solo escuchar la voz de su tío, supo que alguien estaba con él. Extrañamente no tenía celos, solo curiosidad y cachondez por unirse, una sonrisa pícara se le talló en la cara, en la cual se podía percibir, las ganas de algo más prohibido. Luna bajaba hacía esos huevos, sin embargo, Tomás la detiene, pidiéndole que lo dejaran para más tarde. 

La chica quería creerle a su tío, no obstante, ya le había prometido eso antes y no estaba del todo segura de confiar a su palabra. Entonces él la carga y le mete la punta de su miembro, dejando anonadada a la muchacha, que no tardó en torcerse de gozo. El maduro le juro que iba a dárselo, a cambio de que ella cumpliera su deber como estudiante. Luna riendo y mordiendo sus labios, acepto esa prepuesta, siempre y cuando, él en ese minuto le diera de desayunar. 

Tomás volviendo a dejarla de rodillas en el suelo, le da su tranca a esa jovencita para que así termine de ordeñar. Luna no lo hacía nada mal, sin embargo, se notaba lo tosca que era al intentar engullir todo ese tronco, cuando era algo que no podía. Finalmente él acabó, pincelando la cara de esa chica traviesa. Ella antes de salir de ese baño, se colocó de puntillas, para alcanzar a los labios de su tío. Él le dio un beso corto, pero apasionado, cuando salió de la ducha se fue a su cuarto, para vestirse y salir a dar un paseo. 

Tomás necesitaba despejar un poco su mente, para así concretar la idea que le había dado su esposa. No quería irse de esa casa, sin haberlo hecho con sus tres sobrinas al mismo tiempo. Por otra parte, Isidora, recién se despertaba, tenía unas ojeras marcadas, porque le fue difícil conciliar el sueño. Suspirando se toca tiernamente los labios, recordando a Benjamín, su cálido beso y su lengua enroscada. –“No, no, no, no, no”- dijo agitando su cabeza de lado a lado. 

Quería borrar de su memoria lo que había hecho con ese chico. Si bien lo disfrutó y su cuerpo se regocijó, no fue más que un momento de debilidad. Eso era lo que ella trataba de convencerse, porque no quería eclipsarse de su verdadero objetivo, el cual era, recuperar el amor de su hijo. Ningún otro hombre podría poder reemplazar lo que ella sentía por Bruno, ni tampoco asemejarse al amor que él le daba. No obstante, entre más negaba al hijo de Tomás, más lo veía en sus pensamientos.

Sentada en su cama, mira el cuadro que le había hecho su hijo, antes de que todas sus mentiras salieran a la luz. Notaba el amor y cariño que tenía Bruno por ella, por los trazos delicados que hizo en ese lienzo y el nivel de detalle. Se torturaba con esa pintura todas las mañanas, recordándose lo que perdió por sus caprichos. Pero extrañamente, no botó ninguna lágrima como lo había hecho desde que él se había ido, no lo comprendía, hasta que se dio cuenta que seguía pensando en Benjamín. 

Por más que quería dejarlo en el olvido, el reaparecía en su cabeza con más fuerza. Tomando una foto de su hijo, intenta refugiarse en ella, lo que fue inútil como todo los demás intentos. La imagen de Bruno se transformaba en Benjamín, aun cuando ambos eran muy distintos, compartían el pigmento de sus pupilas, por lo que le era fácil imaginarse el rostro del chico rubio, sobre el de su hijo. Dejando la fotografía de lado, sale del dormitorio para despejar su mente y no encuentra mejor lugar que hacerlo en el cuarto que le pertenecía a Bruno. 

Al abrir la puerta, se encuentra con Jorge, echado en la cama, mirando su celular, mientras se pajeaba. El muchacho al verla, sonríe. Sin quitar su mano sobre su polla, la invita para que se la coma. Isidora se le acercó a él, pero no para agacharse y complacerlo con una mamada, sino para dar una bofetada y pedirle que se vaya de su casa. No estaba ofendida que él siga pensando que era una zorra, se lo había ganado con todos sus actos en el pasado. 

Lo que a ella le molestaba era que estuviera en la habitación de Bruno, haciendo guarradas. Jorge seguía sin entender el cambio radical que había sufrido su tía, era una mujer totalmente distinta. Debe ser una actuación se decía así mismo, una y otra y otra vez. –“Oye, el juego de hacerte pasar por santurrona ya me está fastidiando”- expresó molesto, esperando algún cambio en el rostro de esa mujer, no obstante, seguía con el ceño fruncido. 

Jorge: ¿En serio crees que me voy a tragar que eres ahora una mojigata? No eres más que una puta y sé que te mueres por agarrarme mi pene. 

Agregó, consiguiendo que Isidora se riera. Su risita era sarcástica y muy molesta, haciendo que la sangre del muchacho hirviera en rabia. 

Isidora: Jorge, tienes razón, soy una puta, pero nunca estuve loca por ti. Solo fuiste un títere más para mí, un juguete que use a mi antojo para saciar mi capricho por mi hijo. Y una vez que él me hiciera suya, tú nunca más ibas a volver a tocarme. 

Jorge: Mientes… 

Isidora: ¿Mentirte? ¿Para qué?, te estoy siendo sincera por primera vez cariño, ahora solo vete. 

Girándose con total orgullo, la cabeza bien en alto y con pasos elegantes se retiraba de ese cuarto. Jorge no lo aceptaba, yendo detrás de ella, intenta tomarla a la fuerza, pensaba que eso era lo que quería esa mujer. Sin embargo, cuando estaba a nada de agarrarla de la muñeca, ella se dio vuelta y le da otra bofetada. –“Cariño, supérame, ¿ok?”- dijo con una sonrisa traviesa en sus labios. Entrando a su cuarto, menea sus caderas de manera sensual y cierra la puerta. 

Jorge se preguntaba si Isidora estaba jugando con él o simplemente había perdido la cabeza. La mujer en su habitación libera una escueta risa, ella tampoco comprendía con exactitud lo que estaba haciendo. Abriendo las cortinas, se apoyó por unos minutos en la ventana, olvidándose que solo llevaba lencería. El viento rozaba su piel y jugaba con su melena negra, se sentía contenta por colocar en su lugar al sobrino de su ex, pero a la vez extraña.    

Así se iría la mañana para Tomás e Isidora, el hombre planificando una orgia y la mujer reflexionando sobre su vida. El psicólogo le envió un mensaje a Adara, quien ya no se conectaba en ese portal, desde el día que se encontraron. La esperanza de volver a ver a esa negrita, ya eran mínimas, comenzaba a aceptar que no haría de nuevo. Durante la caminata de regreso, pensó en querer quedarse unos días más en esa casa de ninfómanas, principalmente para disfrutar un poco más de Chloe. Idea que se esfumo, cuando de pronto su celular vibró por un mensaje.  
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