Clarisa 2 Final


Clarisa. 2ª Parte.

La violación es un acto atroz y estotalmente reprobable. Si además se produce en grupo se convierte enimperdonable.

—Voy al súper a comprar comidapara dos o tres días y que no tengáis que salir, si no queréis.

—¿Por qué? ¿Dónde vas tú? —Preguntó mi hermana.

—Yo tengo que… hacer algunascosas. Estaré un par de días fuera.

—¡No, por favor, Carlos! ¡No nosdejes solas! Me da mucho miedo…

—No te preocupes cariño, tengoque hacer algunas gestiones por mi trabajo y volveré enseguida. He solicitadolínea para tener internet aquí y hasta dentro de dos días no me la instalan. Ytengo trabajo pendiente.

No quise alargar más la charla yme desplacé hasta un centro comercial distante unos dos kilómetros. Cargué lascosas necesarias y las trasladé a casa.

Esa noche preparé una opíparacena a base de pescado y marisco, acompañado de buen vino.

Tras la comida se miraronamorosamente. Giraron sus rostros hacia mí, asentí con la cabeza y sonreí. Mihermana se levantó y vino a abrazarme, me besó…

—Te quiero mucho Carlos…

—Y yo a ti, y a Celia, quetambién te quiere… Lo sé. Ahora a la cama.

Me desperté bañado en sudor. Enuna horrible pesadilla intentaban quitarme a mi hermana, yo le agarraba losbrazos, pero tiraban de ella y se la llevaban, se me escapaba de las manos…Aquí desperté. Aún no había amanecido, me vestí y pasé por la habitación de laschicas, estaban desnudas. Celia estaba despierta y no le importó que la viera.Por señas le dije que no despertara a mi hermana, me acerqué para darle un besoa ella y otro a Clarisa.

            Me desplacélo más rápidamente posible a la ciudad, fui al gimnasio de artes marcialesdonde había quedado con mi mejor amigo. Fuimos compañeros en la universidad yal terminar seguimos viéndonos en el Dojo.

            Le expliqué,sin profundizar, lo que había ocurrido. Le mostré las fotos y videos que habíatomado y planeamos la acción a seguir.

            Mi amigo,Lucas, se comprometió a seguir y espiar las acciones de los tipejos queviolaron a mi hermana. Yo regresaría con las chicas para no dejarlas solas ycuando tuviera suficiente información me llamaría. Le facilité un móvil,preparado, para que se acercara a los tipejos y clonara sus Smartphone y asídisponer de la mayor cantidad de información posible, contactos, fotos y videos.

            Regresé conmi hermana que me recibió con gran alivio. Solas estaban atemorizadas.

            Ese mismodía me conectaron internet y teléfono fijo.

            Ya podíatrabajar desde casa y comunicarme con Lucas vía internet y así me fuefacilitando noticias.

            Celia me informóde  la mayor cantidad de datos de losagresores para localizarlos en la red. La búsqueda la realizo utilizando elenmascaramiento de mi IP para dificultar nuestra localización. Pude acceder alas típicas redes sociales en las que estos cerdos se movían. Logré bastanteinformación, sobre todo del principal cabecilla del grupo, Nacho. Pude romperla seguridad y entrar en su ordenador y… Pude ver el video que habían tomado dela agresión a mi hermana. Pero no era la única. Había varios más de chicas delcolegio que eran conocidas por Celia y Clarisa. Lo copié todo en mi PC y borrédel suyo todo lo que pude… No me importaba que se dieran cuenta de que habíanentrado en su ordenador. Quizá ni se diera cuenta.

            No podíamás y estallé en sollozos. Clarisa me abrazó y entre las dos trataron decalmarme. El odio, la rabia,  era  insufrible. Me obligaron a tomar un somníferoy me llevaron a la cama donde me dejaron durmiendo.

Al despertar,más calmado, fui a buscarlas, estaban en la terraza.

