Juegos tradicionales de la juventud "La casita" C/imágenes

Juegos tradicionales de la juventud "La casita" C/imágenes
Cuando éramos más jóvenes, una de las cosas que más nos gustaba era jugar a mamá y papá, o a la casita, con mi hermana. Bah, mejor dicho "me" gustaba jugar, ella sólo lo aceptaba y me acompañaba. Recuerdan, los que siguen mis historias, específicamente la historia con mí hermana que, nos acompañábamos mutuamente al baño, ya que en un primer momento, cuando se estaba edificando nuestra casa familiar, el baño había quedado afuera, lejos en el fondo del terreno.
incesto  
Por si hace falta aclararlo, era porque estábamos en un barrio nuevo, como pioneros y poco poblado aún, éramos chicos y teníamos miedo. Eso nos hizo más cercanos e íntimos, es decir que, ambos dejábamos la puerta abierta para vernos y sentirnos más seguros con la presencia del otro.
Aquello y la poca, casi nula socialización con otros por fuera de la familia, nos hacía "raros".

hermana
Así que llegada una edad y luego de jugar a todos los juegos conocidos, y explorar en la medida de lo posible los alrededores de nuestro domicilio, mayoritariamente descampado, con vastos yuyales, o montes, con vegetación y arboles, optamos por quedarnos casi internados en nuestra pieza (así llamamos a nuestro cuarto) o en su defecto, a pesar que los dos la preferíamos, la pieza de nuestros padres, donde se encontraba la "cama grande", de dos plazas y nos estirábamos en ella y nos revolcábamos a "nuestras anchas".

familia
Así que mi hermana se convertía en la mamá, yo en el papá, y para que ella no se queje y acepte, yo incorporé, sumé a mi pesar, a los primos (algunos) y los amiguitos (pocos), como en los hijos de esa familia que "inventamos", pero a medida que fuimos creciendo, y dándonos cuenta de lo que nuestros padres hacían cuando estaban a solas en su dormitorio, comenzamos a imitarlos.
Por lo que cuando el papá, llegaba a casa cansado de trabajar, "yo", y "ella" la mamá, y si es que en ese momento había hijos, los mandaba a la calle a jugar.

primos


Entonces nos recostábamos en la propia "cama grande" y comenzábamos a tocarnos y besarnos, tal y como lo hacían nuestros respectivos padres.
Al punto que hasta en par de ocasiones llegué a penetrarle ya fuera su apretado culito, o meterlo entre los pliegues de su húmedo coñito.
Hasta que un día, el hijo de la gran puta de nuestro primito le fue con el cuento a sus padres, y estos a los nuestros, porque como era el más pendejito, yo no lo dejaba ser papá.

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Desde luego que se armó un escándalo.

Seguímos creciendo, y desde luego que terminé mis estudios, y hasta me casé, pero después de un tiempo de estar casado, me di cuenta de que me seguía llamando la atención todo aquello.
Al principio no quise aceptarlo, me preguntaba a mí mismo si estaba loco, y me decía que se formaría un tremendo escándalo, si me llegasen a descubrir acostándome con mi hermana.
Pasó el tiempo, y al tener 50 y tantos, cuando ya mi hija es adulta, y su madre se la pasaba más interesada en su negocio que en mi persona.
De la noche a la mañana me volvieron esas raras ganas de jugar a mamá y papá, con mi hermana.

Luché por controlarme, pero finalmente, cierto día fui a verla porque me dijo que su marido, mi cuñado, la había engañado y abandonado.

Le fui sincero,le expliqué mi deseo, aceptó. Pero en las mismas condiciones, a saber, con los primos y amigos.
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27 comentarios - Juegos tradicionales de la juventud "La casita" C/imágenes

bts92
Muy bueno yo jugué a la ma ma y al papá con una prima y en otra ocasión con un primo