Cami y Seba 7

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Parte 2 http://www.poringa.net/posts/relatos/3500137/Camila-parte-2.html
Parte 3 http://www.poringa.net/posts/relatos/3505584/Camila-parte-3.html
Parte 4 http://www.poringa.net/posts/relatos/3508803/Camila-parte-4.html
Parte 5 http://www.poringa.net/posts/relatos/3516819/Camila-parte-5.html
Parte 6 http://www.poringa.net/posts/relatos/3522254/Camila-parte-6.html

Hacía un tiempo que no veía a Camila. Yo dejé el trabajo para irme detrás de mi jefa a otra empresa, ella se quedó, y la relación se fue enfriando. El hecho de vivir en ciudades distintas, cercanas, pero distintas al fin tampoco ayudaba. Con el tiempo dejamos de hablar completamente.
Pero cerca de un año después de nuestra última cita, tuve que ir a hacer un trámite en el registro civil en La Plata. Se me vinieron a la mente los recuerdos de nuestras aventuras y decidí que no podía no contactarla estando en su ciudad. Siempre me destaqué por mi sentido de ubicación, y por lo tanto recordaba perfectamente donde vivía Camila de la vez que la pasé a buscar para ir a Mar del Plata. Me cercioré, mediante amigos que me quedaron en el trabajo anterior, de que no se había mudado. Al finalizar mis trámites, que me tomaron menos tiempo de lo que pensaba, me acerqué para su zona. Sabía que por el horario faltaba unos cuarenta minutos para que llegara, y rogando que no tuviera algún otro compromiso me senté en un café/heladería a media cuadra, con mesas afuera que me dejaban una visión perfecta de la puerta de la casa de Cami.
Mis cálculos temporales fueron perfectos, y mis plegarias de que no fuera a otro lado fueron escuchadas, porque a los cuarenta minutos casi exactos la vi acercarse hacia su hogar. Pero lo que no había tenido en cuenta y cayó como un baldazo de agua helada ocurrió: no venía sola. La acompañaba un hombre, un viejo de mierda como pensé en ese momento de furia y decepción, pero la verdad es que era un cincuentón en realidad, bien parecido para su edad aunque se le notara algo de panza. Procuré que no me viera, y cuando entró en su casa pedí la cuenta y me iba hacia la terminal de ómnibus. Caminé dos cuadras queriéndome convencer de que seguro era algún familiar, aunque para el caso daba lo mismo porque mi chance estaba arruinada de todas maneras; me sorprendí de mis celos. Pero en ese momento sentí la vibración en el celular. Era Camila.
"Dejé la puerta abierta, entrá sin hacer ruido"
Lo primero que pensé es "cómo me vio?", pero no importaba. Con ciertas dudas, otra vez para mi sorpresa, volví sobre mis pasos, y cuando estuve seguro de que nadie me veía, entré por la puerta de la casa de Cami. Apenas lo hice ella se abalanzó sobre mí y me empujó contra la pared. Se escuchaba el ruido de una ducha atrás. Puso sus manos abiertas presionando mi pecho y bajó hasta arrodillarse. Levantó mi remera, desabrochó la bermuda de jean que tenía puesta y sacó mi pija afuera, y empezó a chuparla como desesperada. La escupía, se la metía hasta la garganta, dejaba hilos de baba para luego comérselos, todo sin decirme una palabra. Habrá estado así unos dos minutos para luego pajearme con la boca abierta. Entre que llevaba un tiempo sin coger, y el morbo de la situación no duré mucho y le di toda la leche primero en la lengua y luego, por decisión de ella, en la garganta. Tragó todo y me mostró la lengua limpia.
- Vení - me dijo agarrándome de la mano y llevándome a su habitación - escóndete acá - me señaló el placard
Pensé en lo trillado del escondite, que no sabía si iba a servir en la vida real como hace en las películas. Pero quizás el hombre, que seguía siendo desconocido para mí y lo mismo su relación con ella, se iba pronto y era sólo para asegurarse. No había terminado de convencerme de eso que lo vi entrar y arrodillarse en la cama, desnudo, mientras Camila se desnudaba parada al lado. Cuando terminó de hacerlo, empezó a besar el cuello del viejo, que ya se había tirado en la cama panza arriba. Ésta era más prominente de lo que parecía en un principio, y tampoco ayudaba lo peludo del pecho. Cami bajó por estos de todas maneras pasando su lengua, y llegó a su pija, de aceptable tamaño y ya dura. La metió en su boca babeándola bien, pero ayudándose bastante con su mano, en clara señal de que quería que acabe rápido. Luego de unos minutos de esa chupada a mi gusto algo mecánica, mi ex amante fue a su mesa de luz y sacó un preservativo. Lo abrió con la boca y se lo colocó al tipo con maestría. Luego se subió a cabalgarlo. Yo miraba todo por entre las puertas del placard, con miedo a que me descubran, pero pensando si la posición que adoptaron no tenía justamente el propósito de que yo mirara. A todo esto el viejo la agarraba de la cintura, y ella subía y bajaba en esa pija gimiendo.
- Cojeme duro dale papi
- Te gusta puta?
- Sí, me encanta
No sonaba forzado lo que ella decía, aunque me dio un poco de lástima por el viejo saber que no estaba sacando ni un diez por ciento de lo que Camila tenía para dar. Luego de unos minutos de cabalgata, el tipo paró.
- Acabaste papi?
- No, pero el trato era por tu culo