—Vaya, pareceque os lo estáis pasando bien… Son unas vacaciones. Pero me alegro de que ya lovayáis superando. Tengo hambre…

—Tienes razón,pobrecito, te tenemos a dieta y necesitas estar fuerte… — Dijo con sorna mihermana. Por fin algo de humor.

Mientraspreparaban algo entré en mi PC y vi que había recibido información de mi amigo.Los datos del móvil del líder del grupo. En él encontré un  Whatsapp donde alguien le indicaba lugar yhora para recoger lo que supuse sería mercancía, la mierda que vendían.

Pero quería quepagaran caro lo que hicieron, no solo ellos, también su familia que lepermitían y cubrían todas sus atrocidades.

La reunión latendrían dos días después en un lugar apartado de la ciudad, en una zonaindustrial abandonada.

Al díasiguiente, por la mañana fui a ver a mi amigo Lucas. Elaboramos un plan deacción que nos permitiría acabar de una vez por todas con estos malhechores. Elmismo día en que se realizaría el encuentro, con el móvil clonado que lefacilité a Nacho le envié un mensaje a los proveedores exigiéndoles que bajaranel precio de la mercancía, de lo contrario… se atuvieran a las consecuencias.

Toda lainformación recabada la grabé en un archivo que le envié, a través de la redofuscada  y anónimamente, a la direcciónde internet de la agente Lara.

Me reuní conLucas y fuimos al lugar del encuentro, a ver y grabar lo que ocurría, nosapostamos y esperamos.

Un coche seacercó y bajaron dos tipos trajeados y mal encarados. Se notaba a la legua queestaban armados.

Poco despuésllegaron los tres violadores en otro vehículo que detuvieron a unos quincemetros del otro. Se acercaron al primer vehículo, hablaron y Nacho le indicó auno de sus colegas que fuera a su coche, sacaron una bolsa que entregaron a lostrajeados. Estos miraron su interior y asintieron con la cabeza para acontinuación y sin mediar palabras cogieron sus armas y dispararon contraellos. Cayeron al suelo los tres.

La sorpresa nosparalizó. De pronto aparecieron varios celulares de la policía bloqueando lassalidas, los dos tipos dispararon y la policía también, cayendo abatidos losdos trajeados.

—¡Vámonos! —Dijo Lucas. Yo estaba paralizado, no me esperaba aquel desenlace.

Mi amigo cogiómi brazo y tiró de mí.

Al retirarnosnos sorprendieron varios policías, nos dieron el alto, rodeándonos. Noscachearon, comprobaron que no portábamos armas y nos esposaron. Nos llevaron allugar donde se habían desarrollado los hechos. Cuando la agente Lara me viosonrió…

—Ya imaginabaque tú estabas metido en esto. ¿Quién es? — Refiriéndose a mí amigo.

—Es mi colega.Un compañero No sabía si vendríais, Lara, y ya ves, veníamos armados de cámaraspara grabar el encuentro. ¿Ahora, qué vas a hacer con nosotros?

—¿Qué puedohacer? — Suspiró sonriendo — ¡Soltarlos, dejar que se vayan! — Ordenó a sushombres.

Acompañar a esea su casa, tú no, Carlos… Te vienes conmigo; espera aquí, tengo que hablar conmi jefe.

Lucas y yo nosabrazamos.

—¡Graciascompañero! — Le dije emocionado. Un apretón de manos y se lo llevaron a sucasa.

Yo esperé.

Lara hablabacon alguien que acababa de llegar en un coche que se veía oficial pero sinlogotipos de la policía. Lara me señaló y siguieron hablando, poco después sesepararon y vino hacia mí.

—Ya podemosirnos. Tienes tu coche cerca dame las llaves.

Se las entreguéy se las dio a uno de los guardias uniformados le dijo que nos siguiera, mellevó hasta su coche, yo me senté en el lugar del copiloto.

—¿Estoydetenido? — Pregunté, sin tenerlas todas conmigo.

—¿Tú que crees?— Respondió con una extraña sonrisa.

—No lo sé…¿Adónde me llevas?

—A tu casa… eslo que querías ¿No?

—¿Tú sabesdónde vivo?

