Secretos en la familia. Capítulo ll:

“La nueva vecina”

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Tomás: Bien, sigamos Bruno.

Me dijo muy entusiasmado Tomás, yo solté un suspiro, pensando en como iba a retomar la historia. Lo último que había mencionado es que me masturbe durmiendo mientras soñaba con la señora Natacha. Luego de aquel acto, me quede despierto toda la noche, me limpie el semen que estaba en mi cuerpo con una sabana y me quede sentado en la cama cabizbajo. Muchas cosas daban vuelta por mi cabeza en ese instante, sin darme cuenta las horas fueron pasando, el sol volvía a emerger y su luz entraba por mi ventana. 

Rápidamente al igual como lo había hecho el día anterior, lleve mis sabanas al lavado, antes que mis padres llegaran, ya que ninguno lo había hecho en la noche, solo escuche a Emma regresar algo adolorida ya que se quejaba levemente de algo. Entre a la ducha y me bañe en el menor tiempo posible, cosa que no tuviera la oportunidad de pensar en la señora Natacha, en Emma o en mi madre, para que se me pusiera dura. En eso escuche la voz de mis papás, los dos parecían estar discutiendo por algo, sin embargo, no los oí bien.

Luego fui a mi habitación y coloqué unas nuevas sabanas, esperando no mancharlas o ensuciarlas como las de la anoche y el día anterior. Mi plan era básicamente quedarme en mi cuarto todo el día, solo bajar para comer algo, sin hacer contacto visual con nadie e ir al baño a orinar. Sabía que aquella idea no iba a funcionar, pero quería intentarlo de todas maneras, sin embargo, todo se vino para bajo, cuando mire el calendario. Resultaba que aquel día, era el cumpleaños de Emma y a mí se me había olvidado, al igual que comprarle un regalo. 

Mi corazón se fue agitando cada vez más y todo empeoro cuando escucho la puerta del dormitorio de mis padres abrirse, unos pasos se aproximaban a mi cuarto y golpean la puerta. Era mi madre, quien con una voz muy baja dijo, –“Bruno, hijo, ¿estás despierto?”- yo le contesté que sí, entonces ella me preguntó si podía pasar. Me quedé en silencio pensando en alguna excusa para decirle que no, pero me di cuenta de que daba lo mismo, ya que ella de todas maneras iba a entrar. 

Yo: Adelante, mamá. 

Exprese, mientras me sentaba en mi cama. –Tranquilo, es tu mamá, lo de ayer solo fue una anécdota sin mayor relevancia- me dije a mí mismo. Mi madre entró a mi habitación y yo miraba hacía la ventana, quería evitar a toda costa observarla y ella de alguna manera ayudo, pues a diferencia de su comportamiento coqueto del día anterior, se mantuvo distante conmigo. Ella solo quería hablar sobre el cumpleaños de mi hermana y me consultó si le tenía un regalo, yo le dije que no, se me había olvidado, con mis ojos focalizados en una pequeña ave que volaba. 

Isidora: Mmmh, ya veo, pero estás de suerte, hijo. Porque tengo un regalo extra, el cual puedes hacer pasar como tuyo, para que Emma no se sienta mal.

Yo: ¿Hablas en serio, mamá?

Isidora: Claro hijo, ¿por qué mentiría con algo así? Ven a buscarlo a mi cuarto.

Ella se marcho de mi habitación y me quede completamente sorprendido, todo parecía haber regresado a su normalidad. Sin perder el tiempo, me levanté y caminé hasta el dormitorio de mis padres, la puerta estaba abierta, así que entre. Mi madre me esperaba con el regalo entre sus manos, sonriendo me lo entregó, todo aquello parecía algo cotidiano, excepto por un pequeño detalle, y es que resulta que mi querida madre, en ese momento solo tenía puesta una bata negra, la cual por cierto tenía abierta, invitándome a observar más de la cuenta. 

Secretos en la familia. Capítulo ll:


Me quedé paralizado y no pude apartar mis ojos de su lascivo cuerpo, que me estaba provocando. Mi pene no tardó en ir tomando forma, haciendo que toda la situación me resultada extremadamente cachonda y que mis deseos impuros comiencen a dominarme. Los minutos de silencio entre los dos, solo hacía que el antojo por ella aumentara, pero justo cuando quería acercarme a mi madre y probar su boca, mi padre interrumpe la escena. Él regresaba del baño, solo tenía puesto una toalla alrededor de su cintura, haciendo que mi erección y calentura se desvanecieran. 

Miré a mi mamá y le di las gracias por el regalo, le di la espalda, saludando así a mi padre y salí de allí. Regresé una vez más a mi habitación y quería olvidar ese sentimiento de lujuria hacía mi propia madre, borrar aquella imagen de ella con esa bata negra y sus labios pidiéndome que los devore. No tenía otra opción que salir a dar una vuelta por el barrio para despejar mi mente, sin embargo, por más que trataba de ignorar esos pensamientos, estos se hacían más frecuentes y prácticamente estaba delirando. Sumergido en otra fantasía, veía a mi madre mirándome de forma muy provocativa y me susurraba, –“Ven hijo, ven donde mami que te necesita”-   

–No es real, no es real, no es real- me repetía, pero era en vano, las ilusiones se hacían más frecuentes y hasta más cachondas, inconscientemente me iba rindiendo a la tentación, ya que estaba regresando a casa. Parecía un pequeño gato al que llamaba con una lana o un pez que mordía el anzuelo, uno que lucia muy tentador, no obstante, el precio ha pagar era muy alto. –“Detente, ¡por favor, detente!”- murmullaba una voz lejana en mi interior, yo la omitía y continuaba acercándome a mi perdición, hasta que sentí que choque con algo y un golpe en mi cabeza.

Tomás: (Intrigado) ¿Qué te detuvo? 

Yo: A… Agustina. 

Tomás: ¿Agustina? ¿Tu nueva vecina? 

Yo: Sí… En ese instante que era completamente ciego y dominado por mis deseos lujuriosos, mi nueva vecina, había llegado junto con su padre. Ella estaba con unas cajas en el momento que ambos chocamos, las cuales contenían algunas de sus cosas personales y lo que me golpeó en cabeza, fue un martillo.

Tomás: ¿Un martillo? 

Yo: Sí, un martillo… A lo largo de esta historia va a entender que Agustina es una chica bastante peculiar. 

Tomás se rio, como si aquella frase le trajera recuerdos a algo o a alguien, yo solté una breve carcajada también, para luego continuar. Aquel golpe en cabeza literalmente me dejó por unos segundos noqueado, debí haber quedado tendido en el suelo, pues cuando abrí los ojos, estaba recostado, alrededor mío se encontraba Samuel, aquel hombre era canoso, algo corpulento y su rostro serio, tanto que llegaba a dar miedo. –“¿Miedo?”- consultó entre risas Tomás, parecía que mi historia le era un chiste, sin embargo, él agregó, –“Fue lo mismo que sentí cuando miré por primera vez a mi suegro”- 

– ¿Su suegro?- pregunté intrigado, él me miró y simplemente me respondió, –“Continua”- y eso hice. Tras sentir aquel escalofrió de pavor recorrer por mi cuerpo, me senté en el suelo, aquel hombre me consultó si me encontraba bien, yo me quedé en silencio, pues su voz era igual de intimidadora que su aspecto. –S-ss-sí… Señor- contesté con mis piernas y brazos temblando. –“Agustina ven”- gritó, mientras de un jalón me levantaba y como si fuera un maniquí o un costal, me cargó en su espalda. No miento cuando digo que pensé en lo peor, pero entonces a la entrada de la casa estaba su hija, la cual se reía de mi patética cara de miedo.
 
