Sara

Cristo se había casado con una joven perteneciente a una familia muy conservadora. Sara su suegra era muy estricta, no solo en la vestimenta, sino en sus convicciones, y al fallecimiento de su esposo, tras una larga enfermedad, siguió manteniendo un luto estricto.
Me había casado con una mujer bastante joven para mi edad, Catalina, la cual por aquel entonces apenas había cumplido los veintiún años de edad. Provenía de una familia bastante religiosa, y sumamente conservadora en el más estricto sentido de la palabra.
Había heredado una empresa de electrodoméstico de un tío a una corta edad, casi saliendo de la pubertad, y pronto me familiarice con la misma hasta el punto de que amplié la misma, incluso abriendo otros sucursales en distintas ciudades cercanas, por lo que mi situación económica se podía decir que a mi edad de treinta y cinco años, resultaba bastante boyante.
Hasta que conocí a Catalina, mis relaciones con otras mujeres se había limitado algunos encuentros amorosos, pero sin nada serio. Pero al conocer aquella joven, me quedé prendado, no solo por su precioso cuerpo y belleza, sino por la sencillez del trato con la misma, muy casera, y casi nulos vicios, en contraste con como otras mujeres que había conocido.
Tras unos meses rodándola, por fin la relación fue más estrecha, y pronto le prepuse matrimonio. Evidentemente ella era virgen y en ningún momento me permitió propasarme con ella. Era de las que se conservaban vírgenes hasta el matrimonio. La verdad es que me había enamorado de aquella joven, y creo que ella también de mi. Por ello pronto decidimos casarnos.
Era hija única, y sus padres cuando lo supieron inicialmente lo desaprobaron. No obstante, mi situación económica y al ver mis intenciones bastante serias de casamiento, al final les hicieron aceptar. Eso sí, me impusieron que la boda tenía que ser por la iglesia y con todas las de la ley. Y así fue como contraje matrimonio con aquella joven de veintiún años, y con la que aún sigo casado.
Mis suegros como les indique eran muy conservadores y sumamente religiosos, estrictos en el obrar y hasta el la vestimenta. El padre de Catalina, Gerardo, era un hombre de unos cincuenta años, pelo ya casi blanco, bastante rudo, pero que desde que lo conocía mantenía una enfermedad crónica de pulmón que le hacía permanecer bastante tiempo hospitalizado.
Sara, su madre era una verdadera señora. Había tenido a mi esposa bastante pronto. Tal es así que cuando me case con Catalina ella aún mantenía unos 39 años. Pese a ser de una extrema belleza que se percibía claramente en su cara, apenas podía verificar el resto de su cuerpo, ya que siempre vestía conservadoramente, con blusas casi hasta el cuello y trajes que le llegaban hasta las mismas rodillas. Ni siquiera sus brazos dejaba al descubierto. Deducía que su cuerpo no era muy grueso, aunque tampoco delgada. Jamás la había visto acudir a la playa ni tomar el sol. Tal es así que me costó bastante trabajo convencer a su hija para que vistiera de manera más moderna y acudiera a la playa conmigo.
A los dos años de casados, ya había nacido mi primer hijo. Mi suegra Sara estuvo en todo momento al lado de su hija, e incluso acudía a casa con frecuencia. Mis relaciones con ella no pasaban de ser las más estrictas, ya que era una persona que por convicción, no hablaba mucho con otro hombre que no fuera su esposo.
Sin embargo, mi suegro pronto enfermó gravemente, y paso el resto de su vida entre la cama de su casa y el hospital. Durante las estancias de mi suegro en el hospital solicitamos a mi suegra que pasara a vivir con nosotros para no estar sola, pero ella se negaba rotundamente.
En ocasiones ella volvía en mi coche desde el hospital hasta la casa, y apenas mantenía alguna palabra. Pero me di cuenta que aquella mujer estaba sufriendo tremendamente con la enfermedad de su marido. Continuaba siendo una mujer bastante joven, con apenas 43 años, y estaba dedicada en cuerpo y alma a su marido y a su casa.
Por aquellas fechas mi esposa quedo nuevamente embarazada de nuestro segundo hijo. Pero las cosas se precipitaron, cuando a los cuatro meses del embarazo, su padre cayó en estado de coma, y mi suegra se pasó gran parte del tiempo en el hospital. Para colmo a mi esposa le recomendaron no acudir tanto al hospital, y mantener mas reposo, porque su embarazo era de riesgo, por lo que me quede encargado de trasladar a mi suegra de su casa al hospital y vuelta, ya que ella nunca ha conducido.
