La Disciplina de Mamá 9. Una visita inesperada

Mamá llevaba varios días extraña. Parecía nerviosa, ansiosa,… Después ya más de un mes de servidumbre yo conocía su humor, su carácter y había aprendido a leer las expresiones de su cara y el tono de su voz. Era un sábado por la mañana y estábamos en la cocina. Habíamos desayunado y yo estaba fregando los platos mientras reflexionaba sobre aquel extraño comportamiento de mi madre. Yo temía haber hecho algo mal, que se hubiera cansado de mí, de someterme, castigarme, humillarme para después volverme loco de placer. Estaba tan distraído con mis pensamientos que no noté que como ella se colocaba detrás de mí y me agarraba suavemente del paquete. Di un pequeño respingo. Mamá había decidido aquella mañana mantenerme desnudo, sin ninguna de aquellas bragas o tangas que ya me había acostumbrado a lucir por única vestimenta. 
-Sé que he estado extraña estos días. – Mi polla empezó a reaccionar ante sus caricias. – Estaba nerviosa por lo que pasará hoy. – Me dio la vuelta y me miró a los ojos. – Este fin de semana tendrás lo que podríamos llamar un pequeño examen. Este fin de semana descubriré realmente si estas sometido a mí.
-Haré todo lo que me digas. – Dije firme, convencido de mis palabras a pesar de que no podía saber a qué tipo de prueba sería sometido. Mamá sonrió y besó mis labios con suavidad.
-Mi zorrita, has sido mucho mejor de lo que jamás podría haber soñado. Pase lo que pase hoy quiero que sepas que te quiero.
-Yo también…mami – Suspiré mientras ella seguía jugando con mi pene.
(…)
Terminé mis tareas de la mañana y mamá me llevo a su cuarto. Me peinó con dos coletas que sobresalían a lado y lado de mi cabeza. Sobré la cama tendió varias de mis prendas de ropa interior. Después de un mes sabía que mamá tenía algunas favoritas y estaban casi todas allí: un par de braguitas infantiles, unas bragas rosas de encaje, el tanga con apertura negro de mi hermana,… finalmente se decantó por un finísimo tanga de hilo de rojo. Para terminar cogió la mordaza y las restricciones de cuero. Me ató las manos detrás de la espalda y colocó la mordaza en mi boca.
Había estado silenciosa y mientras yo no estuve amordazado tampoco había dicho nada, esperando expectante cual sería la prueba, su examen como lo había llamado. Mamá me sentó sobre la cama y con dos trozos de cuerda empezó a atarme juntos los muslos y las piernas. Más de una vez ya me había atado de esta manera. Me hacía doblar las rodillas y pegar los muslos y las piernas para, con abundante cuerda, atarme. De esta manera ella podía sentarme y tener pleno acceso a mi culo, testículos y pene, además que dejaba casi inútiles mis piernas. Mamá empezó a pajearme mientras me penetraba el ano con un dedo.
-Para que entiendas lo importante que es el día de hoy, debes entender que si pasas esta prueba y haces todo lo yo que te diga estarás mucho más de cerca de por fin te desvirgue. – Había vuelto a su habitual tono de voz, sensual y juguetón. Aquellas palabras fueron como gasolina en el fuego e intenté moverme, aún inmovilizado, terriblemente excitado. A pesar de que aquel mes con mi madre seguramente había sido el más feliz de mi vida yo aún tenía aquella enorme china en el zapato. Ansiaba cada día más ser yo el que penetrara a mi madre y dejar de ser “virgen” y no ser yo el follado con un arnés por el culo.
-Mi pollita virgen podrá follarse a su mami si se porta bien. – Agarró de la mesita de noche el vibrador plateado y me lo clavó en el culo, a máxima potencia, y aumentó el ritmo de su paja. El sonido del timbre nos interrumpió.
-Ahora vuelvo mi niño. – Mamá se levantó y salió al pasillo para abrir la puerta.
-Hola preciosa. – La voz de mamá sonaba algo distorsionada por el pasillo.- ¿Has podido encontrar bien el lugar?
-Sí, esto está un poco perdido pero no he tenido muchos problemas. – Me pareció reconocer aquella voz. No podía ser verdad. La puerta se cerró y oí pasos acercarse. Pude oír el murmullo de más palabras, pero habían bajado el volumen de sus voces y no pude entender lo que decían. Finalmente los pasos se acabaron enfrente de la puerta del cuarto de mamá. Cuando vi aparecer su cara por la puerta del cuarto mil cosas distintas pasaron por mi mente.
