Olga

Me llamo Juan Carlos, tengo 20 años y lo siguiente sucedió así: Mi familia y yo somos originarios de un pueblo pequeño de la provincia, pero hace un tiempo nos venimos a vivir a la capital de mi país por cuestiones de trabajo. Olga, la amiga de mi mamá ya vivía acá en la ciudad; ella se había venido un año antes que nosotros a vivir aquí. Olga y mi mamá se conocieron en el pueblo cuando yo tenía apenas 14 años y desde aquel entonces ella me gustó. Yo siempre fui el típico chavo adolescente aburrido y normal que soñaba con tener a una madura cvlona en su cama, de esas señoras que uno ve con lujuria cuando es joven y se la imagina sobre la cama posando en cuatro. Aparte de esas tremendas nalgotas, Olga, a sus 46 años de edad, todavía tenía unas ricas caderas y estaba bien tetona, posiblemente sus tetas eran 38 doble D. Medía aproximadamente 1.76 m de estatura. Su cara era bonita, labios carnosos, piel morena clara, cabello negro azabache que le llegaba un poco abajo de los hombros, y ojos cafés oscuros. ¡Todo un p¡nche mujerón! Ella solamente tuvo un hijo pero ya no vivía con ella porque se había casado. Durante mi adolescencia, fácilmente me la jalé fantaseando con ella al menos unas 50 veces. Tres años atrás, ella se había separado de su marido. 

Fidel, mi mejor amigo desde la infancia y yo, siempre nos hacíamos una paja juntos y fantaseábamos con meternos un día a la casa de Olga durante la madrugada para cogérnosla porque ella estaría deseosa de volver a sentir el calor y la v3rga de un macho, pero nunca pasó de eso: una fantasía. 

