Sexo playero, las excitantes vacaciones en España,final

Me corrí entre gemidos y gruñidos propiné varias estocadas rudas y erráticas que penetraron su castigado ano, mientras mi amante gritaba… gemía… se estremecía al sentir como potentes chorros de esperma cálido y espeso lo llenaban, en una de las acometidas mi verga excesivamente impetuosa, se salió de su ano, resbalando entre sus nalgas, agitándose en el aire… lanzando un chorro de semen sobre su bronceada espalda mientras ella suspiraba aliviada al verse liberada del castigo de mi miembro. 
Mi novia se giró y besó tiernamente a la hermosa depositaria de mi semen, y reptando por debajo de su cuerpo boca arriba, aferró sus nalgas, las abrió decidida, el dolorido y dilatado esfínter de aquella mujer dejó caer toda mi leche sobre la boca y los labios de mi chica, que lo aceptó como si del manjar más exquisito se tratase, relamiéndose… repasando con su lengua cada resquicio de aquel maltratado ano saboreando aquel tibio elixir que fluía de él. La mujer estimulada por la hábil lengua de mi pareja lanzaba tímidos suspiros y gemidos, furtivamente se desplazaba a ratos para lamer también el clítoris que tan a mano tenía, aquella mujer tan cohibida parecía disfrutar mucho con el sexo lésbico, algo con lo que quizá había fantaseado muchas veces… pero que nunca se atrevió a probar… y ahora una joven hermosa y complaciente la recorría con sus manos, su boca… su lengua. Tal como estaban, la vagina de mi chica estaba a un par de palmos de la cara de aquella rubia madura, para sorpresa de mi novia, aquella mujer dejó caer: “uhmmm tienes un coñito muy hermoso… rosadito… huele delicioso… huele a sexo…”, excitada, mi pareja elevó levemente su trasero para ofrecerle su vagina, que comenzó a lamer… a besar… a mordisquear… en pocos instantes ambas mujeres se unían en un 69 muy muy húmedo, ambas estaban demasiado calientes y aún no habían podido llegar al orgasmo… ambas estaban terriblemente lubricadas y casi al borde del éxtasis. 
Fue entonces cuando aquella belleza rubia poseída por una furor sexual irrefrenable se giró bruscamente, con una mano asió con fuerza uno de los tobillos de mi chica pasando su pierna sobre la de ella, con su otra mano sujetó el otro tobillo de mi expectante novia que parecía intuir lo que venía, pasando su otra pierna por debajo de la de mi chica, dio un fuerte tirón, sus cuerpos se juntaron en tijera, sus húmedas vaginas se fusionaron en una sola, para delirio sexual de ambas, delirio acompañado de una banda sonora de gemidos, profundos suspiros… jadeos y un incesante chapoteo de sus fluidos íntimos, que brotaban con desenfreno de sus ardientes vaginas, la mujer madura aferraba los tobillos de mi pareja con fuerza, estaba casi erguida, dominante…como si la estuviese penetrando, casi arrodillada…  medio en cuclillas… mi novia con sus hombros en contacto con la arena, de semi-costado con sus piernas muy abiertas y hacia arriba se dejaba hacer… sus brazos se estiraban hacia detrás y en cruz, para luego acariciar sus pechos y estimular sus ya erectos pezones… sus ojos se cerraban… se entreabrían… su boca permanecía abierta su cuerpo se tensaba y retorcía de placer y sus caderas se agitaban al frenético y vertiginoso ritmo de las de aquella mujer que la sometía tan placenteramente y que conducía a ambas hacia un inevitable paroxismo orgásmico. Excitados por tal visión tanto el otro hombre como yo, nos incorporamos y nos aproximamos a la mujer rubia, su boca quedaba a la altura de nuestros miembros, flácidos pero comenzando a entrar en erección, el hombre la tomó del cabello y le ordenó: “mama su verga… haz que se le ponga muy dura, tómala en tu boca” obedientemente y de una forma enloquecida se introdujo mi verga en la boca sin soltar los tobillos de mi chica, ni cesando en el frenético roce de sus vaginas, aumentando si cabe el ritmo y la presión centrándola en sus respectivos clítoris. Aquella escena, aquellos lujuriosos gemidos, los suspiros sostenidos… el olor a sexo en el ambiente y la disciplinada y complaciente boca de aquella mujer, consiguieron que mi verga volviese a endurecerse como una barra de hierro. Su marido también excitado por la escena, se masturbaba frente al rostro de su hermosa esposa, sujetando su cabello y forzando su cabeza sobre mi pene, haciéndolo entrar hasta el fondo de su garganta, provocándole algunas arcadas tras las cuales brotaba una gran cantidad de babas que escupía violentamente sobre sus vaginas, lubricándolas aún más si cabe, mi novia parecía absorta en gestionar todos aquellos placeres tan intensos que estaba sintiendo, ausente…ajena a nuestra presencia, relajada como en un placentero nirvana pero terriblemente excitada, la mujer rubia no pudo más, con mi polla atragantando su garganta abrió sus ojos exageradamente y su vagina comenzó a palpitar, sus caderas y su culo se movían erráticamente y sin control, su cuerpo temblaba, se estremecía, sus músculos se contraían y relajaban con cada eyaculación, una gran cantidad de líquido brotaba descontrolado bañando el coñito de mi chica, resbalando por su abdomen… por su culo… su espalda… su cara, al mismo tiempo su marido tiró de su cabello bruscamente hacia detrás sacando mi verga de su boca, ella tenía los ojos en blanco, casi cerrados, sonreía mostrando sus perfectos dientes blancos y al instante su gesto se tornaba serio y vicioso, para luego volver a sonreír,  sin soltar el cabello, tomó firmemente su barbilla y comenzó a besarla profundamente, su cuerpecillo menudo no podía sostenerse por sí solo, cayendo sobre la arena de costado y en posición fetal, con sus manos entre las piernas, gestionando su orgasmo, presionando su vagina con ellas y con sus piernas, sumida en un mar de placeres de gemidos, con su melena rubia rizada cubriendo su cara, con sus ojos cerrados concentrados en aquel éxtasis tan grande, entre espasmos y escalofríos de placer. 
