Capítulo 2. Le dije que si a Don Jorge

Capítulo 2. Le dije que si a Don Jorge

-------------------------------
Antes de otra cosa, espero que les guste el siguiente relato, es la continuación de lo que sucedió cuando Don Jorge me cacho, bueno tienen que leer el capítulo anterior para saber como paso y que bien la pasamos después


http://www.poringa.net/posts/trans/4195657/Como-Don-Jorge-me-descubrio.html

Les dejo con el relato.
Besos, Anika...
-------------------------------

Al día siguiente de cuando volvimos de la expo y de todo lo que pasó, yo no sabía siiba a volver al mi trabajo, aunque como ya era viernes; me dije a mi mismo queiría solo ese día y que lo tomara como eso, como un día más, un día como sinada hubiera pasado. Y es que estaba en total confusión, me gustó mucho lo quepasó con Don Jorge, pero a la vez, me temor o incertidumbre saber como iban acambiar las cosas con Don Jorge, trabajabamos juntos y sabía mi secreto y aúnmás, el era parte. No sé con seguridad como me quiero sentir, temor o alegría,era todo confuso. Me bañé, me cambié, agarré mi mochila y me dirigía a laoficina como siempre. Justo antes de entrar, me quedé al otro lado de la calle.En ese momento ya sentía un poco de nervios, no sabía que iba a sentir al ver aDon Jorge o como debía actuar o que tal que, ya les contó a todos? Eranterribles los nervios. Llegué a mi lugar de trabajo, esperé y esperé tratandode actuar normal, aunque estaba con los nervios a todo lo que daban, y de prontoapareció Don Jorge, por fin, saludo a algunas personas y luego al pasar junto ami, me vió y me sonrió, se acecó y como siempre, me dio la mano, y nossonreimos con un 'Buenos días' y luego continuó saludando a otras personas, noestoy seguro que había pasado...era muy confuso todo.
Más tardeme mandó mensaje, me preguntó si iba a hacer algo luego del trabajo, le dijeque no. Pasarón dos horas y no me mandaba mensaje, estabamos cerca de salir delhorario de trabajo, así que saque mi teléfono y estaba apunto de escribirle unmensaje, cuando...
 
- Te veoafuera, te voy a llevar a un lado.
- Yporque no me avisaste antes? Qué lugar?
- En unrato nos vemos, si no te veo antes, nos vemos en mi auto, esta en el 69.
- A dondevamos?
 
Ya no mecontesto...
 
Cuandodio la hora de salida, yo tomé mis cosas, salí al pasillo y ya estaba lleno degente, así que me aproximé a la salida buscando a Don Jorge por todos lados,pero no lo ví por ningun lado. Pasé la salida y cuando llegué a las escalerasdel estacionamiento, vi a ambos lados y seguí la numéración, iba a la darechaasí que bajé los ecalones y giré. Ahí estaba, el 69. Es un auto un pocosencillo y viejito, pero funcional. Quedé a 2 pasos del auto, cuando siento unamano en mi hombro. Inmediatamente me invarieron los nervios y cuando voltee,ahí estaba Don Jorge con una sonrisa, acercó su mano a mi hombro y yo pensé queme iba a abrazar, sentí que lo quería abrazar tambien, empecé a levantar misbrazos, pero me jaló la mochila, entonces cedí y tomó mi mochila. Me sentí conmucha pena porque no sabía que hacer o que decir. Don Jorge puso la mochila enla cajueta y se metió de su lado. Casi de inmediato que cerró su puerta, lepregunte a donde ibamos a ir, me dijo que a un café bar.
Hablamosde varias en los 30 min que estuvimos dando vueltas por varias calles. Deprontó, empezó a ahorillarse, me vio y me pregunto, estas bien? Le dije que si,pero me volvió a preguntar, esta bien con eso? Vi un motel en la esquina de lacalle y entendí que me estaba preguntando, sin pensarlo asentí aunque no estabadel todo seguro. Nunca me imaginé que podía llegar a ser así de directo yrápido, no estaba preparado para eso, es decir, para eso tan pronto. Bueno nootra vez. Esta bien, no se que pensaba.
 
