Ella y yo

Ella y yo
ÉL ES MÍO, Y YO SOY SUYA.

Él es mío, y yo soy suya, ¿Cómo no poseer? Es inevitable no sentirnos así, si desde que nos miramos nos damos al otro. Él es mío porque me toca de una manera única, se pasea por mi cuerpo como sí lo hubiesen hecho para él, o como si él supiera que me hace faltan sus caricias. ¿Cómo no ser de él? Si siento todo cuando estoy frente a sus ojos, si me da vida, si me hace estremecer no solo la entrañas, también el alma. Si me siento perfecta en su manos, sobre sus muslos, debajo de su pecho, escuchando como le late el corazón.

Él es mío, tan mío cuando me pierdo debajo de su ombligo, mi boca lo ama suave y salvajemente, me gusta verlo así, disfrutando de mi lengua, del sabor al tinto que traigo en la garganta, de mis dientes mordiendo lentamente, lo hago mío con tantas ganas con toda esa pasión que me provoca. 

Lo deseo pegado a mí, tan adherido en cada centímetro de mi carne, que su aroma se revuelque con el mío. Lo quiero tierno, caliente, intenso.
Es mío cuando habla de sus sueños y yo pido al universo que se los cumpla, es mío cuando lo miro desnudo invitándome a bailar, y me abraza, acaricia mi espalda, se baja a mis piernas, sus dedos son míos, su boca es exquisitamente mía cuando me besa, cuando me muerde los labios, cuando me dice que quiere que siga en su vida. 

Yo soy suya en todas las posiciones, en la orilla de la cama, en el sillón, soy tan suya cuando me escucha, cuando me despoja de la ropa y de los miedos, cuando besa el cuello, cuando agarra mi cabello y me sujeta de las caderas para darme duro, cuando sale y entra, cuando se mueve agitando mi vientre, soy tan suya que me gusta tocarme pensando en él, en las veces que lo miro entra en la habitación y siento esa indescriptible emoción de escucharlo, de mirarlo como llega para mí, para meterse conmigo a la cama, a la ducha, para meterse en mí. 

Me gusta tanto, me fascina ser solo de él, no tengo espacio para nadie más, ni siquiera tengo pasado cuando él me toca, todo se me olvida, todo se me cura, todo me sabe mejor. Soy de él creo que desde la primera vez que lo ví, es mío desde que lo besé. Y no lo sabíamos, pero ya éramos nuestros. 

El es mío, todo mío, así con toda la dependencia de mi instinto, es mío con todas mis ganas, con toda mi fé, con toda mi perversión, es mío porque no hay pecados, porque lo sé mío, porque lleva mi nombre en las pupilas, en su mente, en sus oraciones. 

Soy suya todas las noches, aunque estemos separados, yo me duermo con él, soy suya desde el cabello hasta los pies, desde mis anhelos hasta mis lágrimas. Porque me confieso cuando me abre los brazos y separa mis piernas 

Somos nuestros, solo nuestros, hacemos magia, risa, llanto, hacemos todo, menos daño. 

El es mío, y yo soy de él.

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