La primera impresión de Agustina que tuve fue de tranquilidad, parecía ser una chica bastante normal, con ese par de anteojos incluso llegaba a darme la impresión de que era una nerd. A diferencia de mi hermana, ella era rubia, de contextura delgada, mucho más que Emma y parecía no destacar en las delanteras ni en la parte trasera, muy equivocado estaba, pues ella usaba ropa ancha para no destacar. Aun así, por algún motivo, me parecía la chica más bella de todas, mucho más que Emma. Samuel me dejó recostado en un sofá, él regresaría a descargar las otras cosas y le pidió a su hija que me diera una bolsa de hielo y luego vaya a ayudarlo. 

Agustina obedeció a su padre, mientras buscaba el hielo, yo me decía a mí mismo – ¿Hielo? ¿De dónde van a sacar hielo? Si recién se han mudado- la muchacha, se acercó a mí con una heladera. Yo me largue a reír, por lo ingenuo que fui y no pensar en una heladera como respuesta, ella quedó asombrada de que tuviera fuerza para reírme, por lo menos eso pensé, pero en realidad, su gesto se debía a que me estaba saliendo sangre de la cabeza. La muchacha llegó y aplastó la herida con el hielo, –“Papá, ¿ya bajaste las vendas?”- consultó acercando sus senos a mi rostro.

Me quede estático, el aroma de su fragancia era dulce y estimulante, sus tetas no eran tan pequeñas como las imagine y parecían ser muy suaves. Lo más seguro que ella y su padre tuvieron una pequeña conversación, la que no tome atención por estar perdido mirando a ese par de senos. Ella me limpió la herida y me colocó un parche en ella, luego procedió a vendarme, –“No te muevas, quédate quieto”- me dijo, antes de volver a ayudar a su padre a bajar sus cosas. Yo solo la mire y mis ojos no se apartaron de su figura, algo en mi interior iniciaba a florecer por esa muchacha. 

Cuando ambos terminaron de descargar el camión de mudanza, se acercaron, el hombre me preguntó si ya me sentía mejor, yo me senté en el sofá y sintiendo un ligero mareo le contestó que sí. –“Bien, puedes irte a tu casa entonces”- dijo él, dándome la espalda, yo observe a la joven quien me sonreía y me coloque de pie, mis piernas me temblaban, aun así, me esforcé para ir donde estaba él y le manifesté mi deseo de querer ayudarlo a ordenar. Samuel quedó sorprendido por mi actitud y después soltó una carcajada.

Samuel: Sin duda eres un muchacho inusual. Apenas puedes mantenerte de pie, ¿y quieres ayudarme a ordenar? Niño, mejor ve a tu casa y descansa. 

Yo: No, no quiero… Por favor permítame ayudarlos. 

Samuel: Chico, no seas terco, usa esa energía que tienes para regresar a tu casa. 

Yo: (Sonrió) Vivo al lado, así que mucha energía no necesito.  

Agustina: ¿Al lado? Eso quiere decir ¿que eres nuestro vecino?

Yo: Así es, Agustina. 

Tanto el hombre como la joven quedaron intrigado de que yo supiera el nombre de ella.

Agustina: ¿Co-co-có-cómo sabes mi nombre?

Preguntó algo alterada, su padre me agarró de la camiseta y me arrincono en la pared. Exaltado me exigía que le dijera de donde supe el nombre de su hija. Mi cuerpo temblaba y después de unos segundos en silencio les dije que era muy amigo de los antiguos propietario y ellos me relevaron sus nombres. Samuel no me creía de hecho empuño su mano, yo cerré los ojos esperando aquel golpe, que quizás sería demoledor para mí, sin embargo, la muchacha detuvo a su padre, –“Ya basta papá”- exclamó, –“Él debe ser Bruno”- agregó. 

Yo: Sí, sí… Sí… Soy Bruno. 

Manifesté agitado, Samuel fue soltándome, mientras lo hacía me dijo que debí haberme presentado antes, para haber evitado aquel malentendido. Yo le pedí disculpa por el error que había cometido, no les pregunte cómo sabían de mi nombre, ya que sospeche que la señora Natacha fue quien se los adelantó, como lo hizo conmigo. Ella me miraba sonriendo y yo también decidí sonreír, aunque me duraría muy poco, porque de la nada, Samuel me colocó entre los brazos una caja que estaba muy pesada y me pidió que lo lleve al segundo piso. 

Con bastante dificultad logré hacer esa tarea, quede cansado y era incapaz de moverme, sentándome en el suelo para descansar, observe una sombra, al levantar la vista me di cuenta que era Agustina. Ella seguía sonriendo, se acercó para tomar la caja, la cual parecía no pesarle nada y la llevó a una de las habitaciones. Cuando salió de aquel cuarto, me dijo que me levante y baje a ayudar, suspire, saque energía y fuerza que no tenía para ayudarlos a ordenar. Estuvimos cerca de 3 horas para dejar todo en orden, yo estaba muerto, por lo que me deje caer al suelo.  

Ellos a diferencia de mí parecían estar más enérgicos que antes, de él no me sorprendía, pues como sabía que era un policía, esperaba aquello. No obstante, que esa muchacha que era más delgada que yo, no pareciera haber sido afectada por todo ese trabajo, si me generaba impacto. “La poca costumbre”, fue la respuesta que me dio Samuel, imagine que esa chica debía hacer varios trabajos de fuerza en su casa, ella se acercó a mí con un vaso con néctar de naranja. Les di las gracias y bebí, la actitud de Samuel ya no era tan atemorizante como antes, al contrario, parecía ser un hombre muy amigable.

Agustina se encargó de preparar el almuerzo y cuando terminó, me invitaron a comer con ellos. Yo acepte y sin darme cuenta, las horas fueron pasando, entre charla y charla. Ella me confesó que su madre había muerto cuando apenas era una niña de 3 años, que su padre desde entonces ha estado siempre para ella, aunque algunas veces su sobreprotección, no era algo que le gustaba, pues espantaba a varios chicos y por lo general ni las mujeres querían ser amiga de ella, por tenerle miedo a Samuel. Yo contesté que al principio también tuve terror de él, pero luego me di cuenta de que no debía tener miedo a nada, ya que era un hombre amable. 

Él rio y me dio una palmada en la espalda, la cual me generó un leve dolor, yo les hable también sobre mí, algo breve pero relevándole que Emma era mi hermana adoptiva, aunque a pesar de aquello, nos llevábamos muy bien. Cuando quise ver la hora, me di cuenta de que había dejado mi celular en mi cuarto, así que les pregunté a ellos. Al oír que eran las 19 hrs, no lo podía creer, –¿cómo había avanzado tan rápido el día?- me preguntaba en mí mismo, les di las gracias por todo y le pedí que me disculparan pues tenía que volver a mi casa, de seguro mis padres y hermana estarían buscándome.