Cuando yahabíamos entrado, apagó el auto y yo me preparaba para salir, cuando me agarróuna pierna y me dijo; Espera!! voltée a verlo y me dijo que tenía algo para mi,que no había tenido mucho tiempo para envolverlo y acomodarlo bien, pero queera para mi. Tomé la bolsa e iba a asomarme al interior, pero antes de poderver, me dijo pasaramos a la habitación, cerré la bolsa de nuevo, salí del autoy con la bolsa en la mano, le pedí mi mochila y el se la colgó al hombro. Justoantes de entrar saco de su bolsillo una cajetilla de cigarros, me ofreció uno,lo tomé, él tomo otro y lo encendió. Yo estaba confundido, porque había sidotan directo, pero ahora ya no a pesar de que estabamos en la puerta del cuarto.Empezó a decirme que lo que había sucedido aquella vez le había gustado y quequería seguir con eso, se acercó a encender mi cigarro, le dí una bocanada ymis pensamientos empezaron a revolverse mientras el continuaba diciendo quequería que nos siguieramos viendo de esta forma, pero que tampoco quería algúncompromiso o que nos vieran afuera o en público. El cigarro iba a la mitad y elseguia explicandome lo que quería de una forma medio atropellada, estabadiciendo cosas y tratando de justificarlas, yo deje de escuchar un momentoporque mis pensamientos tambien estaban atropellandose, de pronto pregunte.
-¿Cómouna amante a escondidas?
- Si,como una amante en secreto.
 
Para misadentros pensé que si algo salía mal o no me gustaba, iba a tener que cambiarde trabajo para dejar ese error atrás, no me preocupó mucho esa parte, perotodo lo demás me asustaba, pero tambien me emocionaba la idea de tener unamante, aunque no estaba seguro que significaba eso en esas condiciones. Ledije que lo iba a pensar, que me diera hasta mañana, aunque yo ya sabía que ibaa contestar, pero por alguna razón, mi papel era ese. Quizá así son las chicasde 15 años cuando les piden ser novias, en mis ideas, así era yo. Aunque en lasideas de Don Jorge, todo era puro juego.
 
Entramosal cuarto y por fin abrí la bolsa, alcancé a distinguir unas tangas y creo queera una falda, interrumpió mi inspección y me dijo que porque no iba al bañopara que estrenada algo de lo que había mientras él iba a sacar algunas cosas.Ya en el baño, con más tranquilidad, vi que eran 3 tangas y un una mini falda.No estaba muy convencido de ponerme esa mini falda que no me iba a tapar mucho,era azul con algunas flores en morado y bastante corta, no había tenido tiempopara prepararme, pero aun así toda la situación me encantaba, me ponía denervios, pero a la vez me daba ansias y debo confesar que me encantaba. Porfin, escogí una tanga azul y me la puse, la ajusté y me la acomodé como muchasveces había hecho en total privacidad y solo para mi, para sentirme femenina yverme al espejo, la diferencia esta vez, es que no solo era para mí, sino quetambién para Don Jorge. Al terminar ese pensamiento, tomé la falda, metí mispiernas en ella, me vi al espejo, me dejé la playera que tenía, solo la recogíun poco de un lado, como enrollándola, así que no estaba tan mal, me vi denuevo al espejo me quede ahí un par de segundos, mientras apreciaba a esa nuevachica, confundida, nerviosa y afortunada. No sabía cuánto tiempo había estadoahí dentro, pero supuse que mucho tiempo, así que no podía estarintrospeccionando en ese momento, ya debía salir. Así que con un poco de pena,pero con muchas ansias, salí por fin. Él estaba de espaldas en una barra quehabía junto a un espejo, estaba sacando una lata de cerveza de una bolsa, alparecer era la segunda porque había una vacía; no tardó mucho en voltear adonde yo estaba y al verme, se volteó y sacó otra lata más de la bolsa, seacercó a mi y me la ofreció, con mi mano un poco temblorosa y torpe, tomé lalata, bajé la mirada para acomodar mi dedo y abrirla, pero antes de que esopasara, sentí una mano en la cintura.
 
Aún medaba pena, seguramente tenía la cara roja o al menos así me sentía, me dijo queme veía bien, que no esperaba menos y me pidió una vuelta, yo estaba congeladapor todo, así que me tomo de la mano, la alzo y no me quedó más que darme unavuelta, me sentí observada por todos lados y solo quería saber que pensaba.
 
- ¿Quépasa no te gustó la ropa?
- Si,porque dices que no me gustó?
- Es queno quieres que la vea o te da pena?
- Si, meda pena…
- Despuésde todo lo que hicimos el fin de semana, te da pena?
Creo queen ese momento, me sonrojé de verdad.
- mmm,pues un poco, no se...
- Jaja...bueno, no tengas pena.
 