Durante una de esos trayectos en el coche, observe que Sara estaba completamente abatida y cansada. Antes de llegar a casa le dije: - Sara, creo que tiene que descansar. ¿Por qué no se viene a casa y pasa la noche con nosotros y descansa?.
-No… prefiero dormir en mi casa.
-Pero, yo puedo sustituirla en el hospital. Al menos así podrá descansar un poco. El encuentro agotada.- le dije.
-No. Es mi esposo. Haré lo necesario. Vd tiene que cuidar de mi hija, que ahora lo necesita.
Por más que insistí, ella se mantuvo en sus treces. Pero esa tozudez, le llevó a que una noche en que volvía del hospital, ella se sintió bastante fatigada, y muy a su pesar, la tuve que ayudar a entrar en la casa. Viendo que estaba perdiendo un poco el conocimiento, la tome en mis brazos y la llevé hasta la cama de su dormitorio.
Ya en la cama, siguiendo las instrucciones que siempre me han recomendado para esos casos, decidí levantarle los pies en alto, para que el riego sanguíneo fluyera hasta el cerebro. Le retiré los zapatos que llevaba y tome sus pies y los levanté en alto. Al realizar aquella acción, parte del vestido largo que llevaba se recogió y pudo apreciar por primera vez las hermosas pantorrillas de mi suegra. Me sorprendió contemplar la blancura de sus piernas. Era evidente que nunca esa parte del cuerpo había tomado sol.
Sin poder evitarlo, pese lo embarazosa de la situación, ver las pantorrillas de mi suegra, con aquella blancura, sin apenas venas algunas, me excito. Mi sorpresa fue tal que sin poder evitarlo, subí un poco más sus piernas, haciendo que su vestido se recogiera más, pudiendo contemplar los muslos de aquella mujer. Note que sin ser gruesos eran unos muslos hermosos, pero tremendamente blancos. Casi pude contemplar las bragas de la misma, pero al momento ella se recupero.
Al volver en si me pregunto: -¿qué me ha pasado?..que hace en mi dormitorio… , oh me está viendo mis piernas.. ¿Cómo se atreve?
-tranquila Sara. Había quedado inconsciente. Tenía que subirle las piernas para que se recuperara. Le conteste.
-No me acuerdo de nada… vale. Pero bájeme ya….por favor.- me contesto algo azorada, viendo como le contemplaba sus muslos desnudos.
-Pero suegra. Soy su yerno. Nada le va a pasar porque le vea sus piernas.
-Jamás nadie me las ha visto sino mi esposo.- me contesto. Dios mio… ¿no dirá nada de esto a nadie?... ni a mi hija.
-tranquilícese Sara. Tampoco es para tanto. ¿Ni que la hubiera visto desnuda?. Venga necesita reponerse. Le voy hacer una infusión.
En la cocina, me quedé algo agitado. Había visto los muslos de mi suegra y me había quedado excitado con la visión de los mismos. Era evidente que llevaba varias semanas sin tener sexo con mi esposa, ya que con su embarazo ella apenas le apetecía. Además le habían recomendado reposo, por lo que consideramos conveniente no tener relaciones. Pero eso me tenía bastante alterado.
Haber contemplado los muslos de mi suegra, mi pene había reaccionado al instante. ¡Joder Cristo, que es tu suegra!- me dije.
Cuando le llevé la infusión, ella la tomo, y note que se comenzó a recuperar. Será mejor que se vaya conmigo a nuestra casa. No puede quedarse sola aquí.
-No. ya se me ha pasado, ha sido un desvanecimiento. Váyase tranquilo.
-Pero Sara. .. ¡vale como quiera!
Al día siguiente por la mañana volví a recogerla. Ya en el coche, me dice:- ¿no le habrá dicho nada de lo ocurrido ayer a mi hija?
-Le indique su desvanecimiento. Pero tranquila, no le indique que le vi los muslos. Le dije sonriendo.
-¿de verdad me vio los muslos?.. oh Dios mío. Es Vd un descarado. ¿Cómo se le ocurre aprovecharse de la situación?.
-tampoco se ponga así Sara. Tenía que hacerlo. Además no sé porque se pone de ese modo. Tiene unos muslos bastante bonitos, debería usar alguna falda para que pudiera lucirlos- le comenté sabiendo que me estaba metiendo en terreno algo pedregoso.
-pero que dices. ¿Cómo se te ocurre decirme eso?... Dios mío no pensé que fueras tan… tan…
-termine suegra. … ¿qué quiere decir?.. ¿Qué soy un pervertido?
-Un hombre serio no se aprovecha de mi situación para ultrajar a una mujer de esa forma.
-coño suegra. ¡Ni que la hubiera violado!... solo le vi sus muslos.
