Encuentro a la mañana

Tenía todo planeado como siempre, pero esta vez, también como siempre, todo ocurriría distinto. 
Había pensado en como iba a llevarla despacito con mis caricias hasta el momento cúlmine, pero fue nomás trasponer la puerta, cuando ella trastocó mis planes.
Nos besamos la boca. Su lengua no dejó que mi lengua la invada. Me besó con furia, penetrándome la boca, mientras su mano fue directamente a apretarme la pija. 
Ella tenía un día decidido. Estaba decidida a provocarme, mientras me decía cosas que nadie imaginaría en una señora como ella. 
-Parece que se despierta rápido esto… vamos a ver cuanto aguanta-, dijo, mientras desabrochaba el pantalón y se ponía de rodillas, y levantando la vista dijo -qué lindo bóxer trajiste hoy!-, mientras atrevidamente, rozaba sus manos sobre mis nalgas, por encima de la tela suave de mi ropa interior.
Y sin más preámbulos, se tragó toda mi pija. Hasta el fondo. Y empezó a hacer movimientos con su boca que provocaron dos cosas inmediatas en mí: cerré los ojos y solté un gemido de placer.
Ella sostenía con sus manos mis nalgas, y llevaba el ritmo, con su boca y con sus manos. 
-Mirá que linda está… se ve que le gusta mi boca- dijo agarrándola con la mano, y exhibiéndome la cabeza morada, y descubrió una gotita de miel en la punta, cuando inmediatamente le pasó la lengua, saboreándola
-Vos no tenés una idea lo que me gusta comerte el juguito-
Pensé -en una ráfaga de lucidez, porque realmente estaba desbordado- que me iba a dejar llevar, para ver hasta dónde llegaría con su juego.
Mientras ella me sacaba el pantalón y me dejaba desnudo, yo desabrochaba mi camisa. Me dejó completamente desnudo frente a ella, que se incorporó, y nuevamente me volvió a besar. 
Era el momento de recuperarme. 
Empecé a sacarle la ropa muy lentamente. Botón por botón, cierre por cierre… sin ninguna prisa.
No pude resistir la tentación de repetir lo que ella había hecho conmigo. Le mandé un dedo en la concha. Estaba muy mojada, y soltó un gemido. 
Entonces, decidí desnudarla por completo, y apoyar su espalda en mi pecho. Ella dejó caer su cuello sobre mi hombro, mientras mis manos la acariciaban por completo
La tumbé en la cama, boca abajo. Le besé el cuello, y dejé que toda su piel sintiera el calor de mi piel… mis manos se ocuparon de acariciar su espalda, en un masaje profundo y mal intencionado. 
Hasta que me detuve en su cola. Abrí sus nalgas con mis manos, y noté que su ano palpitaba. Lo rocé con mis dedos, y lo empecé a trabajar con mi boca. Ella levantó sus caderas, y aproveché para usar sus jugos para lubricarlo también. Acompasadamente, mi lengua penetró su culo y lo lubricó hasta que con una voz cavernosa, me dijo -rompelo ahora, quiero que me lo rompas-.
Y yo, que soy un caballero, jamás dejo a una dama sin su deseo. Apoyé la cabeza de mi pija palpitante en la entrada de su culo, y ella hizo todo lo demás.
Estaba pajeándose el clítoris, y se ensartó la pija hasta el fondo, soltando un gemido de placer intenso. Empecé a moverme y ella a gemir. Seguí moviéndome y le dije que si seguía moviéndose me iba a hacer acabar.
-No voy a parar, quiero tu leche en mi culo
Fue un instante, unos cuantos movimientos más, y descargué toda mi leche dentro de su cola.
Me sacó de encima mío, y se puso de costado… siguió pajeándose y se clavó dos dedos en el culo, y moviéndose posesa, acabó con sus manos. 
Apenas pasaron unos instantes, cuando recuperamos el aliento, cuando sentí que estaba otra vez chupándome la pija, y apenas se endureció otra vez, se subió encima de ella.
Nunca me cabalgaron así, con tanta furia. Se frotaba contra mi, con sus manos en mi pecho, y mirándome a los ojos decía -movete, movete, no pares, que te mojo todo con otra acabada- entre gemidos, con la voz entrecortada.
Y así como fue que, afirmándose contra mí, gritó -te estoy acabando! Siiiiii, otro más… tomá, tomá… ahhhh!- y se derrumbó encima mío.
Todo tiene un vuelto en la vida. 
Ahora sería yo el que le daría el espectáculo. 
La tumbé al costado y me empecé a masturbar casi encima de ella. Tres chorros de leche le cayeron en el vientre.
Me miró con cara de asesina, mientras se untaba la piel como si fuera crema.
Una ducha caliente y otra vez al trabajo… pero así se empieza más rico la semana, con una sonrisa tonta en la cara. 









Encuentro a la mañana

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