La rebelión de mamá (IV)

Anteriormente: Mi madre se contacta con mi perfil falso de la aplicación de citas.
Hablamos y trato de disuadirla de seguir hablando conmigo pero insiste en hablarme y me llega a confesar que hacía tiempo que no tenía relaciones sexuales y hace poco comenzó a masturbarse.
La última vez, lo hizo el día domingo último que estuve en su casa, ella me vio por la mirilla de la puerta del baño mientras me duchaba, esperando ver que estuviera vestido para poder entrar y sacar su tanga roja que dejó colgando en la canilla.
Nada de eso hizo, solo miró, hasta que la culpa la invadió por tener vista a unos metros del miembro de su hijo colgando esperando por ser enjabonado y bañado en las aguas de la ducha.
Su mensaje final es sugerente, dice que tal vez llegó la hora de dejar la autosatisfacción para pasar a gozar con otra persona, con alguien como yo.
Ese último mensaje me dejó helado, no sabía qué responder.
Unos segundos largos sin escribir creí que serían suficientes para que mi madre se recatara de estar diciendo esas cosas a un "desconocido" de 25 años de una aplicación de citas, pero no.
Insistió con un:
"te gustan las mujeres maduras?"
Le respondí con un "me gustan todas las mujeres, también las maduras"
Al instante me manda una foto de ella en ropa interior, con la tanga roja que había visto en la canilla y con la cual me masturbe ese mismo domingo.
Se la sacó en ese mismo instante la foto y sin consultar me lo envió. Era evidente que mi madre estaba a la caza.
Pensé en bloquearla en ese momento pero un razonamiento extraño llego a mi mente: mi bloqueo no la va a disuadir de seguir buscando otros jóvenes, va a buscar a otros de mi edad y los de mi edad no van a ser tan educados como yo, van a ir a fondo, hasta esa misma noche podrían ir a tener relaciones con mi madre.
Decidí entonces entretenerla para evitar que cometa locuras de calentura.
Le devolví un emoji de fuego a su foto, halague su figura madura.
La gimnasia de las últimas semanas estaba haciendo efecto en su físico. Sus piernas estaban más firmes, su barriga más plana, aunque con alguna pequeña flacidez.
Sus tetas grandes como siempre estaban mostrando el poder de la mujer madura que se lleva todo por delante.
Me envía una foto nuevamente, esta vez es de espalda, pero sin sostén, solo su tanga roja.
Unas nalgas maduras con una pequeña caída, pero redondas y grandes están en primer plano, las separa la tanga roja en partes iguales.
"me debes dos fotos" me dice
"quiero ver cómo está tu pija ahora que viste mis fotos" escribe nuevamente.
Comienzo a temblar de nervios, no sabía qué hacer. Pero era mejor seguirle el juego un poco hasta que se saque las ganas y no meta hombres a su casa.
Me saco fotos con el bóxer que marca un bulto que no necesita estimulación adicional, no sé si eran las fotos, los nervios o el morbo lo que hacía que estuviese dura como una piedra.
Sin mostrar mi cara le envío una foto de frente donde se ve bien mis pectorales, mis abdominales, mis piernas y sobre todo mi bulto con un bóxer blanco.
"ay que rico estas nene, como me gusta saber que esa dureza es por mis fotos" responde mi madre.
Cuando estoy por decirle que debo descansar por el trabajo, se adelanta con un:
"me debes la otra, te puedo pedir un favor? Te darías una ducha y me mandas una foto con el bóxer blanco mojado? Si lo haces te doy un regalo"
No sabía cómo negarme luego de lo que había comenzado, decidí obedecer.
Abro la ducha, me mojo con agua tibia, dejo que se me humedezca bien el bóxer blanco. Se me pega al cuerpo y se transparenta. Evidentemente era ese el efecto buscado por mi madre.
Me saco la foto y se la envío.
Era una foto más que sugerente, se notaba claramente la forma y hasta un poco del color de mi miembro que escalaba los 20 centímetros.
Los huevos grandes también se mostraban imponentes, se notaba bien el glande en la punta.
"gracias bebe, me encanta eso que se transparenta, toma tu regalo" me responde mi madre.
El regalo era un video de unos 10 segundos, mi madre totalmente desnuda, sus pechos en primer plano bajando y dando una vuelta para que vea su culo sin la tanga roja.