Ella no me respondió más, y se bajo en el hospital. Ya en la noche al pasar a recogerla, la vi bastante deprimida. Y me confesó que los médicos le habían dicho que su esposo estaba muy mal. Ella comenzó a llorar.
Estaba tan deprimida que me baje con ella y entré en su casa. Era una mujer que no acostumbraba a quedarse sola con ningún hombre que no fuera su esposo. Pese a sus protestar, la acompañe hasta dentro de la casa.
Le hice de nuevo una infusión y me senté con ella en la mesa. En un momento dado, ella marcha a su dormitorio y siento que comienza a llorar. Ante ello, me arme de valor y entré en su dormitorio, me acerque a su cama, y la acaricie la cabeza para intentar consolarla. Ella al sentirse tocada por mí, note que se estremeció, pero no dijo nada.
-vamos suegra. Sabe que la situación es difícil. Pero tiene a su hija que también la necesita, y su nieto..
-sin mi esposo, mi vida no vale nada. Oh Dios mío que voy hacer sin Genaro.
En mi afán de relajarla, le pase la mano por unos de sus brazos. Al sentir mi mano, ella se giró. Vi la cara de aquella mujer, con lagrimas en los ojos, que me mira entre agradecida y humillada. Al ver que no quitaba mis manos de sus brazos, se altero, diciendo:
-¿Pero qué haces Cristo?. ¿No pretenderás aprovecharte de nuevo de mi?.
Me quede algo sorprendido, ya que solo pretendía consolarla.
-Pero Sara. Solo quería consolarla. ¿Cómo puede pensar que pretendo otra cosa?.- le dije algo ofendido.
-No necesito que ningún hombre me consuele. El único que puede consolarme es mi esposo. No vuelva a tocarme….nunca más…- exclama alterada.
-Vale Sara. No la entiendo. Soy su yerno, el marido de su hija. Solo pretendía que se sintiera mejor. Pero veo que me toma por un pervertido que solo piensa aprovecharse de vd.
-Lo siento… pero no permito que me toque ningún hombre que no sea mi esposo. Jamás lo he permitido y jamás lo permitiré.- exclama.
-como quiera. Pero creo que ha sacado las cosas de quicio. Tampoco necesitaba ponerse de esa forma.
-¡soy como soy!. Y soy una mujer muy decente- me responde alterada.
Me descompuso su forma de tratarme, hasta el punto que le conteste:- Será muy decente y pulcra. Pero creo que le hubiera venido bien que su marido le hubiera dado unos buenos azotes.
-¿Que.. Como te atreves? ¡Qué pretendes decirme..! Exclamo ella con cara de indignación.
-¡lo que me ha oído!. Creo que su marido la ha mimado bastante. Seguro que aparenta muy conservadora, pero estoy segura que en el fondo es una mujer con sus necesidades como cualquier otra.
-¿Qué me quieres decir con eso Cristo?. ¡Me estas ofendiendo!. No sabía que fueras tan sinvergüenza.
Me estaba sacando de mis casillas. Jamás pensé llegar a aquella situación con la madre de mi mujer. Pero aquella altanería, y aquellas sospechas sobre mí, me alteraron -Mire suegra. Insúlteme cuanto quiera. Pero seguro que en el fondo es una “mujer insatisfecha”.
-queee… sinvergüenza. ¿Cómo te atreves?...¡mi marido es muy hombre!.. ”Pero que te has creído..”
-Lo que Vd. diga. Pero sigo pensando que Vd lo que necesita es un “……”-y me calle por temor a propasarme más. En el fondo creo que me propasé, pero su altanería me había soliviantado.
Ella se levanta de la cama y me increpa con el puño en alto:- ¿que necesito?… dígame… ¿no te atreves a decirlo?. ¿Cuándo mi hija se entere de quien tiene por marido?..¡Salga cuanto antes de mi casa….!
Yo la mire, y sin más, me marche de la casa. Me tenía alterado. Esa noche apenas dormí. No pensé jamás que mi suegra fuera tan desconfiada, y que además me tratara de aquella forma. En mis pensamientos, me dije: -esa putita lo que necesita es que le metan un buen polvo. Seguro que mi suegro con la enfermedad lleva tiempo sin follarla.
Pese a mi enfado hacia la misma, en el fondo aquella mujer me había comenzó a interesar más de lo previsto. Recordé sus muslos blancos, y mi polla se enardeció bajo mi pantalón.
Al día siguiente, fui a recogerla a la casa, y ella se había marchado en el bus. No le dije nada a mi esposa, y por la tarde aparecí en el hospital. Contemple que mi suegra estaba en fase terminal. Sara apenas me contesto. Espere hasta el final, y le dije que la llevaría de vuelta a casa, pero ella me dijo que tomaría una taxi.
