Tan lejos, tan cerca (3 de 3)(resubido)

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Como siempre, podes escribirnos a dulces.placeres@live.com, te leemos


TAN LEJOS, TAN CERCA
PARTE 3 DE 3


En ese momento tenía muchísimas ganas de probar, pero también muchísimo temor, si mi mujer se quejaba cuando yo se lo hacía, con la pequeñez que tenía, imaginar todo eso en mi culo, era complicado...
Entonces ella me invitó a pasar a su dormitorio, para estar más cómodos, y ahí fuimos.
Buscó entre sus cosas en la mesa de luz, sacó algunos preservativos, tenía un arsenal de productos íntimos, algunas cremas, lubricantes, y tomó un envase blanco y azul con letras violáceas, me dijo tranquilamente, que lo que yo estaba pasando muchos lo habían pasado - nuevamente noté su fanfarronería alardeando por el tamaño - y me dijo que me relajara, que me aplicaría un relajante muscular, que además tenía un poco de anestesia para facilitar la penetración. Ella empezó a untarme lentamente, se tomó su tiempo y en esos minutos las ideas se agolpaban en mi cabeza, que era lo que sucedía conmigo? qué era lo que estaba haciendo? sentía una lucha interna, mis convicciones, mis pensamientos, mi crianza tiraba hacia un lado, mis deseos, mis ganas, mi excitación hacia otro.



Ella se limpió los dedos embadurnados en una toalla, y mientras el producto hacía efecto en mi culito, tomó un preservativo y empezó a ponerlo en su pene, me explicó que, si el relajante con anestesia entraba en contacto con su verga, la misma se adormecería y la haría perder sensibilidad, así que por eso necesitaba poner una barrera.
Lo cómico de la situación fue ver como ella luchaba para meter su pija dentro del látex, era imposible, y me trajo una sonrisa cuando de tanto forzar terminó rompiéndolo con sus afiladas uñas. Tomó otro maldiciendo y esta vez sí, cubrió hasta donde llegó, unos cinco o seis centímetros del tronco quedaban por fuera del preservativo, mi Dios...



Hizo que me acomodara en cuatro patas, vino por detrás y en verdad estaba nervioso, a pesar del efecto de anestesia local, sentí sus dedos colarse y empezar a jugar, y lo deseaba, en verdad lo deseaba, Samantha empezó a hacer puntería y a empujar lentamente probando mi reacción, poquito a poquito, ella me traía a su lado y yo me escapaba hacia adelante, era mucho, demasiado, dándome una nalgada me recriminó


- Dale! no seas maricón queres?


Fue muy cómico ese reclamo, justo el, justo yo...
Como parecía no querer entrar, ella sugirió cambiar de posición, se sentó sobre la cama y me dijo que yo regulara la penetración a mi gusto, a mi placer, que yo me sentara sobre ella y probara cuanto era suficiente. Me pareció una buena idea, así que le di la espalda y empecé a sentarme lentamente, apoyando mis brazos sobre sus muslos, bajando lentamente mientras ella hacía centro en mi culito.
Empecé a relajarme, intentaba relajarme y dejar que me penetrara, pero era demasiado, forcé todo lo que pude y en algún momento pensé que me había entrado toda, pero ella me dejo saber que quedaba mucho camino por recorrer.

Samantha en algún punto se cansó de mis interminables histeriqueos, y asumió que jamás lo lograría por mí mismo, solo me tomó de imprevisto, y con sus manos pegó fuerte en mis antebrazos hacia afuera, haciéndome perder el equilibrio y caí sentado sin remedio


- Aaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!


Exclamé en un grito sordo, en un abrir y cerrar de ojos me había ensartado con casi treinta centímetros de gruesa carne, creí que me moriría de dolor en ese momento, ella me mantuvo a la fuerza sentado, con todo adentro mientras me susurraba al oído


- Tranquilo, tranquilo... ya está, ya está, está todo adentro papito, solo un tiempo, ya te acostumbrarás...


