La chica que limpia (Parte I)

Un viejo amigo mío se fue a vivir al exterior hace ya unos años y antes de establecerse definitivamente ahí todavía tenía un duplex que intentaba vender pero no podía aún por las condiciones del mercado, la crisis o que sé yo.

Para que no le quedara sin habitar por mucho tiempo, alguien de su familia siempre se quedaba los fines de semana o algunos días para cuidar la pequeña casa. Un verano mi amigo me avisó que su familia se había ido de vacaciones y me pidió que me quedara ahí una semana y para ayudarlo acepté.

El lugar era mucho mas accesible y cómodo que donde yo solía vivir normalmente y un poco por eso y otro poco porque no había tenido contacto con nadie en un buen tiempo empecé a mandar mensajes a algunas chicas que conocía para ver si me ayudaban a no pasar sóli aquellas noches, pero no hubo caso. Más allá de mi situación normal con las mujeres, estaba de mala racha. La segunda noche que pasé ahí estuve mensajeándome con la amiga de una chica con la que había estado alguna vez...la charla levantó temperatura pero ella tuvo que ir a la cama con su marido y tampoco aceptó mi invitación, dejándome con las ganas.

A la mañana siguiente me desperté con una erección importante que no desapareció ni siquiera con una ducha de agua fresca. Repasando la conversación de WhatsApp y volviendo a ver las fotos mientras buscaba algo que ver en la televisión no pude más y me pregunté "¿porqué no?". Me empecé a masturbar en el sillón pensando en cómo me cogería a esa tetona, a la amiga de ella que ya me había cogido y a las dos juntas...Los días sin sexo y la excitante charla fueron suficientes para que sea una muy buena paja, realmente lo estaba disfrutando y cuando estaba en lo mejor escucho que se abre la cerradura de la puerta y alguien entra.

Lo más rápido que puedo la metí adentro del boxer, me paré y fui para el lado opuesto de la puerta. "Perdón pensé que no había nadie" dijo una voz tímida y suave, juvenil y respetuosa. Yo estaba agitado, excitado y sin pantalones, pero fingí normalidad y le dije "No hay problema pero ¿quién sos? yo soy un amigo del dueño" mirando por primera vez a esa chica flaquita, morocha, con el pelo casi tapandole la cara, con la mirada gacha y una mochila en la mano.

"Soy la chica que limpia" dijo, y sin mediar más palabras se dispuso a hacer su tarea. Me cambié y le pregunté cuánto iba a tardar, entonces me dio un papel con su horario que estaba pegado en la heladera. "Brenda" decía en la hoja de cuaderno, así me enteré su nombre. Al otro día me fui antes de que aparezca pero llegué y seguía limpiando, disculpándose por no haber terminado a tiempo. Desde el sillón la observe un poco, creo yo, sin que se diera cuenta y descubrí que a pesar de su timidez y su vestimenta sencilla (remera y jean gastado) se podia llegar a ver que tenía un lindo cuerpo, en especial sus piernas me llamaron la atención.

Llegó el fin de semana y, como acostumbraba a hacer cada tanto en tiempos preCovid19, fui a un boliche invitado por mis amigos. No es mi ambiente preferido, pero necesitaba divertirme y tratar de conocer a una chica. Como siempre conseguí alcohol, miradas, rechazos y risas en la noche. Ya me estaban amenazando las ganas de irme cuando no sé porqué motivo vienen un par y dicen que nos dejaban pasar al VIP (un lugar chiquito arriba con silloncitos y un balcón con parlantes y un caño con minas bailando).

Una de las chicas que se movía contra un parlante se llevaba todas las miradas de los que estábamos ahí. Shorcito negro de esos que están a un cm de dejar ver unas hermosas nalgas, entangada, escote que tentaba a pesar de que no habia demasiado con qué rellenarlo, piernas con curvas preciosas, pelo recogido y unos labios que te llevaban al infierno. Pero lo realmente magnético era su actitud: bailaba como si su vida dependiera de calentar a los demás, una locura.

Mi alcoholizada mente tardo unos cuantos segundos en darme cuenta que era ella, la chica que limpia.

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