Sol de Mayo

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SOL DE MAYO


Marisa era una buena chica, la quería con el corazón, con locura, a mis padres le caía muy bien y para ellos era como una hija y no tenía dudas de quien era, o lo que quería hacer en mi vida.
Es cierto, era joven y no sabía nada de la vida, estaba en mis primeros pasos de vida adulta y eran esos días de saberlo todo y querer comerme el mundo.
Cometimos un error de juventud, la noche que la prueba de embarazo resultó positiva, Marisa se deshizo en llantos entre mis brazos, como una chiquilla, la contuve a mi mejor saber y no pude evitar que algunas lágrimas de angustia rodaran por mi rostro, y en un abrir y cerrar de ojos mi vida tranquila se había llenado de interrogantes.
Acordamos un camino de ida, nuestro bebe llegaría al mundo contra viento y marea, así que nos pusimos en la incómoda situación de compartir la noticia con la familia cercana, sus padres, nuestros padres.

Todo era complicado, ambos estudiábamos, jamás habíamos trabajado y no teníamos un centavo, el miedo a lo desconocido nos devoró y nos sentimos insignificantes. Los padres de Marisa nos consiguieron un pequeño departamento para arrendar, de un conocido que nos haría un precio de alquiler casi de regalo. Nos ayudaron también un poco entre todos a amoblarlo, y aun así era demasiado para nosotros
Pero también era cierto, que, si queríamos formar pareja, debíamos ganarnos nuestro sustento, no podíamos depender de las limosnas de mis padres, ni de mis suegros
Con veinte años, sin muchos estudios y sin nada de experiencia, me era muy difícil conseguir un empleo estable y eran mas problemas que soluciones.
Fue gracias a mamá, por amigas y conocidos, dieron con algo temporal, eran apenas tres meses, algo así como una pasantía en un colegio de la zona, nada especial, para hacer tareas de limpieza, las aulas, los pasillos, los baños, y toda la estructura edilicia, la paga seria poca, pero mejor a nada y al menos seria mi primer empleo

Así empecé, y los horarios de trabajo se me hicieron complicados, muchas veces tenia que quedarme hasta tarde, cuando el turno de estudios vespertino se retiraba cerca de las seis de la tarde, y en esas horas posteriores, en la soledad interminable del enorme edificio, me tocaba trapear de un lado a otro, lejos del bullicio de los chicos, de las voces de los maestros y las visitas de algunos padres.
Así conocí a Brian, un chico de apenas veinte años que el azar lo pondría como compañero casual de actividades
Al igual que yo hacia sus primeras experiencias, casi por imposición de su padre que se había cansado de mantenerlo en su vida de holgazán
Y comenzamos a convivir y a compartir horarios, charlas de por medio me enteré cosas de sus vida y sin quererlo casi que pasaba mas horas con él que con mi compañera.

Brian era un chico extrovertido y charlatán, de lindas facciones, de esos perfeccionistas con su cuerpo, pasaba sus ratos libres en un gimnasio y era obvio que era un galancito ganador con las chicas.
En esas charlas de varones, el hacía propaganda al tamaño de su miembro y me confesaba que se había cogido a chicas y a chicos por igual, que le excitaban los culitos gorditos, blancos y depilados y sin imaginarlo sus palabras lograban excitarme, aunque no quisiera admitirlo,.

Pasaron algunas semanas, Marisa, empezaba a ponerse esquiva conmigo, por un lado, el embarazo la tenía concentrada en el bebé que estaba en camino, con nulo apetito sexual y la incipiente pancita que según sus palabras la hacían ver gorda, celándome por cualquiera que se cruzara en nuestro camino, originando tediosas discusiones que honestamente, me sacaban de quicio.
Y en paralelo, Brian empezaba a sacar algo escondido, algo secreto de mi, y solo notaba que empezaba a sentirme mas a gusto con él en mis horas de trabajo que con ella en mis horas de hogar.
Nunca había estado con un hombre, nunca imaginé hacerlo

Ese lunes habíamos hablado mucho de sexo, Brian me había contado sobre su fin de semana, según sus palabras se había cogido a un chico que era un afeminado asumido y le había dado unos pesos a cambio, el bastardo había sido muy vívido con sus palabras al punto de llevarme a una excitación no imaginada en ese momento.
Estaba por oscurecer, casi terminando la jornada, fui al baño a orinar, de rutina, pensando ya en volver a casa, Brian llegó minutos después, solo a lavarse las manos, y cuando fui a hacer lo mismo, quedamos lado a lado, nos miramos al espejo en silencio, sin cruzar palabras, solo miradas, fui a secarme las manos y en un descuido Brian estaba a mis espaldas, me tomó por los hombros y me giró, quedamos frente a frente, aun con sus manos en el mismo sitio empezó a empujarme hacia abajo

Pará Brian! que haces?