Cuando Olga se enteró que mi mamá y el resto de nosotros ya nos habíamos mudado a la capital, no tardó mucho tiempo en empezar a visitarnos. Yo cuando la vi me alegré mucho. Sigue teniendo ese cvlote enorme y durito de siempre. Cada que mi mamá descansaba en su trabajo, Olga venía a visitarla; comía en casa con nosotros. Hacíamos pequeñas fiestas aquí en la casa: el pozolito, los cartones de cerveza, la música, pero todo dentro de casa porque la verdad aquí en la capital está un poco fea la situación para andar pisteando afuera. La primera vez que me atreví a hablarle fue por Facebook, le pregunté que cómo estaba y bla bla bla. Me preguntó por mi mamá, que cuándo descansaba, etc. Me pidió que le diera mi número porque en Messenger casi no solía hablar y ahí empezó todo. Por texto me atreví a confesarle que siempre me había gustado y que mi sueño era comerme un cvlo tan grandote como el de ella. Se empezó a reír y me escribió que estaba loco y que entre nosotros no podía haber nada porque yo era el hijo de su mejor amiga. A partir de ahí me empezó a ignorar y a dejar en visto cuando le escribía. Pasaron los días y vino de nuevo a la casa. Comieron, tomaron, bailaron y al final se quedó a dormir aquí. Ella se quedó en el cuarto con mi mamá durmiendo ellas dos en la cama. Aproveché ese momento y en la madrugada entré despacio. Las dos estaba dormidas y ebrias, me puse de rodillas en el borde de la cama y empece a acariciar sus piernas. Olga se despertó un poquito y me miró, me pateó como diciendome que me fuera porque ahí estaba mi mamá a su lado, pero no me fui y seguí tocándola. Le apretaba duro sus nalgas, le acariciaba el cvlo y quería bajarle su pantalón, incluso lo desabroché pero no podía bajárselo; es difícil bajarle un pantalón ajustado a una señora cuando tiene un cvlo demasiado grande. Me moría de ganas por comérmela en ese momento. Creo que ella estaba indecisa porque a momentos me quitaba las manos para que me fuera de ahí y a momentos cooperaba conmigo. Me dejó incluso meter mi mano en su blusa y jugar con los pezones de sus enormes tetas. Entre todo ese cachondeo, mi mamá empezó a toser y se movió. Yo salí enseguida y me fui a mi cuarto. No podía dormir. Ahí estaba despierto toda la madrugada pensando en cómo cogérmela. Pasó un rato y escuché que se levantó alguien al baño y entre la escasa luz que había en el pasillo la veo pasar a ella porque dejé la puerta de mi cuarto abierta. Cuando la vi pasar, enseguida me levanté y la perseguí al baño. Ella iba entrando y yo quise entrar con ella pero me empujó y no me dejo entrar. Le hice la seña de que no dijera nada y que me dejara entrar con ella, pero Olga solamente me empujó con su mano contra mi pecho y cerró la puerta rápidamente sin hacer ruido. Me desanimé y terminé por ir a dormirme. Pasaron los días y yo seguía escribiéndole por WhatsApp, diciéndole que aún la deseaba tanto, que tenía muchas ganas de ahogarme metiendo mi cara entre sus nalgotas. Le mandaba varios mensajes muy explícitos diciéndole cuánto la deseaba. Ella solamente me contestaba con un emoji de risa y me decía que estaba “loquito” pero que aún así le caía bien. Tres semanas después de aquella noche que se quedó a dormir en mi casa, yo estaba solo en casa, mi mamá trabajaba y le escribí, “Hola, Olga, te invito a desayunar, ven a la casa” Y me responde “Tu mamá está trabajando ¿estás solo?” Le contesté: “Sí, todos están trabajando y hoy es mi día libre. ¿Vas a venir?” Me confirmó que sí, que tomaría un taxi y yo no le creia, sino hasta que me dijo que ya venía en camino empecé a sentirme raro, tenía muchos nervios. Cuando por la ventana la vi bajarse del taxi no lo podía creer. Se veía riquísima. Traía puesto un vestidito muy corto y entallado que dejaba lucir su hermoso escote que escondía la mitad de sus chichotas y resaltaba sus piernas gruesas a la perfección. La recibí en la puerta y la invité a pasar. Empezamos a platicar un poco, le dije que yo ya había comido pero que si quería podíamos hacer algo; me dijo que no, que ella igual ya había comido. La invité a pasar a mi cuarto. Por los nervios, le dije algo muy tonto: "Vente para acá que hace mucho calor. En mi cuarto tengo prendido el aire acondicionado”. Ella solamente se rió y sí entró conmigo a mi cuarto. Comenzó a ver al rededor: mi cama, mi cajonera, unos cuadros que tenía colgados, algunos posters de bandas de rock, y la vista afuera de mi ventana. Yo me acerqué a ella, la abracé por detrás y empezé a acariciar delicadamente sus riquísimas tetas. Ella cerró los ojos y se dejó llevar soltando un leve suspiro. Sutilmente restregaba su cvlo en mi paquete. Mi pito ya estaba semi-erecto, pero al sentir esas nalgotas contra mi bulto, se me terminó de poner duro por completo. La besé lentamente en el cuello, ella recargó su cabeza sobre mi hombro mientras yo recorría su nuca y su garganta con mis labios mientras mis manos juguetonas no paraban de recorrer sus caderas, abdomen y tetas. Después, le subí un poco el vestido que traía. Por fin pude ver sus nalgotas duras y deliciosas; eran justo como me las había imaginado por tanto tiempo. Quería comerle esa cola ya pero dio dos pasos al frente y se retiró. Me decepcioné por un instante. Pensé que Olga se iba a negar a seguir con el cachondeo pero no; se sentó sobre mi cama y me tomó de la mano para pararme frente a ella. Por encima de mi pantalón comenzó a frotar mi v3rga que ya estaba durita en mi calzón y pidiendo a gritos ser liberada. Volteó a verme hacía arriba mientras su mano me seguía frotando y me dijo con una sonrisa pícara:

- Se siente rico esto, Juanito. Vamos a ver qué traes aquí guardadito adentro. 

Olgq me desabrochó el pantalón, me bajó el cierre de la bragueta, y siguió frotando sobre mi bóxer mi pinga ya dura como una piedra. 

- Mmmm. Esto me está gustando, Juanito. 