—A la fuerza,llevo varios días vigilando todos tus movimientos. También sé que has hechopasar por muerta a tu hermana… Lo que no sé es donde te la has llevado.Montamos un dispositivo para protegerla ya que de haber sabido que vivía lafamilia del tal Nacho hubiera acabado con ella. La jugada de publicar sudefunción en la entrega de títulos del colegio fue magistral. Pero a pesar detenerte vigilado desapareciste de nuestro radar y no sabía dónde te la habíasllevado. Las cosas te han salido bien por chiripa, porque mi deber seríadetenerte por atentar contra la privacidad de las personas. De no haber muertoNacho, las pruebas no servirían en un juicio y se hubieran escapado de rositas.

Habíamosllegado a mi casa, aparcó cerca y le indicó al guardia que llevaba mi cochedonde debía estacionarlo, en mi plaza del sótano del bloque. El uniformado seacercó, le entregó las llaves y se marchó. Lara seguía conmigo.

—¿Puedo subir atu casa? ¿Tienes algo fuerte para beber? — Me sorprendió.

—Sí, claro, whisky,brandi… Mi padre acostumbraba a tomar una copita de cuando en cuando… Yo…Después del accidente  no he probado elalcohol…

Subíamos en elascensor… Al llegar a mi puerta abrí, le cedí el paso y cerré…

No me diotiempo a reaccionar. Me aprisionó contra la puerta y… me besó… No un beso deamistad, no. Duró no sé cuántos Mississippi, muchos. Se separó poco a poco demí sin dejar de mirarme fijamente a los ojos.

No pudeevitarlo, la rodeé con mis brazos y le devolví el beso, multiplicado.

Desabrochó micamisa, el cinturón, bajó los pantalones y el slip…

Arrodillada amis pies hizo lo que jamás me habían hecho.

—Es grande,hermosa… Me gusta… — Dijo acariciándome.

Sus labiosrojos la engulleron. La mirada ardiente…

—¡Cuidado… Mevoy a…!

—¡No importa! —Y la engulló de nuevo.

Era mi primeravez. Mi trabajo, el cuidado de mi hermana… Todo se había confabulado para queno hubiera vivido este tipo de experiencias…

Mis piernas nome sujetaban, se abrazó a mis muslos y vi sus ojos llenos de lágrimas… Y suboca limpia.

Me arrodilléfrente a ella y nos besamos con una pasión desconocida para mí. Llegó a mipaladar el sabor de su boca… mi sabor, pero no me importó.

Me repuse, mepuse en pie, así su mano y se dejó llevar mansamente al dormitorio principal…El de mis padres.

Su cuerpo eraverdaderamente hermoso, trabajado en el gimnasio, unido a un rostro realmentebello… Y estaba aquí, conmigo, desnuda. Terminé de quitarme la ropa y nostendimos en la cama. La acaricié, venerándola como a una diosa, besando todos ycada uno de los centímetros de su piel color miel. Y a miel me sabía.

Un par de añosatrás conocí a una chica que solo quería que la acariciara… Ella me decía cómoy dónde y yo la obedecía. Pero ella no me tocaba a mí. No supe nunca por qué.Ahora se lo agradecía… La experiencia que obtuve satisfaciendo a una mujer meestaba sirviendo con Lara que gemía, se estremecía y lloraba de placer con mismanos, con mi cuerpo sobre el suyo, con el suyo sobre el mío.

Perdimos lanoción del tiempo, pasamos horas en las que la pasión nos devoró. Nuncaestábamos satisfechos, queríamos más.

Agotados… nosdormimos.

Al despertarpude observarla con detenimiento, a mi lado, durmiendo plácidamente. Amanecía.Me levanté para hacer un poco de café que me apetecía. Al girarme la vi desnudaapoyada en el quicio de la puerta… Observándome. Me acariciaba con la mirada yalgo dentro de mi pecho se inflamó.

Se acercó y mebesó en los labios. Era otro tipo de beso; como el de mi hermana o su novia. Noera tanto pasión cómo afecto… Cariño… Al abrazarla sentí algo extraño… ¿Meestaba enamorando de aquella mujer?