Me gironuevamente y me abrazó por detrás, sentí una de sus manos en mi estómago y laotra en mi muslo, senti como se pegaba a mí, sentí como estaba empezando aponerse duro. De pronto sentí su aliento y sus besos en mi cuello, cerré losojos y me deje llevar, no sabía que hacer, solo estaba disfrutando de todo.
 
De prontome tomó de la cintura de nuevo y caminamos a un costado de la cama y me dio unanalgada, eso me gustó, me hizo sentir un poco sumisa. Sentí otra nalgada, perosu mano se quedó en mi nalga, se extendía y paseaba un poco hasta que empezó ameter su mano por debajo de la falda, a un costado, tomo la tanga y la empezó abajar, me encantaba lo que estaba pasando. Se agacho, y sentí su alientocaliente cerca de mis nalgas, voltee para saber que pasaba y vi que empezaba abesarme, sus dos manos estaban ya en mis nalgas.
 
Don Jorgenunca ha sido cariñoso, así que no me extraño cuando se levantó, acercó su bocaa mi cuello y me empezó a acariciar por todos lado, yo subí los brazos con másconfianza que antes y Don Jorge pasaba sus manos por mis piernas,inmediatamente sentí sus ansias cuando uno de sus dedos intentó penetrarme ymientras me estrujaba mis nalgas, pensé que no iba a haber mucho preámbulo,pero aun así me encantaba. Inmediatamente se puso atrás de mi y me acercó a lacama, al oigo me dijo. Pon tus manos en la cama y yo así lo hice, se acomodóatrás de mí, nuevamente besaba mis nalguitas. No sé de dónde, pero sacólubricante y con un dedo me untaba mientas su lengua se paseaba por misnalguitas, jugó un poco embarrándome el lubricante, metía un dedo, luego losacaba y me acariciaba, se sentía tan fabuloso que me estaba dejando llevar, seme estaba quitando toda la pena de pronto. Luego se levantó, se bajó elpantalón, se acomodó, tomo su pene y lo empezó a pasar por mis nalgas, comoavisandome que es lo que iba a hacer, no me dio tiempo de nada, cuando sentíque empezaba a hacer presión en mi colita, al principio lento y despacio, perono dejaba de hacerlo, luego aumentaba la presión hasta que empecé a ceder,centímetro a centímetro, yo trataba de relajarme, de disfrutar. Cuando había metido la mitad, hizo unmovimiento hacia afuera y luego otra vez adentro, luego otra vez un poco afueray adentro, esos movimientos me estaban ayudando a relajarme, entonces un par demovimientos más tarde, lo metió hasta el fondo y yo suspiré involuntariamente.Empezó poco a poco a moverse de nuevo. Después del fin de semana que habíamospasado todo fue un poco más fluido. Entonces empezó a moverse un poco másrápido, y luego más y de pronto otra vez yo estaba bien agarrada del cobertor ygemía como loca, él estaba dándome una y otra vez, me tenía bien agarrada de lacintura con lo que él tenía el completo control del ritmo, lo sacaba casicompleto y lo volvía a meter de una sola vez, lo hacía de nuevo y a lasiguiente y continuaba así mientras yo estaba totalmente entregada ya en esemomento, estaba loca de placer.
 
- Y apoco me podrías decir que no?
- Nuncate dirìa que no...
- Medirías que no quieres ser mi amante?
- mmm...Gemí en lugar de contestar.
- Meencanta tu cola, estas bien sabrosa
- Si?...
- Si,estas las quiero para mí solamente.
- Si!!
- O esque si quieres ser mía?
- Si, siquiero... Dije entre gemidos. Eso me puso a mil.
 
El empezóa moverse más rápido y yo recibía cada penetración con mucho placer, meencantaba sentirme sumisa con Don Jorge, me tomaba con tal fuerza que miscaderas no podían hacer otra cosa más que ceder, ofreciéndole mis nalgas, micolita, estaba gimiendo de placer a cada arremetida.
 
De prontose detuvo y aprovechamos para recuperar un poco el aliento, Don Jorge selevantó y cuando me sacó su verga de mi colita, sentí un vacío dentro de mi, mehabía acostumbrado muy rápido a tenerlo dentro de mí.
 
Había unsillón a donde él se acomodó y me dijo, ven. Me acerqué y supuse lo que quería,así que puse una pierna a cada lado de él, me tomo de las nalgas y sin muchoproblema me penetró de nuevo, esta vez yo empecé a moverme, ya no medía losmovimientos, ya solo quería que Don Jorge estuviera dentro de mi dándome, queme hiciera suya.
 
