Confesiones de una esposa

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CONFESIONES DE UNA ESPOSA



Curiosa situación, poder decir que seguramente la experiencia sexual más caliente que me tocaría vivir llegaría justo de los labios de mi propia esposa.

Siempre fuimos el uno para el otro, nos conocimos unos treinta años atrás en un boliche, ella estaba con sus amigas, yo con los míos, salimos a bailar, charlamos, preguntamos pavadas, me perdí en sus ojos azules y en su cuerpecito aniñado de esos días, y como era costumbre en esos tiempos le robé una cita para el día siguiente.
Así empezó nuestro amor de adolescentes, nos casamos, llegaron los hijos, crecieron, partieron, formaron sus familias.

El presente me encuentra pisando los sesenta, ella cincuenta y cuatro, en días tranquilos, después de haberlo dado todo y mirar hacia adelante con la dulce sensación de haber vivido nuestras vidas en la forma más noble que pudimos hacerlo.
Es cierto, nuestra sexualidad ya o es lo que era, atrás habían quedado los días de sexo loco y desenfrenado, las noches de maratones sexuales, ahora esa parte era parte de nuestro pasado, ahora era diferente.
En nuestro presente disfrutamos una cena en compañía a media luz en algún restaurante de la ciudad, con unas copas de vino de por medio, con diálogos cómplices, y una seducción en cada palabra, aun naufragando en sus ojos azules, tan azules como el mar, para luego si, un sexo perfecto, lleno de caricias, y suspiros hasta quedar dormidos.

A pesar de los años, Maira siempre se mantuvo en forma, es cierto, es una mujer de más de cincuenta, pero lleva esos años bien puestos, sabe vestirse bien, verse bien, oler bien, la lencería erótica le queda pintada y siempre usa colaless, puesto que sus nalgas 'son para jugar en las grandes ligas', no sé si se nota, pero aun siento el amor por ella como el primer día y aún tenemos esa chispa cómplice de erotismo en el interior de nuestra relación. A pesar de la edad, siempre me tomo el tiempo para rasurarle completamente la conchita, es algo que me da mucho morbo y me excita pasar suavemente mi lengua por sus labios depilados. Ella aún se anima a diminutos trajes de baño en las playas y muchos jóvenes voltean imaginando tener esa milf en la cama.

Lo no tan bueno? bien, los años no pasan en vano, mis erecciones ya no son lo que eran, su conchita ya no se moja como antes, las hormonas se van perdiendo sin que nos demos cuenta y todo se hace cuesta arriba y a Maira poco a poco la palabra anorgasmia se le hizo habitual. Hicimos terapia de pareja y alguien en algún momento nos aconsejó probar cosas nuevas, es que siempre habíamos sido el uno para el otro, y algún juguetito podría abrir nuestra sexualidad.

Fue cuando Alejandra vino a nuestras mentes, ella era una de las amigas de mi esposa, amigas de toda la vida.
Ale nunca pasaba desapercibida, tenía unas tetas realmente super medida, enormes, envidiables, además ella era la más petisita del grupo y con eso aún más llamaba la atención su delantera, siempre había sido motivo de conversación entre mi esposa y yo, y porque no decirlo, alguna que otra vez la metimos en fantasías entre nuestras sábanas.
Ella jamás formó pareja, es que nunca pudo afrontar públicamente su homosexualidad, nosotros siempre respetamos su postura, pero es que venimos de una generación muy diferente a las actuales, donde ser diferente sabía a pecado.
Ale se ganaba la vida de una forma curiosa, un sex shop hogareño, no tenía venta al público en algún local, solo eran contactos por la web, entregas discretas y asesoramientos personalizados, todo con sumo profesionalismo y discreción.

Maira le dio vueltas al asunto, y un poco fui yo rodeado por mis locas fantasías quien la empujó al encuentro, que tenía acaso de malo? amigas de toda la vida, mujeres compartiendo problemas comunes, y la intimidad para tratar temas con la comodidad que nadie le daría.
Así, quedaron en una tarde de té, cosas de chicas.