—Carlos… Estoes la primera vez que lo hago. Jamás me había dejado llevar por estesentimiento, esto que…

—Lara… Mesiento igual que tú. No sé si es amor lo que hace arder mi pecho pero debeserlo porque jamás lo había experimentado.

Le ofrecí unataza de café y nos sentamos en los taburetes de la cocina a tomarlo. Nuestrasmiradas se cruzaban. Recostó su cabeza en mi hombro y un inmenso sentimiento deamor me invadió.

—Lara, ¿qué nosestá pasando? ¿Por qué yo…?

—Es algoextraño, Carlos. Cuando he intervenido en acciones con disparos, con heridos,con muertos, debo controlar mis emociones. Después, cuando termina todo,  alcanzo muy altos niveles de tensión… Y… Meavergüenza decirlo… Me voy a casa y me masturbo compulsivamente hastadesfallecer. Sin embargo hoy…

—Me hasutilizado a mí para masturbarte después del tiroteo de ayer…

—¡No! Desdeluego has contribuido a disminuir la tensión acumulada, pero hay algo más. Sigonecesitándote. Cuando me he despertado y no estabas a mi lado me he sentidovacía y he llorado… por no tenerte. Después te he visto aquí y me he sentidomuy feliz… No te habías ido, seguías conmigo… Y un pensamiento vino a mi mente;que me haría feliz seguir todos los días despertándome contigo a mi lado.

Nos fundimos enun apasionado beso… Con sabor a café. Yo también pensé que sería hermoso despertartodos los días así, con una belleza a mi lado.

—Lara… mihermana estará preocupada… ¡Huy! Quite el sonido a mi teléfono.

Veo un grannúmero de llamadas perdidas. La llamo.

—¡¿Clarisa?!Estarás preocupada ————— No, no pasa nada, bueno sí pero ya te contaré —————Voy para allá. Si comeremos ahí, vamos dos… — Miré a Lara que asintió con lacabeza.

No pudimosevitar retornar a los juegos eróticos en la ducha. Lara era maravillosa. Cadavez me sentía más cercano a ella.

Nos vestimos yfuimos a por el coche. Al menos tardaríamos cuatro horas en llegar. Fuimoshablando por el camino.

—Creo que estoyen desventaja contigo, Lara. Tú conoces mi expediente al dedillo, has estadovigilándome, sabes todo de mí… Y yo de ti muy poco.

Me confesó queno había tenido nunca una relación seria. Solamente tuvo un novio, cuandoestaba en la universidad con veintidós años, que, al presentarse a lasoposiciones para la policía la puso ante la disyuntiva… Él o la policía… y ellaescogió. Su trabajo, su carrera, la había absorbido totalmente y las únicassatisfacciones sexuales se las propiciaba ella cómo me confesó.

Su charla eraamena, interesante y su voz me enamoraba cada vez más. Nos detuvimos a repostaren una gasolinera y nos tomamos dos colas y unas patatas. Se me hizo corto elviaje.

Al llegar laschicas estaban muy asustadas porque Celia había llamado a otra amiga suya y lehabía dicho que algo había ocurrido pero sin saber qué.

Las abracé, lastranquilicé, aunque Clarisa no tenía claro qué hacía la policía en casa.  Quedó más confusa cuando, mientras comíamos,estando sentado junto a Lara, nos giramos y nos besamos en la boca. Clarisa yCelia se miraron, abrieron los ojos como platos y casi al unísono dijeron:

—¡¿Qué pasaaquí?!

Lara estalló encarcajadas. Esa era una faceta desconocida para mí. Y su risa era maravillosa,sincera… Cada vez me sentía más enamorado de ella.

—Clarisa…¿Recuerdas haberme visto enamorado? — Pregunté.