-No pensé que fuera así suegra. Venga, olvidemos lo pasado y vengase conmigo.
Pero ella hizo caso omiso y marcho en un taxi.
Al día siguiente, salí para mi trabajo y no fue a buscarla, y así pasaron dos días. Al tercer día, me llaman al trabajo diciendo que Genero había fallecido. Preparamos todo lo necesario, velatorio, funeral y entierro. Durante esos momentos ella iba de un luto negro estricto, al igual que mi esposa. Tras el entierro, mi mujer la dijo que mejor se quedara esa noche en casa. Ante la insistencia de su hija acepto. No paraba de llorar, y mi esposa lo mismo. Al segundo día volvió a su casa, y fueron pasando los días.
Habían transcurrido unos diez días del fallecimiento, cuando mi esposa me pide que le lleve a su madre un poco de comida que había hecho. Me quedé algo cortado, ya que no sabía cómo decirle a mi esposa la actitud de su madre hacia mí, pero dado su estado, tampoco quería preocuparle. Por ello me arme de valor y decidí acudir a la casa de la suegra. Al abrirme la puerta se sorprendió de mi presencia:-
-¿a que ha venido? ¿No le he dicho que no quiero verlo en esta casa?
La mire desafiante y le dije:- No he venido por mi propio interés, sino a petición de su hija. Le he traído un poco de comida.
Ella entre nerviosa y agitada, me dejó entrar, tomando los tapes que llevaba y se dirigió a la cocina. Yo la seguí. Observe el caminar de aquella mujer hacia el interior de la cocina. Llevaba un traje totalmente bajo hasta las rodillas, completamente negro, y por encima casi a la altura del cuello, sin escote alguno. No obstante, no llevaba ninguna chaqueta o rebeca, por lo que pude distinguir claramente la silueta de sus pechos. Yo seguía sin mantener sexo con mi esposa y tenía los testículos llenos de semen y testosterona.
Contemple igualmente su trasero, que se vislumbraba bajo el vestido que era de caída libre y se adhería a su cuerpo. Al agacharse en el poyo para recoger unos calderos, note perfectamente la formación de su trasero. se me antojó bastante bien diseñado. Ella se percató de mi mirada, y me dice:- pero.. ¿No me diga que me estaba mirando el culo? … Es que no tienes bastante...
Yo me recompuse, y le conteste:- la verdad suegra. No se lo había contemplado como hoy. ¡Pero seguro que al desnudo tiene que ser un trasero perfecto!.
-queeee- se rebota ella.
-Lo que le digo. Que seguro que desnuda tiene que tener un trasero bastante apetecible. Le comenté. Aquella zorra me tenía ya cabreado con sus monerías, y su actitud altanera.
-Insensato… respétame que soy tu suegra.
Me percaté de su mirada hacia el paquete que se había formado en mi pantalón, ya que mi pene se había envarado, por lo que mi bulto era bastante ostensible, y yo no hacía nada para evitarlo.
Su cara enrojeció, cambio de color, y me contesta: …oy no… y encima… te has empalmado. Pero…. ¡que te has creído que soy? ¿Una cualquiera?
Yo decidí arriesgar un poco, le levante de la mesa y me acerque hasta donde ella estaba. Al verme que iba decidido hacia ella, se echo contra el poyo, y tomo una sartén que tenía al lado con la intención de golpearme. Y me dice:- como te acerques más no respondo.
Pero, yo en ese momento estaba lanzado. Logre sortear el sartén que había levantado con su mano, se lo quite, y la sujete por primera vez contra el mismo poyo de la cocina, atrapando su manos entre las mías para que no pudiera golpearme.
-pero que haces desgraciado. Suéltame… que me sueltes…te digo.
Pero yo estaba decidido a saciar mis ansias con ella. Sabía que era una temeridad lo que iba hacer. Pero, quería en el fondo someter el orgullo de aquella hembra. Era mi suegra, pero quizás eso ahora más me enardecía. Sin pensarlo mucho, solté una de mis manos, y tiré del vestido por la parte de arriba, no tenía escote alguno, pero logré alcanzar la parte superior, y tire con tal fuerza que rasgue toda la parte delantera del vestido abriéndolo en dos.
Ante mis ojos apareció el torso de mi suegra, solo cubierto por un sostén igualmente de color negro, sorprendiéndome el intenso color blanco de su piel, donde salpiqueaban algunos lunares que la hacían más apetecible. Era increíble, le había roto todo el vestido por delante a mi suegra.
-oh que haces…. Me has roto el vestido…. Oooo estás loco….¡voy a gritar!..,¡te voy a matar…!- exclamo ante la sorpresa, sin apenas tiempo para reaccionar, intentando golpearme.