Y poco a poco me fui acostumbrando, era cierto, como explicarlo, era un dolor terrible, pero un dolor que me daba placer y a más dolor, más placer, era como estar al límite de lo posible, y sin embargo querer más.
Ella empezó a moverse dentro mío, a jugar, y me fui entregando, empecé a disfrutarlo y empecé a gemir como una perra, cambiamos de posiciones, y empezaron los juegos verbales


- Te gusta? te gusta putito que te rompa el culo?
- Si!!!! si!!!! mi amor... me estás rompiendo el culo... ahhh!!!
- Te gusta mi verga? decime que te gusta mi verga!
- Siiii!!! que pija tenes!!! me encanta!!!

Todo fue terrible en esos minutos, de costado, en cuatro, de parados, yo arriba, después abajo, al fin se cansó de hacérmelo, sacó su pija de mi trasero, también el preservativo, apoyó su pene contra el mío y masturbó uno contra otro, era tan sexual, tan único, nos vinimos casi al mismo tiempo solo que yo en tanta excitación no dejaba de acabar, el semen saltaba de mi verga como nunca lo había hecho, al punto que ella empezó a reírse


- Parece que te gustó...




Tan lejos, tan cerca (3 de 3)(resubido)



Cuando terminamos mi pecho estaba todo sucio del jugo de ambos, empecé a limpiarme y ella un tanto reflexiva me dijo

- Te la aguantaste bastante bien, mandé a varios hombres al hospital con el culo roto, no te rías...


Miré la hora, eran casi las seis de la mañana, era suficiente, tiempo de volver, pero Samantha me pidió que me quedara a dormir con ella, cuál era el problema, sábado, no teníamos compromisos, mi esposa llegaría el domingo por la noche, y qué sentido tendría irme en ese momento. Me recosté mirando al techo, en verdad no veía nada porque la habitación estaba a oscuras, ella, como lo hacía mi mujer, en una postura muy femenina se acurrucó sobre mi hombro, y acarició mi pecho hasta que la sentí quedarse dormida. Solo me quedé meditando, Samantha tenía una de sus piernas cruzada sobre la mía, yo estaba acostumbrado a sentir la conchita desnuda de mi mujercita sobre mi piel, ahora sentía una pija terrible que descansaba en paz. Lo hecho, hecho estaba, cerré los ojos hasta quedarme dormido.



El despertar del sábado sería cerca del mediodía, al abrir los ojos vi el techo de la habitación en color rosa y recordé que ese no era mi cuarto, giré mi cabeza, Samantha dormía plácidamente completamente desnuda a mi lado, se la notaba tranquila, relajada y hasta podría decir que su rostro irradiaba felicidad, solo me quedé mirándola, y mientras me perdía en la hermosura de sus curvas toda mi vida se fue agolpando en mi cabeza, esos días en los que odiaba a Angel y todo lo que estuviera en su mundo, la forma en que el destino volvió a juntarnos, como habían cambiado mis valores ahora que él era ella, también recordé a mi esposa, a mi hija, y que no había tenido la mínima decencia en hacerles una llamada, ni siquiera prestar atención a los cuantiosas WhatsApp que habían llegado a mi móvil.
Me levanté con suma sigila, tomé mi celular y me dirigí a la cocina, lejos del alcance de mi amante, antes de marcar pensé las respuestas a todas las posibles preguntas, y solo cuando asumí que tenía todo bajo control me animé a hacerlo.
Traté de sonar lo más natural posible, le expliqué a mi mujer, que había trabajado hasta tarde, que el celular se había quedado sin carga y todas las disculpas del caso, ella confiaba en mí, yo era un buen tipo, así que no hizo demasiados cuestionamientos. Empezó entonces a contarme algunas situaciones de lo que estaba viviendo, el lugar, la gente, lo que harían por la tarde y varias cosas que en verdad escuche sin prestar atención.



De pronto el ambiente se llenó con el exquisito perfume de Samantha, y la sentí llegar a mis espaldas, con sumo silencio, con sumo cuidado, asumo que fue tan peligroso como erótico, mientras hablaba con mi esposa sentí sus pechos desnudos pegarse a mi espalda, empezó a besarme sensualmente el hombro, alternando con inocentes mordiscos, mientras llevó mi mano a su verga, empecé a acariciarlo suavemente y lo sentí crecer entre mis dedos, confieso que me perdí con lo que mi mujer me decía, y antes de cortar, cuando le dije 'cuidate, besos a la niña, te amo', en verdad, solo pensaba en terminar esa conversación para dedicarme a mi amante.
Giré dejando el móvil sobre la mesada, ella tenía una sonrisa pecaminosa dibujada en los labios, solo le dije


- Sos una puta...