Al regresar a casa, todos estaban sentados en la mesa, la cara de Emma reflejaba angustia, todavía no partía su torta de cumpleaños. Con solo verme, sus ojos comenzaron a brillar, por parte de mi madre ella se asustó por la venda que tenía en la cabeza. Ya iba hacer un escandalo cuando Emma me abrazó emocionada, yo le correspondí el abrazo y le dije, –Feliz cumpleaños, hermana- pero ella se alejó de mí bruscamente y de la nada me dio una fuerte bofetada, sorprendiendo hasta a mis padres. –E-E… Emma- balbuceé confundido, ella enojada me pregunta en dónde había estado, yo me quedé en silencio, porque seguía sin asimilar lo ocurrido.  

Emma: ¡Responde Bruno! ¿En dónde y con quién andabas? 

Yo: ¿Co-cómo? 

Emma: No te hagas el tonto, pude oler en tu ropa el aroma de otra chica. 

Estaba asombrando de que ella pudiera detectar la fragancia de Agustina en mi ropa, mi padre mientras se levantaba se reía, abrazándome me felicitaba por haber salido con chica, molestando así aun más a Emma. Mi madre por otra parte tuvo una actitud bastante hostil conmigo, similar a la de mi hermana, aunque trataba de disimularlo, argumentando que no podía haber salido con una muchacha, sabiendo que era el cumpleaños de mi hermana, además de preguntarme cómo me había lastimado. Mi padre las llamo exageradas, que no había nada de malo que tuviera una cita, susurrándome en el oído me preguntaba el nombre de la chica. 

Yo: Agustina. 

Conteste en voz baja, mirando a Emma que seguía molesta. 

Daniel: Agustina, bonito nombre. Espero que sea una muchacha hermosa y con buenas medidas. De todas maneras, cualquier duda que tengas, puedes recurrir donde mí, campeón.

Isidora: Ahora resulta que te la das de experto de amor. 

Daniel: Oh vamos, deja de ser tan malhumorada y celebra que nuestro hijo finalmente este haciéndose un hombre.     

Emma se retiró del lugar y subió al segundo piso, dando un fuerte golpe al cerrar su puerta. Me sentí culpable por lastimarla en su cumpleaños y en lo egoísta que había sido, mis padres se colocaron a discutir entre ellos, yo aproveché aquello para subir e irme a mi cuarto. Aunque antes me detuve en la habitación de mi hermana y trate de girar la manilla, me di cuenta de que la puerta estaba cerrada y dudaba que ella quisiera hablar conmigo. Echado en mi cama, me coloque a reflexionar de los sentimientos de Emma, de cómo le iba a pedir perdón y qué iba hacer por ella mañana para recompensarla.

No sé exactamente cuanto tiempo estuve meditando, pero dejé de hacerlo porque de mi ventana entraba mucho viento. Me coloque de pie y me aproxime a ella para cerrarla, sin embargo, cuando estaba por hacer aquello, observe a Agustina. Mi habitación daba con el de ella, mi joven vecina se estaba quitando la ropa, quizás iba a entrar a la ducha o tal vez se iba a colocar su pijama. El motivo en realidad era el de menos, mis ojos simplemente no podían dejar de observar su atractivo cuerpo. Ella levantó su vista y me vio, sus ojos penetraban a los míos y pensé en lo peor. 

Dominado por el miedo cerré la persiana de golpe. Me tomó tiempo para asimilar lo que había ocurrido, sabía que una disculpa no bastaría y que ella jamás iba a tragarse la excusa de que quería cerrar la ventana. El viento seguía entrando y por mi cuerpo recorría el frio, así que decidí levantar lentamente la persiana, para poder cerrar la ventana de una vez. Para mi sorpresa, Agustina estaba apegada en la ventana y seguía desnuda, como si estuviera esperando que me asomada nuevamente. Pensé que quería jugarme alguna broma, pero me sonrió traviesamente e inicio a presumir sus senos. 

Yo no pude negarme a no ver ese espectáculo, principalmente porque su figura me recordaba a alguien, mi miembro se fue haciendo cada vez más duro, al grado de que tuve que bajarme el pantalón y tocarme. Ella soltó sus tetas, aunque en vez de detenerse, comenzó a masturbarse al frente de mí, su coñito lucia muy delicioso y jugoso, quería probarlo. Agustina soltaba unos tiernos suspiros, su mirada cachonda se entrelazaba con la mía y me encendía aún más, yo comenzaba a desear que viera cómo me tenía, pero la vergüenza fue mayor y mantuve oculta mi polla. Observé como mi atractiva vecina, se corrió y yo hice lo propio, ensuciando el piso. 

Ella sonrió y cerró su persiana, yo me quedé pasmado, sin quitar mis ojos de esa ventana. Las horas fueron pasando y yo seguía ahí parado como una estatua, mi vida había cambiado en varios aspectos, pero yo no lo quería aceptar, me rehusaba a ver la realidad de las cosas, que prontamente darían un vuelco total. A la mañana siguiente, prácticamente trasnochado me levantaba para ir a la escuela, –Un nuevo lunes, ya queda poco para terminar- me susurraba. Mi hermana continuaba con su actitud distante y no podía culparla, después de todo yo la había lastimado, a pesar de eso, nos fuimos juntos.

Al llegar todo parecía exactamente igual, estaban los idiotas que se burlaban de mí, yo como siempre los ignoraba y dejaba que dijeran cualquier cosa ofensiva sobre mi persona, mientras no tocaran a Emma, todo estaba bien para mí. Apoyaba mi codo en la mesa y mi cabeza en mi mano, mirando por la ventana esperaba que llegará el profesor e iniciara una jornada más de clases. Sin embargo, de un momento a otro, sentí que todo quedo en silencio, solo oía unos pasos, los cuales cada vez estaban más cerca de mí, entonces mis ojos fueron tapados por unas suaves manos.

–“Adivina ¿quién soy?, buen adivinador”- escuche, aquella voz era dulce y suave, no era capaz de reconocerla, ¿en verdad le pertenecía a alguien que conocía? –A… Agustina- contesté recordando su timbre de voz y al oler su perfumen. –“Pensé por unos segundos que te habías olvidado de mí, Brunito”- expresó, mientras me destapaba los ojos y yo me volteaba a verla. Su sonrisa coqueta seguía embelesándome, sus ojos claros colocándome nervioso y su presencia calentándome. Ella se sentaba en el puesto que estaba al lado del mío, generando una conmoción entre los presentes.  

–¿Cómo un perdedor como yo conocía a una muchacha tan bella?- era la pregunta que todos se hacían, pero nadie se atrevía a decir, ni los tontos que se burlaban de mí. Por lo menos eso pensé, ya que hubo una persona entre todos ellos, que se colocó de pie y se acercó, para tener la respuesta a la duda que todos tenían. Entre todas las personas, nunca imagine que Emma lo haría. –“Bruno, ¿quién es ella?”- preguntó confundida. –“Soy Agustina, tu nueva compañera de clases y una buena amiga de Bruno”- contestó la rubia, agarrándome del brazo.  

Emma: A… ¿A-Agustina?

Mi hermana me miró con un rostro de ira, ya que acababa de conocer a la chica con la cual había pasado el día anterior y por quién no estuve en su cumpleaños. 

Agustina: Sí, ¿tú eres?