Todo sucedió hace apenas unas horas y escribo con toda la excitación de las palabras de mi mujer.
Ayer por la mañana la depilé por completo, como ya es costumbre, un juego que se nos hace muy sexual a ambos, la dejé suave y perfumada. Luego de almorzar fuimos al cuarto, día sábado, solemos tomar una siesta de descanso. Me recosté en la cama apoyado en la pared de fondo, con mis lentes de aumento y mi celular entre las manos, sin embargo, mis sentidos estaban en otro sitio.
Maira iba de un lado a otro, semidesnuda, con una less de encaje negra muy pequeña y muy sexi, me llenaba con las formas de su enorme y perfecto culo, metida en su mundo, sin saber que yo la miraba con deseos.
Buscaba entre sus prendas sin decidirse, fui yo quien le sugirió que escogiera un vestido negro que se entallaba muy bien a sus curvas, dejando sus muslos torneados desnudos, con un pronunciado escote que invitaba a pecar. Era cierto, una jugada arriesgada para una mujer de más de cincuenta y solo para un encuentro de tarde de primavera, pero es que solo le quedaba perfecto y resaltaba el brillo de sus cabellos platinados.

Ella dió algunos rodeos, le pareció un demasiado audaz, pero ocultando una erección la animé a usarlo, y en tono de broma le dije

Creo que tu amiga te va a violar cuando te vea

Ella sonrió mientras se ponía unos zapatos negros con altos y finos tacos que hacían juego que el sexo vestido. Nos despedimos con un beso, la sentí partir con nuestro coche.
Por la tarde me quedé solo en casa, mirando algunos partidos de futbol al azar, con una tonta fantasía de imaginar cosas que nunca sucederían, puesto que, si había algo que estaba claro en nuestra relación, era que mi esposa era demasiado mujer.
Cada tanto miraba el celular, esperando algún contacto de ella, pero nada, las horas pasaban lentamente, y empezaba a aburrirme un poco de no hacer nada.
Cuando el sol ya se había ocultado en el horizonte y los grillos empezaban a dar sus primeras serenatas, fui a darme una ducha y fue en esos momentos cuando Maira dio señales de vida, me dijo por WhatsApp que volvería pronto y que de paso compraría la cena, que la esperara con la mesa puesta.

Cuando ella llegó anoche, el reloj de pared marcaba poco más de las diez, traía entre sus manos una bandeja bien envuelta con apetitosas empanadas con un rico aroma que perfumaron el comedor por completo, pero si bien lo que traía entre sus manos había llamado mi atención, la verdad es que todo había quedado en segundo plano al observar su rostro, nos conocíamos demasiado y Maira se mostraba descontracturada, con una brillo perverso en la mirada, o no habitual en ella, como si escondiera pecados difíciles de confesar.
Nos sentamos a la mesa, como cada noche, abrí una botella de vino y puse toda mi atención a lo que ella tendría por contar. Ella tomó un trago, mojó sus labios y sonrió puesto que era muy evidente mi excitación

Ale te manda saludos - abrió el juego -
Si? como anda? aun tiene esas tetas enormes?

Ella me pateó discretamente por debajo de la mesa, como tonto reproche a mi directa masculina, pero sin dejar de sonreír

Si si, bobo, por supuesto que aún tiene terribles tetas!
Y? como te fue? - pregunté sin rodeos - tardaste más de lo esperado

Maira sonrió nuevamente y meneó la cabeza de lado a lado, esquivándome la mirada, con ese dejo de picardía que tanto me atraía de ella

Bien, hablamos cosas de mujeres, hacía mucho tiempo que no nos veíamos, me preguntó por vos, por los chicos, me contó de su mamá, sabes que está muy enferma cierto?

La dejé contar lo que ella quería contar sin prestar verdadera atención, serví vino, tomé otra empanada que aun quemaba al paladar y noté como poco a poco mi mujercita llegaba al tema que yo estaba esperando

Sabes mi amor? - dijo llevando su mano al mentón - tenías razón, fue una buena idea hablar con mi amiga, nos conocemos demasiado, somos contemporáneas por lo que nuestros problemas son conocidos para ambas, y jamás creí que el mundo de juguetes sexuales fuera tan inmenso!
Si? - tiré al aire con cara de estúpido -
Si tonto, creo que Alejandra sabe más que hasta mi propio ginecólogo.