La empujé sobre ese frío mármol que daba al ventanal del patio, hice lo que quería hacer, me arrodillé a sus pies y empecé a chupársela, tan grande y gruesa como era, pero esta vez lo hice a lo animal, sin importarme mucho si le podía hacer mal, solo quería atragantarme con tanta carne, ya no me importaba nada, lo masturbé con fuerza, con rapidez, ella solo se fue entregando, su enorme verga pasaba por mucho su ombligo, era perfecta y conforme se la chupaba sentía la dureza de la mía entre mis piernas.

Después de unos minutos intuí que así las cosas no iban muy bien, Samantha estaba sufriendo más que disfrutando, noté que le hacía doler con mis dientes y mis rodillas empezaban a acalambrarse, decidí cambiar de estrategia, empecé a masturbarla con lentitud desde la base y solo acaricié con ritmo la parte inferior de su glande desnudo, con mi lengua, con mis labios.
Ella empezó a caer rendida a mis provocaciones y solo me alentó a que no me detuviera, que así le gustaba, mientras me acariciaba los cabellos.
Lo sentí venir como lava de volcán, no solo que no me detuve, por el contrario, busqué que esos movimientos sean perfectos, y el semen salió expulsado con fuerza hacia arriba, certeros disparos calientes que fueron a parar a su vientre, a mi rostro, sentí su sabor exquisito, denso, pesado, viscoso, yo solo seguí haciendo mi trabajo y logré siete disparos continuos, uno tras otro, llenando todo de leche a su paso.

Samantha estaba fuera de sí, excitada, terminado de gozar una exquisita eyaculación, me incorporé y la besé dulcemente, con mis labios embebidos en sus jugos, muy porno por cierto.
Aun no salía de si, la giré a la fuerza y le hice apoyar su vientre y sus generosos pechos contra el mármol, su rostro quedó de lado contra el amplio ventanal, busqué con rapidez y se la enterré toda hasta el fondo, empecé a cogerla, a llenarme la vista con sus torneadas y bronceadas nalgas, con su diminuta cintura, sus gemidos llegaron a mis oídos y fue un combo demasiado irresistible, no tardé mucho en venirme, en llenarla con mi leche caliente.

Pasamos el desayuno, y mientras lo hacía estaba más y más confundido, miraba en silencio la perfección de sus facciones, era hermosa, pero también me asaltaba la idea que en el fondo ella era Angel, era hombre, tenía verga, y que verga, y sentía mis demonios y mis ángeles en una lucha eterna, entre lo que estaba bien y lo que estaba mal, en lo que pensaba y en lo que hacía, en mi mente y mi corazón.
Intente despedirme, pero ella nuevamente me convenció de que me quedara, y yo sabía que quería quedarme, después de almorzar terminamos de nuevo en la cama, volvió a romperme el culo, que verga tenía, como olvidarla...
Y por la noche, y al despertar el domingo, y hasta nos quedamos todo ese día en la cama, haciendo lo que imaginen...

A media tarde tomé una ducha, tenía que ir a la estación por mi esposa y por mi pequeña, tenía que dar vuelta la página, aunque ella se había transformado en un imán tan fuerte como peligro, entendió la situación, nos despedimos con un dulce beso en la puerta de su departamento.
Fui por mi familia, fue como cambiar un chip en mi cabeza, otra vez a ser lo que era, no sin comprobar que el culo me dolía a morir, Samantha me había destrozado y yo había abusado. También descubrí que me había perdido de todo lo que había sucedido con mi pequeña, no tenía idea de lo que me contaba emocionada en el viaje de regreso y me sentí una mierda de padre. Me juré cerrar una etapa, me juré que Samantha sería solo un buen recuerdo, me juré ser un buen esposo, me juré ser mejor padre, no podía borrar lo hecho, pero lo hubiera borrado.