Yo: Ella es Emma, mi hermana. 

Interrumpí, esperando que toda esa tensión que se estaba acumulando se dispersada, no obstante, Agustina en vez de ayudar, solo empeoro las cosas.

Agustina: Ah, la adoptada, verdad que ayer me hablaste de ella.

Emma: Veo que la tienes al día, sobre tu vida, idiota. 

Emma se marchó a su puesto enojada, mi corazón palpitaba de forma acelerada, apenas había iniciado el día y yo ya quería que terminará. Durante toda la jornada, Agustina se la paso a mi lado, haciendo que Emma se molestara más y más, pero lo peor estaba por llegar. Tras terminar las clases, yo arreglé mis cosas y esperé a mi hermana para regresar a casa, sin embargo, cuando ella estaba allegándose donde mí, Agustina apareció a mis espaldas y me jaló del brazo, –“Bruno, vamos al cine”- me dijo y sin esperar una respuesta, me llevó con ella.

Para ser sincero, nunca había ido al cine con una chica antes, así que esa experiencia para mí era completamente nueva. Me llevó a ver una cinta de comedia, aunque eso no sería relevante, ya que mis nervios iban incrementando, cada vez que ella disminuía la distancia entre ambos, en esa sala oscura. Sus manos algunas veces pasaban a rozar mi entrepierna, en donde un bulto se forma, Agustina se detuvo cuando me levante para ir al baño, necesitaba un respiro. Al regresar ella ya no hizo nada raro más hasta que acabó la película. Al ir caminando por la calle, ella me susurró en el oído, –“¿Te gusto mi show de ayer?”-    

Su pregunta me dejo descolocado, obviamente en mi cabeza rondó lo que paso anoche, desde que la vi en la escuela, pero como ella no le dio importancia, yo tampoco quise hablar del tema y ahora ella lo sacaba de nada. –“Hoy te daré un mejor espectáculo, asómate a tu ventana como a las 22 hrs, ¿ok?”- expresó con picardía, yo no le contesté y durante el camino de regresó a casa, no nos dijimos nada, solo hablamos para despedimos. Al entrar a casa, vi Emma sentada en el sofá mirando televisión, ella se quedó callada y evitó mirarme a la cara.    

No quise decirle nada, ya que sabía que era tonto intentar hablar con mi hermana. Mi intención era irme a mi cuarto y esperar hasta las 22 hrs, para ver lo que me quería mostrar Agustina, pero mi madre apareció y tirándome de la oreja me llevó a la cocina para retarme. Escuchar su sermón, fue lo más aburrido, es decir, durante toda mi vida, nunca le he dado problema y por una vez en que salgo con una muchacha, me gano un regaño eterno, al que no podía apelar, pues si decía algo, lo más probable que solo fuera como arrogar bencina al fuego. 

Cuando terminó se arrimó donde mí, apegando sus redondos senos maduros en mi rostro. El aroma de mamá era hipnotizante y estar entre esos dos pechos se sentía extraordinario, la tome de la cintura y la abrace. Ella acariciando mi nuca me dijo, –“Mi niño, no quiero que te dejes mal influir por una chica que no vale la pena”- levante mi mirada y apreciaba esos labios que el día anterior me habían provocado. La distancia era tan pequeña que me resultaba difícil contenerme, además mi polla rápidamente fue tomando forma, mis manos no tardaron en bajar hacía esa colita maravillosa y firme. 

Isidora: Hijo…

Exclamó sorprendida, aunque invitaba a que continuada y me atreviera a ir más lejos, yo estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con solo tenerla así de cerca, no obstante, Emma apareció en la cocina y toda esa calentura se dispersó. Yo me aparté de mamá y me senté en la silla para que mi tronco se tranquilice y así poder irme a mi cuarto. Mi hermana, seguía ignorándome y creo que lo que más le molestaba era que mi actitud indiferente, mamá no dejaba de observarme de reojo, dando a entender que ella se había percatado de mi erección y quería algo más de mí. 

Estando relajado, abandone la cocina y me fui directo a mi habitación donde me tire en mi cama e intentaba explicarme la actitud de mi madre en los últimos minutos, antes de que Emma nos interrumpiera. Pensando en aquello cerré los ojos y me quedé dormido, me desperté cerca de las 22:20 hrs, por un chillido que escuchaba. Sobado me quede sentado en mi cama, estirándome, tomo mi celular y observo que tengo varios mensajes de un número telefónico que no tenía registrado, cuando veo los mensajes, sentí que el alma se me escapo, pues entre ellos había un pequeño vídeo en donde salía Agustina, mi vecina, siendo empotrada por un negro. 
rubia


Los demás mensajes eran, –“Eey, ¿estás ahí?”-, –“Holaaaaa”-, –“Bruno, por favor mira por la ventana”- no voy a mentir que tenía miedo de ver, porque ese breve pero impactante vídeo, me había dejado con la intriga de quién era realmente Agustina y qué mierda quería conmigo. A pesar de eso, me asome a la ventana, esperaba verla cogiendo con ese negro, sin embargo, solo estaba ella como la noche anterior, aunque esta vez vestida. Ella al verme sonríe y me escribe por mensaje –“¿Puedes salir de tu casa?”- yo le contesté que no, vi como se desanimo por mi respuesta, pero en vez de que todo acabe ahí, ella me sorprendió una vez más.

Sorpresivamente baja desde su ventana, con un poco de dificultad, pero lo hace, luego corre y salta el cercado, llegando al patio de mi casa, toma una vieja escalera que tenía papá y subió llegando así donde mí. –“Hola”- afirmó sonriendo y con la mitad de su cuerpo dentro de mi cuarto, –Ho-hola- balbuceé ayudándola a entrar. –“Sabes, te tenía una gran sorpresa, pero tardaste mucho, así que solo te espere si te asomabas más tarde y me alegro haberlo hecho, porque tú lo hiciste”- expresó abrazándome. Yo me aparté de ella y me senté en mi cama, seguía sin entender a esa chica. 

Agustina: ¿Pasa algo?

Preguntó como si fuera normal enviarle a un chico que acaba de conocer un vídeo en donde ella sale cogiendo con otro. 

Yo: ¿Qué quieres de mí? ¿Tu sorpresa era que ibas a follar con un negro y me dejarías verlos? 

Respondí molestó, ella suspiro y se aproximo dónde estaba yo, sentándose a mi lado, me toma las manos.
 
Agustina: Quizás. 

Contestó con una sonrisilla guarra. 

Agustina: ¿Eso te coloca celoso?

Añadió allegando sus labios a los míos y rodeando mi cuello con sus brazos.

Yo: ¿Q-qu-qué haces? 

Agustina: Solo te abrazo porque somos amigos, ¿o me equivoco? Además no sé por qué te colocas celosillo si después de todo me conoces muy bien, no es así “Dalí 18”.

Comentó dejándome tieso de asombro y miedo, ¿cómo coño esa chica conocía mi usuario de la página en donde veía y pagaba por las fotos de “Luxure” y “Summer 24”? Ella mordisqueando mi oreja, murmuró. 

Agustina: Deberías saber que no soy una princesa como tu hermana, ni una nerd como aparento, soy más bien una puta y me encanta follar o divertirme con mi cuerpo. 