Así me dijo Olga después de morderse suavemente el labio inferior de su linda boquita. Me bajó lentamente el bóxer y ahí le quedó frente a su rostro mi v3rga totalmente erecta. La muy pvt¡ta solamente abrió muy grande sus ojos, se sonrió y se pasó la lengua por los labios al ver mi trozo de carne grueso, canezón y venudo. La verdad no la tengo muy grande, pero por lo que he oído soy de tamaño promedio-15 cm- aunque sí la tengo más gruesa de lo normal. Olga comenzó a darme unos deliciosos jalones en la polla, después cerró sus ojitos, abrió sus hermosos labios sacando un poco su lengua y se metió primero la cabecita a su boca. ¡Ooohhh! Fue una sensación exquisita. Había tenido una novia meses atrás. Con ella perdí mi virginidad con sexo aburrido y jamás me la había mamado, pero con Olga sentía que estaba entrando al paraíso. Solamente dejé escapar un par de gemidos breves:

- ¡Ooohhh! Ohhh… 

Ella me miró a los ojos y sacándose brevemente mi pinga de su boca me preguntó:

- ¿Te gusta, papito?
- Me encanta. No pares por favor. 
- ¿Es primera vez que te la chupan, verdad?
- La verdad, sí. 

No podía mentirle y eso fue lo que le contesté mientras ella volvía a mamármela delicioso. Era increíble como chupaba esa pija. Lo hacía con una sutil delicadeza. Su lengua jugaba con la cabecita de mi miembro y sus manos suaves no cesaban de jugar y acariciar mis huevitos, mi abdomen y mis nalgas. Me ponía aún más cachondo viendo mi v3rga erecta y cubierta de su saliva entrar y salir de su boquita. Yo solamente coloqué mis manos sobre su cabeza y jugaba con su cabello mientras ella seguía dándome placer. Después de un par de minutos así, comenzó a acelerar el ritmo. Dejé escapar algunos gemidos más y le dije:

- Ooohhh Olga! qué rico la chupas. 

Ella seguía concentrada en lo suyo. Seguía succionando mi pito sin parar mientras le daba un rico masaje a mis huevitos. Mi excitación era tanta que no me pude aguantar más y le dije: 

- Ooohhhhh creo que me voy a terminar…

La muy pvtita sucia aún aceleró el ritmo mientras con su lengua me masajeaba el glande y la cabecita de mi pene y disparé un tremendo chorro de leche adentro de su boquita. 

- ¡¡Aaaaahhhhhhh!!!! Aaaaahhhhh….. 

Olga rápidamente se sacó la v3rga de la boca y con su mano izquierda inmediatamente se bajó el escote de su vestido mientras con la derecha aún seguía dándole algunos jalones e hizo que le arrojara toda mi leche en su cara y en sus enormes tetas. Después, se la volvió a meter a la boca y me siguió mamando esa v3rga para sacarme hasta la última gota. Yo sentía que me había sacado hasta el alma. Me pidió que nos fuéramos a enjuagar a la regadera y le dije que sí. Se quitó su vestido y el resto de sus prendas mientras yo también me desnudaba por completo. 

Fui siguiéndola ya desnudos los dos y nos hechamos un poco de agua y después nos secamos. Regresamos al cuarto y esta vez yo me senté en la cama. Olga se paró en frente de mí y yo comencé a comerme sus tetas mientras ella colocó sus manos sobre mis hombros apretándolos suavemente. Comencé a lamer sus persones y apretaba su cvlo, ella me miraba con una sonrisa pícara y acariciaba mi frente mientras yo se las estaba mamando. Me dijo: “maldito chamaco, no puedo creer que esté haciendo esto contigo”. No no respondí a su comentario, solamente le seguí chupando esas deliciosas tetas con sus pezones ya paraditos. Así estuve por un par de minutos hasta que ella me pidió que me pusiera de pie. Después, Olga se sentó en el borde de la cama, abrió su par de enormes piernas gruesas que mostraban poca celulitis pero que aún así se veían exquisitas. Me pidió que me arrodillara frente a ella y me dijo:

- Supongo que tampoco has comido panochita antes ¿verdad?
- La verdad, no. Aún tengo muy poca experiencia. 
- No te preocupes. Yo te voy a mostrar cómo y pon mucha atención: si aprendes lo que te voy a enseñar, te vas a convertir en un Dios ante las mujeres. 