-Espectacular… - Era Júlia, mi mejor amiga, la chica de la que hasta hacía un mes yo había estado locamente enamorado. Ella jamás me había correspondido, considerándome solo como un buen amigo, pero nada más. – Verlo en foto y vídeo no es lo mismo, no parecía real. – Mamá apareció detrás de Júlia. Le había enviado las fotos y videos a Júlia, yo no podía pensar con claridad. ¿Por qué? Estaba atado con las manos detrás de la espalda, con mis muslos y piernas atados, las piernas abiertas, con un consolador en el culo y mi polla sobresaliendo de un tanga de hilo de rojo. Estar así, delante de Júlia, me había dejado casi en shock. Me sentí avergonzado, humillado, enfadado por mamá por lo que me había hecho,… y terriblemente excitado.
Mamá se acercó a mí y me agarró la polla para iniciar una paja suave y cálida. Yo intente, moverme, zafarme de aquella caricia, pero era inútil inmovilizado tal y como estaba.
-Tranquilo. – Dijo mi madre. – Tal y como quedamos cuando nos vimos en la ciudad, le envié mis otros libros a Júlia. Como ya te puedes imaginar tratan más o menos de lo que hemos estado haciendo durante el último mes. Como someter a cualquier hombre a base de humillaciones, castigos y sobretodo, orgasmos.- Júlia se acercó a mí mirándome con aquellos ojos claros en los que uno se podía perder. Era preciosa, pensé en medio del caos de mi cabeza. Tenía el pelo castaño claro, casi rubio, que aquel día, igual que yo, peinaba con dos coletas que le caían sobre los hombros. Sus coletas, pero, eran mucho más largas que las mías. Podía ver su cuerpo, delgado, a través de las ajustadas ropas que vestía. Se cubría el torso con un top azul eléctrico y sus piernas con unos ajustados pantalones de yoga grises. Pude comprobar gracias a lo apretado de su ropa que no llevaba ningún tipo de prenda interior. No tenía mucho pecho, pero este se podía imaginar, perfecto y redondo, a través de la ropa azul del top.
-Por las conversaciones por internet que hemos tenido sabes que me tienes bastante convencida ¿Pero tu propio hijo? No crees que sea algo… inmoral. – titubeó ella. Mi madre y Júlia habían estado hablando, ella le había contado lo que hacíamos, como me disciplinaba, deduje. 
-Si me preñara eso sí que sería algo… inmoral, tal y como has dicho. Pero hoy en día tenemos medios para evitar embarazos, además, aún es técnicamente virgen.
-¿Lo has mantenido virgen?
-Sí, dependiendo de su comportamiento estos dos días que estarás con nosotros tal vez decida desvirgarlo por fin. Igualmente lo sodomizo cada vez que me apetece, tal y como puedes ver. – Mamá señaló el vibrador de mi culo. Había seguido pajeándome durante toda la conversación.
-Hola… zorrita – Júlia dudó un momento antes de darme nombre. Ella sabía perfectamente cómo me trataba mi madre. Posó su mano en mi mejilla y me acarició. – Sabes, nunca me había sentido atraída hacia ti… hasta que tu madre me confesó lo que hacíais en el pueblo. No sabes las veces que me he tocado viendo tus fotos y vídeos. – Siguió recorriendo su mano por mi cuerpo. Su contacto era electrizante. – Si tenía alguna María – dijo dirigiéndose a mamá – esto me ha convencido. Sí, quiero ser tu aprendiz.
-Perfecto. – Le contestó mamá. –Te aseguro que no te arrepentirás. –Cogió la mano de Júlia y la cerró salvo por un dedo. Llevó este hacia mi duro pene, frotándolo contra el e imprimiendo ritmo para una paja. El contacto me estremeció. –Siente que ahora mismo tú tienes poder sobre él, sobre su placer y su dolor. –Mientras decía esto me pellizcó un pezón con fuerza. Yo me removí en mis ataduras, impotente. – Habla con él, demuéstrale que ahora mismo es tuyo. –Júlia me agarró con toda la mano el pene, mientras que con la otra cogía el vibrador en mi culo y empezó a moverlo.