Me quedé en silencio y ella se fue arrimando, botándome en la cama, se colocó encima de mí.

Agustina: Y no, mi sorpresa no era que me vieras cogiendo con otro, era algo más especial, pero ahora que lo mencionas, me cachondea la idea que me veas cogiendo, ¿a ti no? Aunque quizás ahora te preguntes cómo supe tu identidad de usuario y quieres saber todo de mí, ¿verdad?

Dijo todo aquello con sus labios cerca de los míos y su dedo índice recorriendo mi rostro, yo me embriagaba en sus ojos y le dije, –S-ss-sí…- ella sonrió y nos besamos. Aquel fue mi primer beso, jamás imagine que intercambiar salivas y entrelazar la lengua con otra persona se sintiera tan bien. Ella a pesar de la experiencia que tenía, se mostraba inocente ante mi boca, yo por otro lado, estaba enloqueciendo cada segundo que pasaba probando esa dulce baba. Agustina me detuvo, nos miramos fijamente y mi tronco completamente duro, pedía consuelo.

Agustina: Perdón me deje llevar. 

Manifestó mientras se recostaba a mi lado. 

Agustina: Mmm, ¿por dónde empiezo? De seguro ya sabes que como Summer 24 solo llevó 3 meses y lo hice nada menos porque un día me preguntaba cómo se sentía tener un pene dentro. Tras observar unos vídeos en donde las mujeres gozaban con un trozo de carne, quise vivir la experiencia.

Me susurró acariciando mi paquete con la palma de su mano.

Agustina: Después de ese día subí mis primeras fotos desnudas al sitio, porque quería iniciar con algo leve, para mi sorpresa fui un éxito entre los usuarios y un tal Dalí 18 repentinamente apareció comprando varias de fotos de mi cuerpo, lo que me excito todavía más. 

Podía ver en sus ojos el placer que le generaba recordar aquel momento, en donde yo por necesidad me metí a ese sitio y al ver su figura delgada pero con unas curvas divinas, sus brazos largos y sus interminables piernas, me motivaron a comprarle sus fotografías. Ahora que me he vuelto más lujurioso, me doy cuenta que ese maravilloso par que tiene en las delanteras, también me hipnotizaron en ese momento.

Agustina: Luego de esas fotos, decidí hacer una transmisión en vivo masturbándome y si bien tuvo el mismo impacto positivo que mis fotos, no me sentí muy a gusto, porque mi querido Dalí no se conectó a verme.  

Yo: S-ss-solo compré tus fotos por fines artísticos, jamás vi otros contenidos tuyos. 

Agustina: Sí, me di cuenta de aquello, después de haber hecho casi durante una semana transmisiones en vivo y tú no aparecías. Así que volví a subir unas fotos mías, en donde volviste a comprarlas, no sé por qué me excitaba que tú me vieras, si eras un usuario más, ni me mensajeabas solo comprabas. 

Comentó mordiéndose el labio inferior. 

Agustina: Pero volví a subir fotos mías y tú no me compraste, seguí subiendo contenidos no obstante, tú ya no estabas presente. Ingenuamente pensé que Dalí 18 quería algo nuevo de mí, que le gustaría verme teniendo sexo, así que aprovechando que papá casi nunca estaba en casa por su trabajo e invite al que en ese entonces era el chico que me gustaba a ser parte de mi pervertida idea. 

Yo: N-no tenía dinero, po-por eso no compraba.

Agustina: Ya veo, debí pensar aquello antes de acostarme con ese chico, porque fue una cogida rápida y sin mucha emoción, no logré tener ni siquiera calentarme más de lo que ya estaba, por lo que quedé decepcionada, ten en cuenta que era mi primera vez y lo esperaba mejor. Y no, mi problema no era el tamaño, porque la tenía bastante decente. El problema de él es que no sabía usar su herramienta ni tampoco complacer a una mujer.

Mencionó agarrando mi tronco que ya pedía salir de mi pantalón y ser consolado. 

Agustina: Como no había disfrutado de ese polvo, decidí no subir ese vídeo, los días pasaron y tú no aparecías. Quería enviarte un mensaje en privado, pero temía que resultadas ser un tipo extraño o peligroso, a pesar de eso no podía sacarte de mí cabeza. Seguí creyendo que volverías a verme si me publicaba teniendo sexo.  

Ella no paraba de relatarme cada suceso con detalles y tampoco soltaba mi verga que con cada palabra que soltaba se hacía más dura y me llegaba a temblar el cuerpo. Mientras en el primer piso escucha a mamá hablar con Emma, todo se hacía para mí algo morboso, la rubia por su parte, me confesó que aquel chico que le gustaba, lo invitó a su casa y ahí conoció al hermano de este que era 2 años mayor. Sus miraras desde un inicio fueron de cómplices y no tardaron en hacer buenas migas. 

El tipo se ofreció a llevarla de regreso a su casa, ella aceptó muy alegre, ya que veía aquello como una oportunidad para llevar a cabo esa grabación que tenía en mente. Durante el trayecto todo se fue haciendo más intenso para los dos que no resistieron más cuando él se aparcó afuera de la vivienda de Agustina. Ambos se besaron con fervor, –“Vaya que besaba bien el cabrón”- me susurró mientras sus labios volvían a sobarse con los míos. 
 
Mi vecina continuó relatando, mencionando que le propuso la idea de grabarse cogiendo, a lo que el sujeto de 20 años, respondió que sí. Los dos se fueron al cuarto de ella, en donde preparó todo, apenas encendió las cámaras para grabar, él la besó de una manera muy excitante y sus ropas descendiendo al suelo. El pene de ese muchacho lucía más pequeño que del otro, sin embargo, supo darle el placer que buscaba, las penetraciones le resultaban más deliciosas y hasta profundas. 

Ella movía sus caderas tratando de mostrarme cómo las movía ese día, pero solo hacía que su cuerpo se apegada más al mío y mis ganas de volver a saborear esos labios incrementaban. Agustina continuó diciendo que después de hacer público ese vídeo, su cuerpo se embriagó de lujuria y quería repetirlo, me había olvidado y siguió haciendo guarradas, como con el negro del vídeo que me envió. Él era un jardinero al que ella sedujo y la llevó a su cama. 

El tipo luego de jugar con ese cuerpecito majestuoso, no pudo contenerse, clavándosela de una y no lo culpo, yo en su lugar hubiera hecho lo mismo, darle toda mi pija a esa chica ardiente. Ella me dijo que le encantó sentir que se la metían con fuerza, su coño amaba ser destrozado por ese mástil oscuro que la hizo venir en varias ocasiones. Yo no soportaba más sentía que iba a explotar como un volcán, mi vecina también se notaba sofocada, podía ver de ese escote como unas gotas de sudor caía por sus senos que moría por chupar. 

Agustina: Dime Brunito… A-Ahora que sabes que soy una cualquiera, quieres seguir siendo mi amigo y querer conociéndome, o, por el contrario, me vas a evitar para siempre.

Yo: Jo… Jo-joder Agustina… Y-yo… Quiero seguir siendo tu amigo. 

Agustina: ¿Solo mi amigo?

Yo: Sí, por ahora… 

Agustina: ¿Por ahora?

Interpeló con una sonrisilla maliciosa y traviesa. 

Agustina: ¿Después que quieres que seamos Brunito?