Pero el no respondió y siguió forzando, y yo solo no pude mas que acompañarlo y casi sin voluntad propia había caído sobre mis rodillas, mi rostro había quedado a la altura de su cintura y un cosquilleo interminable recorría mi piel
Brian soltó la hebilla de su pantalón, y en rápidos movimientos los dejó caer hasta sus rodillas, una verga enorme descansaba en una excitación contenida, era gruesa y larga, y sus testículos y su pubis lucían completamente rasurados, y sentí en mi propio sexo un deseo desesperante de tocarme
Brian puso entonces sus manos en mi cabeza, a la altura de mis orejas y solo apuntó su verga dura en mi boca
No supe porque lo hacía pero la intriga me ganaba, y su sexo pareció acariciar mi lengua hasta topar en mi garganta, era demasiado gruesa y apenas podía rodearla con mis labios, y solo hizo un mete saca pronunciado, una y otra vez

El estaba excitado con el juego, desde un punto superior me miraba entre gemidos y cada tanto me decía algo como

Claudio! Claudio! yo sabía, siempre lo supe

Pero yo no quería ni podía contestar, su verga era tan grande que cubría cada hueco de mi boca y hasta me costaba respirar con normalidad, estaba muy agitado y caliente y sentía un rico sabor a hombre en mis papilas gustativas, y en la sigila del incipiente anochecer, en la complicidad que nos daba esa baño clandestino, me deleitaba con mi primera experiencia.
Brian no tardaría mucho, se ayudaba con su mano y en un momento me pidió que abriera bien la boca y que lo dejara ver lo que hacía, sentí que apoyó el glande en mi lengua, se masturbaba con fuerza, solo cerré los ojos
Como disparos de metralleta su melaza espesa golpeó en el fondo de mi garganta, solo me preocupaba por dejarlo pasar, por tratar de tragar sin que eso implicara cerrar los labios, porque el estaba mirando y yo disfrutaba con eso
Brian no dejaba de largar leche, como una manguera fuera de control, y mi boca no tardó en verse inundada por su semen, y que decir, me sentí glorioso, y me preocupé de tragar hasta la última gota.

Me incorporé satisfecho, sentí mis piernas un tanto acalambradas y sin decir palabra alguna dimos por terminado el juego, él guardaba su anguila entre sus prendas mientras yo aun disfrutaba su sabor, un sabor desconocido hasta ese momento para mi, pero que como una droga me había hechizado.
Curiosamente tampoco hablamos mucho de lo sucedido en los días siguientes, seguimos como compañeros de trabajo. Obviamente Marisa no se enteraría de lo ocurrido, para mi solo había sido un tonto juego, pero cada vez que estaba con ella lo recordaba a él
El tiempo pasaba demasiado rápido, los tres meses de empleo llegaban a su fin y supondría despedirme de Brian, mi compañera lucía ya una pancita apenas sugerente y nuestras cabezas giraban en esos días en encontrar otra forma de ganarnos la vida, porque estaba claro que ella, en su estado de embarazo no podría afrontar un empleo.

Era la última semana, ya sabíamos que todo se terminaba y Brian me había confiado que harto de discutir con su padre haría un viaje al Perú, a buscar una nueva vida, no sabía que bicho le había picado pero sabía que no volvería a verlo.
Brian tenía que salir con una chica por lo que había ido a tomar una ducha para estar presentable, me dijo que lo cubriera por si pasara algo y mi idea fue sorprenderlo.
Le di un tiempo prudente y cuando consideré oportuno me escabullí en el baño, el estaba desnudo secando su cuerpo, aun caían las gotas por su húmeda piel, su verga se bamboleaba de lado a lado en forma inquieta y solo no pude dejar de mirársela con demasiado deseo.
El entendió de inmediato porque estaba ahí y con una mirada me dejó saber que estábamos en la misma sintonía, solo que esta vez el se sentó y yo lo hice a su derecha, para tomar la iniciativa y el control del juego