Esas palabras me excitaron bastante. Estaba nervioso y muy cachondo de tener a Olga enseñándome todo esto. Me dijo mientras con su mano derecha se abría los labios de su panochón usando su dedo índice y el de en medio mientras mantenía sus piernas extendidas hacia los lados:

- Estos dos de aquí, son los labios vaginales. Los puedes lamer, chupar o morder ¡pero muy suave! 

Acerqué mi boca hacia su pepa, coloqué mis dos manos sobre sus piernas anchas y eso hice. Ella colocó su mano izquierda sobre mi nuca para jalarme hacia su pepa mientras yo le chupaba sus labios. Olga solamente lanzaba suspiros leves y esporádicos. Después me dijo:

- Aquí en este hoyito es donde entra la v3rga pero también puedes meter y sacar la lengua. 

En seguida proseguí. Le hice como si mi lengua fuera una pinga dura y me la estuviera cogiendo. Así seguimos por otros minutos más. Con su aliento ya entrecortado me dijo:

- Oh qué rico, Juanito. Estás aprendiendo muy bien. Mira, este botoncito de aquí es el clitoris. Este lo vas a tratar con mucho cuidado. Lo puedes a lamer, chupar o morder pero muy suavecito. ¡No te aloques, cabr0n! 

Comencé a lamerle su botoncito y comenzó a gemir un poco más fuerte. Después, Olga me dijo: 

- Ay, qué rico, papito. Ahora pon atención aquí. Con tus labios vas a succionarlo mientras con tu lengua lo masajeas con movimientos en círculo. 

Eso mismo hice. Comencé a succionarle su clitoris mientras con mi lengua jugaba con él. Ella comenzó a gemir más fuerte y a jalarme de los cabellos para restregar mi cara en su cuca. Cada vez comenzaba a jalarme más y más fuerte hacia ella mientras gemía como loca. La pvtita ya estaba fuera de control y me dijo en voz alta y aliento entrecortado:

- ¡Ooooh! Ohhhh… Así, Juanito, no pares, papito. Así dale. 

Con mi lengua podía sentir su clitoris crecer de tamaño. Ella seguía gimiendo y las piernas le comenzaron a vibrar. Me dijo:

- ¡Oooooohhh! ¡Sí, así! Dale, no pares por favor. Méteme un dedo en mi hoyito y pícame la pepa. 

Yo también ya estaba muy excitado y hasta se me estaba parando la v3rga otra vez, pero seguí chupándole su clitoris y consintiéndolo con mi lengua. Mientras con mi dedo índice y le picaba su puchita como me lo había pedido. Esto era divino, era como un sueño. A la pvtita que había deseado por mucho tiempo, la tenía totalmente caliente y en mi cuarto.
Ella ya estaba totalmente loca como poseída. Todo su cuerpo le temblaba y me tenía bien sujetado de los cabellos. Solamente me gritó:

- ¡¡Ooohhhhhh!!! ¡¡No pares, cabr0n!!! ¡¡¡Síguele!!!

Yo también seguía concentrado en comerme su panochita y algunos segundos después comenzó a vibrar como loca. De los cabellos me separó bruscamente de ella y arrojó un chorro de sus jugos de su cuca soltando un grito fuerte de alivio:

- ¡Aaaaaaaaaahhh! ¡Aaaaaaahhhh! ¡Aaaaahh! 

Se recostó por completo sobre la cama mientras intentaba recobrar el aliento. Unos momentos después me dijo con una sonrisa: 

- ¡Wow! ¡Qué bárbaro, Juanito! Resultaste ser todo un maestro para comer panocha. Aaaaahhhhhhh…..
- Claro, con una excelente maestra es obvio que aprendería muy bien. 

Después ambos soltamos una carcajada breve y después Olga me dijo:

- ¿Quieres seguir o ya terminamos? Después de todo lo que me acabas de hacer sentir, te mereces que me deje hacer lo que tú quieras. 
- He esperado tanto tener para mí solo que esto no puede terminar así. Todavía necesito gozarte otro poco. 
- Como tú quieras, papito. ¿Qué hacemos ahora?