Los días pasaron y las cosas parecieron volver a su cauce, llegó una nueva reunión de compañeros a la cual dudé mucho si debía ir o no, pero no podía solo desaparecer.
Para sorpresa, apareció esa noche Samantha, quise que la tierra me tragara, ella no estaba en mis planes y tuve terror a que ella contara lo que había sucedido, no podía humillarme delante de todos, claro, yo lo hubiera negado, pero la situación era una mierda.
Ella me daría una lección esa noche, a pesar de todas las humillaciones a las que la había sometido desde la adolescencia, Samantha, o Angel, mantuvo su boca cerrada, no deslizó nada, solo fue una más, solo fuimos extraños, solo me sentí ignorado.
A despedirnos, aproveché unos instantes de privacidad solo para agradecerle, las cosas habían cambiado tan rápidamente en un abrir y cerrar de ojos, la vida me había cambiado, mis creencias habían cambiado, mis gustos habían cambiado, como asumir ante mis fanfarrones amigos de estudios, que, al fin y al cabo, sentir la enorme pija de Angel Maricote metida en mi culo terminaría siendo la más exquisita e inconfesable experiencia vivida?

Samantha solo sabía de sufrimientos y lejos de ella estaba pretender pagarme con la misma moneda, disimuladamente me invitó pasar por su casa, solo un momento. Y ahí fui, otra vez, en esta oportunidad algo fugaz, mi esposa me esperaba en casa, solo sentir su verga en mi culo una vez más.
Me despedí de ella nuevamente, una vez más, no debía volver, sabía que no debía hacerlo, Samantha debía transformarse en un fantasma en mi vida, pero ya había probado el placer, y no quería dejarlo.

Nos transformamos en amantes, ella seguía con su vida, yo con la mía, pero cada tanto conveníamos encontrarnos a escondidas, me hice a adicto a ella.

Mi historia terminaría de la peor manera posible, el diablo metería la cola...
Una noche como tantas Samantha y yo llegábamos a su casa, y fuimos interceptados por un par de ladrones de ocasión, dos cacos de poca monta, estaban nerviosos, apurados y parecían drogados, intenté tranquilizar la situación y no poner resistencia, pero Samantha no pensó como yo y empezaron los forcejeos, yo solo trataba de apaciguar a todos pero no pude lograrlo, creció la violencia y terminamos con algunas heridas de armas blancas, yo tuve unos cortes en los brazos pero ella se llevó un par de puntazos que derivaron en una internación con cuidados médicos.
No hubiera pasado de ahí, algunos policías para las denuncias correspondientes, un mal momento y listo, pero Samantha era una chica trans, y ese morbo atrajo a los reporteros como abejas a la miel, lo sucedido se hizo viral, y todo fue cuesta abajo.

Con la efusividad de una nota periodística de minutos habían arruinado toda mi vida, a ellos no les importa el daño que hacen, solo que como explicar lo inexplicable, que hacía yo metido en una disputa entre ladrones y travestis? eso fue todo lo que vio mi mujer, eso fue todo lo que entendió, no importaron mis palabras, mis mentiras, mis ruegos, mis perdones, ella adivinó que era lo que sucedía, primero vinieron los reproches, los gritos, las acusaciones, luego llegaron los abogados, y con ellos el divorcio.

Seguí solo mi camino, perdí a mi mujer, después de la separación ella entró en un pozo depresivo, le dolió demasiado que yo la engañara con lo que en el fondo, era otro hombre, mi hija, pequeña para entender, y a su vez grande para no darse cuenta de las cosas, ella sabe que algo pasó, que yo fui el culpable, y asumo mi culpa, solo trato que ella no me deje, que no me odie, que solo me acepte y que pueda perdonarme, tampoco volví a juntarme con los chicos de la secundaria, me fui del grupo de WhatsaApp, los borré de mi vida, se me caería la cara de vergüenza. Por último Samantha, la persona que había cambiado mi presente y mi futuro, el hombre del que tanto me había burlado, del que estaba tan lejos, la mujer de la que me había enamorado, de la que estaba tan cerca, solo supe que si quería empezar nuevamente no podía hacerlo a su lado, solo la dejé partir.
Hoy doy mis pasos en la vida solo, sin compañías, tratando de entender que es lo que realmente quiero tener a mi lado...

FIN


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