Yo tampoco le di tiempo a pensar. Y con mis manos, como si de un autentico sádico se tratara, tiré de su sostén hacia los lados, con lo que quedaron al descubierto un par de preciosos pechos, completamente blancos, casi color leche, pero que remataban en unas pequeñas areolas negras y unos pezones terminados casi en punta. ¡Mi suegra era una preciosidad!. Ver aquel par de pechos, no muy grandes, pero si sumamente firmes y con aquellos pezones tan tiesos, casi me lleva a una eyaculación.
-oh cabron… me has desnudado… voy a gritar. Te van a meter en la cárcel…
-grite cuanto quiera suegra. Pero en el fondo es una putita que está necesitando que su yerno se la folle. ¡A que si putita! exclame totalmente salido y decidido a ir a por ella.
-Encima de insultas… sinvergüenza…
No sé como lo hizo, pero logró soltarse de mí. No obstante, al intentar zafarse gran parte de su vestido, especialmente la parte superior se rompió, observando como grandes tiras del mismo se quedaron en mis manos. Mi suegra, al intentar escapar había quedado totalmente desnuda de cintura para arriba. Observo que corre hacia su dormitorio, sujetándose como podía el resto del traje, evitando quedar desnuda.
Pero, yo no estaba dispuesto a dejarla, por lo que corrí tras ella, e impedí que pudiera cerrar la puerta del dormitorio. Tras un forcejeo, al ver que no podía, optó por ir retrocediendo, hasta tropezar con su cama. En un intento de taparse sus pechos desnudos, se colocó de espaldas a mí. Entonces, llegue hasta ella y desde atrás la sujeté contra mi cuerpo. Ella intentaba taparse sus pechos con una mano mientras con la otra trataba de impedir que el resto de su vestido cayera al suelo, aunque al final terminó por sujetar su vestido con las dos manos, quedando desprotegida su parte superior.
Al no poder protegerse sus pechos, pronto una de mis manos alcanzaron aquellas preciosas domingas, colocando mis dos manos sobre ellas. La sensación fue indescriptible: estaba sobando las tetas de mi querida suegra, comprobando la dureza de las mismas, y la forma empitonada de su pezones.
-oh no me toques los pechos… oh Dios mio me vas a mancillar… por favor suéltame…- decía intentado con movimientos de su cuerpo evitar que le continuara acariciando sus pechos.
-joder suegrita. Que buenas domingas tiene. ¡Esta mas buena de lo que creía!. …seguro que llevaba tiempo sin que le acariciaran las mismas… ¡verdad putita!- le decía una y otra vez, con palabras algo insultantes, pero que pese a todo, veía que nos excitaba más, tanto a mí como a mi suegra.
Ella en un intento de evitar, que la siguiera tocando sus pechos se echó sobre la cama, aplastando su cuerpo y sus pechos contra la misma. Con dicha acción quedó medio cuerpo fuera de la cama, concretamente su trasero y piernas, y manteniendo la parte delantera sobre ella.
Al comprobar cómo se había colocado, me fije que se había en situación de a cuatro patas. Sin dudarlo, le subí su vestido negro por la parte trasera, subiéndolo hasta la altura de su cintura, con lo que ante mi vista quedó la visión impresionante de las nalgas y trasero de la madre de mi esposa. ¡qué visión!
-oh que me haces cabron… el vestido nooooo… no me subas el vestido oooo
Me quede casi anonadado al contemplar aquel precioso trasero de hembra: joder mi suegra, mantenía unas nalgas totalmente blancas similar al color de la leche, algo gruesas si, sin una sola vena, con unos muslos espectaculares y sin pizca de ninguna vena exterior. Mi tranca creció aún más bajo mi pantalón. Como era de esperar, la braga que portaba era bastante conservadora.
-no sueltamente Cristo… te voy a demandar… te denunciaré…0h Dios mio…
-Cállese suegra. Pero… ¡que buen trasero tiene!.
La observe de arriba abajo, y opte por arrancarle la única prenda que le quedada: sus bragas. Por ello, sin muchas contemplaciones, tire de su braga casi arrancándosela, hasta que la misma cayó al piso. Ella al sentirse desnuda, intento revolverse, pero la sujete bien, empotrándola contra la cama.
Contemplé con detención el hermoso culo desnudo de mi suegra que ahora tenía a mi disposición, especialmente en aquella posición al estar agachada sobre la cama y con todo su culo en pompa. La blancura de su piel destacaba claramente, sorteada con algunos lunares y algunos vellos negros, tanto en sus nalgas como en sus muslos, evidenciando que no era de las que se depilaran con frecuencia.
