Cuarentena en castidad #2

Me desperté inesperadamente con Coral encima de mí. Como la mañana anterior, se puso encima de mí y sin ni siquiera preguntar empujó su coño contra mi boca. Yo reaccioné mal. No estaba cachondo y quería seguir durmiendo.
-Estás de coña? Ayer me dijiste que te parecía bien adoptar tu rol de sumiso y ahora no me puedes ni comer el coño?
-Coral, te estás pasando. Son las ocho de la mañana, no me puedes despertar de golpe con el coño en mi boca pretendiendo que te lo coma.
-Creo que no estás entendiendo como funciona esto y lo harta que estoy de esta situación. Me tienes que obedecer siempre cuando te exija algo relacionado con el sexo, ese es el rol del sumiso.
-Pues no lo acepto entonces.
-Pues te has quedado sin sexo dos semanas, y si te pillo masturbando esta vez me voy de verdad.
-Muy bien -le respondí.
Salí de la habitación y me puse a desayunar. La verdad es que estar dos semanas sin descargar mi polla me daba vértigo. Nunca desde mi primera paja había estado tanto sin tener un orgasmo, y sabía que era dependiente a ellos, por la descarga de endorfinas que genera. Sin embargo estaba decidido a cumplir con tal de que Coral no ganara.
Al paso de unas horas hablamos y nos reconciliamos, pero Coral siguió aun así con la idea de no follar en dos semanas, por lo que cambié de tema, esperando que en unos días estuviera ella tan cachonda que se le olvidara la idea.
Cuatro mañanas más tarde me desperté con una erección y empecé a frotarme contra el culo de Coral. Ella seguía medio dormida pero se dio cuenta, y se giró. Me miró a los ojos y me dijo:
-¿Qué haces?
-Vengaaa Coral, vamos a follar.
-No, te he dicho que voy a cumplir mi palabra.
-Venga que sé que tienes ganas tú también, llevamos cuatro días sin follar y tú no aguantas tanto.
-Sí, tienes razón, estoy cachonda. Pero aun así no vamos a follar. Pero mira, soy buena. Si quieres puedes comerme el coño. –Me enfadó mucho su chulería y decidí mostrarme frío.
-No gracias. -le respondí. Y me fui a duchar.
Pasaron los días y Coral seguía en las mismas. Yo no podía más pero no me iba a arriesgar a que me pillara masturbándome. Encima la muy cabrona se paseaba en bragas muchas veces por la casa, aumentando mi lívido. La vi en la cocina esa misma tarde así y le dije:
-Coral, no puedo más. De verdad que no. Si hace falta comerte el coño una hora, lo hago. Pero por favor déjame correrme.
Me miró con cara de satisfacción, y sin decir palabra me cogió de la cabeza y me la impulsó hacia abajo. Entendí la señal. Me puse de rodillas y tragué saliva. Estaba tan cachondo que incluso solo comerle el coño me valía. Le bajé rápidamente las bragas y empecé a lamerle con la lengua. Estaba muy amargo su coño pero no me importó. Rápidamente lo llené de saliva y el sabor empezó a diluirse. Me cogió de la cabeza y empezó a gemir cada vez más alto. Sus piernas se tensaron y me apretó mi boca contra sus labios, que empezaron a soltar corrida bastante espesa. Sin más remedio la tragué, y me soltó la cabeza poco después. Respiré fuertemente y se me puso la cara roja. Me había dejado sin aliento.
-Buen trabajo –me dijo-. Voy a ver una peli.
Sin tiempo a reaccionar, se marchó, dejándome de rodillas en el suelo, con su corrida en mi boca y cara. Sentía que nunca había estado tan cachondo en mi vida y no podía creer que no me fuera a dejar follarla después de lo que había hecho. Sin embargo, no le dije nada. Sabía que era inútil. Si después de esto no quería follar, es que de verdad iba a cumplir su palabra, por lo que eran inútiles mis esfuerzos.
Esa noche no pude dormir. Tenía una erección cada diez minutos y no podía parar de pensar en sexo. Para mi sorpresa, tenía ganas de comerle el coño de nuevo, ya que era lo único que saciaría mi sed, ya que no iba a tener un orgasmo en dos semanas o Coral se iría a su casa dejándome solo el resto de la cuarentena. En consecuencia, en mitad de la noche me puse debajo de la manta con las piernas flexionadas sobre mi estómago para no caerme de la cama, le quité las bragas, y le separé las piernas. Coral seguía dormida, pero no me importó. Empecé a pasar mi lengua por toda la longitud de su miembro, de punta a punta. Esta vez quería saborearlo bien, y tenía todo el tiempo del mundo.
Al minuto se despertó y empezó a gemir, aún con los ojos cerrados. Después de correrse me dijo que me acercara a ella y me besó de forma muy sensual y romántica. Después me dijo:
-Oye, voy a probar una cosa con la que he fantaseado algunas veces. Si no te gusta, dímelo, pero pruébalo antes.
-Vale… -respondí tímidamente. Tenía miedo de que no me gustara lo que iba a hacer, pero accedí por el morbo.
-Ponte tumbado en la cama boca arriba.
Lo hice y ella se puso encima de mí con su coño encima de mi cara. Yo estaba súper cachondo al ver semejante vista.
-Ahora abre bien la boca.
-¿Que abra la boca?
-Sí, ábrela.
Abrí la boca, pensando que pondría su coño encima de ella para que siguiera chupándoselo. Sin embargo, vi como Coral desplazaba su cuerpo. Su coño ya no estaba encima de mí sino sobre mi cuello. Ella estaba moviendo sus labios de lado a lado con la boca cerrada, y de repente entendí que estaba segregando y acumulando saliva en su boca. Por fin, se acercó a mi y dejó caer un hilo bastante grueso de saliva hacia mi boca. No me lo podía creer. Era bastante espesa pero transparente. Noté enseguida su extraña textura. Me pareció muy humillante, pero a la vez bastante erótico.