Aún en mi estado de lujuria, me levanté, la puse en 4 sobre la cama y le abrí sus nalgas con mis manos. ¡Uffff! vi su cvlo depiladito. Me atasqué como un cerdo comiendo en su chiqero. Se lo m4mé, lo restregué en mi cara, le pasé mi lengua, volvi a meter mi lengua en su delicioso panochón y después su ano, lo abrí, lo escupí, lo olfateé. Estaba como un loco, no dejaba de apretárselo y nalguearlo mientras ella solamente lanzaba gemidos de placer. Me dijo:

- Ohhh, Juanito. Jamás me imaginé que también fueras a aprender a comer cvlo así de rico. 
- Tengo años deseándote. Esto lo pudimos haber gozado desde antes pero te hacías de rogar.
- Perdón, papito, no sabía de lo que me estaba perdiendo. Pero no te daba entrada por miedo a tu mamá. 

Me levanté y por fin ya le iba a meter la v3rga pero me dijo que me pusiera un condón. Saqué uno de la cajonera porque sabía que un día llegaría este momento, me lo puse y ahora sí me la empecé a coger por la panocha. Se veía riquísima así en 4. Le dije que se abriera las nalgas con sus dos manos porque le quería ver el cvlo mientras me la estaba cogiendo; la nalgueé como siempre había fantaseado. Mientras la embestía con mi trozo duro y veía cómo sus nalgotas chocaban una y otra vez contra mis caderas, le decía que era mi 
fantasía de siempre:

- No sabes cuántas veces he fantaseando con este momento, Olga. Hasta cuando perdí mi virginidad con mi novia el año pasado, me imaginaba que eras tú. 
- Pues ya me tienes aquí, chiquito. Ahora cómete ese cvlo que tanto deseaste. ¡Oooohhhh! ¡Oooooh! Así, chamaco, dame duro y no pares. 

Cuando sentía que me iba a venir se la sacaba y empezaba a lamer su espalda, su cuello y sus orejas para tranquilizarme, y luego volver a metérsela; incluso me volví a bajar a seguirle mam4ndo el cvlo varias veces; ella gemía como una verdadera pvtita caliente. Se oía delicioso como sonaban sus nalgotas cada que le pegaba manotazos. Volví a penetrarla por su panochón mientras la tenía en cuatro. Así me la cogí por otro rato. Después le pedí que me dejara metérsela por el cvlo. Al principio no quiso. Me dijo que le dolería porque ya tenía tiempo que no cogía por ahí desde que estaba con su marido. Después lo pensó un poco y me preguntó:

- Nomás porque me hiciste venirme muy rico te voy a dejar. ¿Tienes aceite de coco en la cocina? 

Por suerte mi mamá sí tenía. Me dijo que fuera por él y que me untara un poco en la v3rga y también ella se untaría otro poco en su hoyito. Fui a la cocina por él y así lo hicimos. Cuando ya estaba listo para penetrarla, me dijo:

- Despacio, mi rey, porque mi cvlito es muy sensible. 
- Sí, hermosa. 

Coloqué la puntita de mi miembro en su ano. Mi v3rga estaba totalmente durísima de la excitación. ¡Uuufff! Le metí la puntita y ella rápido dejó escapar un gemido fuerte:

- ¡¡¡¡Ooooohhhhhhhhhh!!!!! ¡Despacito, papi, despacito!

Así seguí lentamente metiéndole el resto de mi tronco de carne mientras ella seguía gimiendo y le temblaban las piernas de los nervios:

- ¡OOOOHHH! ¡Auch! ¡Auch! Así despacio por favor. 

¡Uuuffff! Por fin ya estaba totalmente adentro. Ella solamente me dijo. 

- ¡Oooh qué rico! Ahora con cuidado, papi.
- Sí, chiquita. 

Comencé a bombearle esa v3rga dura lentamente y ella no paraba de gemir. Yo la apretaba de las caderas mientras ella se abría sus ricas nalgotas con ambas manos mientras su cara descansaba sobre el colchón de mi cama. Le pregunté:

- ¿Lo estás gozando, pvtita?
- Ay sí, Juanito, muchísimo. Qué rica se siente esa v3rga. Ahora sí dame un poco más fuerte, papito, y así háblame sucio. 