—No, nunca… Poreso me extraña tanto… Se me hace raro verte besar a otra mujer… Pero me alegrode que por fin hayas encontrado a una persona con la que veo que te sientes agusto, feliz… Y eso me hace feliz a mí, hermano…

Sin pensar,cómo ella solía hacer las cosas, impulsivamente, se levantó, fue hacia Lara yla abrazó… Llorando. Lara se contagió y la colmó de besos. Celia y yo nosmiramos… Así sus manos con las mías y nos sumamos al abrazo.

—¡Por fin voy atener una cuñada! — Gritó Clarisa.

            Abracéa Celia y también grité:

            —¡Yyo también cuñadita! ¡Esto tenemos que celebrarlo!

            Escanciamoszumo en cuatro vasos y los entrechocamos…

            Trasla comida nos retiramos a nuestras habitaciones. Mi hermana y Celia en una…Clara y yo en otra. Hacía calor y nos desnudamos. El contacto tratando de queno se nos escuche durante la siesta es algo maravilloso. Todo contribuye a lalubricidad, al erotismo. Lo disfrutamos cómo niños con juguetes nuevos ydespués nos quedamos dormiditos…

            Despertéy estaba solo en la cama. Me levanté para beber algo y escuché charlar en laterraza y allí me dirigí. Me había cubierto con una toalla que cogí en el bañoque apenas cubría de mi cintura a las rodillas. Pensé que seríasuficiente.  Pero al llegar me encontré alas tres desnudas tomando el sol Los cuerpos brillando por el sudor y lascremas protectoras, tendidas boca arriba mostrando todas sus interioridades sintapujos… No pude evitar que una tienda de campaña se alzara…

            —Vaya…Por fin la bella durmiente… ¡No, por Dios! De bella nada, bello en todo caso… —Dijo Lara señalando la protuberancia de la toalla, seguido de su contagiosarisa.

            Dila vuelta para marcharme pero ella más rápida se levantó y se interpuso entremi cuerpo y la puerta, abriendo piernas y brazos para impedirme la huida. Claroque la posturita aún empeoró más las cosas… Lo que no pude prever es un ataquepor la retaguardia. Celia introdujo dos deditos entre la toalla y mi traserotirando hacia abajo a continuación. Al quedar en descubierta opte por laretirada yendo a refugiarme junto a mi hermana que me acogió entre sus brazoscubriendome con su cuerpo.

            Elresultado fue que quedé en contacto con un cuerpo de mujer cálido, suave yhúmedo, debido al sudor y la crema.

            —Cariño,ven a mis brazos que yo te libraré de estas lagartas que solo quierenaprovecharse de ti. Déjame que te extienda un poco de crema para evitarquemaduras… — Dijo mi hermana con sorna vertiendo un chorro de crema por miespalda.

            Nopude evitar la risa, pronto Celia y Lara se dedicaron a extender la crema portodo mi cuerpo, sin dejar nada atrás. Claro está, con el consiguiente bochornopor mi parte.

            Meseparé de Clarisa y caí en manos de Lara que se restregaba con todo su cuerpopor el mío, viendo a las otras dos haciendo lo mismo entre ellas. La excitaciónsubía por momentos. La empujé sobre una de las hamacas, la tendí y me coloquésobre ella… El acoplamiento fue automático.

            Realizarestas acciones ante el público no entraba en mis cálculos, pero al parecer aLara no le importaba. Mi hermana abrazaba, acariciaba y besaba a su pareja conauténtico ardor. Lara parecía fuera de sí. Alcanzamos nuestros clímax casisimultáneamente… Los cuatro.

            Yamás calmados todos nos sentamos sin pudor, sin vergüenza alguna. Me sentíacómodo, desnudo, en medio de las tres mujeres.

            —¿Quénos ha ocurrido? — Pregunté.

            —Algomás normal de lo que crees, Carlos. Hemos roto unos cuantos tabús, sobre todoel del incesto, aunque no hayáis realizado el acto tú y tú hermana. — ComentóLara.