-¿Te gusta que te traten así? – Mi única respuesta posible fue mirarla fijamente mientras mordía con fuerza la mordaza. Sí que me gustaba, pero que fuera ella la que me sometiera y no mamá, Vicky o incluso Ana, era turbador, más humillante,… Ella formaba parte de mi vida anterior y que me viera de aquella manera aún no sabía cómo encajarlo. Además yo había estado enamorado de ella. Siguió pajeándome suavemente mientras yo luchaba con mis sentimientos encontrados.
-¿Quieres que Júlia te parta el culito? – Mamá sacó el arnés de cintura de uno de los cajones. Se lo tendió a Júlia con una sonrisa pícara. Esta se lo empezó a colocar por encima de la ropa mientras mamá sacaba el vibrador de mi culo. Júlia se colocó enfrente de mis rodillas abiertas y me penetró con el arnés de un solo golpe. Mi culo ya estaba bien dilatado por el vibrador y note como la polla de plástico se deslizaba con facilidad hasta el fondo. Júlia empezó a dar fuertes embestidas.
-¿Te gusta puta? ¿Te gusta que te den por el culo?- Claro que me gustaba. Notaba la cercanía del cuerpo de Júlia, su calor, admiraba su cuerpo a través de las finas y ajustadas prendas, sentía su mano jugando con mi pene duro,… Finalmente pasó lo que tenía pasar y me corrí en la mano de Júlia con un intenso orgasmo. – Oh… veo que a la zorrita le gusta de verdad.
-Muy mal zorrita. Qué vergüenza, correrte sin permiso y encima delante de nuestra invitada especial. – Mamá había estado observando. – Creo que le tendremos que enseñar a Júlia la habitación de castigo. – Júlia se retiró de la cama y mamá empezó a desatarme. También me saco la mordaza. – Mira la mano de Júlia. – La mano de la muchacha estaba sucia de mi corrida. –Límpiala. – Mamá me tiró del pelo y me llevo hasta Júlia que me tendió la mano. Empecé a lamer los dedos con asco hasta que no quedo ni una gota de semen.
–Ahora lávate y después directo a la habitación de castigo. Esperaras allí mientras nosotras comemos, tú comerás más tarde. – Ordenó finalmente mamá.
(…)
Obedecí, como no podía ser de otra manera. Llevaba un buen rato tumbado y desnudo sobre el colchón de la habitación de castigo cuando por fin escuche pasos al otro lado del pasillo. Júlia sonreía, seguramente pensando en las nuevas humillaciones a las que me sometería. Mamá cargaba una bolsa de plástico. Mi madre me ató las manos detrás de la espalda y me obligó a arrodillarme delante de la cama, finalmente empujó mi cabeza contra el colchón.
-Ahora veras como se castiga a una zorrita que se corre sin permiso. – Le dijo a Júlia. Cerré los ojos. El primer golpe de cinturón estalló contras mis indefensas nalgas. Mordí el colchón con fuerza para ahogar un grito de dolor, no quería llorar delante de Júlia. Mamá siguió golpeando. –Eres una zorra que no sabe controlarse. Así aprenderás. –A pesar del dolor mi polla empezó a endurecerse a cada golpe hasta que estuvo totalmente empalmada. No me ponía especialmente que me pegaran, pero yo sabía que normalmente después del castigo venía algún tipo de recompensa y eso hacía que me excitara. Además, que mamá me castigara delante de Júlia le añadía un plus de humillación a la que casi me había vuelto adicto.
-Mira que cachondo se pone. –Dijo Júlia con sorpresa. – Es espectacular. – Mamá paró los golpes y me tiró del pelo, obligándome a mirarlas a la cara.
-Dile a Júlia lo guarra que eres. – Mamá me levantó y me agarró con fuerza del pene.
-Yo soy la zorrita de mami y me gusta que me castigue. Soy una guarra. – Dije mirándole a la cara Júlia. Dude un instante para después añadir, convencido. – He sido irrespetuoso contigo corriéndome sin permiso y aceptaré también tu castigo.
-Es increíble. – Dijo la muchacha mientras se acercaba más a mí. Me abofeteo y escupió en mi cara. –Eres una autentica zorrita.