Esa luz verde me puso aún más caliente y comencé a embestirla más rápido. Ella ya gritaba fuertemente. Tal vez los vecinos podían oírnos pero en ese momento no me importaba. 

- ¡¡AAAAAHHHHHHH!!! ¡¡AAAAAAAAAAHHHHHH!!! ¡Sí, papi, dale así, rómpeme ese cvlo!!! ¡OOOOHHHHH! ¡Oooohhhhhh!
- ¿Te gusta mi v3rga, verdad, maldita perra? 
- ¡Ay sí, papi, sígueme dando duro así por favor! ¡AAAAHHHH! ¡AAAAAHHHH!

Estiré mi brazo izquierdo para jalarla de los cabellos mientras con mi mano derecha le seguía dando fuertes nalgadas. Eso al parecer a ella la puso más caliente. 

- ¡OOOHHHH! ¡Ooooohhh! Oh sí, papí, así pégame por favor. 
- ¡Toma, asquerosa pvtita barata! Esto es por haberme hecho esperar tanto tiempo para cogerte así de rico. 
- ¡¡OOOOHHHHH!!! ¡¡Oooohhh!!! Perdóname, papito. Sígueme castigando con esa v3rgota. 
- ¿Ya no te importa que yo sea el hijo de tu mejor amiga, maldita piruja basura?
- ¡Aaahhh! ¡Aaah! No, papito. Rómpeme ese cvlo por favor. 
- A partir de hoy eres mi pvtita ¿entendiste?
- ¡Aaaahhh! ¡aaahh! Sí, papito. Desde hoy soy tu pvtita.
- ¡Mi pvtita barata que voy a gozar y a abusar a mi antojo, maldita perra golosa!
- Sí, papito, seré lo que tú quieras. Desde hoy soy toda tuya. 

Era algo totalmente exquisito. Mientras más duro la embestía y la maltrataba, ella más se excitaba. Mi excitación ya estaba al máximo. Ya no aguantaba más y estaba a punto de explotar. Solamente le dije:

- ¡Me voy a venir! ¡Aaahh! ¡Aaahh!
- Sí, papi, vente. Termina dentro de mi cvlo. 
- ¡Abre bien tu cvlo con tus mano, perra! 
- ¡Sí, papi, dale!

Ya no me pude contener más y arrojé otro tremendo chorro de leche dentro del condón. Ella me dijo:

- ¡AAAAAHHH! ¡Aaaahhh! ¡Ay, que rico! No me saques tu v3rga todavía hasta que sueltes toda tu lechita, papi. 

Y así lo hice. Después de tener ese delicioso orgasmo y terminar empapados de sudor, me quité el condón cargado de mecos y lo vaceé sobre sus enormes tetas. Ambos nos quedamos tirados sobre la cama sin aliento y empapados de sudor. Algunos minutos después Olga solamente soltó una carcajada y me dijo:

- Eres tremendo, Juanito. Jamás me imaginé que un día me ibas a coger así de rico, pero me empezaste a calentar con esas miradas cargadas de lujuria que siempre me lanzabas.
- ¿En serio?
- Sí. De un tiempo para acá me entró la curiosidad de cogerte y me convenciste la vez que me manoseaste bien rico en la recámara de tu mamá. Gracias por hacerme sentir mujer otra vez. La verdad coges mejor que Fidel. 
- ¡Quééé! ¿Mejor que Fidel?
- Sí. Una noche allá en el pueblo el muy loco se metió a mi casa y me pidió que no gritara y que solamente quería pasar un rato conmigo. Yo ya tenía tiempo divorciada y viviendo sola, y en ese momento se me antojó cogérmelo. El pobre apenas tenía 17 añitos y todavía era virgen, así que… me tocó estrenarlo. 
- Hijo de pvta. ¿Por qué nunca me lo dijo? 
- Yo le dije que guardara discreción porque… “el que come callado, come dos veces”, y de ti espero lo mismo. 
- Está bien, pero, ¡qué guardadito se lo tenía el hijo de pvta!

Ambos reímos y comenzamos a vestirnos.

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