Noté en los ojos de mi mujer y en sus palabras tan vívidas, una emoción inusitada, como que verdaderamente había abierto la caja de pandora, ella siempre había sido muy sexual, pero nunca se había interesado por siquiera ver una página web de sex-shop, ella siguió contando sacándome del encierro de mis propios pensamientos.

Ella tenía un arsenal de juguetes, pero me recomendó probar una tanga especial, yo no le vi nada de erótico más que ser bien colaless, pero le hice caso, pasé al baño y con tranquilidad saqué mi tanga para poner esa que evidentemente algún secreto guardaba, puesto que el frente era un tanto abultado y raro.

Notaba su inocencia en las palabras, puesto que yo ya imaginaba lo que era.

Volví al comedor principal, Ale me esperaba sentada, como si nada pasara, había servido dos vasos con rica y fresca limonada, seguía sin entender, me dijo que me sentara, lo hice, me crucé de piernas en forma muy femenina, hicimos un brindis por los viejos tiempos y cuando fui a beber lo hizo!

Mi mujer hizo una pausa para tomar aire, evidenciando que en su cabecita estaba reviviendo todo el momento, yo solo escuchaba, sin prestar atención ya ni a las empanadas ni al vino

Yo no lo había notado, pero ella tenía un pequeño control remoto en su mano, que lo accionó justo cuando yo daba el primer trago, entonces comprendí, una dulce descarga eléctrica vibró entre mis piernas, acariciando mi clítoris, al punto de hacerme perder la concentración y escupir lo que estaba intentando tomar, fue una total sorpresa y solo quedó su risa burlona flotando en el ambiente

Yo en ese punto tenía terrible erección bajo la mesa, solo quería seguir escuchando


Confesiones de una esposa


Le dije que no lo hiciera nuevamente, pero obviamente Alejandra volvió a hacer vibrar ese monstruo, y mi amor! no imaginas... es que solo no podía con eso, era algo vibrando constantemente pegado a mi clítoris, ella aumentaba, le subía y bajaba la velocidad a su gusto, le rogué que se detuviera pero solo fui perdiendo mi postura de mujer madura, el placer me doblegó y solo no podía mantenerme, ya no pude tener mis piernas cruzadas, dejé de ser femenina para verme puta, me fui cayendo desarmada sobre la silla, descontracturada, cerré los ojos inconscientemente y empecé a gemir, mierda, me da tanto pudor contar esto...

Mi esposa tenía las mejillas coloradas en exceso, marcando cuan vívido había sido todo, la invité a seguir, con lujo de detalles

Bueno, es que era todo muy nuevo y muy loco, todo terminó con un orgasmo enorme que no pude evitar...
Y entonces que pasó? - apuré animándola a seguir con el relato
Paso que... - hizo una pausa prolongada - Ale vino a mi lado y me besó profundamente en la boca
Y te gusto? - honestamente? no podía creer lo que estaba escuchando -
Y... en un primer momento de inconciencia respondí y me supo rico, pero en un segundo recapacité y la separé de mi lado...

Eso me enfrió un poco, me hubiera gustado escuchar que había tenido una experiencia lésbica, pero solo la dejé seguir en la historia

La separé con disimulo, le dije que no podía, no me gustaban las mujeres, amaba a mi esposo y no podía arruinar una relación de toda la vida, Ale me dijo entonces que estaba bien, que ella no intentaba nada raro, solo jugar un poco, darme placer y que solo la dejara hacer, que olvidara mis condiciones moralistas y que esto y lo otro, y mientras hablaba me besaba lentamente el cuello, un poco más y otro poco más y sin quererlo me fui perdiendo en sus juegos, bajé la guardia y la dejé perderse bajo el escote del vestido para ir con sus besos en medio de mis pechos. Sus manos recorrían mi cuerpo en una forma muy rica, y tenía esos sentimientos encontrados entre lo correcto y lo deseado. No pude, o no quise evitar que ella poco a poco se colara entre mis piernas, levantamos el vestido hasta la cintura y Ale me quitó lentamente la tanga, ay! mi amor, me vio toda depilada y eso le encantó...

Ya no sabía que decir, que pensar, solo la dejé seguir adelante.