Mi novia privada tan bruscamente de su placer quedó un tanto desconcertada, sin demora tomándola por sus brazos la incorporé, nos abrazamos, nos besamos largo y profundo como si nos reencontrásemos después de un largo tiempo separados… ella me susurró: “quiero que me deis duro los dos… quiero sentir vuestras vergas llenándome… quiero que me hagáis vuestro juguete sexual, quiero correrme de una forma salvaje dominada por dos machos…” de un empujón me tiró sobre la arena, quedando boca arriba, a horcajadas sobre mí se insertó casi de golpe la totalidad de mi miembro, casi haciéndome venir por lo intenso de la penetración, por lo lubricado y extremadamente caliente de su vagina, tomando la verga del hombre maduro con su mano comenzó a mamársela… a masturbársela, cuando consideró que estaba lo suficientemente dura le ordenó clavársela por su ano si piedad, sin dudarlo un instante se colocó tras ella y de un par de estocadas consumó su propósito, sus hermosos ojos se abrieron nuevamente de forma desorbitada y su rostro atisbó una instantánea muestra de dolor, pero su excitación era mayúscula: “dame fuerte cabrón… quiero sentir bien duro vuestras jodidas vergas… quiero que desborden todo vuestro esperma en mis entrañas…” ella acompasaba nuestras embestidas con los movimientos de sus caderas, se movía de un modo endiablado, su cuerpo se retorcía, su cabeza se desplazaba inconscientemente hacia los lados al ritmo de las penetraciones, su larga melena ondeaba mecida por la brisa marina, sus manos se apoyaban en mi pecho, ella excitada al extremo no dejaba de mirarme a los ojos, buscando mi goce en ellos, y yo el suyo en los de ella, con sus dientes apretados unas veces, mordiendo su labio inferior otras, yo estimulaba su clítoris con mi pulgar, presionando con parte de la palma de la mano su bajo vientre, la mujer madura, repuesta de su orgasmo se acercó y tomando una de sus mejillas comenzó a besar la boca de mi chica, totalmente extasiada, rebosante de placer como nunca lo había estado, al borde ya de un brutal orgasmo que comenzaba a desencadenarse, en una de las penetraciones mi verga salió de su vagina, ella ansiosa la buscaba frenética para volver a ser penetrada, resbaló varias veces a lo largo de mi pene erecto y súbitamente sus ojos se quedaron en blanco, su boca entreabierta… sus piernas temblaban sin control al igual que sus hombros con sus brazos flexionados sobre su pecho, una estocada seca en el ano sumada a lo vulnerable de sus fuerzas, incapaz de sostenerse, la hizo desplomarse sobre mí, su cuerpo reposaba sobre el mío piel con piel, mientras sus caderas se estremecían en pequeños espasmos descontrolados, podía sentir como generosos chorros de fluidos manaban de sus entrañas empapando mi verga y mi cuerpo, impregnando el ambiente de un excitante olor ocre a sexo, la rodeé con mis brazos y aparté el pelo que tapaba su cara, desorientada e imbuida de un placer inconmensurable apenas podía sostener su mirada en mí, pero acertó a sonreírme nerviosamente… agitada… pero satisfecha de su hazaña y fantasía cumplida.
“Chicas no iréis a dejarnos así…” dejó caer el hombre maduro sujetando su grueso miembro con una de sus manos, agitándolo en el aire, “Estamos agotadas… así que tendréis que apañaros…” rio mi chica, “no seremos malas chicos… vengan que les mamemos” dijo la mujer rubia, ambas mujeres arrodilladas y abrazadas, mi chica rodeaba su cintura y la mujer rubia rodeaba tiernamente con ambos brazos el cuello de mi chica entrelazando los dedos de ambas manos por detrás de su nuca, nos deleitaron con una húmeda y profunda felación, no tardamos mucho en llegar a nuestro límite, ambas mujeres con sus cuerpos fundidos en uno solo, besándose insistentemente se dispusieron a recibir nuestras copiosas descargas de esperma, tomando sus pechos con las manos, los juntaban y realzaban, ofreciéndonoslos sumisamente para ser regados: “sean buenos chicos… necesitamos nuestra cremita para hidratarlos, necesitamos una buena cantidad así que pórtense bien…” Segundos más tarde nuestras vergas vaciaban todo el esperma que aún nos quedaba en nuestras bolas, para gran satisfacción de las chicas, que masajeaban sus pechos una a otra extendiendo la “reparadora” cremita sobre ellos, al tiempo que volvían a besarse lenta y pausadamente, disfrutando de cada uno de aquellos besos. 
La tarde empezaba a caer, después de algunas bromas y risas… tras un buen baño refrescante en el frío mar Cantábrico, quedamos tendidos sobre la arena, secándonos… viendo el atardecer juntos, hablando de vaguedades… luego quedando en silencio… sumidos en nuestros pensamientos a medida que la luz del sol se extinguía en el horizonte, agotados, extasiados por la experiencia vivida… quizá aun asimilándola, nunca olvidaré la hermosa cara de satisfacción y felicidad de mi chica, iluminada por las últimas luces del día de aquel sol de España, en aquella pequeña y remota cala del norte, en compañía de aquellos extraños con los que acabábamos de cumplir una de nuestras más ansiadas fantasías.

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