-¿Y bien? ¿Te ha gustado o no?
Tragué la saliva con un poco de asco, y pude saborearla un poco, aunque no era otra cosa que el sabor que se me quedaba en mi boca cada vez que la besaba, aunque más intenso.
-Pues, no sé. No me ha gustado en sí la verdad, es raro. La sensación de sumisión es mayor, me da incluso vértigo, tengo como mariposas en el estómago.
-Mariposas en el estómago dice. Lo que tienes es mi saliva. La verdad me esperaba una reacción mucho peor de tu parte. Eso es que no te ha disgustado del todo-. Dicho esto, se levantó y se fue a duchar. No volvimos a hablar hasta la hora de comer, ya que cada uno tenía clases y cosas que hacer.
A la una y media entré en la habitación donde estaba y le dije:
-Coral, estoy muy caliente. Me da vergüenza lo que te voy a decir, pero ahí va: escúpeme de nuevo porfa.
Su cara expresó una felicidad casi nunca antes vista en ella.
-Joder, ¿tanto te ha gustado?
-La verdad que en el momento no tanto, pero desde que lo has hecho no paro de pensar en otra cosa, y como no me puedo hacer una paja no se me sale de la cabeza y me da mucho morbo.
-Esto de que no puedas tocarte está funcionando muy bien. Eres otro. Me tratas diferente, quieres sexo a todas horas y estás dispuesto a complacerme en todo. Venga, abre la boca para mí.
Me acerqué a ella y flexioné mis rodillas de tal forma que mi cara estuviese debajo de la suya estando de pie. Entonces abrí la boca y la miré fijamente. Ella inmediatamente soltó un pequeño hilo transparente de sus labios, conectándolos con los míos a través de la saliva. Yo en el momento tragué la saliva, me dejé caer de rodillas y empecé a comerle el coño. Cada vez me disgustaba menos hacerlo, y además pensaba que así quizá se mostraría más dispuesta a follar. En efecto, al cabo de unos minutos me dijo:
-No puedo más, necesito tu polla dentro de mí, vamos a follar.
Por fin, por fin iba a follar. Me quité rápidamente los pantalones, me tumbé en la cama y ella se puso encima de mí. Se introdujo la polla poco a poco, mientras me miraba a los ojos. Notó que tenía bastante líquido preseminal y lo esparció por todo el prepucio para hacer más fácil la entrada. Se deslizó muy fácilmente hasta dentro de ella, y los dos gemimos de placer. Qué bien se sentía. Empezó a moverse de abajo a arriba y tuvo un orgasmo muy pronto. Yo no aguantaba más y se lo dije, y me corrí cuando ella estaba en su segundo orgasmo. Sentí una sensación espectacular, muy intensa, y supe que la cantidad de semen que había soltado era muy grande. Al cabo de treinta segundos Coral se sacó mi polla y me dijo.
-Ahora sigue comiéndome el coño.
-¿Qué dices? ¿Con mi corrida dentro?
-Sí, así me lo limpias. Además, siempre me has dicho que cuando te da pereza levantarte de la cama después de una paja te la limpias con la boca y que no te molesta el sabor. Pues es lo mismo.
-Ya, pero…
No me dio tiempo a seguir hablando, ya que me puso su coño abierto y rojo encima de la cara. No me quedó más remedio que acercar mi boca si no quería que la corrida se cayera directamente sobre mi cara, por lo que pequé su coño contra mi boca y empecé a succionar. Enseguida noté el intenso sabor a mi corrida, aunque era diferente. Se había juntado a la suya y el conjunto era más líquido y de un sabor diferente. Me dio bastante asco los primeros segundos, pero seguí, y al cabo de diez segundos más ya no quedaba nada. Entonces paré en seco. La verdad es que esto no me había gustado y ya no estaba nada caliente, ya que por fin había sacado mi semen, que ahora estaba de nuevo dentro de mí pero en el estómago.
-Joder Iñigo, como se nota que te has corrido. Ya no pones ningún interés en comerme el coño.
-Es lo que tiene, cariño. Ahora que ya no estoy en un permanente estado de excitación me dio cuenta de lo salido que he estado estos días. Joder, si te he pedido que me escupas en la boca y todo. Ahora lo veo con otra perspectiva, y no sé si me mola mucho la verdad…
-Pffff en serio? Eso lo dices ahora porque ya no estás desesperado por correrte… En fin, habrá que esperar unos días entonces.
-¿Cómo que esperar unos días?
-Sí, así te vuelves sumiso de nuevo. Es la única forma.
-Pero que el castigo ya ha pasado. Coral, lo del otro no volverá a pasar, de verdad. No me voy a masturbar y follaremos más, te lo prometo.
-No me valen tus promesas, prefiero mil veces la dinámica en la que hemos estado estos días, aunque no hayamos follado. Me ha encantado verte tan sumiso, tan desesperado y tan cachondo todo el tiempo. Prefiero tus comidas de coño y la satisfacción psicológica de ser tu ama que follar contigo cada x días, sinceramente.
-Si a mí también me ha gustado, no te digo que no. Pero estar tantos días cachondo sin poder descargarlo…
-Ya, pero a que ahora has tenido uno de los mejores orgasmos de tu vida?
-Sí, eso es cierto, pero…
-Pues ya está. No te preocupes que en menos de lo que piensas volveremos a follar. Que a mí también me gusta sentirte dentro.
-Vale, está bien. –Respondí sin muchas ganas.
CONTINUARÁ

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