Sol de Mayo


Con solo el roce de mi mano y apenas unos besos la pija de mi amigo se puso gigante, empecé a masturbarlo, a lamerle el glande a acariciarle las bolas, el desde arriba intentaba empujar mi cabeza hacia abajo para que se la comiera toda, pero era demasiado grande y por mas goloso que me portara, solo no podía con tanto.
Desde mi posición elevada, donde veía el piso y sus pies, recorría con sumo placer todo lo largo de su sexo, acariciando con mis manos sus ricos testículos.
La situación que se daría sería tan impensada como improvisada, Brian empezó a acabar con mucha fuerza, como una fuente de agua en un parque su esperma pegó con fuerzas en el fondo de mi garganta y solo lo dejé caer por su propia gravedad, más acababa más dejaba caer y cuando terminó, todo su glande, sus bolas, su tronco estaba impregnado en una espesa y excitante capa de crema blanca y entonces vendría lo mejor

Como contarlo, no se, pero solo seguí chupando y chupando, y su verga siguió rígida como una barra, el aroma a semen caliente era un perfume afrodisíaco y seguía con mi boca lamiendo y llevando de un lado a otro toda esa leche cautivante, mis labios, mis rostros, mi nariz, todo en uno y solo iba de un lado a otro, embardunando todo al paso del juego, Brian no parecía dar crédito a lo que yo hacía y solo me detuve cuando logré su segunda eyaculación.
Todo era un rico enchastre y a pesar de mi contenida excitación, todo había sido perfecto, tenía sus jugos pegajosos impregnados por todo mi rostro y cuando nos miramos no pudimos evitar reír como tontos cómplices.

Como cerrar un libro y abrir otro, de pronto, toda la historia había cambiado, Brian pasó a ser parte de mis recuerdos, nuevamente estaba sin empleo y mi perfecta vida junto a Marisa ya no pareció ser tan perfecta. La convivencia cuando las deudas te agobian y no puedes dar respuesta a las necesidades básicas solo empiezan a asfixiarte, discutíamos por todo, ella quería aceptar el dinero de sus padres como ayuda, pero yo me negaba, mi tonto orgullo no lo permitía. Además, como haciendo cuadro con nuestro pobre departamento, ella se había echado al abandono, estaba descontrolada y solo se la pasaba todo el día comiendo de lo poco que teníamos para compartir. Me desesperé por encontrar un nuevo empleo pero ya no fue lo mismo.
Me odiaba a mi mismo, la odiaba a ella y odiaba esa maldita convivencia que nos estaba devorando en vida, es que cada vez que la tocaba solo recordaba a Brian y yo ni siquiera podía pensar en una homosexualidad, no, para mi solo había sido Brian, un excepción a la regla.

Con la llegada del pequeño Aquiles al mundo, la situación terminó de romperse, ella me dijo que ya no me soportaba, que no quería verme y una mañana de abril, con mi hijo entre sus brazos y una pequeña maleta de mano partió de regreso a la casa de sus padres.
Confieso que soy un bastardo, intenté ser el padre perfecto para el bebé, pero mis ex suegros me hicieron la vida imposible para que me alejara de ellos, de Marisa y de mi pequeño hijo, y con esa excusa solo me saqué un peso de encima, porque aunque suene duro no tenía amor de padre para darle a esa criatura, y solo me sentí libre y sin culpas.

Pasaron algunos meses más, había conseguido un empleo en un taller mecánico bastante conocido y popular, yo era el chico de la limpieza, el de los mandados, el de los encargos, me mandaban de un lado a otro a buscar repuestos, me tocaba limpiar el piso, las herramientas, el baño y a veces me tocaba acomodar los coches, eso era lo que mas me gustaba, que bonitos que eran!
Alquilé un pequeño departamento a unas cuadras del lugar y mi vida pareció acomodarse.
Así conocí a María, una chica del interior que vivía en la casa de su tía, pasaba todos los días por el taller a traer viandas de comidas para el almuerzo, y sin quererlo empezamos a congeniar.
Todo parecía ir bien, pero había dos problemas, ella sabía de Aquiles y me juzgaba en cada oportunidad por ser un padre ausente, y lo que era peor, cada vez que la tocaba, cada vez que le hacía el amor, la enorme verga lechosa de Brian se cruzaba en mis pensamientos.

Ella me decía de convivir, pero honestamente, tenía miedo de repetir mis errores del pasado, me gustaba su compañía, pero, la amaba?

Tenía esa espina clavada, ese día tuve que quedarme hasta muy tarde, había que cumplir con la entrega de algunos coches y solo nos sorprendió la oscuridad aun trabajando. Me di una ducha rápida para ganar tiempo y ya volver limpio a casa, eran casi las diez de la noche, demasiado tarde para preparar la cena para mí solo, así que decidí cambiar de camino para pasar por algún fast food a comprar algo con lo que me antojase. Compré unas ricas empanadas, con un aroma tentador, con una lata de cerveza y luego seguí camino a casa
El azar me llevó sin querer a cruzar por el parque 'Sol de Mayo', un lugar conocido por ser donde prostitutas y travestis venden cada noche su sexo, y me vi envuelto en ese mundo clandestino.