Yo: N-n… No lo sé, pero ahora permíteme bajarme el pantalón, que me voy a correr encima. 

Agustina: No, hasta que me respondas qué quieres de mí, chico travieso. 

Yo ya no sabía ni como callar mis gemidos, así que se me empezaron a escapar, para mi mala fortuna, mamá había subido y los oyó. Golpeando la puerta y mencionando mi nombre posteriormente, comenzó a abrir. Mire aterrado a Agustina quien mordió sus labios y desapareció entre mis sabanas. Mi madre prendió la luz de mi cuarto y extrañada se acercó a mí. –“¿Te encuentras bien hijo?”- consultó preocupada, todo era una maldita locura, pues mi madre ya se había colocado su camisón para irse a dormir y se veía guapísima. 

Yo: S-sí mamá, estoy de ma-mara-villa… 

Ella siguió allegándose, hasta que colocó sus tetas a nada de mi rostro. Su olor solo me estimulaba más y ver esos pezoncitos duritos a través de esa tela fina y transparente, me hacían querer estrujar ese enorme par, mientas mi vecina seguía jalándome la polla. 

Isidora: Hijo, estás sudando mucho parece que tienes fiebre.
 
Yo: No mami… Estoy bien… 

Respondí agitado, sin quitarle los ojos de encima a esos pechos. 

Isidora: ¿Entonces por qué sudas tanto? 

Yo: No lo sé mami… Su-supongo que es por la temperatura que hay…

Isidora: Pero si es una noche muy helada Bruno, ¿de qué hablas?

Mi madre me miró confundida y comenzaba a notar un ligero movimiento debajo de mis cobijas. Lo peor de todo es que empecé a jadear, todo porque Agustina me había dado una lamida a mi tronco, pese a que la tela del pantalón se oponían al contacto de su lengua con mi verga, se sintió increíble aquello. Ella no se detuvo con aquello y siguió, humedeciendo rápidamente mi entrepierna. Antes de que mamá hiciera algún movimiento y descubriera a la vecina jugando con mi paquete, la abracé. 

Esto sorprendió sin duda a mi madre, ya que mi rostro se enterró en sus gordos senos, ella no supo que decir, pero no tardó en apoyar sus manos en mi cabeza y asfixiarme con esos melones. –“Ya veo, todo lo que quiere mi niñito es que mami lo consienta”- dijo en un tono juguetón, mientras Agustina seguía comiéndome la verga sobre el pantalón, lo que ya comenzaba a ser una tortura más que satisfacción. –“El cuerpo de mami está helado, ideal para que bajes tu temperatura”- agregó mi madre jocosa.     

Yo estaba en mi límite y la cordura parecía desvanecerse entre esos pechos, solo quería correrme, soltar toda esa carga que estaba reprimiendo, sin importarme que mi madre descubriera lo que pasaba. Y entonces cuando estaba pronto de eyacular perdido entre esa fragancia tan lasciva de mi madre, su móvil suena. Ella me suelta y cómo si estuviera desesperada porque nadie vea quien la estaba llamando, corrió a su dormitorio, sin cerrar bien mi puerta. 

Agustina salió entre mis sabanas, relamiendo sus labios y con un rostro muy obsceno, no me da tiempo para descansar y zampa su boca con la mía. Enroscándome otra vez con su lengua coqueta, perdía el miedo de que alguien nos atrapada, ya me daba a absolutamente igual todo, mi vecina me estaba enloqueciendo. –“Joder, eso fue jodidamente cachondo. Mucho más que coger”- murmuró, a la vez que observaba un delgado hilo que conectaba nuestros labios.   

Agustina: ¿Qué pasa?

Expresó entretanto yo pensaba en todo lo que habíamos hecho.

Yo: Nada, solo que aún no me explicas, ¿cómo supiste que yo era Dalí 18?

Agustina: Ah, eso… Bueno la primera pista lo tuve ayer cuando nos conocimos, ahí me comentaste que Dalí es tu pintor favorito. La segunda la conseguí hoy, cuando miré tus cuadernos, noté que tu correo era exactamente el mismo que usabas para esa cuenta a excepción de los números y la última fue en cine, mientras fuiste al baño, dejaste tu celular en el asiento y yo me tomé la libertad de revisarlo, dándome cuenta que tenías fotos de unas pinturas entre ellas un retrato a una de las fotos que me compraste.

Yo: Joder, y así sacaste mi número ¿verdad? 

Agustina: Sí.

Sentenció Agustina, nos miramos por unos segundos, yo no sabía qué hacer, en el fondo de mí ser, solo quería devorarle la boca de nuevo y que se hiciera responsable de mi erección. Ella se colocó de pie, para irse a su casa, no obstante, la detuve, no quería que se vaya, al tomarla de la mano quedó sorprendida, la acerque donde mí y la abrace. –Solo por hoy, quédate aquí conmigo- le murmulle en su oído, ella se sonrojo, quizás porque entre todas las cosas que yo podía decirle, le dije la más tonta y absurda, para mi sorpresa, Agustina se quedó a mi lado esa noche. 

Fue difícil, pues no dejaba de tener el miembro erecto y saber que al lado mío había una chica muy guapa, me calentaba más. Trate de varias formas de tranquilizarme, pero no podía, mis pensamientos eran uno solo, quería coger o por lo menos, satisfacer ese deseo que me dominaba. Ella se dio cuenta que yo estaba inquieto y caliente, abrazándome la espalda, sus manos fueron donde mi pene, agarrándolo fuertemente, me susurra, –“Tranquilo, te ayudare con esto”- su mano era muy suave y me pajeaba de forma lenta, pero se sentía espectacular. 

Yo jadeaba con los ojos cerrados, imaginando que me estaba follando a Agustina, que la tenía en cuatro y se clavaba hasta al fondo. Gire mi cabeza, ella acercó sus labios y me beso. No tarde en correrme, solté una enorme cantidad, mucho más que los días anteriores y sin duda había sido la mejor paja de todas. Agustina miró su mano, al ver que tenía de mi semen, la muy guarrilla se limpió pasando su lengua. Ambos nos quedamos mirando, sin embargo, no pasó nada más entre nosotros, me quede dormido complacidamente. A la mañana siguiente, cuando me desperté, estaba solo, Agustina se había ido unos minutos antes. 

La confesión de Agustina solo hizo que la viera como alguien sincera y directa, no me desagradaba saber que era Summer 24. Cuando llegue al colegio, mi atractiva vecina, me estaba esperando en mi asiento. Sonriendo me consultó cómo había amanecido, yo atolondrado le respondí que desperté muy animado, ella rio y su mirada fue directamente a mi entrepierna, el ambiente se fue colocando muy cachondo, aunque fuimos capaces de mantener la compostura. Lamentablemente nuestras miradas coquetas eran interrumpidas por los idiotas que no soportaban verme con esa chica, aunque eso no imperio que ella y yo, siguiéramos compartiendo en el colegio y viéndonos en las noches a escondidas.  

Durante las siguientes dos semanas, fui notando leves actitudes inusuales por parte de mi madre, como que se arreglaba algunas noches y salía. Empecé a darme cuenta que papá siempre se excusaba que estaba con mucho trabajo y llegaría hasta muy tarde. Algunas veces encontraba a mamá hablando en murmulló, al verme se sonrojaba y cortaba. A pesar de eso, no le di tanta importancia ya que mi vecina fue todas esas noches de formar voluntaria a pajearme con sus manos. 