-Ya basta de juegos. – Interrumpió mamá. – Es hora de que le demos la comida a la zorrita. – Mamá me ató a la silla que había en la habitación y de la bolsa de plástico con la que había entrado sacó dos botes de papilla infantil y un par de cucharas. – Como te has portado como un niñito que no sabe controlarse comerás esto. – No era la primera vez que mamá me daba de comer aquello. Le tendió uno de los botes y una de las cucharas a Júlia. – Te voy a enseñar cómo dar de comer a una zorrita como esta. – Mamá abrió su bote, escupió un par de veces en él y removió. Me acercó una cucharada y comí. El sabor, como yo ya sabía, era horrible, pero me daba totalmente igual. – Ya ves que le encanta. –Añadió mamá dándome algunos golpecitos con la cuchara en mi polla totalmente dura. – Volvió a escupir en la papilla y a darme una segunda cucharada. -¿Se va a comer la zorrita toda la papillita?
-Si mami. –respondí otra vez en aquella especia de vorágine de calentura que me consumía cuando mamá me trataba de aquella manera.
- ¿Quieres probar? – Le dijo mamá a Júlia.
-Claro. – Júlia también escupió varios espesos salivajos en la papilla, se acercó a mí sonriendo y me puso una cucharada a rebosar en mi boca. – Come zorrita.
Fueron alterándose las dos, dándome cucharadas de papilla y saliva. De vez en cuando paraban para jugar con mi polla, dándole golpecitos, pajeándola suavemente o apretando mis testículos. Finalmente terminé mi comida.
-Ahora toca el postre. – Mamá me desató y se desnudó completamente. Se sentó al borde de la cama y me ordenó que me pusiera de rodillas, entre sus muslos. – Le encanta el coño peludo, es su… dulce favorito. – Le dijo a Júlia sonriendo mientras yo me abalanzaba contra el sexo de mamá. Empecé a comer coño, concentrándome en la tarea mientras oía a las dos mujeres hablando.
-Lo estoy convirtiendo en un auténtico come coños. – Mamá empujó mi cabeza hacia su mata de pelo. Lamí y bese el clítoris y los labios, introduje mi lengua por su raja todo lo que podía, restregué mi cara contra los húmedos pelos. – Si… mi zorrita… - Después de unos minutos mamá llegó al orgasmo.
-Veo que lo hace bien, la zorrita. - Decía Júlia observando la cara de placer de mamá. – Tal vez deba dejarle probar. Aquello me hizo levantar la vista. Júlia se sacó el top azul y me dejo observar su torso delgado y sobretodo sus pechos pequeños, perfectamente formados y coronados por unos preciosos pezoncillos rosados. Se quitó también el pantalón de yoga y pude admirar unos muslos también delgados, pero bien torneados y un magnífico culo, duro y perfectamente formado. Finalmente vi su coñito, rosado, precioso. Lo llevaba rasurado excepto por una fina línea de pelo.
-Primero me toca a mí, preciosa, túmbate a mi lado. – Júlia se tumbó en la cama y mamá empezó a besarla y acariciarla. Jugó con sus pezones y acarició su vientre para finalmente poner su mano entre sus muslos. Júlia soltó un pequeño gemido cuando mamá deslizó uno de sus dedos dentro de la húmeda vagina. Yo lo observaba todo de rodillas al lado de la cama, loco por poder unirme. Mamá empezó a masturbar a Júlia con más fuerza y con otro dedo.
-Si… que cachonda me estáis poniendo… - Mamá me miró. Retiró sus dedos del interior de Júlia y los introdujo en mi boca.
-Toma zorrita, saborea a Júlia. – Yo relamí aquellos dedos con fervor, saboreando a la muchacha, buscando por fin que mamá me ordenara unirme.
-¿Te gusta mi sabor?- Pregunto Júlia. Yo solo respondí lamiendo los dedos de mamá con más ganas. Estos se retiraron rápidamente para volver a la cueva de Júlia, que continuó gimiendo. Su respiración era aceleraba e iba arqueando el cuerpo, sensible a las caricias de mamá. No tardó en llegar al orgasmo y mamá otra vez paso sus empapados dedos por mi boca. Cuando los tuvo limpios volvió a amordazarme.