Ella estaba al borde de la acera tratando de captar algún cliente, caminaba desinhibida alumbrada por las luces de los coches, descontracturada, provocativa, extrovertida, alta, con una melena larga y brillosa que se me antojó peluca, con unos pechos enormes que se encargaba de mostrar provocativamente, una cola envidiable entangada en un rojo furioso, botas acordonadas de tacos altos, de menear las caderas de lado a lado, en forma insinuante tratando de ocultar el hombre en ese cuerpo de mujer, sin dudas era una chica trans demasiado bonita, y lo masculino y femenino se confundía en ella, me quedé mirándola como un tonto, hasta que ella notó mi presencia y me dijo hablando 'con los huevos'

Que pasa flaco? te gusto? si no vas a consumir seguí tu camino que me espantas los clientes

Miré al piso avergonzado y una vez mas recordé la hermosa pija de Brian y me llené de deseos, metí la mano en mis bolsillos y saqué todos los pesos que tenía disponibles, extendí mi mano, y ella se acercó, como una ave que se le ofrece alpiste, miró, contó y en forma muy socarrona contestó

Con eso solo te alcanza solo para mirarme

Y pareció desentenderse de mi, me quedé parado, mirándola, pasaron unos minutos, pareció arrepentirse, volvió a mi y me dijo como calculando la jugada

Si querés, vamos detrás de los arbustos, me dejas el dinero, la cerveza y ese paquete que huele tan rico, a cambio te pego la mejor chupada de tu vida.

Algo era mejor que nada y me perdí con ella en la oscuridad, me recosté sobre un árbol, me bajó los pantalones a las rodillas y empezó a chupármela muy rico, lo hacía muy bien, en el fondo era hombre y sabía lo que le gustaba a un hombre, era lo acordado, solo se escuchaban a la distancia los coches en su habitual circular contrastando con la serenata que daban los grillos en derredor.
Todo iba bien, pero de repente ella se paró, no entendí, pero me besó profundamente al tiempo que llevó mi mano entre sus piernas, noté que su verga dura estaba por fuera de su ropa interior e hizo que la masturbara un tanto.

Ella tenía el control, me giró y me dijo al oído

Que colita linda que tenes! papito!

Y mientras lo hacía me acariciaba el esfínter, se había calentado conmigo y me quería romper el culo.
Me inclinó un tanto hacia delante apoyando su mano y sus tetas enormes en mi espalda, refregando su verga entre mis nalgas, y solo me dejé llevar, necesitaba saber de que se trataba.
La chica trans me penetró suavemente, sentí mi esfínter adolorido y me quejé en forma inconsciente, pero ella solo se rio de mi y empezó a moverse en mi interior, lo sentí rico, ella me decía cosas sucias al oído y con el peso de su cuerpo me aprisionaba e inmovilizaba contra una rama que servía de sostén, de la cual yo me tenía para no caerme.
Ella pasó una mano por delante y mientras me rompía el culo me masturbaba y era todo muy rico, demasiado rico, y no pude evitar venirme, y sentir como involuntariamente una y otra vez mi esfínter se contraía sobre su rica pija que se movía frenéticamente en mi interior.

Cuando terminamos, ella sacó el preservativo lleno de leche que cubría su linda verga, lo anudo para que nada escapara y dándomelo me dijo

Un suvenir, para que no me olvides. Novato cierto? Tuviste suerte de principiante, pero la próxima traes dinero, si?

Aun me acomodaba mis prendas con el culito dulcemente adolorido, cuando la vi marcharse, con mi dinero, mi cerveza y mis empanadas, a cambio tenía un forro lleno de leche y una experiencia que jamás olvidaría.

María sigue siendo parte de mi vida, una amiga con derechos, para revolcarnos cada tanto, para hacernos el amor, pero solo eso, entiendo que ella de alguna manera está enamorada de mi, pero yo no puedo prometerle nada, no quiero repetir con ella los errores que cometí con Marisa y con un hijo al que no conozco, y a ciencia cierta no se que es lo que quiero, porque me encanta hacerle el amor, pero también me encanta pasear cada tanto por el parque 'Sol de Mayo' para buscar esas chicas diferentes que sacan ese lado oculto de mi


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