Era digna de admiración la escena que tenía ante mí. En mi vida había visto varios culos femeninos, pero el de mi suegra era algo singular. La blancura de sus nalgas lo hacía sumamente excitante. Notaba como mi nabo iba a reventar el pantalón de un momento a otro al contemplar aquella maravilla de trasero.
La obligue a separar un poco las piernas, para poder contemplar mejor su entrepierna. En ese momento puede apreciar claramente el agujero de su ano, de forma completamente circular, e intacto. Mi suegro nunca la había horadado por ahí, eso saltaba a la vista.
Me fije más abajo, y me detuve en su entrepierna, constatando que la madre de mi esposa no se depilaba mucho el vello, ya que encontré un espeso monte de abundante vello, y por fin destaque la preciosa raja de su vagina. Aquellos vellos negros, y el color piel de los labios de su coño, destacaban claramente entre la blancura de sus nalgas y de sus propios muslos. ¡Tenia a un portento de hembra a mi disposición! ¡No veía la hora de clavar mi nabo en aquella frondosa vagina! ¡Aunque fuera mi propia suegra!
Pase mis dedos por los labios exteriores de su vagina, comprobando que pese a todo, aquella mujer estaba lubricada. Ella al sentir mis dedos en su parte más íntima, exclamo:- Oh no… ¡quite sus manos de ahí…! ahí nooo
Vamos suegra. Se queja mucho. Pero estas bien mojada. ¿Seguro que estas ansiosas porque te meta mi polla verdad?
-cabron… ¡estás loco!... no puedes meterla… ni lo intentes.... te voy a matar… lo decía intentando quitarme de encima, pero yo la mantenía bien sujeta, y sin apenas poder moverse de la posición de sometimiento en que se encontraba.
Mis dedos acariciaron una y otras vez los labios de su vagina, comprobando como me embadurnaba los dedos con sus jugos. Abrí un poco sus labios, haciendo que apareciera a la vista su vagina en toda su plenitud, dejándome contemplar el interior de la misma. No parecía que aquella mujer, pese haber tenido una hija, tuviera una vagina muy amplia. Más bien parecía una vagina bastante estrecha. Mis dedos horadaron pronto la misma, logrando meter hasta dos de ellos en su totalidad.
-oh cabron..nooo saca tus putos dedos de ahí..ooo cabron oooo
-estas bien buena suegra. ¡Se ve que estas jugosa!. ¿Necesitas mi polla? ¿verdad putita?. Joder suegra “me la voy a clavar como Cristo que me llamo”.
-nooooo ni se te ocurra… “no puedes violar a tu suegra”.
Sin contestarle, me solté la correa del pantalón dejando caer el mismo al piso. Ella se dio cuenta de todo ello, intentando sacudirme de encima, pero la tenia bien sujeta. Luego baje un poco el slip, y mi pene salió envarado. La realidad es que sin ser un mandingo, la naturaleza me proveyó de un buen látigo, no solo por su longitud sino también por su grosor. Tal es así, que para poder desvirgar a su hija, tuve que llevar a cabo varios intentos, ya que ella siempre se quejaba y se asustaba al ver el tamaño de mis genitales.
Mi pene ahora, tras muchas semanas sin sexo, estaba como un verdadero cañón. Era tal la empalmadura que incluso se me había descapullado, y ya manaba líquido presiliminar por el glande. Las venas que atravesaban mi nabo se encontraban tal inflamadas que parecía que mi pene era el doble de grueso. Ante ello, decidía que era hora de calvar a la suegra. Sumamente, como un semental preparado para montar a su yegua, excitado abrí un poco más las piernas de la misma, y acerque mi cipote a su panocha. Ella al sentir mi nabo entre los labios de su vagina exclamo – oh no Cristo… no me la metas… no seas loco…
-cállese suegra. En el fondo lo está deseando. Ahora no tiene hombre que se la folle. ¡Yo seré a partir de ahora su macho!.
-oh cabron nooooooo- terminó exclamando al sentir como mi daga ingresaba más de la mitad dentro de su vagina, con mi primera penetración.
-ooo nooo lo has hecho ooooo nooo… sacalaaaa
Pero antes de que ella rechistara otra vez, con un buen golpe de riñones le terminé de alojar mis 22 cm de daga en su cueva.
-ooo no saquela ooo que daño…ooo
Como ya había comprobado su vagina era un poco estrecha, y parecía como si tras su primer hijo, hubiera pasado tanto tiempo, que su vagina se había vuelto a estrechar. Las paredes de su vagina apretaban mi daga en un intento de expulsarla. Pero lejos de amilanarme, eso más me acicalaba a continuar.