Su vagina de labios grandes se veían clarísimos, estaba con una depilación casi completa, se notaba una prolijidad en sus vellos púbicos.
El video termina con sus dedos yendo hacia su vulva, cortándose justo cuando está por acariciar sus labios vaginales.
Todo eso lo veo mientras me seco.
Se despide diciendo "hasta mañana bebote"
Hago un esfuerzo enorme por no tocarme, por pensar en otra cosa, tardo tanto en dormirme que pongo una película para distraerme, termino durmiéndome a las 4 de la madrugada pero logré no masturbarme con el material de mi madre.
Dos horas más tarde sonaría el despertador, ese día sería larguísimo, a tal punto de que cuando volví, apenas comí, me bañe y me desmayé de sueño.
En la mañana posterior me doy con los mensajes de mi madre en la aplicación de citas.
Al no responderle, se enoja y me putea, me trata de cagón y me bloqueó.
En cierta forma creo que es bueno, pero de otra manera pienso que es terrible porque ahora estaría haciendo lo que hizo conmigo con otros jóvenes.
Es un día viernes, día ideal para que se desate un desastre si es que sigue caliente.
La llamo al salir del trabajo, está atardeciendo.
Me atiende luego de varios llamados, dice que está preparándose porque sale con las amigas, eso me deja tranquilo por un lado, pero sabiendo lo que hacen las amigas me da terror por otro.
Esa noche estoy impaciente, no me puedo dormir, tampoco salí a ningún lado.
Miro historias de mi madre y de las amigas y reconozco el lugar donde están, es un Restobar conocido en buenos aires, donde tienen pista de baile y sillones para los que quieran acurrucarse.
Sin pensarlo dos veces salgo para allá, no sé con qué sentido, pero me mata la idea de que mi madre se descontrole.
Al llegar al lugar, veo que está lleno. Busco por todos lados con un trago en la mano, consumición obligatoria y cara para entrar al lugar.
No está en las mesas, no está en las barras, voy a la pista de baile, hay mucha gente, hay poca luz.
Allí por fín veo a mi madre bailando con sus amigas, ella está con una mini como nunca vistió.
Una minifalda blanca con una remerita beige y un cinto negro que le da figura a su cintura.
Su remera beige es escotada, pronunciada, se puede ver el encaje de su sostén que se esfuerza por sostener sus dos pechos maduros.
Su mini se ajusta a sus piernas, en su bailar se va subiendo peligrosamente, hasta que queda al borde de sus nalgas.
Tiene un trago en la mano, y parece que ya ha tomado varios, está algo despeinada, hay algo de sudor brillando en sus pechos y hombros.
Solo la veo bailar, no hace mucho más, creo que exageré al ir hasta el lugar. Hace tanto calor que me pido otro trago más fresco.
Luego de ese, me pido un whisky doble para despedir la noche y dejar a mi madre en paz. Después de todo ya tiene edad para decidir que quiere hacer de su noche.
Cuando me estoy por ir, me choco con ella a la salida.
"¿qué haces acá vos?" me pregunta extrañada.
"¿qué haces acá vos?" le retruco "acá vengo yo siempre"
Se ríe mi madre y sus amigas llegan a su encuentro, nos reímos todos por la casualidad.
Sus amigas dicen: "menos mal que viniste, sino tu madre hacía un desastre ahí adentro"
Mi madre se ríe a carcajadas y me pregunta ya que estaba ahí si la llevaba a su casa.
La llevo entonces.
En el auto sus piernas se ven más apetecibles, su mini se sube en esa posición mostrando con descuido su ropa interior.
Al llegar a casa me pregunta si me quiero quedar, para no tener que volver a esa hora a mi departamento.
Le digo que sí.
Dentro de la casa se saca los tacos y comienza a caminar hacia su cuarto, mientras me indica que en mi cuarto no había puesto sábanas, las había puesto a lavar.
Me pregunta si no me molesta dormir en la cama con ella.
Trago saliva, y no sé qué decir, pero termino diciendo que dormiré en mi cama aún sin sábanas.
En mi cuarto de niño, me desvisto, me quedo en boxers, casualmente unos blancos.
Paso al baño a lavarme los dientes, y el agua de la pileta se abre con mucho más presión que en mi departamento.
Me empapa el abdomen y la blanca ropa interior.
Intento secarme infructuosamente.
Dormiría sin ropa interior entonces, cuando estoy acostándome escucho que mi madre me llama.