"El trato?" me extrañé yo. Pero ya habría tiempo de pedir explicaciones, ahora quedaba mirar y rogar que se vaya rápido para poder salir y descargar toda la leche que ya se me había acumulado de nuevo. Camila otra vez abrió su mesa de luz y esta vez sacó un aceite. Metió dos dedos en el, y poniéndose en cuatro en la cama empezó a introducirlos en su cola. El viejo se acercó.
- Esperá un segundo - dijo Camila - Cojeme así
Se vino hacia el placard donde yo estaba, y apoyó sus manos en las puertas, cerrándolas bien, con lo que yo ya no podía ver nada.
- Te voy a romper el culo putita
- No vas a poder - dijo ella desafiante
- Ah no, mirá - Imagino que ahí empezó a meterla
- Dale más duro puto
- Tomá hija de puta
Fueron no más de dos minutos de bombeada, hasta que la puerta se entreabrió de nuevo, y pude ver a Cami arrodillarse adelante del viejo, que se sacó con apuro el forro y le llenaba las tetas de leche. Ella se esparció el semen por su pecho, lo miró y le sonrió. El viejo fue al baño a buscar su ropa, se vistió rápido y sacó un fajo de billetes de la billetera, lo contó y se lo dio a Camila. Ella, sin recontarlo, lo guardó en su ya a esta altura infame mesa de luz, y le dio un beso en el cachete, formal
- Está abierto
El viejo se marchó. Camila no entraba en mi rango visual, por lo que imaginé que había ido al baño. Salí sin que ella me hablara de mi escondite y la vi limpiándose, frente al espejo. Me vio por éste.
- Te gustó el espectáculo? - por fin me dirigió la palabra
- Así que sos gato? - dije no con rabia sino con calentura
- Es un viejo que conocí en un boliche, no es que lo hago siempre - siempre mirándome por el espejo
- Eso no te hace menos puta. Sos mi puta? - pregunté como comenzando un jueguito
- No
- Cómo que no?
- Y no. Si fuese tu puta hubieses salido del placard a no dejar que me coja cualquiera. Sos un cagón.
No sabía que pensar. Si me estaba jodiendo, si era verdad o, si me estaba provocando como parte del juego. Perdido por perdido me decidí por la última opción. Me acerqué y la apoyé, agarrándola un poco del cuello y de una teta. Ella seguía desnuda y yo me había acomodado la ropa.
- Con mi puta hago lo que quiero, si quiero dejar que un viejo feo se la coja es problema mío
- Jajaja si te estabas yendo, te tuve que mandar un mensaje para que vengas - me burlaba pero se dejaba agarrar.
- Querés ver que sos mi puta?
- Qué vas a hacer? - no había miedo en sus palabras, sólo curiosidad
- Mirá que sucia que sos que no te bañabas después de que te coja un viejo cualquiera
Abrí la ducha fría y la metí adentro. Ella es grandota y yo tengo una contextura normal, por lo tanto de haberse resistido me hubiera sido difícil maniobrarla. Pero no lo hizo. Dejó que la empujara y se metió en el agua helada.
- Eso sólo vas a hacer?
Me saqué la ropa lo más rápido que pude y me metí con ella. La agarré de atrás y le puse la pija en la concha.
- Así te gusta gatito? - le pregunté
- Mmmmmm - gimió
El agua caía entre su cuerpo y el mío. Su concha apretaba caliente mi verga, que entraba y salía mojándose de agua y fluidos. Camila cerró la llave del agua. Le saqué la pija.
- Metémela, qué haces?
Sali de la bañera, la agarré de la cintura y la cargué en mis brazos hacia la cama, sin secarnos ni nada. La tiré boca abajo. Me subí, abrí sus nalgas y se la volví a meter. La agarré del pelo, levantando su cara de la almohada. Le di cachetazos fuertes en la cola que se la dejaron marcada, hasta que me aburrí y la hice dar vuelta y ponerse boca arriba.
- Abrí la boca – ordené y mientras volvía a introducir mi verga en su empapada vagina dejé caer saliva en su lengua. Ella con sus dedos la esparció por su cara y sus tetas. Como vi que le gustó le escupí directamente en los pechos, saqué mi pija y la usé para desparramar mi baba por todo su abdomen. Ella se inclinó y me la empezó a chupar, agarró una de mis manos y la puso en su nuca, como para que la ahogue. No la hice desear. Mientras, ella se pajeaba.
- Metémela ya de nuevo y llename de leche… ya! – me suplicó
La volví a coger pero ella no dejó de masajearse el clítoris como desesperada, y apenas mi leche inundó su interior, de su concha empezaron a salir chorros y chorros de flujo que me empaparon todo el cuerpo. Los dos, especialmente ella, gritamos como desaforados. Me empujó en la cama y ahora Camila estaba encima de mí, lamiendo todos los líquidos resultantes como una gata en celo. Después, emulando al mismo animal, se me acurrucó e hizo que la abrace y puso mis manos en sus tetas.
- De verdad ahora sos prostituta? – pregunté después de unos minutos de descanso en silencio
- Ya te dije que no, fue algo de una vez, me ofreció plata y lo hice, pero me arrepiento. Además hace como un año que ni me hablás, qué te importa lo que hago? – Sobre el final de la frase se había despegado de mi, sentado en la cama y me miraba con enojo.
- Pregunté nada más – dije y amagué a levantarme y vestirme, pero volvió a pegarse a mi cuerpo y empezó a pajearme despacio para hacerme reaccionar.
- No te vayas, quedate a dormir conmigo – me dijo, antes de sorprenderme – y embarazame…

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