Si no te ha sucedido aún, te sucederá.

Escogí la carrera de docencia en matemáticas porque siempre busqué una vida sosegada. Pero ahora estoy entrampado, acorralado en esta selva asfixiante.

Hace dos semanas que llegué a este pueblo de la amazonia peruana como maestro sustituto. Las noches aquí son calurosas y los días en el colegio, aun más; tengo a cargo veinte alumnas adolescentes, a veces cuando me rodean siento sus tetitas aplastándose contra mi espalda; a veces corretean juguetonas en pantaletas, sus calzones desaparecen entre sus nalgas y sus conchitas se hacen visibles.

Me negué, le dije que no a ese viejo agricultor cafetalero, pero él insistió en enviarme a Nataly, su hija, para ayudarle con la tarea. Ya fui dos veces al baño, me doble la pija, pero esta erección no desaparece. Es una erección dolorosa que me causa la cercanía de Nataly. Ahora, aproximándose, me pregunta haciendo pucheros, ¿Cómo resolvemos este polinomio? Siento su aliento húmedo y cálido, siento sus tetas en mi hombro, sus rodillas chocan conlas mías. Maldita sea, tengo su boca al alcance, el calor me asfixia, un dolor extraño me taladra la sien. Mierda, es una adolescente, ¡Por qué yo! La erección me lastima, mi pija quiere salir aullando de mi pantalón; acabaré en problemas, lo sé, a la mierda todo, todo; la abrazo, Nataly intenta zafarse, pero desiste, la beso efusivamente, su boca es pequeñita, su saliva está caliente. Tomo inmediatamente sus senos, tiembla, aprieto, son las tetas másduras que jamás cogí. Desabotono su blusa, bajó su sostén blanco, su pezón que permanecía aplastado por el brasier se dispara eréctil; sus tetitas adolescentes son dos peritas blancas, la aureola forma un domo sobre la base de sus senos y en la cima, sus pezones son como dos pepas de cacao. Chupo sus pezones con desesperación, sé que la lastimo, Nataly junta los hombros, gime como un cachorrito. Acaricio sus muslos bronceados, bajo su falda, le quito aprisa el calzón; por instinto junta las rodillas; su vello púbico es ralo, suave; su vulva pequeña, cerrada; me acerco, un finísimo rocío cubre su pubis, huelo su concha, olor silvestre, hierba mojada, fruta en fermento; acaricio su vulva con la nariz, con la mejilla, con la barbilla, es la concha más sublimeque he visto, la adoraría como si fuera la concha de la misma virgen María. Un hilillo de miel escurre de su vagina, abro su vulva, su clítoris asoma tímido y pequeñito, limpio con la lengua el néctar de su coño que apenas tiene sabor, Nataly cruza los muslos y casi cae sentada por la excitación. Le doy vuelta, la inclino, todo su valle femenino está a mi alcance, sus labios vaginales son claros y contrastan con el botón de su ano que permanece cerrado y palpitante...el dolor de cabeza es más intenso; Nataly, mi alumna, adolescente, virgen; la enfilo, pero inesperadamente me desvío, la penetro entre sus piernas cruzadas, la sostengo en vilo, embisto, Nataly, doblada, intenta equilibrarse, sus tetas se balancean, sus cabellos castaños se desparraman en el piso, gime como pericote; esta arrechura me vence, termino rápido, me derramo sobre su ano, el semen desciende por su vulva, escurre por la vellosidad de su panocha, gotea entre sus muslos.

Nataly me observa con complicidad, se sienta sobre mi rodilla, abre sus nalgas y las acomoda de tal modo que puedo sentir su concha mojada; me abraza, me besa...¡Yo me negué, maldito viejo, yo te dije que no!

Si no te ha sucedido aún, te sucederá.

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