-oh suegra, que coño mas delicioso. Joder putita, ..que estrecha estás. ¿Acaso el suegro no se la follaba? ¿Está claro que lleva tiempo sin una buena polla ¿verdad?
-caya… por favor sacala oooo
Sin más contemplaciones, comencé a perforar una y otra vez aquella vagina, entrando y sacando mi nabo dentro de ella, con penetraciones cada vez más profundas. Mi verga estaba más dura de lo que nunca recuerdo haberla tenido. El calor del coño de mi suegra, el estar follando un trasero tan blanco, me enardecía y mantenía mi erección al máximo. Por ello, mis penetraciones abrían completamente la vagina de la suegra. Sentía como mis testículos golpeaban una y otra vez en su trasero, evidenciando que la tenía bien clavada.
-oooo por favor… ooooo
Pese a sus protestas, que yo ahogaba con mi constante bombeo de mete y saca, pronto fueron decayendo, hasta el punto de que me di cuenta de que aquella hembra comenzaba a gozar de la clavada que le estaba dando.
-así suegra. Goce de la polla de su yerno…. ¡se le que gusta!.. ¿Verdad que le gusta mi polla?...la estoy atravesando bien… eh putita…
Ella comenzó a gemir una y otra vez, notando que no tardó mucho en ver como las paredes de su vagina se contraían al máximo, en un intento como de triturar mi pene entre ellas, para luego acabar explotando y dejandose venir en un intenso orgasmo.
-oh Dios mio noooooo ooo
La deje que se recuperara, pero siempre dejando dentro mis 22 cm de carnea. Al ver que se recuperaba, le dije:- ¡te has corrido a gusto eh suegra… se ve que lo necesitabas!... pero esto no ha acabado.
Ella no respondió, sin embargo note que colaboró a medida que la seguía bombeando una y otra vez, cada vez con más presión. La hice incorporarse para que se colocara en cuatro con las piernas sobre la cama, y sorprendentemente ella acepto. Ahora tenía a mi suegra en posición de perrito al borde de la cama, con todos sus pechos colgando. Sin poder contenerme a medida que la clavaba alargue una de mis manos y comencé a sobar su pechos, y pellizcar sus empitonados pezones.
-oh no ahí no oooo cabron… me vengo otra vez ooooo
Estaba claro que el toqueteo y manoseo de sus pechos aceleraron su segunda venida. Este segundo orgasmo fue incluso más intenso que el primero. Tras acabar, la hice girar y la coloque boca arriba sobre la cama, abriendo sus piernas al máximo.
Ella se quedó sorprendida ante mi rápido movimiento. Ahora tenía a mi suegra frente a mí, con todos sus pechos al descubierto, y con una visión inconfundible de la plenitud de su frondosa vagina.
Ella también contempló por vez primera la pujanza y dimensiones de mi verga. Note su sorpresa en los cambios de su cara. Era obvio que mi suegro no tenía unos genitales muy grandes.
-que le parece suegra. Le gusta la verga de su yerno. Noto en su ojos, que le gusta ¡a que si!
-pero Cristo. Oh Dios mio…yo no estoy protegida. ¡Me estas cogiendo sin preservativo!... ¡aun soy fértil!... no debes volver a metérmela.
-ya sé que aún sigue siendo fértil. Pero eso no le va a librar de una buena corrida dentro de su coño.
Mientras le decía esto, coloque mi verga a la entrada de su vagina, y presioné y le ensarté todo mi nabo hasta las pelotas. Ahora aquella hembra si estaba bien lubricada. Sus venidas anteriores la habían relajado y se encontraba sumamente mojada.
-oh no ooo …otra vez noooo.
Comencé a clavármela en esa posición. Me la estuve follando en durante varios minutos. Pero me di cuenta, con sorpresa, que mi suegra era multiorgásmica, ya que pronto alcanzó un tercer orgasmo, sin que yo dejara de mandarle verga una y otra vez.
-ooo siioo ooooo
Cuando me di cuenta de que estaba por venirme, lo pensé: sabía que mi suegra era fértil. No sabía si estaba cerca de sus días de ovulación, pero yo quería descargar dentro de ella. Por ello, tome sus piernas, y la coloque en alto sobre mis hombros. En esa posición su vagina quedo expuesta y a plena disposición de mi pene. Entonces, me eché un poco sobre ella, con lo que parte de sus piernas quedaron dobladas sobre su propia barriga, quedando expuesta totalmente su vagina. Ahora tenía completamente abierta y a mi plena disposición el coño de mi suegra. Mi nabo entraba como una perforadora horadando aquel coño sin parar. ¡perforar aquella mujer me estaba produciendo un placer inmenso!