-Ahora vamos a ocuparnos de mi zorrita. – Mamá me levantó de un tirón de pelo y me tendió en cama junto a Júlia. Si dejarme pensar se arrodillo y se puso mi polla en su boca. Júlia se recostó un poco y empezó a besarme mientras me pellizcaba con fuerza los pezones. La mamada de mamá era sublime, fuerte para llevarme al borde del orgasmo. Antes de llegar se separó y recorrió con sus labios todo mi cuerpo hasta llegar a mi boca. Me besó, besó a Júlia,… juntamos nuestras tres bocas en una complicada geometría. Esta vez fue Júlia la que separó su boca para bajar hasta mi polla e iniciar una fuerte mamada.
-¿Te vas a volver a correr? ¿No puede aguantar mi pobre zorrita? – Mamá me conocía y sabía que yo no podía tardar en llegar al orgasmo. Júlia había parado su mamada. – Pobre zorrita, probaremos con refuerzo positivo a ver si así logramos algo. – Mamá le susurró algo al oído a Júlia. Acto seguido Mamá me colocó de rodillas delante de ella, que se había recostado sobre la cama con las piernas abiertas. Júlia estaba detrás de mí, con su cuerpo pegado al mío. Podía sentir sus duros pezones clavados contra mi espalda y su cálido aliento en mi nuca y cuello. Una de sus manos se cerró con fuerza sobre mi polla y empezó a restregarla con el coño de mamá.
-¿Quieres follarte a tu mami, degenerado? Mira que chochito jugoso tiene, imagínate su calor, imagínate poder penetrarlo, imagínate por fin dejar de ser un niñito de mamá para ser un hombre. – Me susurraba mientras me pajeaba contra la mata de pelo de mamá.
-¿Recuerdas que hicimos una apuesta una vez? Hoy volveremos a hacerla. Si aguantas, digamos, más de tres minutos, esta misma noche dejaras de ser virgen. Podrás follarme, no solo a mí sino también a Júlia. – Recordaba la apuesta. Si hubiera aguantado mamá me prometió que me desvirgaría, pero en apenas un minuto me había llevado al orgasmo. -¿Aceptas?- Asentí. No creí aguantar pero me concentre. Mamá miró el reloj y le hizo una seña a Júlia. Esta empezó a pajearme con fuerza contra el coño de mamá mientras me susurraba al oído.
-Vamos zorrita, aguanta y te podrás follar a tu mami. – Yo me concentré, intentando abstraerme del contacto del cuerpo de Júlia, de la fuerza y calidez de su mano, de la humedad del coño peludo de mamá contra el que mi capullo chocaba.
-¿Mi zorrita aguantará? Vamos mi niñito que mami necesita una buena polla dentro. – Mamá se acariciaba los pechos, jugaba con sus pezones, provocativa. Pasó un minuto. Me sentía al borde del orgasmo pero aguantaba. Júlia paró la paja y empezó a frotar mi pene contra la cueva de mamá. Apenas unos milímetros de mi polla entraron en el coño antes de que la muchacha la sacara y continuara con la paja.
-¿Quieres follarme a mí también? – Continuaba Júlia susurrándome al oído. – Si aguantas también dejare que me folles en culo. Soy virgen por el culo, imagínate lo estrechito que debe estar. – Clavó aún su cabe con más fuerza su cuerpo a mi espalda. Mordió con suavidad el lóbulo de mi oreja. – Nunca había pensado en que me dieran por el culo pero viendo como disfrutabas dejaré que me lo hagas. – El segundo minuto pasó, pero yo estaba al límite. Fue mamá que le me dio la puntilla cuando apartó la mano de Júlia y me agarró del pene y los testículos. Mamá me conocía bien e imprimió la fuerza y el ritmo perfectos. Aquello era una farsa, mamá me haría correr en cuanto ella quisiera y es lo que hizo. Ella me desvirgaría cuando quisiera y eso solo era una provocación y una humillación más.
-Oh… pobrecita zorrita. – Dijo cuándo mi cuerpo se sacudió con un violento orgasmo y espesos chorros de esperma se estrellaron contra su coño peludo. Júlia se apartó de mí liberando mi cuerpo. Mamá empezó a jugar con sus dedos y mi esperma, masturbándose. –Es una lástima, con las ganas que tenía yo de una buena follada. Tal vez tenga que buscar un hombre y no una zorrita virgen como tú.
Continuará…


fin de semana y hay doble publicación tratare de subir así al menos el sábado y domingo.

2 comentarios - La Disciplina de Mamá 9. Una visita inesperada

tonny0601
Excelente casi imposible de leer sin dos pajasos de por medio escribe rapido la otra parte !