—Ha sido unmomento mágico en el que me he sentido bien teniendo en mis brazos al únicohombre al que quiero y admiro. No me hubiera importado llegar a lo que fueracon él. Aun no deseándolo. Es una sensación extraña. Siento aversión hacia elgénero masculino, yo diría más, odio, como consecuencia de la desgraciadaexperiencia vivida. Y estoy temiendo encontrarme con alguno de los que… —Diciendo esto explotó en sollozos.

Ni Lara ni yoles habíamos dicho nada de lo ocurrido. Nos miramos con complicidad. Abracé ami hermana y mesé sus cabellos, besando su frente. No sentía ninguna atracciónsexual hacia ella… Era mi niña, la había cuidado durante los últimos años, mehabía obsesionado su felicidad, su bien estar…

—No debespreocuparte por eso Clarisa, ninguna de las dos. No os los encontrareis nuncamás porque… Están muertos… Los tres; ya no violaran ni harán daño a nadie más…— Dijo Lara con voz sentenciosa.

—¡¿Cómo?!¡¿Muertos?! Dime que ha pasado Carlos, Lara. Por qué estáis aquí. ¿Qué habéishecho? — Preguntaba Celia angustiada. Clarisa temblaba abrazándome.

—¿Os puedepasar algo a vosotros? — Preguntó Clarisa temiendo la respuesta.

—No mi amor… Yaestá todo resuelto, cómo ha dicho Lara esos tres malnacidos ya no violaran niesparcirán dolor y muerte con las drogas. — Un gesto de Lara me invitó adetenerme.

—En unaoperación policial, en la que la colaboración de Carlos ha sido decisiva, se haacabado con una red de distribución de drogas en colegios. Durante la actuaciónresultaron muertos los tres cerdos que os asaltaron y dos de los másimportantes cabecillas de la red. Este ha sido el informe que he presentado amis superiores. Me ha sido otorgado un permiso de una semana y después tendréque asistir a sesiones de psicoterapia para tratar el estrés post traumáticopor haber disparado a dos personas y causado su muerte. — Lara temblaba despuésde explicar lo ocurrido. La estreché entre mis brazos y me la llevé a lahabitación donde la acosté tendiéndome a su lado.

—¿Fuiste túquien disparó a los dos trajeados? — Acaricié y peine su cabello con mis dedos.

—Sí, es laprimera vez que disparo a personas, causando su muerte; no me arrepiento enabsoluto, ellos disparaban contra mis compañeros, incluso hirieron a uno deellos… pero ahora necesito que me abraces y me hagas el amor… Bésame Carlos… Tenecesito… Necesito… olvidar…

Hicimos elamor, no de forma agresiva, violenta, cómo la primera vez… Calmé sus ansias,hice aflorar su pasión de forma dulce y descubrí una Lara distinta, ardiente,pero también delicada, amorosa. La felicidad para mí, desde ahora, tiene unnombre… Lara.

Se durmió trasla sesión amorosa. Yo no tenía sueño y la dejé descansar.

Al pasar por lahabitación de mi hermana escuché susurros, estaba la puerta entre abierta, lagolpeé suavemente con los nudillos.

—Pasa Carlos,queremos saber que ha pasado con detalle.

Lo hice, entréy me acostaron entre las dos, que seguían desnudas y les dije todo lo ocurridopunto por punto. Clarisa recostaba su cabeza en mi hombro, Celia sobre mipecho. Yo les acariciaba sus desnudos brazos, sin ninguna intención.

—Carlos,queremos proponerte algo y no sabemos cómo te lo vas a tomar. Queremos quesepas que lo hemos hablado con Lara y ella está de acuerdo… — Dijo mi hermana.

—Y que es loque queréis, si puede saberse… — Respondí.

Celia searrebujo contra mi cuerpo abrazando mi cuello.

—Es que…resulta que… Celia es virgen. Ya lo he dicho.

— ¿Y? — Noimaginaba por donde iban a salir.

—Pues que yotambién lo era antes de… Bueno, que no queríamos que ningún hombre nos tocara,ninguno excepto tú.