Me llama con una insistencia que me es preciso acudir pronto, así que voy con mi bóxer blanco mojado que intenta tapar mi desnudez.
Al llegar al cuadro de mi madre me encuentro a mi madre solo con la ropa interior, una diminuta bombacha tanga de encaje rosa, su corpiño de encaje a tono y su remera beige atorada en su cabeza.
Su mini estaba ya en el suelo junto a sus tacos y el cinturón negro.
La remera beige se le había enganchado en uno de sus aros y no podía desengancharlo, quedó en tal posición que no podía hacer nada para sacárselo.
Me acerco con cuidado, ella se ríe y me pide perdón por estar en ropa interior delante de mí.
Intento destrabar ese aro de la prenda, pero está difícil, se ha enganchado completamente.
Estoy tan cerca que me pego a ella y mi abdomen húmedo con el bóxer húmedo hacen contacto con su piel.
Ella se separa y pregunta porque estoy mojado. Le cuento sobre la presión de agua de su casa, se vuelve a reír.
El aro está incrustado en la fina tela de su remera, me dice que tenga cuidado, que es una remera cara, y que tenga cuidado con su oreja, que le duele el tironeo.
La guio hacia la cama, que se siente allí así puedo trabajar mejor en el desenganche de la prenda.
Está mi madre sentada en el borde de la cama, en ropa interior, con su remera cubriendo su cara y un brazo extendido. Se tienta de risa cada tanto por la situación.
Me acerco, mis piernas rozan sus piernas, ella las abre, sabiendo que necesito acercarme.
Con cuidado logro desenganchar la prenda de su aro, y logro sacar la remera de la cara de mi madre.
La siguiente escena es yo, su hijo con su remera en la mano, mi madre sentada con las piernas abiertas y yo tan cerca que el tiempo se detiene.
Lo primero que ve mi madre es mi abdomen y mi bóxer blanco mojado a escasos centímetros.
Se le escapa una mueca, levanta la mirada y me mira a los ojos.
Vuelve la mirada nerviosa a mi bóxer mojado y aprieta sus labios intentando contener una sonrisa.
"te mojaste mucho parece" rompe el silencio mi madre.
Mientras una de sus manos va hacia la tela del bóxer para testear la humedad.
Mientras va tocando la tela desde el costado, llega lentamente hasta donde se marca mi erección.
Allí se detiene.
Siento la presión suave de dos dedos suyos sobre el bóxer blanco mojado que protege la desnudez de mi miembro.
Esta noche será un antes y un después en nuestra historia.
Mi madre sentada en la cama solo con su ropa interior violeta de encaje y sus piernas abiertas.
Yo entre sus piernas parado, con mi bulto a escasos centímetros de su cara.
La luz tenue del ambiente lo hace todo más confuso, mi madre mira mi bulto, levanta la mirada a mis ojos, vuelve a mi bóxer blanco.
"te mojaste mucho parece" dice con la voz entrecortada.
Sus maduras manos se acercan a la tela del bóxer para chequear cuánta humedad tiene.
Sin sacar la vista de lo que tiene a 20 centímetros, desliza dos dedos cruzando la tela para chequear hasta donde está húmedo, a pesar de que a la vista se ve que está casi todo mojado.
Llega hasta mi tronco que se transparenta, mis 20 centímetros están al máximo y haciendo tensión con el elástico.
Dos dedos de mi madre se quedan encima de la escasa tela húmeda blanca que separa mi miembro de su tacto.
Siente seguro el calor, la forma.
Va hacia abajo recorriendo todo el tronco, ya no son sus yemas sino que inclina sus uñas como un felino que quiere arañar suavemente.
Ese instante hace que la cabeza del glande venza al elástico del bóxer y salga a la superficie, haciendo su presentación a la vista y el olfato de mi madre.
Esa cabeza la hipnotiza porque se queda paralizada.
Su respiración se agita, su pecho sube y baja haciendo gala de sus enormes tetas que apenas pueden ser contenidas por el sostén.
No me mira a los ojos, solo vuelve a subir sus dedos por el ascensor de mi tronco, hasta el límite del bóxer, hasta donde asoma el glande.
Allí levanta la mirada, no dice nada, solo me mira a los ojos. Y en ese segundo eterno de mirada cruzada se atreve a romper la barrera de lo prohibido.