Comenzaba a vivir experiencias muy divertidas y cachondas con Agustina, incluso en la escuela. Hubo un día en donde la tensión entre ambos era tan grande que nos escapamos a los baños, nos encerramos en un cubículo y nos besamos, ella me bajo la cremallera del pantalón y entre sus delgadas manos tomó mi tronco erecto y me masturbo. Pese a que todo era perfecto, por lo menos para mí, Dios aún me tenía preparado una difícil prueba de la cual debía superar.

Eso ocurrió un viernes, aquel día amanecí con mucha fiebre, era incapaz de moverme, por lo que no fui a clases, mamá al verme así se preocupo mucho por mí, estando a mi lado el mayor tiempo posible. Todo iba normal, hasta que mi madre decidió lavar mi cuerpo sudoroso, yo me negué al principio, pero no tenía argumentos suficientes para evitar que lo hiciera. Al sentir esa toalla mojada pasando por mi torso, fue relajante, aunque rápidamente todo se colocaría incomodo, pues los senos de mi madre estaban muy cerca de mí y era capaz de verlos por el escote que tenía su suéter.

Ella notó mi rabo levantado, para mi sorpresa no dijo nada y se comportó como una madre normal. Me sentí horrible por haber tenido una erección con mi mamá, quien luego de haberme refrescado el cuerpo con ese lavado, se fue a su cuarto para arreglarse. Era el cumpleaños de mi tío José, el hermano de papá y el padre de mis primos Jorge y Antonio, ellos asistirían a su fiesta, aunque por unos instantes mamá dudo en ir, por la condición en que me encontraba. Sin embargo, mostré una mejoría, haciendo que la preocupación de mi madre disminuyera y pudiera ir junto a mi padre, al cumpleaños del tío José. 

Dado a esto, aquella noche se suponía que tendría la casa para mí solo, ya que mi hermana había pedido permiso para quedarse a alojar donde una amiga, mis padres no regresarían hasta el otro día. Así que le envíe un mensaje a Agustina preguntándole si podíamos juntarnos, ella no respondió, pero a los pocos segundos escuche el timbre, abro la puerta y era mi querida vecina. Ella me abraza, diciéndome que me había extrañado, ambos caminamos hasta el cuarto de estar, donde Agustina se colocó coqueta. Mordisqueándome una de las orejas, me consulta si en verdad estaba enfermo o solo había fingido para no ir a la escuela. 

Yo: (Rio) Estuve con fiebre casi todo el día, incluso creo que llegue a delirar, pero ahora estoy mejor. 

Agustina: ¿Fiebre? Pensé que tenías algo peor, porque siempre andas calientes, principalmente en esta zona. 

Ella con sus manos tocaba mi paquete que esta ya listo para recibir esa paja diaria que me daba. 

Agustina: Dime la verdad, ¿te masturbaste hoy?

Yo: No… Pero he tenido la pija dura todo el puto día y ha sido muy incómodo.

Agustina: (Mordiendo sus labios) Ya veo, entonces déjame hacer mi trabajo. 

Nos besamos y ella inicio a desvestirme, lo primero que me quito fue el pantalón, luego mi camiseta y finalmente mi bóxer. Aunque antes que tuviera mi verga entre sus manos, fue rasgando el genero del bóxer con sus uñas, la sensación era algo fabulosa y me excitaba mucho. Una vez que estaba completamente desnudo, ella continuó besándome apasionadamente, sus dedos apretaban mis testículos que estaban muy hinchados y mi polla no dejaba de crecer. Agustina me mordió los labios, para luego empujarme en el sofá, ella se sentó en mis piernas y se quitó la playera que llevaba puesta.

Sus tetas estaban a unos centímetros de mi boca, solo se interponía su brasier para poder chuparlas. Mi vecina sonriendo, clavó sus uñas en mi espalda y comenzó a besar mi cuello, yo solo jadeaba, sintiendo que mi pene no podía estar más duro de lo que estaba. La tome de la cintura, para poder mordisquearle el cuello como ella lo hacía con el mío, no tarde en conseguir un chillido de ella, el cual me enloquecía. Nos miramos por unos segundos y nuevamente nuestras bocas se devoraban, ella acariciaba mi rostro y yo recorría su espalda, hasta llegar a su sujetador, el cual desbroche.

Agustina tiro su brasier negro, apegando sus tetas en mi pecho, llevó sus manos a mi tranca, la cual ya estaba intranquila. Fue masajeándola suavemente, con sus labios candentes a unos cortos centímetros de mi boca, me preguntó si me encantaba cómo me pajeaba, yo agarrándola fuertemente de su cola, le contesté que sí. Una vez más nos besamos con vehemencia, ella fue aumentando la velocidad de la paja y yo fui introduciendo lentamente mis dedos dentro de su falda, deseaba tocar ese culito desnudo. –“Me enloqueces Bruno… Me enloqueces…”- afirmó ella mientras seguía aumentando la velocidad de sus manos. 

–“Ooooooohhh, Dioooooossss… Míííííííoooooooooo…”- exclamé extasiado, Agustina no dejaba de acelerar el ritmo de su paja, yo me encontraba en mi limite, sin embargo, ella muy traviesa se detuvo en el momento exacto, para dejarme con las ganas de correrme. Sin decirme nada, levantó sus senos con sus manos, supe que ella quería que se los chupara y eso hice. Pellizcaba y mordía esas tetas exquisitas, mi vecina empezó a gemir cada vez más alto e inconscientemente, ella llevó una de sus manos en su coñito, el cual estaba muy húmedo. 

Agustina: Joder… Bru-Bruno… 

Ella balbuceaba, yo no pude aguantar más tiempo y llevé mi mano derecha a esa vulva que no dejaba de soltar fluidos. Era la primera vez que tocaba una vagina, no sabía si lo que haría iba hacerla sentir bien o por el contrario la lastimaría. No obstante, ya no razonaba con la cabeza, solo me dejaba llevar por mis impulsos y la lujuria que me consumía. Lentamente dos de mis dedos fueron introduciéndose dentro de ese chochito rubio, el cual era muy suave, húmedo y cálido. Deslizar mis dedos dentro, era una sensación fabulosa, más si sus suspiros acompañaban la escena.

El rostro de Agustina era tan vulgar, que me cachondeaba mucho más. Sabía que en su interior ella nunca espero que yo me atreviera a tocarla ahí y que fuera a masturbarla, aún así eso le encantaba y no quería que parada. Seguía aumentando la velocidad, hasta que sentí una gran cantidad de jugo expulsando mis dedos, ella había tenido un orgasmo extraordinario. Mientras mi vecina recuperaba el aire, yo saboreaba sus jugos que había quedado en mis dedos. Eran muy sabrosos. –“E… E-eres… Muy guarro…”- dijo una agitada Agustina. 

Yo: Perdón, pero no pude controlarme. 

Agustina: Tú… Tú… ¿Quieres hacerlo? 

Era la primera vez que me preguntaba si quería tener sexo con ella, obviamente deseaba hacerlo. 

