Nadie sabe de Nadia I

Esta es la historia de Nadia. Una pendeja descendiente de alemanes, arriba del metro setenta, piel blanca, curvas peligrosas en las caderas, tetas discretas, novia de un amigo. Ella con veinte años, él con treinta y ocho. Se fueron a vivir a una finca alejada del pueblo. Allí vivía yo. A él ya lo conocía del pueblo y de algunas interacciones. Cuando vino a vivir empezamos a vincularnos más. Y cuando trajo a su nueva novia empezamos a interactuar los tres. 

Yo? qué les puedo decir de mi. Soy un muchacho de metro ochenta y tres. Ojos del color del tiempo, algunas veces verde, otras marrón, otras grises, otras los tres. Cambian con el clima y con mi sentido del humor. Tengo el pelo ondulado castaño claro, piel blanca, bastante gringo con barba. No soy gordo, ni flaco, soy alto. Tengo una pija promedio, solo que desde que soy niño poseo un imán para atraer a las mujeres. A veces pienso que soy el error que toda mujer quiere cometer. No buscan nada serio conmigo. Se rien de mi sentido del humor, les gusta como canto, y ahora que empecé a bailar, culeo mucho mejor. Un día viene el novio de Nadia y me plantea que está preocupado por ella, que no sale casi al pueblo, que no tiene otros amigos aparte de él. Me pidió que hablara con ella, que inventara un vínculo. Le dije que estaba loco, que ni en pedo. Es muy hermosa, no voy a poder no enamorarme, confesé. Al tiempo compartimos los tres y estaba más seguro. Por otro lado, la novia que tenía en aquellos días era una bestia en tejer tramas oscuras, infidelidades, morbo y supo reaccionar con la suficiente violencia para que yo fuera dejando, una a una, las actividades que a ella le disgustaban. Pronto nos separamos y conocí a una nueva mujer, y se desató la plandemia. Quedamos aislados. Por suerte en nuestro barrio había suficiente verde y un río cerca, las ventajas de vivir en el campo. 
Una mañana, como todas las mañanas, camine hasta el río para darme un baño. Me saqué la remera y el short y entré al agua, desnudo. Al poco tiempo salí y me acosté bajo los rayos del sol para secarme. Siento una cosquilla en la pija, se me para y todo, abro los ojos y veo, al otro lado del río, a Nadia con su cámara de fotos apuntando hacia este lado. Cierro los ojos, me pajeo suavemente hasta terminar. Me quedé dormido. Al despertar no hay nadie del otro lado, acaso fue real?

Una noche fui hasta la casa de ellos. La guitarra al hombro para hacer algo de música. Vino, porro, poca comida, nos fuimos emborrachando sin remedio. El dueño de casa se fue a la habitación a descansar. Me bajó la presión y estuve tirado sin poder articular una sola palabra. Toda mi energía la tenía puesta en no vomitar. En eso siento unas caricias en la espalda, una mano suave, tímida, viaja desde la nuca donde juega con los dedos índice y gordo masajeando las cervicales. La misma mano baja recorriendo la columna hasta el inicio mismo de la columna. Me parece oír un suspiro, no estoy seguro. En este punto yo fui cayendo de la silla hasta un almohadón grande que iba a servir de cama para pasar la noche. La descompostura le ganaba al morbo. En este punto tengo que admitir que, si bien dije ser poseedor de un imán para atraer a las mujeres, la verdad es que nunca me doy cuenta de nada. Soy de esos chabones que los tenes que besar vos nena. Entonces cuando estaba acostado, listo para comenzar a dormir, siento una manta abrigada encima mío y consigo articular unas palabras, estoy bien, no puedo levantarme sin vomitar, me traes un vaso con agua? Si mi amor. ¿Qué? Estoy delirando. no dijo eso. No

Pasaron los años y la encuentro en una clase de actuación. Compartimos lindo, ella estaba soltera, yo recién me había separado, hicimos los ejercicios y al terminar la clase armamos parejas para elongar y hacernos masajes. Nos tocó juntos. Nos hicieron hacer un ejercicio de contact y con la confianza que nos teníamos lanzamos todo el peso de nuestro cuerpo encima del otro. Una vez más me pareció escuchar un suspiro, algo parecido a un jadeo de su parte. Solo que cuando nos separamos yo tenía el pito parado y a ella no se le movía un pelo. Sonriendo, como si no pasara nada, se acercó y dijo en mi oído, esta noche me toco pensando en vos. ¿Qué? no lo podía creer. Ese bombom asesino estaba caliente conmigo mal. atiné a responder, manda foto. Estábamos abrazados, agradeciendo el buen trato en los masajes, ella se separó de golpe, miró en lo profundo de mis ojos, bajó la mirada hasta donde estaba la carpa lista para pasar el fin de semana, y se fue, violentamente, al baño. Al ratito volvió decidida, con la mano derecha cerrada en puño y mientras me ofrecía lo que traía dentro de su mano dijo, te la mereces, es tuya. Era su bombacha empapada. Esa noche recibí una foto de su hermoso cuerpo, entregando su concha y su culo, se le veía la cara, escribió, use y borre. le mandé una foto de su tanguita negra llena de leche encima de la panza y me mandó un video acabando rico. 

No volví a saber de ella. Salió de viaje por un tiempo y yo reincidí con mi compañera. hasta que un día…

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