Sus yemas tocan mi glande, lo que produce una explosión de líquido preseminal.
Mi madre lo nota y usa ese líquido para lubricar toda la cabeza que está más roja y grande que nunca.
Juega con la textura, con el calor, se embriaga con los olores.
Su otra mano entra en escena, para hacer el trabajo sucio, baja el bóxer de un tirón y lo deja en el suelo.
Su mano hábil, nunca soltó mi pene.
Se quedó allí, ahora participan todos sus dedos, toda su palma, intenta cubrirla infructuosamente.
Siente el calor, y le gusta porque hace presión.
Comienza a masturbarme, lo hace con delicadeza, el líquido preseminal es abundante, no necesita aceites ni lubricantes.
Está masturbándome mi madre, y sin culpa. Yo no la detengo.
Sigue haciéndolo y se le escapan gemidos, está gozando de hacerme gozar.
Su otra mano juega con mis bolas, me araña con sus uñas arregladas.
"como creciste bebe" me dice mi madre extasiada.
Ya está amaneciendo, la noche se va y se acerca un nuevo día.
Mi madre no deja de subir y bajar mi miembro.
En un momento se desabrocha con destreza su sostén y se liberan unas enormes tetas con las que me amamantó, con unos pezones grandes y oscuros.
Los deja libres y se bambolean con mi masturbación.
Ahora yo quedo hipnotizado mirando cada uno de sus pechos maduros.
"devolvele la leche a mamá" dice mi madre.
Esa frase hizo que mis ratones explotaran y chorros de semen caliente salieron eyectados.
Cayó parte en la cara de mi madre, en los ojos, en la boca y otros chorros con menos fuerza cayeron en su cuello y pechos.
Siguió masturbándome exprimiendo hasta la última gota, que caía en sus manos y dedos.
Las gotas de la cara fueron cayendo hasta su boca, ella se los llevó ahí, mientras miraba lo que había en sus tetas.
Veo su lengua salir de sus labios para recoger la leche que tenía en su rostro y dedos.
Yo me quedo inmóvil apreciando ese espectáculo.
Mi madre parece estar posesa, es otra mujer, que quería lograr hacer eyacular a un hombre joven.
No se limpia totalmente, le queda algo en la barbilla colgando, en el cuello y en sus tetas.
Se va hacia atrás y las contempla como un trofeo.
Me mira a los ojos con lascivia. Parece que esto no queda acá.
En ese instante se presenta el sol con sus primeros rayos. Rayo que entra por la ventana y le da en la cara a mi madre.
Parece ser exorcizante, porque en ese momento entra en cordura de lo que había ocurrido y la lascivia se transforma en vergüenza y me pide que me retire, mientras se cubre los pechos con sus brazos.
No podía dormirme, creo que fue mi culpa por no frenar antes de todo este desastre.
Pasan las horas, no me duermo, ya es casi mediodía y mi madre no sale del cuarto.
Decido dejarle espacio y me voy de la casa, vuelvo a mi departamento.
Transcurre la semana y mi madre no me escribe, no me manda mensajes.
Intento llamarla pero no me atiende.
Reviso la aplicación de citas y ha eliminado su perfil. Tampoco pública nada en ninguna red social.
No sé si ir directamente a la casa a verla, dudo tanto que pasa la semana y no hago nada.
Llega un nuevo fin de semana, el sábado me llama por teléfono.
Dice que tenemos que hablar de lo que pasó la semana anterior, que está avergonzada pero es necesario hablarlo.
Me dice que para asegurarnos de que no pase nada raro, vamos a tener a una mediadora, Andrea.
Andrea, es la amiga que me cogí hace unas semanas y mi madre ni sabe. Supuestamente guardamos el secreto para que no haya conflictos en la amistad entre Andrea y mi madre.
Ahora resulta que la va a usar a su amiga, que es psicóloga para tratar el trauma de lo que pasó.
Me dirijo hacia la casa de mi madre, arreglado formalmente.
Al llegar entro el auto y ya está Andrea en la casa junto a mi madre.
Nos sentamos mi madre y yo en el sofá y Andrea en otro sillón individual.
Miro a los ojos a Andrea, parece no inmutarse por mi presencia, sabiendo lo que hicimos nosotros.
"yo voy a hacer de cuenta que no sé nada, y no los conozco, así que quiero que me cuenten detalle por detalle lo que pasó la semana pasada" comienza Andrea.
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