Yo: Yo… Yo si…

Sin embargo, antes de que terminara la frase, Emma nos interrumpiría. Mi hermana al verme en esa posición con la vecina, la chica que ella detestaba, porque era con quién más tiempo ahora pasaba, se encabronó. Tirando una botella que tenía en sus manos al piso, se acercó donde nosotros y jaló del cabello a Agustina, llamándola puta. Mi vecina se defendió empujándola y torciéndole la muñeca ligeramente para que le soltara el pelo. Emma alterada se colocó a llorar, cayendo al suelo, le suplicó a Agustina que se fuera. 

Agustina: ¿Qué? 

Emma: Po-por favor… Ssniff… Ve-vete… 

Agustina me miró, como si esperada que yo le dijera algo, pero me encontraba tan sorprendido como lo estaba ella, así que fui incapaz de decir alguna palabra. Mi vecina tomó la decisión de irse, por lo que agarró su camiseta y sujetador que se encontraban en el piso, se vistió y se fue. Yo comencé a vestirme, lo más rápido posible, no obstante, Emma realizó un movimiento inesperado. Mi hermana, desde el suelo, se allego a mí y me agarra el miembro, el cual seguía estando duro. Avergonzado y confundido, le pregunté, –“¿Qu-qué haces her-hermana?”-

Emma: Es… Está gorda y muy dura…

Exclamó, colocando mi pene al lado de su boca y oliéndolo.

Yo: He… ¿Hermana?

Emma: Su olor es muy fuerte, pero me gusta.

A pesar de que sus manos estaban frías, mi polla no dejaba de palpitar y crecer como lo estaba con Agustina. El morbo de que mi hermana adoptiva estuviera alucinando con mi herramienta era fantástico y no podía negar que me encantaba. Ella abrió ligeramente su boquita y sacó su lengua, pasándola tiernamente en la cabeza de mi tranca. Ese pequeño contacto fue suficiente para que me hiciera temblar las piernas y soltara un poco de mi esperma, ella al verla, sonríe y pasa nuevamente su lengua, saboreando mi semen. –“Aaahhh… Que rico”- afirmó Emma mirándome coquetamente.  

Mi hermana se colocó de pie y sin soltar mi verga, fue aproximándose a mi boca, yo traté de retroceder y tranquilizarla, diciéndole argumentos cómo que éramos hermanos y no debíamos hacer aquello, que no estaba pensando con claridad y que luego se iba a arrepentir. Sin embargo, mis esfuerzos por evitar cualquier contacto con sus labios fueron inútiles, Emma se rio, al tenerme acorralado contra la pared, luego apoyo su mano libre en esta y abriendo su boca me susurró, –“Déjate llevar, hermanito”- me mordió los labios, provocándome a que yo la besara.  

Finalmente logró su objetivo, yo no pude contenerme y la besé fervorosamente, mis manos tocaron su colita y ella no soltaba mi pija. Después de ese primer contacto, ella se encendió mucho más y sin dejar de mirarme con picardía, se desvistió. Ese era el momento perfecto para que yo huyera y evitada que esa locura continuara, no obstante, no lo hice y me quede mirando cómo mi hermana se quitaba su ropa. Porque estaba haciendo realidad una de mis fantasías sexuales y el deseo le ganó a la razón. No me había dado cuenta antes, pero el cuerpo de Emma era hermoso, sensual y muy atractivo, no tenía que envidiarle nada a Agustina. 

Emma: Vamos, suelta esa deliciosa leche que tienes acumulada en mi cuerpo. 

Expresó colocándose nuevamente de rodilla en el suelo. Sus ojos no dejaban de apreciar mi miembro, por el cual babeaba disimuladamente. Yo corté la distancia entre ambos y coloqué mi verga en sus labios, mi hermana fue incapaz de controlar sus impulsos, así que abrió esa boquita tan ardiente que tenía y le dio una lamida al tallo de mi tronco. Como si estuviera completamente hechizada y bajo dominio de mi polla, no dejó de lamerla, hasta dejarla suficiente húmeda para que se lo metiera en lo más profundo de su garganta, cosa que me sorprendió, porque no esperaba que Emma me diera una mamada.      
  
 –“Hhhhmmm… Sííííííííí…”- me quejaba, al sentir la lengua de mi hermana alrededor de mi verga y cada vez más dentro de su boca. Apoye mis manos en su nuca y la ayude para que se tragada lo que le faltaba, No puedo mentir y negar que eso me estaba encandilando, no quería que Emma se detuviera, parecía una puta profesional, me la mamaba increíblemente, por lo que solté su cabeza y ella se retiró mi pene de su boca para tomar aire y mirarme con una sonrisa engatusadora. –“Ahora, no es necesario que busques ayuda en otra chica”- me dijo tocando con sus dedos mis huevos.  
  
Yo: He-hermana…

Emma: Yo, ya te demostré mi amor y lealtad, es hora de que tú lo hagas hermanito. Quiero, que me bañes con tu semen. 

Inconscientemente le hice caso a mi hermana, fui jalándomela, mirando esa carita traviesa y ese cuerpo ardiente, no me tomó mucho tiempo, para poder darle lo que ella deseaba. Cuando mis primeras descargas saltaron, Emma se mostró algo sorprendida, quizás porque no esperaba que soltara tanta leche en su cuerpo. 

Emma: (Ríe) Guao… Hermanito, espero que ahora te quede claro que tú linda polla, me pertenece y ya no debes dárselo o buscar consuelo en esa rubia anoréxica.

El camino lujurioso con mi hermana empezaba, ella se acercó y lamió la glande, dejando brillante la cabeza de mi pene. Tome mi ropa y me vestí, Emma se quedó ahí, limpiándose el esperma que tenía en su cuerpo, ella coquetamente me miro y sabía que me haría una visita muy pronto. 
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Espero que hayáis disfrutado de este nuevo capítulo. Desde ahora en adelante voy a publicar los días martes y viernes. 

3 comentarios - Secretos en la familia. Capítulo ll:

JukUik +1
Espectacular!! Esta historia se ve que tiene mucho para dar... Eres un crack creando situaciones increiblemente morbosas que todos alguna vez imaginamos y fantaseamos tener! Claroooo que también se ve que todo se irá al carajo... Jaja ya entiendo por que está donde Tomás. Espero el proximo capítulo salga pronto, va genial la historia, un saludo genio!
LyonF8
Gracias por el comentario y el apoyo. Tomás es quien mejor puede comprender a Bruno, porque en su juventud era muy parecido a él, aunque eso no quita que también exista otro motivo de este cruce😅. El tercer capítulo quizás tarde algo, ya que esta semana quiero dedicarle a los otros relatos. Saludos✌.
ClonAngeluzMage +1
En esa familia todos esconden algo, el papá, la mamá, tías, tíos. Estoy esperando el momento en que todo comience a salir a la luz y se desate el drama a full. +10
LyonF8 +1
Una familia muy particular🙃, por suerte la chica de al lado le fue sincera a Bruno, aunque la verdad algunas veces también puede causar líos. Gracias por el apoyo, saludos✌.
Svrgatqhvgw +1
Concuerdo con el otro pibe, esta historia tiene mucho futuro, estoy seguro que sabrás desarrollarla, 10/10 amigo
LyonF8
Gracias por las palabras y el apoyo, voy a tratar de cumplir con las expectativas. Saludos✌.