—¡¡¿Qué?!! — Misorpresa era mayúscula — Me estáis diciendo que queréis que Celia y yo…

—Sí, no teenfades, por favor… Lo teníamos planeado desde hace tiempo las dos. No se nosocurría nadie como candidato hasta que una vez fuiste a buscar a Clarisa alcolegio, la abrazaste, le diste un beso y yo creí morir de celos. Todo se aclarócuando me explicó que eras su hermano. Entonces se me ocurrió que tú debías serel candidato, que no le importara que fueras su hermano, eso podíabeneficiarnos. No tendríamos que buscar un sitio donde hacerlo. Solo tendríamosque contar con que tú aceptaras. Ahora las cosas han cambiado, solo lo haríasconmigo, Clarisa ya…

—¡Estáis locas!¿Cómo voy a acostarme con mi cuñada? ¿Y antes también con mi hermana? No, estoyenamorado de Lara y no quiero estropear mi relación con ella.

—¿Eso que hasdicho es cierto? ¿Estás enamorado de mí? — Lara estaba de pie en la puerta dela habitación.

Me levanté comosi me hubiera picado un bicho y fui hacia ella.

—Lara, ¿hasoído lo que me están proponiendo?

—Sí, mi vida. Yyo estoy de acuerdo. Por desgracia sé lo que es una mala desfloración. Yo lasufrí, no tan traumática cómo la de Clarisa, pero sí muy penosa. Joven, poca onula experiencia, se deja llevar una por las hormonas y algo que puede ser muybello, se convierte en un desastre que puede causar traumas para el resto de tuvida. Si quieres hacerlo, si quieres hacerle ese favor a una persona tanallegada, hazlo. Yo no tengo problemas en aceptarlo, incluso con tu hermana. Loque ella ha sufrido puede suavizarse encontrando una persona que la trate deforma radicalmente diferente a como lo hicieron esos mal nacidos.

Tras laperorata de Lara me quedé realmente sorprendido. Pasé mi brazo por sus hombros,besé su cuello… Mi hermana y Celia me miraban expectantes.

—De acuerdo…Pero con una condición… Estar todos presentes.

Se miraronsorprendidas las tres. Asintieron con la cabeza…

—De acuerdo —Dijo Celia — Me haría feliz que cada una de vosotras estuvierais junto a mí,dándome la mano. ¿Podría ser esta noche? No vaya a ser que cambiéis de opinión.— Me sonrió.

Prepararon lacena, por cómo lo hicieron pensé que lo tenían todo pensado, incluyendo a Lara,que me sorprendió la facilidad con la que aceptó la propuesta.

Terminamos conlas viandas y las tres fueron a prepararse. Escuché movimiento de muebles. Larame llevó a la ducha, me ayudó a lavarme sin permitirme acariciarla. Me perfumóa su antojo… Yo me dejaba hacer. Una vez terminó conmigo me llevó hasta eldormitorio grande de donde habían hecho desaparecer la cama y habían colocadovarios colchones en el suelo de forma que casi todo el dormitorio era cama.

Algunas velasaromáticas ambientaban la sala. Celia, cubierta con una especie de velo casitransparente, me esperaba de pie nerviosa en el centro de la estancia. Lara mellevaba de la mano, al llegar a su altura unió mi mano a la de Celia y seapartó. En la penumbra pude vislumbrar a Clarisa. Lara se reunió con ella.

Enfrentados losdos, mis manos acariciando sus hombros, acerqué mis labios a los suyos y percibíun estremecimiento. Sus manos acariciaron mi rostro y nos besamos, primerosuavemente, después subiendo la intensidad y el deseo. Mi desnudez me delataba,hasta ese momento, cuando nuestras bocas se unieron había logrado mantenerme lomás frío posible, pero llegado ese momento ya no pude más y el ariete buscóabrirse paso entre los muros de sus muslos. Al ser más baja que yo pronto seencontraba a la altura de su vientre.

La abracé y,amorosamente, me deje caer suavemente con ella en mis brazos hasta elcolchón. 