Mi suegra se percató con que iba a terminar corriéndome dentro de ella. Eso la agito más, y me dijo:- oh Cristo no me desgracies… ooo no te corras dentro… puedes embarazarme… por favor … oh Dios mío lo vas hacer ooo
Vamos suegra. Tengo los huevos totalmente repletos de lechita. Llevo tiempo sin follar a su hija. Y necesito descargarlos- le dije para excitarla aun mas.
-No por favor Cristo, Piense que lo que hacer…. No se imprudente…
-ábrase bien suegra. Quiero que mi leche le llegue bien adentro…. Oh ..ya me viene. Oh suegra la voy a llenar… o siiii
Mi semen manó como un torrente de espeso semen que terminó vertiendose dentro de la vagina de la esposa de mi mujer. Notaba que mi corrida estaba resultando sumamente copiosa, (quizás de las mejores corridas de mi vida). La gran cantidad de semen en ebullición que lance se deslizó dentro de la intimidad de mi suegra, chocando contra las paredes vaginales y regando su sexo fértil. Regueros de mi caliente leche inundaron la vagina adolorida de la misma (bastante inflamada por mis intensas penetraciones durante más de veinticinco minutos), y que seguro alcanzaron el útero de la mujer.
Era tan abundante mi corrida que parecía que nunca me iba a acabar, ya que continuaba vertiendo más y más esperma. Era evidente que tenía bastante semen almacenado en mis testículos durante varias semanas de abstinencia.
-oooo me llenas oooo siiii… o Dios no paras…. o Cristo… me vas a terminar preñado ..ooooo no puede ser oooo
Cuando acabe, me di cuenta de que la vagina de mi suegra debía de estar medio llena. Le había plantado tanto semen en ella, que parecía que nunca fuera acabar. Cuando por fin decidí salir de ella, note como mi suegra sintió algo de alivio al ver retirarse mi nabo saliendo de su entrepierna. Me fije en la abertura del coño de la madre de mi esposa, con os labios super irritados, inflamados, y con restos de mi semen brotando de ella. ¡la visión era apoteósica!
Ella también observó mi pene, aún con una buena erección, y con restos de semen también goteando en la punta, a la altura del glande.
-Que has hecho Cristo. Te has corrido dentro. ¿y si me has embarazado?.. exclama ella.
-¿No creo que este ovulando verdad?- le interrogue.
-No creo. Pero aún así es peligroso. ¿Cómo se te ha ocurrido?... cabrón me has violado. ¡Has terminado violado a tu propia suegra!...¡esto no va a quedar así! ¿y lo sabes? Me comentó en plan amenazador.
-que quiere suegra. ¡Quiere denunciarme!.. ¡a que espera!.. Llame a la policía… ¿no creo que quiera dejar a sus nietos sin padre?.
-no juegues con eso. Sabes que lo que acabas de hacer es una monstruosidad. ¡Has violado a tu propia suegra!
-Ya. pero ¿no me diga que no le ha gustado?. A ver míreme a los ojos, y dígame que no ha disfrutado del tremendo polvo que le he echado.
-claro que no… me dice ella, medio nerviosa, pero ruborizada.
-ya. Por eso se ha corrido, no solo una, sino tres veces. Sabe lo que pienso suegra: “que va a necesitar que me la siga cogiendo con frecuencia”. Su coño a conocido a un verdadero macho y ahora no va a poder estar sin el.
Ella me mira, y me contesta: - acaso piensas volver a violarme. ¡Esto no puede volver a ocurrir!... se detiene y me pregunta: ¿pero ya no quieres a mi hija?
-claro que si suegra. Pero ella ahora con su embarazo de riesgo no me deja hacerle el amor. Necesito desahogarme.
-y lo ha hecho con su suegra. ¡Vaya sinvergüenza!- me contesta.
-No me arrepiento lo más mínimo. Le decía mientras, me colocaba mi ropa.
Ella observó su traje, y me dijo:- vaya cabronazo. Me has roto el traje y mi sostén. ¡Esta te las cobraré!.
-No se preocupe suegra. Le compraré otro.
Luego salí de la casa de mi suegra. Recogí el tape de comida y regresé a casa. Por el camino iba pensando en lo ocurrido. Había sido temerario por mi parte, pero jamás recordaba haber disfrutando tanto de un polvo. La suegra tenía un cuerpo espectacular. Solo pensar en ella, se me volvía a endurecer el nabo. Sé que aquella mujer era muy conservadora y religiosa y el sometimiento que le había hecho había herido su ego personal. Pero, el placer de follarla hacia olvidarme de todas esos prejuicios.

1 comentario - Sara