Seguramente también les ha pasado...

Mi caso no es una historia inventada, la mujer y el trasero delirante de esta confesión existen, ese culo que hace ver ridículo a cualquier calzón.

Ella es una veinteañera blanquita, de tetas pequeñas, pero pezones saltones que miran siempre hacia arriba. Cuando ejercita inclinada en la colchoneta, sus nalgas se abren y exhiben su sexo, su vulva emerge carnosa y apretada por su licra. A veces gime por el esfuerzo físico como la virgen que siente un dedo dentro de su vagina estrecha. Entonces imagino su calzón húmedo por el sudor, meloso por sus jugos de hembra; lamería con desesperación ese calzón como si fuera el perro más hambriento.


Seguramente también les ha pasado...

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