Ale empezó a besarme la conchita lentamente, suavemente, se corría los renegridos cabellos del rostro para que la pudiera ver, solo abrí mis piernas sobre la silla todo lo que puede para recibirla, pasó su lengua por mis jugos y con una sonrisa pícara me dejó saber lo mojada que yo estaba, y entonces me la comió toda con muchas ganas, que bien lo hizo! ahhh! es una perra, solo siguió en un juego interminable hasta arrancarme otro orgasmo, dos en una tarde, demasiado...

Me levanté asegurándome que ella notara mi marcada erección, fui al refrigerador, saqué un pote de helado y volví con dos cucharas para compartir, era la única manera de bajar la temperatura en esa situación. Me acomodé a su lado y la animé a seguir.

Bueno, el tema es que me dio un poco de pena ver que mi amiga hervía en deseo, pero yo no iba a hacer lo mismo por ella, pero si me di un gusto por vos - dijo con esa sonrisa pícara - la hice sentar sobre la mesa y le saqué la remera y el sostén, de verdad sus tetas son enormes, hija de puta, que envidia!. Y solo empecé a lamérselas lentamente, en especial sus pezones y sus aureolas que son... ah!!!! me imaginaba que vos estabas mirando y sonreía por dentro. Iba de un lado a otro, derecha, izquierda, fue el turno de mi amiga de dejarse llevar, acariciaba mis cabellos con una mano y con la otra se masturbaba después de colarla bajo su tanga, sentí sus gemidos, sus vibraciones, su calor, y me encantó, me encantó hacerla venir...

Maira suspiró profundamente, era evidente que sus pensamientos estaban mezclados entre la fogosidad de lo disfrutado y la vergüenza que le suponía contármelo, era su esposo, su compañero de ruta, pero para mi, sus palabras me sonaban a cantos de sirenas, tomó una nueva cucharada de helado y siguió

Y bueno, se había hecho demasiado tarde, nos reímos, nos acomodaos las ropas y ambas hablamos de vos, no te preocupes, solo sobre la loca situación que se había dado

Mi esposa se paró dando por terminada la charla, caminó lentamente hacia el dormitorio, meneando las caderas y dejando caer lentamente su negro vestido, de una forma sexi, discreta y sensual, yo la seguía mirando desde mi silla y me dijo

Vení, Ale me dio un regalo para vos... te va a gustar...

Fui tras sus pasos, dejando mis ropas en el camino, con casi sesenta años disfrutaba de una erección como si tuviera solo veinte, mi verga estaba empapada en mis propios jugos con tanta excitación. Cuando llegué al cuarto, mi mujer estaba en cuatro sobre la cama, totalmente desnuda, con un plug anal enterrado en su culo, en forma de corazón, con un rojo furioso en una imitación de piedras brillantes. Ella me dijo entonces con esa picardía tan suya

Dijo mi amiga que lo disfrutaras, que pensaría en nosotros esta noche

Solo hice mi trabajo, le saqué el juguete de su trasero, su esfínter estaba abierto y preparado, se la metí toda por el culo y sus gemidos llenaron la habitación con cada embate, Maira estaba caliente como nunca y me incitaba con palabras sucias a que le rompiera el culo, mas y mas, como tantas veces, solo que ahora sonaba especial.
No tardé en venirme, mientras ella abría sus nalgas para que yo la observara toda dilatada, empecé a escupir semen por su esfínter abierto, por sus labios depilados, hasta por sus dedos que acariciaban con frenesí su hinchado clítoris.
Nos dejamos caer sobre la cama, extasiados, locos, ebrios en amor, nos abrazamos y son hicimos caricias hasta quedarnos dormidos.

Estamos desayunando, cada uno con una taza de café con leche, algunas facturas y con la tv de fondo, con las noticias de la mañana a las que ninguno de los dos presta atención, la miro con ojos de amor, como siempre, aunque ella me ignora, está concentrada con su celular, chateando con alguien, con sonrisas cómplices, como hacía tiempo no la veía hacerlo.
Adivino que es su amiga, Alejandra, ciertamente mi mujer me había dejado saber que aun tenía demasiados juguetes por probar, ojalá sea un hombre afortunado!


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