-Entonces? que vas a decir? Me volvió a preguntar
- De,que?
- De sivas a ser mi amante...
- mmm. Yoseguía gimiendo como loca.
- Si losomos, te voy a dar unas cogidas como esta y mejores si dices que si!
 
Eso mecalentó mucho, así que empecé a moverme más intensamente.
 
- Dimeque si para que, de una vez me venga dentro de ti.
 
Y entregemidos, movimientos de arriba y abajo, asentí con la cabeza, yo fruncía elceño por todo lo que estaba sintiendo, estaba por explotar de placer, toda lasituación me puso a mil. Sentí una sensación de calor recorrerme desde lo másadentro y se volvía cada vez más intensa, Don Jorge me estrujaba las nalgas,las piernas, sentía su aliento en mi cuello, sentía su verga durísima entrandoy saliendo de mí. Me estaba haciendo venirme de la cogida que me estaba dando.Sentí un placer inigualable era un orgasmo, era la primera vez que me corríasin siquiera tocarme, realmente me sorprendió y me encantó! Seguía moviendo miscaderas tan intensamente como se sentía el orgasmo, cerré mis ojos por completoy me sentí tan femenina, tan sumisa, tan diferente, me encantaba todo, parecíaser interminable mis piernas ya no respondían muy bien, pero yo seguíamoviendome. Poco a poco se me fueron acabando de verdad las fuerzas y losmovimientos iban siendo un poco más leves, Don Jorge estaba abrazandome confuerza de la cintura, quede exhausta, completamente ida y completamentesatisfecha de todo, me encantaba sentir como me abrazaba Don Jorge en esaposición.
 
Unosminutos despues, Don Jorge empezó a moverse un poco, yo con las fuerzas que mequedaban, lo hice tambien, ahora era su turno, y yo como su amante, tenía quecomplacerlo, ese pensamiento me prendió muchísimo. No se exáctamente de dondesaque fuerzas, pero nuevamente estaba moviéndome, Don Jorge se escuchaba másagitado y no taro mucho en abrazarme nuevamente de la cintura. En ese momentosupe que se estaba viniendo y eso me encantó, lo había hecho venirse dentro demi, estaba siendo una buena chica con el, yo lo tomé dulcemente de su cabeza ylo abracé suavemente contra mi mientras el continuaba viniendose. Cuandoterminaron los movimientos de Don Jorge, solo quedaba la agitación y era unasensación tan agradable, tan placentera, tan relajante que en ese momento no meimportaba nada más que sentir todo eso. El también jadeaba y trataba derecuperar el aliento, su cabeza aún estaba en mi cuello y sus manos merecorrían de forma más relajada.
 
Cuando merecompuse un poco, volví a la realidad, sentí las piernas pesadas, me temblabany sentía que las tenía muy abiertas, estaba llena de sudor, seguramente mío yde él también. Apenas en ese momento me di cuenta de que mi semen había quedadoentre los dos, por todos lados había de todo, pero parecía no molestarle a DonJorge, yo no supe cómo reaccionar. Luego de ver todo el desorden entrenosotros, lo voltee a ver y él como si nada me preguntó.
 
Te gusto?!Si…Solo si? Yo te ví muy encantada…Si, me encantó. Y le sonreíSientes algo? Me preguntó mientras también me sonreíaSi, cansadaSolo eso?Debería sentir algo más?No lo sé, quizá algo dentro de ti?Si, a usted…Claro, pero hay más
En esemomento supe de lo que hablaba. Su pene estaba un poco más flácido, así quesalía un poco más de él. Si, de él, de su semen.
 
Terminó dentro de mí, lo se.Ahora si lo sientes? Eres míaSi, lo siento. Y creo que en ese momento me sonrojé y pensé en muchas cosas locas. Muchas veces había fantaseado con que terminaba alguien dentro de mí, pero sentirlo en realidad, me traía muchos más pensamientos. Era mucho que procesar, pero no me preocupé por nada en ese momento. Incluso sentí otra vez algo de excitación, ansias, emoción, nervios…de todo.Eres míaSi, creo que si
Hablamosalgunas cosas mientras su pene iba poco a poco saliéndose, cuando salió, sentíque se me salía su lechita, así que, con todas las fuerzas que me quedaban, melevanté como pude y con las nalgas llenas de semen y lubricante, las piernastemblorosas, por donde recorría el semen que se me salía, me dirigí al baño. Yaen el baño, sentada en el inodoro, empecé a procesar poco a poco todo.   

1 comentario - Capítulo 2. Le dije que si a Don Jorge