Acaricié sucuerpo desde la nuca, donde percibí una extrema sensibilidad, hasta los pies,que palpé, acaricié, besé y rocé hasta casi hacerla llegar a la culminación.Ella no dejaba de acariciar sus pequeños pechos y pellizcarlos hasta hacersedaño, supuse por sus lamentos. Cuando le di la vuelta y me centré en su pequeñaestrella rosada, besándola, asaeteándola con mi lengua, ya no pudo soportarlomás y estallo como un cohete de feria.

Pero no ladejé, seguí con besos amorosos en sus labios que ella recibía con gula,sujetando mi cabeza contra ella. Mis manos no estaban ociosas, acariciaban supiel, rasguñaban suavemente las caderas, el pecho, el vientre y ella gritabafrases incoherentes, tiraba de mis pelos y empujaba mi cabeza hacia su pubis,fue el momento que elegí… Con un gesto de mi mano llamé a mis dos amadas, seacercaron y se situaron una a cada lado de Celia. Se dejó acariciar por ellas,colaborando conmigo, besando su cuerpo, sus manos, mientras yo me situaba sobreel delicioso y angelical cuerpo de Celia, cuerpo que se abrió cómo una florpara recibirme. La sensación de tela suave que se rasga, un quejido.

Silencio,quietud, Lara besa mis labios y se lo agradezco. Mi hermana besa a Celia y meinvita a reanudar los movimientos copulatorios. Celia gime me estrecha entresus suaves y delicados brazos, ciño su cuerpo con los míos y la estrecho contrami pecho. Estalla en un nuevo clímax que se mantiene con altibajos durante untiempo que me parece infinito. La estrechez, el calor que emana, la suavidad melleva a una inevitable culminación sintiéndola a ella derrotada, sin fuerzas.

Me separo deella con suavidad depositando un beso en sus labios, ella sonríe y me devuelveel ósculo. Al levantarme es Clarisa la que toma mi lugar besando y acariciandoa su chica con un amor que me hace estremecer de emoción.

Abrazo a Laraque baña mi rostro con sus lágrimas. Ella también está emocionada.

—Ha sido muybello Carlos. Has sido muy dulce con ella, Celia no olvidará nunca este momentoy nosotros tampoco.

Viendo a mihermana con su pareja hacer el amor nos excitamos. Lara y yo nos besábamos conapasionamiento y no pudimos evitar tras multitud de caricias completar la unióncarnal que nos condujo al éxtasis más placentero.

Completadasvarias deliciosas batallas, agotados por la fogosidad de los enlaces nosdormimos plácidamente.

Los encuentrosentre Celia y yo se repitieron durante varios días, con el beneplácito deClarisa de Lara y por supuesto un placer para mí. Después de dos semanasrenunciaron a seguir y yo respeté sus deseos.

—Carlos, Lara —Llamó nuestra atención Clarisa estando los cuatro reunidos dos semanas después— Hay algo que no os hemos dicho y que debéis saber, sobre todo porque prontono podremos ocultároslo.  Celia estáembarazada… Carlos es el papá.

Lo que yo nosabía es que mi hermana y su amada Celia lo habían planificado todo.

—¡¿Cómo?! Yporqué, ¿no estaba tomando pastillas? — Dije desconcertado.

—Carlos,queríamos tener un hijo y se nos ocurrió que podíamos aprovechar lo quehicimos, la desfloración de Celia, para que se quedara encinta y así podertener un bebé y lograr ser mamás. Pero no te preocupes, queremos ser mamás delo que venga, casarnos y criarlo nosotras. Y creo que os gustará ayudarnos ¿No,papá? Legalmente será nuestro hijo y nuestro, mi sobrino… Tú Lara serás sutita… Y cómo hijo de tu marido… ¿Por qué os casareis no? Serás la madrastra…

Y efectivamentelo lograron. Celia quedó embarazada y nueve meses después alumbraba unapreciosa niña morenita, como mi hermana Clarisa y yo, pero con los ojos azulescomo Celia. Vivíamos todos juntos en nuestra casa, las chicas se llevaban bieny me cuidaban como a un raja… No puedo quejarme.

 

 

 

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